El discípulo de la Fuerza Oscura (48 page)

BOOK: El discípulo de la Fuerza Oscura
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Daala se quedó totalmente paralizada. El terror la dejó boquiabierta cuando comprendió de repente el terrible plan que aquel..., aquel muchacho estaba utilizando contra su flota.

—¡Hay que virar! —gritó—. Ciento ochenta grados, velocidad máxima... ¡Tenemos que salir de la nebulosa inmediatamente!

—Pero almirante... —empezó a decir el comandante Kratas.

—¡Ha utilizado el
Triturador de Soles
! —gritó Daala—. Las estrellas van a estallar. Está intentando entretenernos para que seamos atrapados por la explosión.

Kratas se levantó y fue al puesto de navegación sin perder ni un instante. Los motores sublumínicos se encendieron, y todo el
Gorgona
tembló cuando hicieron girar la enorme mole del Destructor Estelar.

—Ya no tenemos centrado el ordenador de navegación en Coruscant —dijo el oficial de navegación—. Perdimos la alineación cuando alteramos el curso para atacar al
Triturador de Soles
.

—Sáquenos de aquí ahora mismo —ordenó Daala—. ¡Me da igual cuál sea el vector que escoja! Informe al
Basilisco
de lo que ocurre.

Los motores sublumínicos empezaron a funcionar y fueron impulsando la nave hacia delante, alejándola del centro de la nebulosa y acelerándola más y más a cada momento que pasaba. Los motores hiperlumínicos ya estaban preparados para entrar en acción e iban acumulando energía para el encendido. Los Destructores Estelares empezaron a alejarse...

Y entonces las estrellas estallaron.

Kyp Durron contempló cómo los Destructores Estelares viraban y huían como si fuesen un par de banthas heridos.

—No podréis alejaron lo bastante deprisa —murmuró sonriendo—. No sois lo bastante rápidos...

El
Basilisco
y el
Gorgona
empezaron a atravesar la nebulosa a la velocidad máxima que podían alcanzar sus motores sublumínicos, dejando abandonadas detrás de ellos a docenas de cazas TIE. Los pequeños aparatos imperiales sucumbieron al pánico y se dispersaron en todas direcciones cuando vieron que sus naves madre viraban repentinamente y se alejaban de ellos.

Kyp ignoró al resto de cazas TIE y ajustó los controles del sistema impulsor al doble de la capacidad máxima calculada para los motores del
Triturador de Soles
. La pequeña nave en forma de espino subió a toda velocidad, alejándose del plano horizontal de la nube nebular.

Cuando el cúmulo de gigantes azules estalló, emitió oleadas concéntricas de luz cegadora y radiaciones devastadoras que salieron despedidas de él y fueron expandiéndose hacia fuera como un huracán cósmico.

El
Gorgona
había conseguido colocarse dos largos de navío por delante del
Basilisco
.

Kyp tiró de los controles y siguió haciendo ascender al
Triturador de Soles
, confiando en que la armadura cuántica le protegería de los peores efectos de la explosión. La increíble oleada de energía emitida por las supernovas oscureció sus visores hasta dejarlos prácticamente opacos.

Los gigantescos telones de fuego alcanzaron al
Basilisco
, derramándose sobre el Destructor Estelar y haciendo que se incendiara. Fue como si otra nova diminuta acabara de hacer erupción en la nebulosa, y el frente de fuego siguió avanzando velozmente.

La pantalla se ennegreció, pero no antes de que Kyp viera otro destello allí donde había estado el
Gorgona
... y después la tempestad de llamas ocultó cualquier detalle.

Kyp utilizó el ordenador de navegación para trazar un nuevo curso después de que sus pantallas hubieran quedado totalmente opacas. Aquello no era más que el comienzo.

Dejó el infierno galáctico detrás de él y se alejó, cada vez más impresionado por la potencia destructiva del
Triturador de Soles
, para ir en busca de los mundos que todavía se mantenían leales al Imperio.

Ya no cabía duda de que por fin disponía de todo el poder necesario.

34

La embajadora Cilghal se levantó en su austera habitación apenas sintió el frescor que acompañaba al amanecer de Yavin 4 y se estiró, disfrutando de la humedad llena de sombras del templo de piedra.

Sólo llevaba unos días en el praxeum Jedi, pero ya empezaba a tener la sensación de que todo el universo se había abierto ante ella. Los ejercicios para sintonizar su mente con la Fuerza que le había sugerido el Maestro Skywalker le habían enseñado a volver su mirada en una dirección totalmente nueva, y le permitían ver del todo y con claridad aquello que hasta entonces sólo había podido distinguir confusamente por el rabillo del ojo. Era como si el Maestro Skywalker le hubiese dado un pequeño empujón y la hubiera lanzado por una larga y suave pendiente de descubrimientos: cuanto más aprendía Cilghal, más ganas tenía de seguir aprendiendo.

Se echó un poco de agua tibia en la cara para humedecer su piel flexible y un poco coriácea, y después lavó y secó los delicados zarcillos que colgaban debajo de su boca en forma de tajo. La atmósfera de la luna de las junglas estaba saturada de humedad, pero aun así Cilghal seguía sintiéndose más cómoda cuando podía mantener mojadas las zonas de piel que llevaba al descubierto.

Cilghal salió de su habitación y fue a reunirse con los otros doce estudiantes Jedi en el comedor, donde cada uno consumiría un pequeño desayuno de frutas o carne que fuese compatible con su bioquímica particular.

Dorsk 81 estaba sentado a una mesa contemplando rectángulos de colores compuestos por sustancias nutricias procesadas. Había vivido durante tanto tiempo en un mundo de medio ambiente controlado y totalmente cerrado sobre sí mismo que el clon no era capaz de digerir alimentos que no hubieran sido considerablemente procesados.

Kam Solusar, el flaco Jedi endurecido por las privaciones, estaba intentando conversar con Streen, que tenía los cabellos tan revueltos como de costumbre y no paraba de mover los ojos de un lado a otro como si hubiese algo que le distraía.

El resto de estudiantes Jedi estaban sentados a solas o formando grupitos y mantenían nerviosas conversaciones en voz baja. Cilghal no vio al Maestro Skywalker entre ellos. Normalmente Skywalker siempre era el primero que entraba en el comedor, y esperaba allí a que sus estudiantes se reunieran con él. Los otros estudiantes Jedi parecían un tanto desconcertados por aquel repentino cambio producido en su rutina.

Cilghal utilizó la unidad procesadora de alimentos para prepararse un desayuno consistente en rodajas de pescado ahumado y un puré de cereales de sabor bastante fuerte que le gustaba mucho.

—¿Dónde está el Maestro Skywalker? —acabó preguntando sin dirigirse a nadie en concreto.

Todos los estudiantes se miraron los unos a los otros como si llevaran un buen rato deseando formular la misma pregunta.

Streen se puso en pie y miró a su alrededor, visiblemente alarmado.

—Hay mucho silencio —dijo—. Todo está demasiado silencioso. No puedo oír al Maestro Skywalker. Siempre he podido oír voces en mi cabeza. Oigo las de todos vosotros... Pero ahora hay demasiado silencio. —Volvió a sentarse como si se sintiera repentinamente avergonzado—. Demasiado...

Tionne entró corriendo en el comedor con su instrumento musical en las manos. Su cabellera plateada se extendía detrás de ella formando una revuelta masa de mechones, y sus ojos color perla estaban muy abiertos y llenos de pánico.

—¡Venid enseguida! —gritó—. He encontrado al Maestro Skywalker...

Todos los estudiantes Jedi se levantaron al unísono sin confusión y sin hacer preguntas, poniéndose en pie con un movimiento coordinado y lleno de fluidez. Salieron del comedor y siguieron a la carrera a Tionne mientras la joven se lanzaba por los serpenteantes pasillos en cuyos suelos enlosados crecía el musgo. Cilghal intentó mantenerse a la altura de quienes gozaban de una mejor forma física, como Kirana Ti y Tionne.

Atravesaron corriendo la gran cámara de audiencias llena de ecos donde las lianas se enroscaban sobre las paredes y los asientos de piedra pulida permanecían vacíos bajo las hileras de rayos de sol.

—Por aquí —dijo Tionne—. No sé qué le ha ocurrido.

Llegaron a una escalera de peldaños desgastados por el paso del tiempo que llevaba hasta la plataforma de observación en lo alto de la pirámide escalonada.

Cilghal se detuvo de repente cuando vio la silueta vestida con una túnica caída sobre las losas e inmóvil debajo del cielo. Tenía las manos echadas hacia atrás, como si quisiera defenderse de algo.

—¡Maestro Skywalker! —gritó.

Los otros estudiantes corrieron hacia él. Cilghal se abrió paso a través del círculo de siluetas que permanecían inmóviles alrededor del hombre caído en el suelo y se arrodilló junto a él.

El rostro de Luke estaba contorsionado, como si se dispusiera a lanzar un alarido de miedo o dolor. Tenía los ojos cerrados, y los labios retorcidos en una mueca.

Su espada de luz, yacía en el suelo junto a él, como si hubiera resultado totalmente inútil contra el enemigo desconocido al que se había enfrentado.

Cilghal le levantó la cabeza y rozó los mechones castaño claro de su cabellera con su mano-aleta. Riachuelos de sudor frío brillaban sobre el rostro de Luke, pero no sintió ningún calor en su piel. Cilghal empezó a sondear, utilizando sus recién descubiertas capacidades con la Fuerza en una búsqueda desesperada.

—¿Qué le ha ocurrido? —preguntó Dorsk 81, muy alarmado.

—¿Está vivo? —preguntó Streen—. No puedo oírle...

Cilghal utilizó sus habilidades sensoras y acabó meneando su cabeza naranja y verde oscuro.

—Respira —dijo por fin—. Su pulso apenas si es detectable, aunque su corazón sigue latiendo... Pero no he conseguido encontrarle. No está dentro de sí mismo, y cuando le rozo con la Fuerza sólo encuentro un enorme vacío...

Se volvió para contemplar a los demás con sus redondos ojos de calamariana llenos de tristeza.

—Es como si nos hubiera dejado —murmuró.

—¿Qué podemos hacer? —preguntó Kirana Ti.

Cilghal colocó la cabeza inmóvil de Luke sobre su regazo y sus enormes ojos parpadearon, y durante un momento que se hizo muy largo fue totalmente incapaz de hablar.

—Ahora estamos solos —logró decir finalmente.

Notas del traductor

[1]
«All Terrain Armored Transport», Transporte Blindado Todo Terreno.

[2]
«Mountain Terrain Armored Transport», Transporte Blindado para Terrenos Montañosos.

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