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Authors: John Scalzi

La vieja guardia (38 page)

BOOK: La vieja guardia
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No volver a ver a Jane es bastante menos dramático. Después de todo, no pasa nada por no ver a alguien. Jane cogió la primera lanzadera hasta la
Amarillo
;
el médico de a bordo le echó un vistazo a su designación como miembro de las fuerzas especiales y la llevó a un rincón de la enfermería, para que permaneciera estabilizada hasta que regresaran a Fénix y pudiera ser atendida por técnicos médicos de las fuerzas especiales. Al final, yo regresé a Fénix en la
Bakersfield.
Para entonces, Jane estaba perdida en las entrañas del ala médica de las fuerzas especiales y era inalcanzable para un simple mortal como yo, aunque fuera un flamante héroe.

Poco después, me condecoraron, me ascendieron y me hicieron iniciar mi gira por las colonias. Acabé por recibir noticias del mayor Crick diciendo que Jane se había recuperado y había sido reasignada, junto con la mayoría de la tripulación superviviente de la
Gavilán
,a una nueva nave llamada la
Cometa.
Aparte de eso, no traté de enviarle a Jane ningún mensaje. Las fuerzas especiales eran las fuerzas especiales. Eran las Brigadas Fantasma. Se supone que no puedes saber adónde van ni lo que hacen, ni siquiera si los tienes delante de las narices.

Sin embargo, sé que están ahí. Cada vez que los soldados de las fuerzas especiales me ven, me saludan con sus CerebroAmigos: pequeños estallidos de información emocional, indicando respeto. Soy el único realnacido que ha servido en las fuerzas especiales, aunque brevemente; rescaté a uno de los suyos y conseguí arrancar el éxito de la misión de las fauces de un fracaso parcial. Yo les devuelvo el saludo, pero por fuera no digo nada para no revelar su situación. Las fuerzas especiales lo prefieren así. No he vuelto a ver a Jane de nuevo, en Fénix ni en ninguna parte.

Pero he tenido noticias suyas. Poco después de que me asignaran a la
Taos
,Gilipollas me informó de que tenía un mensaje anónimo esperándome. Eso era nuevo: nunca había recibido un mensaje anónimo vía CerebroAmigo antes. Lo abrí. Vi una foto de un campo de trigo, una granja en la distancia y un amanecer. Podría haber sido una puesta de sol, pero no fue ésa la sensación que tuve. Tardé un segundo en darme cuenta de que la foto se suponía que era una postal. Entonces oí su voz, una voz de toda la vida que oí en dos mujeres diferentes.

«Una vez me preguntaste adonde vamos las fuerzas especiales cuando nos retiramos, y te dije que no lo sabía —
envió—.
Pero ahora lo sé. Tenemos un lugar al que podemos ir, si queremos, y aprendemos a ser humanos por primera vez. Cuando sea el momento, creo que voy a ir allí. Creo que quiero que te reúnas conmigo. No tienes que venir. Pero si quieres, puedes. Sabes que eres uno de nosotros.»

Detuve el mensaje durante un instante, y lo inicié de nuevo, cuando estuve preparado.

«Una parte de mí fue una vez alguien a quien amaste —
proseguía—.
Creo que esa parte quiere que vuelvas a amarla, y quiere amarte también. No puedo ser ella. Sólo puedo ser yo. Pero creo que podrías amarme si quisieras. Quiero que lo hagas. Ven a mí cuando puedas. Estaré aquí.»

Eso era todo.

Recuerdo el día en que me planté ante la tumba de mi esposa por última vez, y me marché sin lamentarlo, porque sabía que lo que ella era no estaba contenido en aquel agujero en el suelo. Empecé en una nueva vida y volví a encontrarla, una mujer que era una persona completamente nueva. Cuando acabe esta vida, me marcharé también sin lamentarlo, porque sé que ella me espera, en otra vida distinta.

No la he vuelto a ver, pero sé que lo haré. Pronto. Muy pronto.

NOTAS

[1]
La mayor cadena de restaurantes de comida familiar de Estados Unidos. Tiene una carta específica para ciudadanos de la tercera edad.

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