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Authors: Marco Polo

Tags: #Aventuras, Histórico

El libro de Marco Polo (2 page)

BOOK: El libro de Marco Polo
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CAPÍTULO 5
De cómo esperaron en Venecia la elección del Sumo Pontífice

Cuando entraron en Acon se enteraron de que el señor Papa Clemente cuarto acababa de morir, noticia que los llenó de grandísima pesadumbre. Estaba entonces en la ciudad de Acon un legado de la sede apostólica, el señor Teobaldo, de los Visconti de Placencia, al que narraron todas las cosas por las que habían sido enviados por el Gran Kan. Su consejo fue que aguardasen la designación de Sumo Pontífice. Así marcharon a Venecia a ver a los suyos, para esperar allí a que se crease nuevo Papa. Cuando llegaron a Venecia, halló micer Nicolás que su mujer, que estaba embarazada a su partida, había muerto, y se encontró con un hijo llamado Marco, que tenía ya XV años de edad, que había nacido de su mujer después de su marcha de Venecia. Este Marco es el que compuso este libro; cómo supo todas estas cosas se aclarará más abajo. Mientras tanto, se prolongó tanto la elección del Sumo Pontífice que permanecieron en Venecia dos años esperando todos los días su proclamación.

CAPÍTULO 6
De cómo regresaron al rey de los tártaros

A cabo de dos años, temiendo los mensajeros del susodicho rey que el monarca se enojase por su excesiva tardanza y pensara que no querían volver más a su presencia, tornaron a Acon, llevado consigo al susodicho Marco. Al visitar el Sepulcro el Señor, recibieron con permiso del legado apostólico aceite de la lámpara del Sepulcro, como había pedido el rey. Y llevando una carta del legado para el soberano, en la cual testificaba que habían cumplido fielmente su misión y que todavía no se había proveído a la Iglesia Romana de pastor, fueron a Glaza. Nada más salir ellos de Acon, el legado susodicho recibió emisarios de los cardenales para anunciarle que había sido él el elegido como Sumo Pontífice, y se puso por nombre Gregorio; y despachando inmediatamente mensajeros en pos suyo los hizo llamar y a su vuelta los acogió con júbilo, y les entregó otra carta para el rey de los tártaros y desde Acon envió con ellos a dos frailes de la Orden de los predicadores, hombres letrados y virtuosos, uno de los cuales se llamaba fray Nicolás de Vincencia, el otro Guillermo de Trípoli. Cuando llegaron a Glaza, el Sultán de Babilonia atacó con su ejército a los armenios. Así, los frailes, temiendo no poder llegar al rey de los tártaros por los peligros de la guerra y los azares de los caminos, se quedaron en Armenia con el Maestre del Temple, ya que muchas veces estuvieron en trance de morir. Por su parte, los enviados del rey, exponiéndose a todos los peligros, llegaron tras múltiples penalidades ante el monarca, al que encontraron en la ciudad que se llama Cleuenfu. Desde el puerto de Glaza hasta Cleuenfu estuvieron de camino tres años y medio, pues bien poco podía prosperar su viaje en invierno a causa de las nieves y las aguas torrenciales y los fríos intensísimos. El rey Cublay, al oír de lejos su retorno, envió mensajeros a su encuentro a xi jornadas de distancia, que hicieron por mandato especial del Kan que se los proveyese durante el camino de todo lo necesario con largueza suma.

CAPÍTULO 7
De cómo fueron recibidos por el rey

Cuando llegaron a la corte del rey, entraron a su presencia y se postraron ante él con gran acatamiento. El, acogiéndolos con alegría., les mandó ponerse en pie y narrar cómo les había ido en el viaje y qué habían tratado con el Sumo Pontífice. Al contarle y referirle todo y presentarle la carta del Papa Gregorio, el monarca recibió la misiva del Sumo Pontífice con júbilo y encomió su leal diligencia; tomó el aceite de la lámpara de nuestro Señor Jesucristo con devoción y mandó que se guardara con gran honra, y preguntó acerca de Marco quién era. Al oír que era hijo de micer Nicolás lo saludó con semblante complacido y contó a los tres entre sus privados, por lo que todos los cortesanos los trataban con gran deferencia.

CAPÍTULO 8
De cómo Marco, hijo de micer Nicolás, creció en gracia del rey

Marco aprendió en poco tiempo las costumbres de los tártaros y también cuatro varias y diferentes lenguas, de suerte que sabía leer y escribir en cualquiera de ellas. Después, queriendo poner a prueba su prudencia, el soberano lo envió por un asunto del reino a una región lejana, a la que se tardaba en llegar seis meses. El se comportó con tal cordura en todo, que el rey recibió con general complacencia cuanto había realizado. Y como el monarca gustaba de preguntar las novedades de maneras y costumbres de los hombres y las cualidades de las tierras, Marco, por donde pasaba, procuraba informarse de tales novedades, para poder satisfacer la voluntad del soberano. Por este motivo, durante los XVII años que fue privado suyo, fue tenido en tanto aprecio por el rey, que lo despachaba de continuo a importantes negocios del reino. Así, pues, ésta es la razón por la que el susodicho micer Marco aprendió las novedades de las partes de Oriente, que serán descritas con mayor detenimiento más abajo.

CAPÍTULO 9
De cómo después de muchos años obtuvieron del rey licencia para volver a su patria

Después los susodichos señores, deseando regresar a Venecia, pidieron muchas veces licencia al rey, que mal podía acceder a concederla por el gran afecto que les profesaba. Mientras tanto, llegaron a la corte del gran Kan Cublay los barones de un rey de la India llamado Argón, uno de los cuales se llamaba Oulatoy, otro Alpusta y el tercero Coila, pidiendo de parte de su señor que le entregara una mujer de su estirpe, ya que había muerto recientemente su esposa, la reina Volglana. El rey Cublay los recibió con grandes honores y les ofreció una doncella de su linaje de XVII años, llamada Cogatim. Ellos, tomándola en nombre de su señor con gran agradecimiento, y sabedores de que los miceres Nicolás, Mateo y Marco anhelaban volver a su patria, suplicaron por merced al soberano que, en honor del rey de Argón, los enviase a ellos tres con la reina y que, si

CAPÍTULO 10
De cómo volvieron a Venecia

Cuando llegó la hora de emprender el viaje, el rey hizo aprestar xiv naves con todo lo necesario y mantenimientos para dos años. Cada una de ellas tenía cuatro mástiles con cuatro velas. Y con ellos se despidieron del rey, que recibió gran pesar de su partida y les entregó dos chapas de oro, para que se atendiera a su protección y a sus gastos en todas las provincias sometidas a su señorío. Les encomendó además una embajada para el Sumo Pontífice y algunos reyes de los cristianos. Después de navegar tres meses arribaron a la isla llamada Jana. A continuación, tras surcar el mar Indico durante un año y medio, llegaron a la corte del rey Argón, al que hallaron muerto. La doncella que llevaban para el rey Argón la tomó como esposa su hijo. Allí, haciendo balance de los compañeros que habían muerto en el camino, encontraron que, salvando a los tripulantes, había habido en su comitiva ochenta y dos bajas; en total eran sin contar los marineros seiscientos hombres. Al partir de allí adelante recibieron cuatro chapas de oro del príncipe, llamado Achatu, que regía el reino en nombre del niño, que todavía no estaba en condiciones de gobernar, para que en todo su imperio fueran honrados y acompañados sin sobresaltos. Así se hizo muy bien. Al cabo de largo tiempo y de muchas fatigas, llegaron bajo la guía de Dios a Constantinopla. De allí tornaron sanos y salvos a Venecia con muchas riquezas y un gran séquito en el año del Señor de MCCXCV, dando gracias a Dios que los había librado de tantos trabajos y peligros. Se ha escrito todo esto en el libro primero para que el que lea esta obra sepa cómo y de qué manera pudo conocer micer Marco Polo de Venecia lo que se refiere después. Estuvo el susodicho Marco en las partes de Oriente XXVI años, calculado todo este tiempo con exactitud por él mismo.

CAPÍTULO 11
Descripción de las regiones de Oriente, y primero de Armenia la Chica

Hecha la relación de nuestros viajes, pasaré a contar lo que vimos. Primero describiré brevemente Armenia la Chica. Hay dos Armenias, la Grande y la Chica. El reino de Armenia la Chica es tributario de los tártaros. Allí encontramos a un rey que guardaba justicia. Ese reino tiene muchas ciudades y villas. Es una región fértil y placentera. Hay caza abundante de animales y de aves. El aire es muy sano. Los habitantes de esta Armenia fueron en la Antigüedad guerreros arrojados; ahora se han convertido en borrachos y cobardes. Hay allí a la ribera del mar una ciudad que se llama Glaza, que tiene puerto de mar, a la que acuden numerosos mercaderes de Venecia, de Génova y de otras muchas regiones. También se llevan a ella desde el interior muchas mercancías de especias de diversas clases y otros preciosos tesoros. Asimismo van a Glaza los que quieren entrar en las tierras de Oriente.

CAPÍTULO 12
De la provincia de Turquía

Turquía alberga una multitud abigarrada de gentes varias: griegos, armenios y turcos. Los turcos tienen su propia lengua y adoran la ley del abominable Mahoma. Son hombres zafios y rudos; habitan en las montañas y colinas donde puedan encontrar mejor pasto. Poseen grandes rebaños de jumentos y de ovejas. Alcanzan allí gran precio los caballos y los mulos. Los armenios y griegos que pueblan la región residen en las ciudades y villas. Tejen de manera admirable la seda. Tienen muchas ciudades, entre las cuales las principales son Garno, Cassene y Sebasta. Allí recibió martirio por Cristo San Blas. Están sometidos a uno de los reyes de los tártaros.

CAPÍTULO 13
De Armenia la Grande

Armenia la Grande, tributaria de los tártaros, es una inmensa comarca que tiene muchas ciudades y villas. La ciudad metropolitana se llama Acinga, donde se confecciona un bocarán excelente. Sale allí a borbotones agua hirviendo, con la que hacen muy excelentes baños. Las dos ciudades principales son Argiron y Argiri. Durante el verano moran allí muchos tártaros con sus rebaños y ganados, ya que hay pastos muy pingües; en el invierno bajan de la montaña, a causa de las grandes nevadas. En las sierras de esta Armenia está el arca de Noé. La región limita al oriente con la provincia de Mosul; al aquilón hay una gran fuente de la que fluye un líquido semejante al aceite, que no sirve para la comida, pero que es excelente para ungüentos y lámparas. Todos los pueblos comarcanos usan este líquido para unciones y candiles, pues de esta fuente mana en tan gran abundancia, que se cargan de él al tiempo cien naves.

CAPÍTULO 14
De la provincia de Zorzania

La provincia de Zorzania es tributaria del rey de los tártaros. Se cuenta que los monarcas de los zorzanos nacían antaño con la señal de un águila sobre el hombro. Los zorzanos son hombres hermosos y muy diestros flecheros; son cristianos y guardan el rito de los griegos. Llevan el pelo corto como los clérigos. Se refiere que Alejandro Magno, al pretender pasar a los zorzanos, ya que es preciso que los que quieren entrar por la parte de oriente franqueen un camino estrecho de cuatro leguas de longitud, que por un lado cierra el mar y por otro las montañas, de suerte que un puñado de hombres impide el paso de grandes ejércitos, Alejandro, digo, al no poder pasar a su tierra quiso prohibirles la entrada en la suya, y al comienzo del camino levantó una torre fortísima que llamó «Puerta de hierro». En esta provincia hay muchas ciudades y aldeas que abundan en seda, y se hacen allí muy bellos paños de seda y de oro. Los azores son excelentes. La tierra es fértil. Los hombres de la región son mercaderes y artesanos. Está allí el cenobio.

CAPÍTULO 15
Del reino de Mosul

El reino de Mosul se encuentra al oriente en la frontera de Armenia la Grande. En él habitan árabes que adoran a Mahoma; hay también allí muchos cristianos nestorianos y jacobitas, a los que preside el gran patriarca, que se denomina «iacolich». Se hacen paños muy galanos de oro y de seda. En las montañas de este reino moran unos hombres que se llaman Cardy, de los cuales unos son nestorianos, otros jacobitas y otros guardan la ley de Mahoma; todos ellos son redomados bandoleros.

CAPÍTULO 16
De la ciudad de Baldach

En aquella región se encuentra la ciudad de Baldach que en las Escrituras se nombra Susis, donde habita el mayor prelado de los sarracenos, que dicen «califa». Se hacen allí paños muy bellos de oro de diversas maneras, e igualmente de seda, asimismo de diversas maneras, a saber, nassit, nac y carmesí. Baldach es la ciudad más noble de aquella región. En el año de la encarnación del Señor de MCCL el gran rey de los tártaros Alau la sitió y la tomó por la fuerza, aunque en el interior había más de cien mil jinetes; pero el ejército del Kan era también numeroso a maravilla. El califa que señoreaba en ella tenía una torre repleta de oro, plata, piedras preciosas y otras maravillas de inmenso valor; pero como era un avaro y no supo aprestar un ejército suficiente ni dio galardones a los soldados que mandaba, por ello sufrió el desastre, ya que el rey Alau tomó la ciudad y prendió al califa, al que ordenó encerrar en la torre de aquel tesoro inestimable privado de bebida y alimento. Y le dijo: «De no haber guardado estas riquezas con avaricia y avidez, hubieses podido salvarte a ti mismo y librar la ciudad. ¡Que ahora te socorra ese tesoro tuyo que amaste con tanta codicia!». Al cuarto día murió de hambre. A través de la ciudad de Baldach corre un río enorme, por el que se va hasta el mar Indico, que dista de Baldach dieciocho jornadas; navegan por él mercaderes sin cuento; acaba en la ciudad de Chisi. En medio de Baldach y Chisi se halla la ciudad de Basera, que está rodeada de palmares, en los que hay grandísima abundancia de dátiles afamados.

CAPÍTULO 17
De la ciudad de Thaurisio

En aquella región está Taurisio, ciudad famosísima donde se hacen tratos innumerables. Hay también allí abundancia de gemas y de toda suerte de piedras preciosas. Se hacen paños de oro y de seda de valor sin ponderación. La ciudad goza de un emplazamiento inmejorable, por lo que acuden allí los mayores mercaderes de todas partes, a saber, de la India, de Baldach, de Mosul y de Cremosar, y también de tierras de los latinos y de regiones infinitas, y en ella se enriquecen muchos comerciantes. Un pueblo numerosísimo habita el país * * *. Hay también ciudadanos persas. Los vecinos de Taurisio adoran a Mahoma. La ciudad está cercada de huertos hermosísimos, que dan frutos abundantes y excelentes.

CAPÍTULO 18
Del milagro de la traslación de un monte

En aquellas sierras, es decir, entre Taurisio y Baldach, hay un monte que fue trasladado antaño de un lugar a otro por el poder de Dios. Querían los sarracenos mostrar que el evangelio de Dios era vano, porque el Señor dice: «Si tuvierais fe como un grano de mostaza y dijerais a este monte; 'Vete allí', irá y nada será imposible para vosotros»; por tanto, dijeron a los cristianos que habitaban bajo su dominio que trasladasen en el nombre de Cristo ese monte o se convirtiesen todos a Mahoma; si no, perecerían todos por la espada. Entonces un hombre devoto, confortando a los cristianos, profirió con fe una oración al señor Jesucristo y trasladó al lugar señalado el monte aquel, ante la vista de multitud de pueblos. Por esta causa muchos sarracenos se convirtieron a Cristo.

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