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Authors: Alyson Noel

Tags: #Infantil y juvenil, Romántico

Tentación (29 page)

BOOK: Tentación
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Y aunque ha mencionado a menudo su anterior personalidad narcisista y hambrienta de poder… una cosa es oír hablar sobre ella y otra muy distinta verla delante de tus narices.

Miles me ha enviado tres cuadros más, pero solo los miro de pasada. Mi amigo solo está interesado en el hecho de que Damen y Drina fueran plasmados en un lienzo hace cientos de años, y que en los demás cuadros, algunos pintados varios siglos después, según las placas, siguieran jóvenes, guapos y sin cambiar ni un ápice. A él le da igual la postura de Damen, su forma de comportarse o la expresión de sus ojos. La que se ha sorprendido con eso soy yo.

Le paso el teléfono a Damen y veo que sus dedos tiemblan al cogerlo. Echa un vistazo rápido a los cuadros antes de devolvérmelo.

—Ya lo he vivido una vez —dice en voz baja y seria—. No necesito verlo de nuevo.

Asiento con la cabeza y guardo el teléfono en el bolso… aunque me lo tomo con calma. Como es de esperar, evito su mirada.

—Bueno, ya lo has visto. Ya has conocido al monstruo que solía ser. —Sus palabras se me clavan directamente en el corazón.

Trago saliva con fuerza y suelto el bolso sobre la gruesa alfombra, una antigüedad que debería estar en algún museo y que no debería usarse a diario. Esa extraña elección de palabras me recuerda la conversación que he mantenido con Ava. Todo el mundo tiene un monstruo, un lado oscuro, sin excepción. Y aunque la mayoría de la gente se pasa la vida intentando enterrarlo, ocultándolo en su interior, imagino que cuando vives tanto tiempo como Damen estás destinado a enfrentarte a él.

—Lo siento —le digo, y es la verdad. No importa dónde hemos estado. Lo único que importa es dónde estamos ahora—. Yo… supongo que no me lo esperaba y que me he sorprendido un poco. Nunca te he visto así.

—¿Ni siquiera en Summerland? —Me mira con atención—. ¿Ni siquiera en los Grandes Templos del Conocimiento?

Niego con la cabeza.

—No, me salté la mayoría de esas partes. No podía soportar verte con Drina.

—¿Y ahora?

—Y ahora… —Suspiro—. Ya no me preocupa Drina… solo tú. —Intento reírme y animarme un poco sin demasiado éxito.

—Bueno, si no me equivoco, creo que eso es lo que tú llamarías un progreso. —Sonríe y me estrecha con fuerza contra su pecho.

—¿Y Miles? —Recorro su rostro con la mirada: su frente, su mandíbula cuadrada… Deslizo los dedos sobre su barba incipiente—. ¿Qué vamos a decirle? ¿Cómo piensas explicárselo? —Mi vacilación, el rechazo que he sentido al ver a su antiguo yo, se ha desvanecido por completo. El pasado nos moldea, pero no define en quién nos convertimos.

—Le diremos la verdad —asegura con voz firme, como si hablara en serio—. Cuando llegue el momento, le contaremos la verdad. Y al ritmo que van las cosas, ese momento no tardará mucho en llegar.

Capítulo treinta

—V
ale, ahora lo que quiero es que te concentres en alimentar tu energía. Purifícala, elévala, acelérala a velocidades cada vez mayores. ¿Crees que puedes hacerlo?

Cierro los párpados con fuerza y me concentro. La parte de la aceleración siempre ha sido la más difícil para mí. Me recuerda a cuando Jude intentaba enseñarme a hacer eso mismo para que pudiera volver a ver a Riley. Sin embargo, por más que lo intentaba, mi energía seguía estancada; recibía los pensamientos e imágenes de un puñado de entidades terrestres, pero no la de aquellos que han cruzado al otro lado, aquellos a quienes yo quería ver.

—Cada vez que inspires, quiero que imagines una luz blanca resplandeciente, hermosa y sanadora que te recorre por dentro, desde la coronilla hasta la punta de los pies. Y después, con cada exhalación, quiero que imagines que todo resto de negatividad, cualquier duda, cualquier cosa que implique las palabras «no puedo» te abandona. Imagina esas cosas como un reguero denso y lleno de grumos, si quieres… A mí eso siempre me funciona. —Se echa a reír.

Asiento, y puesto que mis ojos están cerrados, imagino que las gemelas asienten también. Su relación con Ava es casi la misma que la que mantienen con Damen: una completa y absoluta idolatría que las predispone a hacer todo lo que su tía les diga. No les ha hecho mucha gracia que el
Libro de las sombras
haya desaparecido de su plan de lecciones; de hecho, cuando les conté mi historia de hechicería fallida y les mostré lo mucho que podían torcer las cosas cuando el objetivo está poco claro y el buen juicio se nubla por la obsesión, se apresuraron a decirme que ellas nunca serían tan estúpidas como yo, que jamás realizarían ningún tipo de ritual con la luna nueva. Solo intentarían manipular la materia, y jamás las acciones de otro ser humano. Aun así, Ava se ha mantenido firme, razón por la cual hemos vuelto a la purificación de la energía y a la meditación.

Y a pesar de que sigo el plan y me imagino una luz blanca que me atraviesa de arriba abajo… a pesar de que elimino la negatividad que tiende a acumularse en mi interior… a pesar de que en las pocas semanas que llevo con esto ya he notado una tremenda diferencia tanto en mi aspecto externo como en los sentimientos (y lo que es más importante, en la forma de manifestar y la posibilidad de comunicarme telepáticamente con Damen otra vez)… a pesar de que sé que tomar parte en este grupo de meditación es lo mejor que puedo hacer y que me ayudará a alcanzar el destino último al que quiero llegar… A pesar de todo eso, mi mente regresa una y otra vez al día de ayer, que me tomé libre para ir con Damen a la playa.

Extendimos nuestras toallas la una al lado de la otra, tan juntas que los bordes se solapaban. Coloqué a mi lado un montón de revistas que no había leído y una tabla de surf personalizada, recién manifestada, la de Damen (ya que la vieja se hizo pedazos en el desafortunado derrumbamiento de la cueva de hace unas semanas). También llevé unas cuantas botellas de elixir fresco y un iPod que nos pasamos una y otra vez, aunque fui yo quien más lo utilizó. Ambos estábamos decididos a disfrutar del verano que habíamos soñado y que aún no habíamos experimentado. Ambos esperábamos pasar un largo día de relax en la playa, como cualquier otra pareja.

—¿Te apetece hacer surf? —me preguntó al tiempo que se levantaba de la toalla y cogía la tabla.

Hice un gesto negativo con la cabeza. En lo que se refiere al surf, lo mejor para todo el mundo es que me quede en la toalla y lo observe desde lejos.

Y eso hice. Lo observé mientras se metía en el agua. Me apoyé sobre los codos mientras atravesaba la arena con movimientos tan rápidos y ágiles que me pregunté si alguien más se sentía tan hechizado como yo al verlo.

Aún tenía la mirada clavada en él cuando colocó la tabla sobre el agua y empezó a remar con las manos para acercarse a lo que había sido una serie de olas casi planas y se convirtió en una sucesión de tubos casi perfectos. Estaba encantada de poder dejar a un lado las revistas y el iPod para contemplar las hazañas de Damen, hasta que Stacia se acercó a mí, se colocó un mechón de pelo mechado detrás de la oreja, se colgó su capazo de diseño sobre el hombro y se bajó las gafas de sol para decirme:

—Madre mía, Ever, ¡estás blanca!

Tragué saliva con fuerza y respiré hondo unas cuantas veces, pero no sirvió de nada. Fingí que no la había visto ni oído. Estaba decidida a ignorarla, a actuar como si me resultara invisible y a seguir observando a Damen.

Ella se puso a mi lado y chasqueó la lengua con indignación mientras me recorría con la mirada, pero pronto se cansó del juego y siguió su camino. Se instaló en la arena, cerca del agua, en un lugar donde aún podía verme a la perfección.

Y fue entonces cuando me permití hacerlo. Fue entonces cuando dejé a un lado todo lo que Ava me había enseñado sobre el autofortalecimiento, sobre que debía sacar a Stacia y a toda la gente como ella de mi cabeza y sustituirla por una banda sonora propia mucho más positiva. Fue entonces cuando dejé que sus palabras resonaran una y otra vez en mi mente mientras observaba mi físico y le daba la razón. Aunque pocos minutos antes me parecía que tenía buen aspecto y me sentía entusiasmada por el hecho de que mi famélico cuerpo hubiera recuperado su peso habitual, no se podía negar que estaba blanca… blanca nuclear… de un blanco resplandeciente de esos que precisan gafas de protección y que solo podía describirse como lechoso. Y a eso se le sumaba el pelo rubio y el biquini blanco… el resultado no era muy favorecedor. Bien podría haber sido un fantasma.

Y me obsesioné tanto con su visión negativa de mí que hizo falta una de esas largas sesiones de respiraciones profundas que tanto le gustan a Ava para librarme de ella. Pero, aun así, no me deshice de la negatividad por completo, y las observé a ella y a Honor cuchicheando, observé las carcajadas de Stacia, cómo se apartaba el pelo hacia atrás y sacudía la cabeza hacia los lados mientras echaba un vistazo a su alrededor para averiguar quién la miraba. Sin embargo, sus ojos siempre acababan clavados en mí, y entonces esbozaba una sonrisa desdeñosa, componía un gesto de exasperación y sacudía la cabeza con desagrado… En realidad, hacía cualquier cosa para demostrar lo repugnante que me encontraba. Y si bien habría resultado muy fácil sintonizar su mente, pulsar el botón de mi mando a distancia cuántico y escuchar todas las palabras que había en su cabeza y que no había pronunciado, decidí no recurrir a eso. Decidí parar.

Me sentí muy tentada de hacerlo, sobre todo porque conocía los planes de Honor para derrocar a Stacia y crear su propio grupo social en el último año… eso sin mencionar los «increíbles» progresos que, según Jude, estaba haciendo en la clase de Desarrollo Psíquico de Nivel 1; por lo visto, captaba las técnicas muy rápido y llegaba a dominarlas con tal maestría que Jude había decidido dedicarle clases particulares en las que ella era la única alumna. Sin embargo, no lo hice. No le leí la mente. Supuse que ya tendría tiempo de sobra para hacerlo cuando empezaran las clases. En lugar de eso, me concentré en Damen y disfruté de su forma de maniobrar entre las olas, de la visión de su cuerpo bajo el sol. Era un compendio de piel bronceada, músculos abultados y rostro de modelo cuando salió del agua con la tabla bajo el brazo en dirección a donde yo estaba.

Inmune a la mirada asesina de Stacia y al estridente saludo almibarado que esta le dedicó cuando pasó a su lado, Damen soltó la tabla en la arena dejando un reguero de gotas saladas sobre mi vientre cuando se inclinó para besarme.

Hice caso omiso cuando noté la mirada penetrante de Stacia, que no se perdió detalle mientras Damen se acomodaba en la toalla y me besaba de nuevo con el velo energético siempre entre nosotros, invisible para el resto del mundo.

O al menos eso pensaba yo hasta que alcé la cabeza y vi cómo nos miraba Honor, sobre todo a él. Su expresión me recordó a la de Stacia: era lánguida y anhelante, pero también estaba llena de sagacidad, como si viera algo más.

Y cuando sus ojos se clavaron en los míos y vi la sonrisa de sus labios (una sonrisa radiante que se desvaneció al instante), me dio la impresión de que lo había visto. Todavía me invadía el pánico cuando me volví hacia Damen y…

—¿Ever? ¿Hola? —dice Ava mientras Romy ríe por lo bajo y Rayne murmura entre dientes—. ¿Sigues con nosotras? ¿Continúas con las respiraciones purificadoras?

Y así, sin más, el recuerdo de la playa se viene abajo y regreso a la casa de Ava.

Sacudo la cabeza y la miro a los ojos. —Hummm… no. Creo que me he distraído un poco. Ava se encoge de hombros. Es una profesora agradable; nunca hay reprimendas en sus clases.

—A veces pasa —señala—. ¿Podemos hacer algo para ayudarte?

Miro a Romy y a Rayne y niego con la cabeza.

—No, estoy bien.

Ava alza las manos por encima de la cabeza y hace estiramientos a un lado y otro muy despacio. Después me dice:

—¿Qué piensas? ¿Te apetece intentarlo?

Aprieto los labios y hago un gesto indiferente con los hombros. No sé si lo conseguiré, pero estoy preparada para hacer la prueba.

—Estupendo. Creo que ha llegado el momento. —Esboza una sonrisa—. ¿Quieres compañía o prefieres quedarte a solas?

Miro a las gemelas, y veo que pasean la mirada desde sus pies a los cuadros de las paredes, a sus ropas… a cualquier lugar menos a mí. Los dos últimos intentos de llevarlas a Summerland han fracasado, y como no quiero correr el riesgo de entristecerlas otra vez, respondo:

—Hummm… Creo que lo haré sola, si no os parece mal.

Ava me mira a los ojos por un instante y luego une las palmas de las manos, inclina la cabeza y dice:

—Que tu viaje sea seguro, Ever. Buena suerte.

Sus palabras resuenan en mi cabeza mientras esquivo el enorme prado fragante y aterrizo justo delante de los Grandes Templos del Conocimiento. Me sacudo el polvo de la ropa al tiempo que me pongo en pie. Me siento preparada, purificada y entera de nuevo, así que espero que, sean quienes sean los que están al cargo, me permitan la entrada una vez más.

Espero poder ver la fachada cambiante.

Subo los escalones, ya que no quiero perder ni un segundo. No quiero que me dé tiempo a dudar. Contemplo el grandioso edificio que se encuentra frente a mí, las imponentes columnas, el maravilloso tejado inclinado… y suelto un suspiro de alivio cuando veo que empieza a brillar y a cambiar, transformándose en todos los lugares más hermosos y sagrados del mundo mientras las puertas se abren para mí.

¡Lo he conseguido!

He vuelto.

Camino sobre los brillantes suelos de mármol y dejo atrás las filas de mesas y bancos, con sus sempiternos buscadores espirituales. Todos ellos están encorvados sobre sus tablillas cuadradas de cristal en busca de respuestas. Y de repente me doy cuenta de que soy igual que ellos, de que todos estamos aquí por la misma razón… todos estamos embarcados en una especie de cruzada.

Así que cierro los ojos y pienso:

En primer lugar, gracias por darme una segunda oportunidad y permitirme entrar. Sé que he estado algo perdida durante un tiempo, pero ahora he aprendido unas cuantas cosas y prometo no volver a fastidiarla… o al menos no de esa manera. Aun así, lo cierto es que mi búsqueda no ha cambiado. Todavía necesito conseguir el antídoto de Roman para que Damen y yo podamos… bueno… estar juntos. Y puesto que Roman es la clave de todo (el único que tiene acceso a él), necesito saber cómo debo comportarme, cómo puedo acercarme a él de una forma que me garantice lo que deseo sin necesidad de… bueno, de manipularlo… o realizar hechizos… o cosas por el estilo. Así que… supongo que lo que intento decir es que necesito saber cómo acercarme a él. No sé qué hacer, y si pudierais ayudarme con esto, darme alguna pista o mostrarme qué es lo que pensáis que necesito para enfrentarme a él de la manera adecuada… bueno, os lo agradecería muchísimo.

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