99 ataúdes (41 page)

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Authors: David Wellington

Tags: #Terror, Fantástico

BOOK: 99 ataúdes
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Pero sabía que era mentira.

Él mismo le había enseñado que todos los vampiros eran iguales. Al principio podían ser nobles y compasivos, o unos cerdos, pero eso dejaba de importar en cuanto probaban la sangre; a partir de aquel momento se convertían en algo antinatural y ya sólo pensaban en seguir viviendo para beber más. Querían vivir para siempre.

Aquella noche el sol se puso a las siete. Para entonces había destruido exactamente cien corazones. Los había encontrado todos, algo de lo que nunca había dudado. Arkeley siempre había sido un tipo meticuloso. Cuando la postrera luz rosada desapareció del cielo de Gettysburg, Caxton seguía esperándolo junto a las puertas del ayuntamiento, con la Beretta cargada de nuevo. Si no aparecía iba a tener que cazarte. Aunque imaginaba que podía concederle una noche más antes de ponerse manos a la obra.

FIN

AGRADECIMIENTOS

John Geistdoerfer es una persona real, a la que le gustan los vampiros, aunque no en exceso. Su generosidad le ha valido aparecer en este libro y con su buen humor se ha ganado un lugar particularmente peculiar. Que lo disfrutes, me dijo. Y eso hice.

Pasé mucho tiempo investigando para escribir los episodios relacionados con la guerra civil estadounidense. Para ello conté con la ayuda de muchas personas, que respondieron a mis preguntas y se aseguraron de que fuera fiel a los hechos. Todo el personal del Parque Militar Nacional de Gettyshurg fue extremadamente generoso con su tiempo y sus conocimientos. Lo mismo puede decirse de Craig Young, que preparó un informe detallado sobre el 30 batallón de voluntarios de infantería de Maine, en el que se especificaba lo que habían hecho, dónde habían dormido y qué equipamiento habían utilizado cada día de la guerra. Su labor fue de inestimable ayuda a la hora de crear el hilo conductor de mi historia.

 

También quisiera dar las gracias a Carrie Thornton, Jay Sones y el resto de personas de Three Rivers Press que me ayudaron a hacer que este libro fuera una realidad.

 

Mi esposa, Elisabeth, me brindó su inquebrantable apoyo durante todo el proceso de escritura y merece una gratitud mucho más grande de la que puedo expresar aquí.

 

David Wellington regresa con vampiros sedientos de sangre

DEL AUTOR

David Wellington regresa con vampiros sedientos de sangre…

 

David Wellington se ha ganado con todos los honores formar parte del selecto elenco de los mejores autores de novela de terror de los últimos cincuenta años al lado de Stephen King, Clive Barker, Ramsey Campbell, etc.

David Wellington (1971) es uno de los referentes de la nueva hornada de literatura de terror estadounidense. De su precisa pluma han salido algunas de las novelas que han aterrado a miles de lectores de todo el mundo: la trilogía sobre el Apocalipsis zombi (-Zombie Island-, -Zombie Nation-, -Zombie Planet-), las dos novelas sobre lobisones (-Frostbite- y -Overwinter: A Werewolf Tale- - , que se publicará, si todo va bien, en octubre del presente año con el título -Balas de plata-) y, evidentemente, la tetralogía sobre vampiros compuesta por -Thirteen Bullets- (-13 balas-), -99 Coffins- (-99 ataúdes-), Vampire Zero y 23 Hours (de las que Minotauro ya ha publicado las dos primeras). Seguramente, algunos fanáticos del cómic también le tendrán presente de -Marvel Zombies Return: Iron Man-. Un currículum nada desdeñable, ¿no os parece? Aunque en el presente artículo me centraré en las dos novelas sobre vampiros que podemos encontrar en lengua castellana: -13 balas- y -99 ataúdes-, dos verdaderas joyas de terror donde los vampiros son los malos y los humanos, sus presas (como podéis ver estamos muy lejos de los vampirillos de piel diamantina y crepuscular).

 

Creo que los verdaderos amantes de la literatura de vampiros y del género de terror en general deben acercarse a esta tetralogía sin ninguna cautela, ya que se trata de Novela de Terror en mayúsculas, de esas que hacen que el lector lo pase bien y mal a la vez, y que están llamadas a conformar el canon de la literatura de terror de la primera década del siglo XXI.

 

Wellington nos presenta en -13 balas- (2006, la edición española es de enero del presente año), a la pareja formada por la agente de policía lesbiana Laura Caxton y el Marshall Jameson Arkeley, un dúo bastante mal avenido y cuya no-química es una de las mejores bazas de la novela, puesto que ayuda a dar verosimilitud a una obra que transcurre en 2003 en Pennsylvania, donde los vampiros son un fenómeno muy raro aunque aceptado como posible por la población. Wellington parte de una idea que podría resultar más que trillada hoy en día, pero su habilidad con el lenguaje (no en vano es licenciado en Escritura Creativa por la Universidad Penn State —¿Algún día tendremos diplomaturas de este tipo en nuestro país?—), sus constantes giros y su peculiar sentido del humor dotan al libro de ese algo especial que hace que los lectores de género no podamos parar de pasar páginas embelesados por lo que nos cuenta y, sobre todo, por cómo lo hace.

 

Sin embargo (y casi me atrevería a decir que no podría ser de otra manera) en esta obra se nos presenta una relectura del mito vampírico: unas filas de dientes (el lector no puede evitar sentir un escalofrío con sólo contemplar las dos portadas de las ediciones de Minotauro —que son exactamente las mismas que ilustran los libros en su versión original, surgidas del talento de Barbara Sturman— e imaginar de qué pueden llegar a ser capaces esas máquinas de matar con mandíbula de escualo). Intentaré no chafar la novela a quienes todavía no hayan podido leerla, a pesar de que, eso sí, les aconsejaré que se vayan olvidando de los ajos y vayan consultando precios de una buena Glock (semi-automática que, en ocasiones, usa la Guardia Civil española).

 

-13 balas- representa una verdadera bocanada de aire fresco en la literatura vampírica contemporánea, ya que devuelve este mito a su verdadero lugar: el terror. Alejándolo de variedades románticas, colmillos de juguete en institutos y demás obras que se sirven del vampiro más quitándole su principal característica: ser un no-muerto sediento de sangre humana, para convertirlo en un elemento de cultura mainstream digerible para todos los públicos (a excepción del de género, en mi humilde opinión). Uno de los personajes que más cautivará a los lectores asiduos a los descendientes de Drácula es, sin lugar a dudas, la venerable y peligrosa vampira Justinia Malvern, cuya temible sombra nos acompañará a lo largo de toda la saga. Si buscáis, en cambio, algún elemento que chirrié en este libro, quizá podríamos encontrarlo en la fragilidad y ramplonería que demuestran los siervos del vampiro, hecho que los convierte en unos aliados menguados y excesivamente endebles, indignos de merecer la confianza de un no-muerto.

 

Si Wellington nos asombra con esta primera novela de la serie sobre la agente Laura Caxton, la segunda parte de la saga, -99 ataúdes- (publicada en inglés en 2007 y en castellano en el pasado mes de mayo), es todavía mejor —a pesar de que, a día de hoy, todavía no consigo entender el motivo que ha llevado al sello editor español a cambiar el subtítulo original A Historical Vampire Tale por un confuso Vampire Tales que nos puede llevar al error de pensar que nos encontramos frente a un libro de relatos—.

 

En esta ocasión, a diferencia de la primera entrega que estaba ubicada en un presente casi sincrónico con el momento de la escritora, la novela fluctúa entre el presente y el pasado histórico estadounidense (la American Civil War, en concreto en la decisiva batalla de Gettysburg que tuvo lugar entre el 1 y el 3 de julio de 1863), intercalando los capítulos entre ambos periodos con una fuerza y una destreza similares a las que esta técnica adopta en la pluma del maestro King. El ambiente sureño y la guerra civil americana nos podría remitir al -Sueño del Fevre- de George R. R. Martin (aunque allí la acción se sitúa en el período prebélico); con todo, ambas novelas distan mucho entre sí, siendo la obra del autor de -A Song of Ice and Fire- (-Canción de Hielo y Fuego-), igualmente una novela altamente recomendable para el lector de género. Pero, regresando a la novela de Wellington, el pasado y el presente colisionarán cuando un arqueólogo descubra nada menos que 100 ataúdes enterrados… 99 de ellos ocupados por vampiros a los que se les ha desactivado arrancándoles el corazón, pero el que completaría la centena está sólo y vacío. ¿Ha sido efecto de los 150 años transcurridos o una siniestra amenaza se cierne sobre el borough?

 

Si con los vampiros que aparecen en -13 balas- los agentes Arkeley y Caxton ya sufren lo indecible, ¿qué sucederá con un ejército de vampiros versados en técnicas militares y con un siglo y medio de tiempo para planear una sangrienta venganza contra la especie humana? La respuesta la hallaréis en las 400 páginas llenas de tensión y terror de la segunda novela de la saga (la cual se puede leer sin haber leído la primera, aunque creo que es preferible no hacerlo para no perderse ciertos matices y no naufragar con las referencias a -13 balas- que encontramos, sobre todo, al inicio del texto).

 

Espero que los chicos de Minotauro no tarden demasiado en publicar las dos entregas que restan de la serie Vampire Zero (2008, que ya ha visto la luz, por ejemplo, en versión francesa) y 23 Hours (2009). Para ir haciendo boca os adelantaré que en la tercera parte de la saga, la agente Caxton se las tiene que ver con el vampiro Dylan Carboy (¡sin la ayuda de su mentor, el Marshall Arkeley!). Mientras que en -23 Hours- —una magnífica novela con una aterradora portada que espero que sea respetada en la edición española, y que fácilmente podría haberse publicado en un solo tomo junto con Vampire Zero (idea que les lego gratuitamente a los editores—, las piezas que se han ido hallando a lo largo de la tetralogía van pergeñando un puzzle aterrador y magnífico a la vez, en el que seremos testigos de qué les depara el destino a Laura Caxton, convertida ya en una experta discípula del doctor Van Helsing, y, como no podía ser menos, a la horripilante Justinia Malvern.

 

Evidentemente, no os diré cómo acaba la tetralogía, a pesar de que la saga es tan brillante que se disfrutaría igualmente en caso de conocer el desenlace; no obstante, lo que sí que os adelantaré es que las 23 horas a las que hace referencia el título del último eslabón de la cadena vampírica de Wellington se refieren al lapso de tiempo del que dispone Caxton para acabar con la amenaza vampírica —como si emulase al conocido Jack Bauer de la serie que en su día idearon Robert Cochran y Joel Surnow, pero con una hora menos—.

 

Por todo ello, creo que los verdaderos amantes de la literatura de vampiros y del género de terror en general (hayan leído previamente o no las peripecias zombis del autor) deben acercarse a esta tetralogía sin ninguna cautela, ya que se trata de Novela de Terror en mayúsculas, de esas que hacen que el lector lo pase bien y mal a la vez, y que están llamadas a conformar el canon de la literatura de terror de la primera década del siglo XXI. Con la trilogía -Zombie Island-, -Zombie Nation- y -Zombie Planet-, y la tetralogía que nos ha ocupado en el presente artículo, David Wellington se ha ganado con todos los honores formar parte del selecto elenco de los mejores autores de novela de terror de los últimos cincuenta años al lado de Stephen King, Clive Barker, Ramsey Campbell, etc. ¿Te atreves a comprobarlo?

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