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Authors: Kim Harrison

Tags: #Fantástico, Romántico

Antes bruja que muerta (66 page)

BOOK: Antes bruja que muerta
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—Te equivocas —le dije a Lee, me costaba respirar—. En realidad es «qué bruja tan estúpida».

La mirada de Lee siguió a la mía hasta las bolas de hechizos.


Consimilis
—dije mientras invocaba una línea.

—¡Al suelo! —exclamó Lee, y empujó a los hombres que lo rodeaban para apartarlos.

—¡
Calefacio
! —grité al tiempo que apartaba de un codazo al brujo que me sujetaba y rodaba por el suelo. Mi círculo apareció de repente a mi alrededor con un pensamiento rápido. Se oyó un estallido seco y agudo y unos cuantos trozos de metralla de color azul salpicaron el exterior de mi burbuja. Las bolas de plástico habían estallado con el calor y lo habían cubierto todo de una poción del sueño muy caliente. Me había tapado con los brazos y miré entre ellos. Había caído todo el mundo salvo Lee, que había puesto hombres suficientes entre él y la poción voladora. En el garaje, Ivy se alzaba jadeando sobre los tres últimos vampiros. Los habíamos derribado a todos, el único que quedaba era Lee. Y Lee era mío.

Esbocé una sonrisa, me levanté, rompí el círculo y recuperé la energía de mi
chi
.

—Solo quedamos tú y yo, surfero —dije mientras tiraba la bola de hechizo que había usado como punto focal y la volvía a coger—. ¿Te apetece jugar a los dados?

El rostro redondo de Lee se quedó muy quieto. Se mantenía inmóvil y después, sin un solo indicio de movimiento, invocó una línea.

—Hijo de puta —maldije mientras me lanzaba. Choqué contra él y lo derribé contra el empedrado. Lee apretó los dientes y me sujetó la muñeca, me la apretó hasta que se me cayó la bola de hechizo.

—¡Te vas a callar! —grité encima de él y le clavé el brazo en la garganta para que no pudiera hablar. Lee se defendió y levantó la mano para abofetearme.

Solté un siseo dolorido cuando golpeó la magulladura que me había hecho Al. Lo cogí por la muñeca y le puse las esposas. Lo hice girar de golpe, y le llevé el brazo a la espalda. Le clavé una rodilla y lo sujeté a la acera antes de ponerle las esposas en la otra muñeca.

—¡Estoy harta de tus mierdas! —exclamé—. A mí nadie intenta lanzarme un hechizo negro y nadie me encierra en un barco con una bomba. ¡Nadie! ¿Me oyes? ¿Quién cojones te crees que eres para venir a mi ciudad e intentar apoderarte de ella? —Le di la vuelta y le quité el papel de David de la americana—. ¡Y esto no es tuyo! —dije mientras lo sujetaba como si fuera un trofeo.

—¿Lista para un pequeño viaje, bruja? —dijo Lee, tenía los ojos negros de odio y estaba sangrando por la boca.

Abrí mucho los ojos cuando lo sentí sacar más energía de la línea luminosa a la que ya estaba unido.

—¡No! —grité al darme cuenta de lo que estaba haciendo.
Las esposas son de la AFI
, pensé. Me apetecía darme de patadas. Eran de la AFI y carecían del núcleo de plata de ley que venía de serie en las esposas de la SI. Podía saltar. Podía saltar a una línea si sabía cómo. Y al parecer sí que sabía.

—¡Rachel! —chilló Ivy, su voz y la luz se cortaron con una brusquedad aterradora.

Me cubrió una capa de siempre jamás. Me atraganté y aparté a Lee de un empujón mientras me arañaba la boca, no podía respirar. El corazón me latía a toda velocidad cuando me atravesó como un rayo la magia de Lee y grabó a fuego las líneas físicas y mentales que me definían. La negrura de la nada me invadió y tuve un ataque de pánico al sentir que existía en miles de astillas, por todas partes pero en ninguna en realidad. Vacilé al borde de la locura, incapaz de respirar, incapaz de pensar.

Chillé cuando recuperé el sentido de mí misma con un tirón brusco y la negrura se retiró al pozo del fondo de mi alma. Ya podía respirar.

Lee me dio una patada y yo me aparté rodando a cuatro patas y dándole gracias a Dios por tenerlas otra vez. Una roca fría me rompió las medias y aspiré una bocanada de aire, jadeé y tuve arcadas al sentir aquel olor asfixiante a ceniza. El viento me golpeó la cara con el pelo. Se me heló la piel que llevaba expuesta. Levanté la cabeza con el corazón desbocado y supe por la luz rojiza que cubría los escombros en los que estaba arrodillada que ya no estábamos en el camino de entrada de Lee.

—Oh… mierda —susurré cuando observé el sol que se ponía y relucía entre los restos de los edificios destrozados. Estaba en siempre jamás.

32.

Las rocas bordeadas de escarcha que tenía al lado se deslizaron por el suelo y me aparté con una sacudida antes de que Lee pudiera arrearme otra patada en las costillas. Pequeño y rojo, el sol se arrastraba tras la sombra de un edificio derrumbado. Parecía la torre Carew. Cerca estaban los restos de lo que podría ser una fuente. ¿Estábamos en Fountain Square?

—Lee —susurré, asustada—. Tenemos que salir de aquí.

Se oyó una especie de chasquido agudo y Lee abrió los brazos. Tenía el traje sucio y parecía fuera de lugar entre tanta destrucción. El tintineo suave y certero de una roca al caer me hizo girar la cabeza, Lee tiró las esposas en esa dirección. No estábamos solos.
Mierda
.

—¡Lee! —siseé. Oh, Dios, si Al me encontraba, era bruja muerta—. ¿Puedes llevarnos a casa?

Sonrió y se apartó el pelo de los ojos. Resbaló por los escombros sueltos y examinó el horizonte recortado.

—No tienes muy buen aspecto —dijo e hice una mueca al ver el ruido que hacía su voz entre las rocas frías—. ¿Tu primera vez en siempre jamás?

—Sí y no. —Estaba temblando. Me levanté y me palpé las rodillas llenas de arañazos. Me había hecho una carrera en la media y estaba sangrando. Estaba encima de una línea luminosa. La podía sentir zumbando, casi podía verla incluso, de lo fuerte que era. Me rodeé el cuerpo con los brazos y me sacudí al oír caer una roca. No estaba pensando en arrestarlo, estaba pensando en escapar de allí. Pero yo no podía desplazarme por las líneas.

Cayó otra roca, esta más grande. Giré en redondo y busqué con la mirada entre los escombros manchados de escarcha.

Con las manos en las caderas, Lee entrecerró los ojos y miró las nubes bordeadas de rojo como si no le molestara el frío.

—Demonios menores —dijo—. Inofensivos a menos que estés herido o seas un ignorante.

Me fui apartando poco a poco de la roca caída.

—Esto no es buena idea. Será mejor que volvamos y acabemos con esto como personas normales.

Lee me miró entonces.

—¿Y tú qué me das? —se burló con las cejas finas muy levantadas.

Me sentí igual que aquella vez que mi cita me llevó a una granja, se me tiró encima y me dijo que si no me dejaba, ya podía buscarme la vida para volver a casa. Le rompí un dedo para coger la llave de la camioneta y lloré todo el camino hasta casa. Mi madre llamó a la suya y ahí se acabó la historia, salvo por el cachondeo interminable que tuve que soportar en el instituto. Quizá me hubieran respetado más si mi padre le hubiera dado una paliza al suyo pero a esas alturas eso ya no era una opción. Tenía la sensación de que me iba a hacer falta algo más que romperle un dedo a Lee para volver a casa.

—No puedo —susurré—. Mataste a todas esas personas.

Sacudió la cabeza y sorbió por la nariz.

—Has dañado mi reputación así que voy a deshacerme de ti.

Se me quedó la boca seca cuando me di cuenta de adonde nos llevaba aquello. Iba a entregarme a Algaliarept, el muy cabrón.

—No lo hagas, Lee —dije, asustada. Levanté la cabeza de repente cuando oí el rápido arañazo de unas uñas—. Los dos estamos en deuda con él —dije—. Te puede llevar a ti con la misma facilidad.

Lee apartó de unas patadas unos cuantos fragmentos de roca para despejar un trozo de terreno.

—Noooo, según se dice a los dos lados de las líneas, te quiere a ti. —Con los ojos negros bajo la luz roja, Lee sonrió—. Pero, solo por si acaso, te voy a ablandar un poquito antes.

—Lee —susurré, encorvada de frío mientras él empezaba a murmurar en latín. El fulgor de la energía de la línea que tenía en la mano le iluminó la cara con unas sombras horrendas. Me tensé, aterrada de repente. No tenía adonde huir en los tres segundos que me quedaban.

Me quedé sin aliento al oír el estrépito repentino de las criaturas escondidas. Levanté la cabeza de golpe y vi una esfera de energía que se venía directamente a por mí. Si hacía un círculo, Al lo percibiría. Si desviaba la esfera, Al se enteraría. Así que, como una idiota, me quedé inmóvil y la esfera chocó contra mí.

Una oleada de fuego me recorrió la piel y lancé la cabeza hacia atrás con la boca abierta, como si luchara por respirar. Solo era la energía de la línea luminosa que me desbordaba el
chi
.
Tulpa
, pensé mientras caía y le daba algún sitio al que ir.

El fuego murió de inmediato y se precipitó hacia una esfera que ya tenía encima de la cabeza, esperando. Algo en mí pareció cambiar y supe que había cometido un error. Las criaturas que nos rodeaban lanzaron un chirrido y se desvanecieron.

Oí un estallido suave. Me erguí con el corazón a mil y me quedé sin aliento. Poco a poco dejé escapar el aire en una cinta humeante de humedad blanca. La garbosa silueta de Al se destacaba oscura contra la puesta de sol, se alzaba sobre un edificio roto y nos daba la espalda.

—Mierda —maldijo Lee—. ¿Qué coño está haciendo aquí ya?

Me giré hacia Lee y el siseo bajo de una tiza metálica sobre el pavimento. Era la versión de la cinta aislante de un brujo de línea luminosa y servía para hacer un círculo más seguro. Se me desbocó el corazón cuando se alzó entre nosotros una luz trémula de color negro y púrpura. Lee sopló con fuerza, se guardó la tiza y me sonrió lleno de confianza.

Temblé sin poder evitarlo y miré entre los trozos de roca coloreados por la puesta de sol. No tenía nada para hacer un círculo. Era bruja muerta. Estaba en el lado de Al de las líneas, el acuerdo al que había llegado con él no significaba nada.

Al se giró al presentir el círculo que había levantado Lee. Pero fue en mis ojos en los que se clavaron los de Al.

—Rachel Mariana Morgan —dijo arrastrando las palabras, obviamente encantado, lo bañó una cascada de energía de línea luminosa y su atavío cambió y se transformó en lo que me pareció un traje de montar inglés, con su fusta y todo, sin olvidar las botas brillantes hasta la pantorrilla—. ¿Qué te has hecho en el pelo?

—Hola, Al —dije mientras me echaba hacia atrás. Tenía que salir de allí. «
No hay lugar como el hogar
», pensé mientras percibía el zumbido de la línea sobre la que estaba y me preguntaba si sería suficiente con dar un par de taconazos. Lee había encontrado el arco iris, como Dorothy en
El mago de Oz
, ¿y por qué coño yo no podía, eh, por qué?

Lee prácticamente resplandecía de satisfacción. Lo miré a él y después a Al, el demonio bajaba con cuidado del montón de escombros al suelo de la gran plaza.

La plaza
, pensé y me atraganté con un rayito de esperanza. Giré en redondo, intenté orientarme y tropecé un poco al apartar unas rocas con el pie para buscar mejor. Si aquello era un espejo de Cincinnati, entonces teníamos que estar en Fountain Square. Y si estábamos en Fountain Square, entonces había toda una pasada de círculo esbozado entre la calle y el aparcamiento. Pero era muy, pero que muy grande.

Se me aceleró la respiración cuando revelé con el pie un arco abollado de incrustaciones de color violeta. Era igual. ¡Era igual! Frenética, me di cuenta que Al ya casi estaba en el suelo de la plaza. Invoqué a toda prisa la línea más cercana. Fluyó por mi interior con el sabor brillante y espejado de las nubes y el papel de plata.
Tulpa
, pensé, desesperada por reunir el poder suficiente para cerrar un círculo de ese tamaño antes de que Al se diera cuenta de lo que estaba haciendo.

Me puse rígida cuando me inundó un torrente de energía de línea luminosa. Gemí y apoyé una rodilla en el suelo. El rostro aristocrático de Al perdió expresión y se irguió un poco más. Me vio la intención en los ojos.

—¡No! —exclamó y se lanzó hacia delante cuando estiré el brazo para tocar el círculo y pronunciar la invocación.

Se me escapó un grito ahogado cuando, con la sensación de que estaba saliendo de mi propio cuerpo, una oleada reluciente de oro translúcido se alzó del suelo, partió rocas y escombros tirados y se arqueó para cerrarse con un zumbido muy por encima de mi cabeza. Me tambaleé hacia atrás y me quedé con la boca abierta al levantar la cabeza para mirarlo. Joder, había cerrado el círculo de Fountain Square. Había cerrado un círculo de nueve metros de ancho que se había diseñado para que lo formaran con comodidad siete brujas, no una sola. Aunque al parecer una podía hacerlo si estaba lo bastante motivada.

Al se detuvo de repente agitando los brazos para evitar chocar con el círculo. Una leve reverberación resonó con un tintineo en el aire del atardecer y me subió por la piel como motas de polvo. Abrí mucho los ojos y me quedé mirando fijamente. Campanas. Campanas grandes, profundas y resonantes. Había campanas de verdad y mi círculo las había hecho sonar.

La adrenalina me hizo temblar las piernas, las campanadas sonaron otra vez. Al se quedó quieto y me miró molesto a solo un metro del borde, con la cabeza ladeada y los labios apretados mientras oía desvanecerse la tercera campanada. El poder de la línea que me atravesaba se retiró un poco y se convirtió en un suave zumbido. El silencio de la noche era profundo y aterrador.

—Bonito círculo —dijo Al, parecía impresionado, molesto e interesado—. Vas a ser la estrella en el concurso de arrastre de tractores.

—Gracias. —Me crispé cuando se quitó un guante y le dio unos golpecitos a mi círculo que hicieron aparecer en su superficie unos hoyuelos ondulados—. ¡No lo toques! —le solté y él se echó a reír; daba un golpecito tras otro sin dejar de moverse, sin dejar de buscar un punto débil. Era un círculo enorme, podría encontrarlo. ¿
Qué había hecho
?

Me metí las manos bajo las axilas para entrar en calor y miré a Lee, todavía en su círculo, doblemente a salvo dentro del mío.

—Todavía podemos salir de aquí —dije, me temblaba la voz—. Ninguno de los dos tiene que ser su familiar. Si…

—¿Cómo puedes ser tan estúpida? —Lee rozó su círculo con el pie y lo disolvió—. Quiero deshacerme de ti. Quiero liquidar mi marca demoníaca. ¿Por qué iba a salvarte, por Dios?

Estaba temblando de frío y sentí el mordisco del viento.

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