—Esto no es posible —dijo, y su voz había perdido parte de su caricia ronroneante.
Jean-Claude respondió a su duda.
—Puedes llamar a casi todos los grandes felinos, pero no puedes llamar a los gatos que responden al Maestro de las bestias.
—Padma se sienta en el consejo, y tú eres uno de mis hijos. Que no pueda tomar lo que pertenece a otro miembro del Consejo no es más que la verdad. Que cualquiera de mis hijos pueda impedirme poseer lo que es suyo es imposible.
—Tal vez —dijo Jean-Claude, y se puso de pie. Nos ofreció una mano tanto a Micah como a mí. Normalmente, no dejo que la gente me ayude, pero esta noche llevaba un vestido largo, tacones altos, y acababa de tener lo que equivalía a sexo metafísico en público. Tomamos sus manos juntos, y nos puso de pie. Damian todavía tenía un apretón de muerte en mi otra mano, pero se quedó de rodillas, los ojos todavía sólo medio enfocados, como si el flujo de poder le hubiera arrojado más que al resto de nosotros. Era el único de nosotros que no era o bien un maestro o un alfa. Le ayudé a sentarse contra mis piernas, pero no intenté hacer que se detuviera, no parecía estar listo aún.
—Según los estándares americanos —dijo Jean-Claude—, esto no cuenta como sexo.
Belle rió, y el sonido todavía estremecía a través de la piel, pero era distante. O bien éramos demasiado insensibles, o estábamos demasiado protegidos a su tacto.
—¡Los americanos no cuentan esto como sexo, eso es absurdo!
—Tal vez, pero cierto no obstante. Tú y yo consideraríamos esto sexo, ¿o no?
—¡Oh,
oui
, sexo suficiente para uno de mis entretenimientos!
Casi sentí que Jean-Claude sonreía. No tenía que verlo.
—¿De verdad crees que no hemos hecho esto y más con Asher?
Ella lo miró, y su cólera azotó a través de la sala de nuevo como un viento que viene de los lagos del infierno.
—No voy a ser desviada con tanta facilidad. —Hizo un gesto de vuelta a los dos vampiros muertos—. No tienes ni idea de lo que tu sierva humana ha tomado de mí. Ellos no eran solo vampiros.
—Eran licántropos —dije.
Ella me miró, y había más interés que ira ahora. Belle había estado siempre más interesada en el poder que en ser linda, aunque sí podía tener ambas cosas, bueno, ese sería el mejor de los mundos.
—¿Cómo sabes eso?
—Sentí sus bestias, y sentí la bestia de
Mommy Dearest
(La Madre más Querida) más temprano hoy.
—¿
Mommy Dearest
? —Se las arregló para verse desconcertada debajo de todo ese poder luminoso.
—La Dulce Oscuridad —dijo Jean-Claude.
—Sentí su conmoción en su sueño, Belle. La Madre de Todas las Tinieblas se está despertando, ese es el por qué sus hijos, como dices, finalmente llegaron a la llamada de alguien.
—Los llamé —dijo.
—Puedes llamar a todos los grandes felinos, y entre otras cosas, ellos son gatos. Apuesto a que el maestro de las bestias los podría llamar, también, si lo intentara —dije.
Pensé por un momento que efectivamente iba a estampar su pie… o más bien el de Musette.
—Ellos vinieron a mi llamada, a la de nadie más.
—¿No te preocupa que los hijos de la oscuridad se estén levantando? ¿Eso no te asusta?
—He trabajado mucho para acumular energía suficiente para despertar a los hijos de la oscuridad.
Sacudí la cabeza.
—La sentiste hoy, Belle, ¿cómo puedes pararte ahí y no entender que no es tu poder el que va a un nuevo nivel, que es el de ella el que está despertando?
Bella Morte sacudió la cabeza.
—No,
ma petite
, estás tratando de disuadirme de mi venganza. Nunca olvido un insulto, y siempre me aseguro que alguien pague el precio por ello. —Se acercó a nosotros, y ese borde radiante de poder se arremolinaba en mis faldas, pero no atrapó mi respiración esta vez. Era poder, y se arrastró a través de mi piel, como líneas caminando, pero no era seductor, no era especial. Todos habíamos tenido tanto poder vertido a través de nosotros que simplemente no nos quedaba nada más para la diversión y los juegos esta noche.
Pasó su mano por el pecho de Micah, y sentí su cuerpo tensarse, pero no fue el efecto al que ella estaba acostumbrada. Tocó la cara de Jean-Claude, y él la dejó.
—Maravilloso, como siempre, Belle.
—No, no como siempre —dijo. Se giró hacia mí, entonces.
No quería que me tocara, pero sabía que podía dejar que lo hiciera ahora. No estaba aquí en carne, realmente, y eso limitaba su poder. Intelectualmente sabía que, el sentimiento frío y duro en mi estómago no era tan seguro. Me había quedado parada aún mientras ponía esa mano brillante contra mi cara. Su mano no quemaba exactamente donde tocaba, pero era caliente, y la propagación de energía de esto, marchaba por mi cuerpo como el agua caliente vertido desde mi cara por mi piel. Esto me hizo temblar y quería alejarme, pero podía tolerarlo. No tenía que retirarme. No tenía que irme.
Echó la mano atrás, y hubo una sensación persistente de poder entre la mano y la piel. Se rozó la falda, la falda de Musette. Me preguntaba, ¿estaría Musette todavía ahí? ¿Sabía lo que estaba sucediendo? ¿O se iba, sólo para regresar cuando Belle hubiera acabado?
Se giró al final hacia Damián. Se colocó a sí mismo apretado contra mí, como un perro que tenía miedo de ser herido, pero no corría. Belle tocó su cara. Él hizo una mueca, no queriendo encontrar sus ojos, pero mientras se arrodillaba en mis piernas, y nada peor le pasaba que la sensación de poder sobre su piel, miró hacia arriba, lentamente. Hubo algo de asombro en sus ojos, y detrás de eso, triunfo.
Belle retiró su mano hacia atrás como si hubiera sido ella la que se quemara.
—Damián es de mi línea, pero no de la tuya, Jean-Claude. No es tu poder lo que probó. —Ella me miró, y había algo en ese rostro hermoso, extraño que no pude entender—. ¿Por qué prueba de tu poder, Anita? No tú del suyo, sino él del tuyo.
No estaba segura de que la verdad ayudase aquí, pero sabía que no sería una mentira.
—¿Me creerías si dijera que no estoy muy segura?
—
Oui
y no. Dices la verdad, pero hay una cierta evasión en ella.
Tragué saliva y respiré hondo. Realmente no quería que Belle conociera esta parte. Realmente no la quería de regreso en el Consejo.
Ella me miró, y sus ojos estaban abiertos como platos, y algo de esa energía radiante comenzó a penetrar, deslizándose en el cuerpo de Musette, así que era Musette con ojos color miel la que encontró mi mirada.
—De alguna manera es tu sirviente. Nuestras leyendas hablan de esta posibilidad. Es una de las razones por las que una vez matamos a todos los nigromantes a la vista.
—Me alegra de que hayamos pasado de los viejos tiempos —dije.
—Nosotros no, pero cuando pensábamos que eras la esclava humana de Jean-Claude, entonces no había daño, porque su poder era tuyo. —Sacudió la cabeza y hubo una imagen posterior de pelo negro sobre el rubia, un fantasma negro sobre todo ese blanco manchado de sangre—. Ahora no estoy tan segura. Probaste el poder de Jean-Claude,
oui
, pero saber que Damian sólo prueba el tuyo. Y los leopardos prueban sólo tu poder, también. Ningún Nigromante ha tenido alguna vez un animal para llamar. —Sacudió la cabeza—. Jean-Claude con su nuevo sirviente humano y los sirvientes de ella, han sido capaces de mantenerme a raya. Si estuviera allí en carne y hueso en lugar de espíritu, esto no te salvaría, creo.
—Por supuesto, que no lo haría —dijo Jean-Claude—. Tu belleza nos abruma.
—Sin halagos falsos, Jean-Claude, sabes cuánto los odio.
—No sabía que era falso.
—No estoy tan segura de que mi belleza abrumaría a cualquiera de vosotros. De alguna manera esta… —y me hizo un gesto—… me ha separado de los leopardos, y de alguna manera, tú me has separado de los vampiros que descienden directamente de ti.
Mi pulso se aceleró un poco por eso, no porque hubiera sentido su agarre tratando de apoderarse de Meng Die o Fausto. Estaban de pie, tan lejos del circo como podían, vestidos del cuero negro de los guardaespaldas. Aunque ambos eran tan pequeños en comparación con el resto que parecían fuera de lugar. Meng Die parecía asustada, Fausto no. Lo cual podría haber significado cualquier cosa y nada.
—Pero no todos los vampiros en esta sala son un descendiente directo tuyo, Jean-Claude. Porque no estoy ahí en carne y hueso es posible que me alejes del rebaño que es tuyo, pero no del que era mío primero.
Estaba temerosa de saber lo que ella quería decir, y esperaba que no.
Belle Morte pasó junto a nosotros, con una llama de poder perdida como una brisa contra nuestra piel. Estaba caminando hacia Asher. Porque lo había convertido ella misma, y él era mayor que Jean-Claude, Asher no le debía nada a Jean-Claude, salvo los votos, que cualquier vampiro le hace a su maestro de la ciudad, y amor, tal vez amor. No estaba segura de que el amor fuera suficiente para salvarlo de Belle Morte. Creía en el amor, pero creía en el mal, también. Ni el amor ni el mal conquistan todo, pero el mal engaña más.
CUARENTA Y SIETE
Los lobos decidieron en ese momento entrar por una cortina lejana. Su entrada paró todo brevemente porque ellos doblaron a nuestros guardaespaldas. No necesitaba ver la cara de Belle o la de Musette para saber que esto no le gustaba. Lo demostró al poner repentinamente rígidos sus hombros, la presión leve de sus puños. Comprendí de repente que estaba viendo como Belle comenzaba a elevarse sobre Musette como una mosca atrapada en la fusión del hielo.
Fue cuando vi a Jason en un conjunto que en su mayoría era correas azul oscuro, que abarcaba aproximadamente la misma cantidad de su cuerpo que el equipo que cubría a Nathaniel, noté que no había habido lobos presentes hasta ahora, a excepción de Stephen, que había viajado con Micah desde mi casa. Sabía que Richard se había retrasado, pero no me había dado cuenta de que ninguno de los lobos había estado aquí. Por lo general, siempre hay algunos lobos aquí para Jean-Claude. Jason entró sonriendo con sus botas negras por encima de la rodilla, pero había algo en sus ojos, alguna pequeña advertencia que no podía descifrar. Esperaba verlo maquillado como Micah y Nathaniel, pero no lo estaba. Ninguno de los lobos machos lo estaba.
Richard estaba visible, era fácil de detectar por encima del mar de cuero negro que era su manada. Sabía que se había cortado su cabello, pero no sabía realmente cuánto hasta que lo vi. Estoy segura de que el peluquero había hecho su mejor esfuerzo, pero no había mucho que pudiera hacer. Habían tenido que cortar su pelo marrón atrás a menos de una media pulgada. Parecía más oscuro con este corte, omitía el oro y los toques rojos de luz. También se parecía notablemente a su hermano Aarón, y a su padre. El parecido siempre había sido fuerte, pero ahora era como si fueran clones.
Llevaba un esmoquin negro con una camisa de un rico azul profundo y una corbata a juego. Con el nuevo corte de pelo y la ropa más conservadora, se veía fuera de lugar.
Sus ojos se encontraron con los míos, y el choque de lo guapo que era todavía me estremeció desde la cabeza hasta los pies. Sin el pelo para distraerme, no podía fingir que los pómulos no eran un borde de cuchillo perfecto, el hoyuelo en su barbilla no ablandaba la masculinidad fuerte de su cara. Sus hombros eran anchos, no como su pequeña cintura. Nada de Richard era delicado. Fue construido más como un jugador de fútbol que como un bailarín.
Jamil y Shang-Da, su Hati y Skoll, los guardaespaldas personales del Ulfric, lo flanqueaban. Jamil llevaba correas de cuero negro y una camisa para complementar los pantalones casi ordinarios de cuero y unas botas cortas. Las cuentas de color rojo brillante, que colgaban de sus trenzas, parecían gotas de sangre carmesí en la oscuridad de su piel y el negro del cuero. Encontró mis ojos, y volví a sentir la advertencia que había recibido de Jason. Algo estaba mal, algo más allá de lo que estaba sucediendo, pero ¿qué?
Shang-Da parecía incómodo estaba como fuera de su habitualidad, pero el cuero negro satisfizo su alto marco del mismo modo que cualquier clase de armadura lo haría. Shang-Da era el chino más alto que jamás había conocido. Era, bajo para cualquier estándar, físicamente imponente. También era un guerrero, y todo lo que hacía era proteger al Ulfric. Me odiaba bastante, porque le causé un gran dolor a Richard del cual él no podía protegerlo. Los guardaespaldas no pueden hacer una mierda sobre el estrés emocional. Evitó mi mirada.