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Authors: Kou Nakamura

Tags: #Novela

cosas por las que llorar cien veces (15 page)

BOOK: cosas por las que llorar cien veces
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Bajo la mirada de Ishikawa, retomé la carretera nacional en dirección norte. Cogí la autopista y el paisaje empezó a deslizarse hacia atrás, como si fueran pinturas que se mezclaran.

A la altura de
Hakone
[28]
, alcancé a un Porsche. Circulaba bastante deprisa, y yo le iba a la zaga. La parte trasera de un coche, su número de matrícula. Yo circulaba así, fijándome en un solo punto. Sentía el viento y el paisaje que se deslizaban hacia atrás mientras seguía fijándome en un solo punto.

Circulé durante cuatro horas, llegué a casa y fui junto al cuerpo de
Book
.

Estaba rígido y frío, y su expresión era la de haber tenido una muerte tranquila.

«Ella sí que ha tenido una vida feliz —pensé—. La abandonaron, la recogieron, creció, envejeció y, al final, murió en el regazo de una madre a la que adoraba.» Acaricié su cabeza y le dije: «Gracias por todo.»

—Iré a enterrarla junto al río —le dije entonces a mi madre.

Ella envolvió a
Book
en su toalla favorita, y luego, por encima, con otra toalla de baño. «Quiero que entierres esto junto a ella», dijo, y me dio el plato donde la perra comía, unas semillas de flores y una pelota de trapo muy gastada. La misma pelota de trapo que
Book
iba a recoger una y otra vez. Lo metí todo en la mochila y me la eché al hombro. Recordé lo poco que pesaba
Book
años antes, cuando la llevaba sobre el pecho y ella asomaba su cabecita por la chaqueta.

Cuando salí afuera, el cielo estaba azul. Había nubes blancas contorneadas a la perfección. Arranqué de nuevo la moto: «Papapapapapapán, papan.» El sonido del motor de dos tiempos, que tanto le gustaba a
Book
, resonó por todo el vecindario.

—¡Vamos allá,
Book
!

Recorrimos el camino estrecho y nos dirigimos hacia la biblioteca. La biblioteca donde la había conocido. «¿Te acuerdas,
Book
?» Detuve la moto en el lugar donde la había recogido y hablé hacia mi espalda.

La biblioteca, que no veía desde hacía años, me pareció más pequeña.

«¿Qué debe de estar haciendo ahora la persona que abandonó a
Book
aquí? —pensé—. ¿Qué diría esa persona si oyera, ahora, la historia de los once años de
Book
?» Hay que ser mezquino para abandonar a un perro, pero tampoco creo que fuera una persona tan mala.
Book
tuvo una vida maravillosa. Hizo felices a los que estaban a su alrededor, y ella misma también fue feliz.

Puse de nuevo la moto en marcha. Seguí el mismo camino que entonces, por la carretera provincial hacia el este. Circulé a lo largo del dique y bajé hasta el lecho del río.

Paré la moto y me quité el casco.

La orilla del río se veía igual que entonces. Soplaba el viento, y sobre la superficie del agua se reflejaba, brillando, la luz. Escogí un lugar con unas bonitas vistas y descargué la mochila.

Clavé la pala en el suelo, cargué sobre ella mi peso y comencé a sacar tierra. Pensaba cavar un profundo agujero. Pensaba cavar un profundo agujero donde
Book
pudiera descansar cómodamente. El viento que soplaba por el lecho del río era fuerte, y el sudor se secaba pronto en mi frente.

Cuando me pareció que el agujero era lo bastante hondo, dejé la pala. Deposité el cuerpo de
Book
en el fondo y, al lado, el plato de la comida y la pelota de trapo. Entonces, junté las manos y musité: «Que descanses en paz.»

«¿No había nada más que enterrar? —pensé—. Algo que le gustaba a
Book
... A
Book
le gusta...»

Pensé en el año que había pasado junto a ella. ¡Qué bonita era, con aquella frente redonda!
Book
, que dormía en mi habitación. Una perra que se dormía con el tictac del reloj... Regresé junto a la moto. El reloj...

En la barra del manillar, estaba el reloj de pulsera. Lo había puesto allí mi novia aquel día. «Quiero que lo tengas tú», me dijo, y lo abrochó.

Saqué el reloj y lo miré. La correa era de color marrón. Me lo acerqué a la oreja y escuché su sonido: «Tic, tic, tic, tic, tic, tic...»

Efectivamente, se oía su leve palpitar. Incluso ahora que ella estaba muerta, seguía cincelando el tiempo.

Con cuidado, deposité el reloj sobre el cuerpo de
Book
. «Así podrá dormir tranquila», pensé. «¡Qué bien, ¿verdad?... —dije dirigiéndome a mi novia—. Así está bien, ¿verdad?...», conteniendo las lágrimas, se lo decía a ella.

Poco a poco, el día fue apagándose.

Eché tierra en el agujero. Finalmente, esparcí las semillas de flores y junté las manos.

A lo lejos, se oía el ruido del tren que pasaba por el puente de hierro. En la orilla del río soplaba un fuerte viento.

Me agaché junto a la tumba de
Book
y, después de seis años, me encendí un cigarrillo. Como si fuera una ofrenda, lo dejé junto a la tumba.

«¡Qué apropiado!», pensé al regresar junto a la moto. Era la motocicleta que había arreglado para
Book
. La había arreglado después de que mi novia me dijo «Tienes que ir en la moto». Yo, que pensaba llevarla al desguace y regresar a Tokio en el tren bala.

El color del lecho del río iba apagándose poco a poco. Entre las nubes desgarradas se veía el sol poniente. Un sol poniente igual que el que veía entonces con
Book
. Lancé una piedra al agua. Ésta describió una parábola y levantó salpicaduras sobre la superficie. Me vino a la mente una imagen relacionada con una puesta de sol. «¿Qué será?...» Me esforcé para visualizarla. Era la imagen de un joven de pie. «Se trata de una escena que he visto en alguna parte», pensé.

Me encendí otro cigarrillo y me tumbé.

El joven estaba en un prado durante una puesta de sol. Un joven descalzo que contemplaba, a lo lejos, el horizonte. Sin duda, yo había visto antes a ese joven.

Cuando me acordé de qué se trataba, estuve a punto de gritar. La escena del joven. La escena que mi novia me había legado.

«¿Qué habrá más allá de ese prado?», me hizo pensar ella. Cuando me lo dijo, me regaló esa imagen. Era la escena que simbolizaba la concatenación de la vida, y me la había legado ella. «¿No crees que ese hombre es una especie de dios o algo así?», había dicho.

Apagué el cigarrillo.

Más allá de aquel cielo que iba perdiendo color, se divisaba el tenue brillo de algo que parecía ser Venus. Cerré los ojos y me sumergí en la escena del joven.

La escena se extendía sin fin. Después de observarla en general, me concentré en un punto. Los ojos del joven. Me asomé a sus negras pupilas, tan profundas que parecía que fueran a engullirme.

«¿Qué piensa el joven ante las cosas gigantescas?» En sus ojos vi el deseo, la esperanza, la curiosidad. Al mismo tiempo, en ellos había también tristeza. Eran del todo impotentes frente a lo absoluto, pero eran unos ojos brillantes.

Se lo pregunté al joven. Lo que me había estado preguntando desde aquel día se lo pregunté una y otra vez. Era una pregunta sin respuesta. Quizá no era ni siquiera una pregunta.

Abrí los ojos y fui despertando poco a poco.

Creo que, desde entonces, a medida que fue pasando el tiempo, lentamente, nuestro «nosotros» fue desapareciendo. Era una sensación extraña pero, desde su muerte, mi novia se había ido convirtiendo en un «tú» de color intenso. «Para mí, siempre seguirás siendo "tú"», pensé.

A mi alrededor ya era completamente oscuro. De nuevo lancé una piedra al río.

Su trayectoria se diluyó en la oscuridad y pronto dejó de verse. En la superficie del río, vi cómo el agua salpicaba.

SOBRE EL AUTOR

Kou Nakamura nació en 1969 en la provincia de Gifu (Japón). Tras licenciarse en el Instituto Tecnológico de Shibaura trabajó en Fujinon, empresa que abandonó en 1999 para dedicarse a la literatura.

En 2002 debutó con Rirekisho, novela con la que consiguió el premio Bungei. En 2003 fue candidato al prestigioso galardón Akutagawa con
Natsuyasumi
y un año más tarde con
Guru-Guru Mawaru Suberidai
, obra que obtuvo, en 2006, el premio
Noma Bungei Shinjin
. En 2005 publicó
Hyakkai Naku Koto (Cosas por las que llorar cien veces)
, de la que se vendieron 200.000 ejemplares sólo en Japón. Un año más tarde, escribió
Zettai Saikyou no Koi no Uta
; en 2007
Anata ga Koko ni Ite Hoshii
, y en 2008 la que hasta ahora es su última novela:
Boku no Sukina Hito ga Yoku Nemuremasuyouni
.

Además, ha colaborado en diversos libros de relatos breves y en otros ilustrados junto con Kazutaka Miyao, creador habitual de las ilustraciones de sus libros.

NOTAS

[1]
Canción tradicional escocesa que suele cantarse en momentos de despedida.
(N. de los t.)

[2]
Ciudad de Japón situada a pocos kilómetros de Tokushima.
(N. de los t.)

[3]
Tipo de alga.
(N. de los t.)

[4]
La confusión inicial se debe a la similitud entre la forma (caracteres) en que se escriben en japonés.
(N. de los t.)

[5]
En inglés, book significa «libro».
(N. de los t.)

[6]
Río que fluye por las provincias de Gifu y Miê, en el centro de Japón.
(N. de los t.)

[7]
Comida consistente en un bol con arroz cubierto de un guiso de carne de ternera.
(N. de los t.)

[8]
Plato de fideos elaborados con harina de alforfón.
(N. de los t.)

[9]
Plato consistente en un bol de arroz cubierto con carne de cerdo rebozada, huevo y especias.
(N. de los t.)

[10]
Arma arrojadiza en forma de estrella con cuatro cuchillas.
(N. de los t.)

[11]
Provincia del centro de Japón.
(N. de los t.)

[12]
Torta japonesa rellena de múltiples ingredientes.
(N. de los t.)

[13]
Expresión que aparece en el cuento
Horakuma gakkou wo sotsugyou shita sannin
de Kenji Miyazawa para ridiculizar el nembutsu, una oración budista cuya repetición garantiza el acceso al paraíso. La mayoría de los japoneses desconocen dicha expresión.
(N. de los t.)

[14]
El 7 de julio en Japón se celebra Tanabata, la festividad de las estrellas Vega y Altair, que representan a dos enamorados que sólo pueden cruzar la Vía Láctea para encontrarse una vez al año.
(N. de los t.)

[15]
Provincia situada al este de Tokio.
(N. de los t.)

[16]
Plato chino elaborado con tofu y carne con salsa picante.
(N. de los t.)

[17]
Pinchos de carne, pescado o verdura rebozado.
(N. de los t.)

[18]
Planta cuyas hojas son muy utilizadas en la gastronomía japonesa.
(N. de los t.)

[19]
Fideos gruesos japoneses, normalmente servidos con sopa.
(N. de los t.)

[20]
Pasta de soja muy usada como base para sopa.
(N. de los t.)

[21]
Chaquetilla tradicional japonesa, usada normalmente para vestir sobre el Kimono.
(N. de los t.)

[22]
Caja que contiene pequeñas porciones de comida y que se vende en supermercados y tiendas de comida preparada.
(N. de los t.)

[23]
Capital de la provincia de Miyage, en el norte de Japón.
(N. de los t.)

[24]
Pastelitos de pasta de arroz moldeada de forma parecida a un panecillo.
(N. de los t.)

[25]
Población situada en el límite de la provincia de Gifu con la de Shiga.
(N. de los t.)

[26]
Atleta ruso que ganó la medalla de oro en la modalidad de lucha grecorromana en los Juegos Olímpicos de Seúl, Barcelona y Atlanta.
(N. de los t.)

[27]
Juego de mesa japonés parecido al ajedrez.
(N. de los t.)

[28]
Ciudad de la provincia de Kanagawa, situada en el límite con la de Shizuoka.
(N. de los t.)

BOOK: cosas por las que llorar cien veces
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