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Authors: Gregory Benford

Tags: #Ciencia Ficción

Cronopaisaje (14 page)

BOOK: Cronopaisaje
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—No acabo de ver por qué una clase similar de comida debería…

—Yo en cambio puedo verlo claramente. Es una lástima que usted no pueda.

—Me temo que vamos a tener que cobrarle…

—¿Ha leído usted las recientes directrices del Ministerio del Interior respecto a los alimentos importados? Yo intervine en su redacción. —Peterson le concedió al hombre el beneficio de una mirada evaluativa—. Me atrevería a decir que probablemente buena parte de su comida importada procede de un proveedor local, ¿correcto?

—Bueno, por supuesto, pero…

—Entonces presumiblemente sabe usted que existe una rígida limitación al tiempo de almacenamiento de esos productos antes de su uso.

—Sí, estoy seguro… —empezó el director, pero luego dudó ante la expresión del rostro de Peterson—. Bueno, en realidad, no he leído mucho sobre esto últimamente, porque…

—Creo que debería ser usted más cuidadoso en el futuro.

—No estoy seguro de que la señora hubiera comido siquiera ningún producto importado…

—Si yo fuera usted, lo comprobaría.

Bruscamente, el hombre perdió parte de su actitud militar. Peterson lo miró con todo su aplomo.

—Bueno, creo que podemos olvidar ese malentendido, señor, en vista de…

—Por supuesto —asintió Peterson, haciéndole un gesto de que se fuera. Se volvió nuevamente hacia Markham—. Pero sigue usted sin haber explicado esa historia del abuelo. Si los taquiones pueden transmitir un mensaje al pasado, ¿cómo evita usted las paradojas? —Peterson no mencionó que había estado discutiendo sobre aquello con Paul Davies en el King's, pero que no comprendió nada. No creía que ninguna de aquellas ideas tuviera ningún sentido.

Markham hizo una mueca.

—No es fácil de explicar. La clave fue sospechada hace algunas décadas, pero nadie la transformó en una teoría física concreta. Hay incluso una frase en el artículo original de Wheeler-Feynmann… «Lo único que se requiere es que la descripción sea lógicamente autoconsistente». Con eso querían dar a entender que nuestra sensación del fluir del tiempo, siempre yendo en una sola dirección, es un prejuicio. Pero las actuaciones de la física no comparten ese prejuicio nuestro… son temporalmente simétricas. El único estándar que podemos imponer a un experimento es pues que sea lógicamente consistente.

—Pero por supuesto es ilógico que uno siga viviendo después de haber matado a su abuelo. Antes de haber engendrado al padre de uno, quiero decir.

—El problema es que estamos acostumbrados a pensar en estas cosas como si en ellas hubiera implicada alguna especie de interruptor que únicamente tuviera dos posiciones. Quiero decir, que el abuelo de uno esté muerto, o no lo esté.

—Bueno, eso es algo evidente.

Markham negó con la cabeza.

—No del todo. ¿Y si resulta herido, pero se recupera? En ese caso, si sale del hospital a su debido tiempo, puede llegar a conocer a la abuela de uno. Todo depende de la puntería.

—No entiendo…

—Piense en enviar mensajes, antes que en dispararle a abuelos. Todo el mundo supone que el receptor, allá en el pasado, puede estar conectado a, digamos, un interruptor. Si una señal del futuro llega hasta él, el interruptor está programado para desconectar el transmisor… antes de que sea enviada la señal. Esa es la paradoja.

—Correcto. —Peterson se inclinó hacia delante, sintiéndose cautivado pese a sus dudas. Había algo que le atraía en la forma en que los científicos resolvían los problemas como otras tantas experiencias intelectuales, creando un mundo nítido y seguro. Los resultados de los problemas sociales eran siempre más embrollados y menos satisfactorios. Quizás era por eso por lo que muy pocas veces se resolvían.

—El problema es que no existe ningún interruptor que tenga sólo dos posiciones, conectado y desconectado… con nada entre ellas.

—Oh, vamos. ¿Y el conmutador que pulso para encender la luz?

—De acuerdo, usted lo pulsa. Hay un tiempo en el cual ese conmutador se halla como colgando en algún lugar intermedio, ni en el conectado ni en el desconectado.

—Puedo accionarlo en un tiempo muy breve.

—Seguro, pero no puede reducir usted ese tiempo a cero. Y también hay un cierto impulso que tiene usted que aplicar a ese conmutador para hacerlo saltar de desconectado a conectado. De hecho, es posible accionar el conmutador sólo con la fuerza suficiente como para que recorra la mitad de su camino y se quede parado allí… pruébelo. Es algo que tiene que haberle ocurrido alguna vez. El conmutador se queda a medio camino, suspendido entre sus dos posiciones.

—De acuerdo, admitido —dijo Peterson impacientemente—. ¿Pero cuál es la conexión con los taquiones? Quiero decir, ¿qué hay de nuevo en todo ello?

—Lo nuevo es pensar en todos esos hechos, enviar y recibir, como en una cadena, un lazo. Mire, enviamos hacia atrás una instrucción diciendo: «Cierre el transmisor». Piense en el interruptor recorriendo el camino hacia el «cerrado». Este acontecimiento es como una onda avanzando del pasado hacia el futuro. El transmisor está cambiando de «abierto» a «cerrado». Esa… bueno, llamémosla esa onda de información, avanza hacia delante en el tiempo. Y la señal original aún no ha sido emitida.

—Correcto. Es una paradoja.

Markham sonrió y alzó un dedo. Estaba disfrutando de aquello.

—¡Pero espere! Piense en todos esos tiempos formando como una especie de lazo. Causa y efecto no significan nada en ese lazo. Hay tan sólo acontecimientos. Ahora, mientras el interruptor se mueve hacia el «cerrado», la información se propaga hacia delante en el futuro. Piense en ello como en el transmisor haciéndose cada vez más y más débil a medida que el interruptor se acerca a la posición «cerrado». Y el haz de taquiones que ese transmisor está enviando se hace también más y más débil.

—¡Ah! —Peterson lo comprendió de pronto—. Del mismo modo, el receptor recibe a su vez una señal más y más débil del futuro. El interruptor no es accionado tan bruscamente debido a que la señal que va hacia atrás en el tiempo es también más débil. Así que no avanza tan rápidamente hacia la posición «cerrado».

—Eso es. Cuanto más se acerca a la posición «cerrado», más lentamente se mueve. Hay una onda de información viajando hacia delante hacia el futuro, y, como un reflejo, el haz de taquiones yendo hacia atrás hacia el pasado.

—Entonces, ¿qué es lo que hace el experimento?

—Bien, digamos que el interruptor se acerca al «cerrado», y entonces el haz de taquiones se hace más débil. El interruptor no recorre realmente todo el camino hasta el «cerrado», como ese conmutador controlando las luces, sino que empieza a volver hacia el «abierto». Pero cuanto más se acerca al «abierto», más fuerte es la transmisión que llega al futuro.

—De modo que el haz de taquiones se hace también más fuerte —terminó Peterson por él—. El cual empuja de nuevo al interruptor de vuelta desde la posición «abierto» a la posición «cerrado». El interruptor queda en suspenso a mitad de camino.

Markham se inclinó hacia delante y vació su stout. Su bronceado, empalidecido por el invierno de Cambridge, se cuarteó en una retorcida sonrisa.

—Oscila ahí, en el medio.

—Y no hay ninguna paradoja.

—Bueno… —Markham se alzó imperceptiblemente de hombros—. No hay contradicciones lógicas, sí. Pero seguimos sin saber realmente qué significa ese estado intermedio, impreciso. Sin embargo, evita las paradojas. Uno puede aplicar a ello una buena parte del formalismo de la mecánica cuántica, pero no estoy seguro de los resultados que pueda dar un genuino experimento.

—¿Por qué no?

Markham volvió a alzarse de hombros.

—No se han realizado experimentos. Renfrew no ha tenido tiempo, o dinero, para efectuarlos.

Peterson ignoró la crítica implícita; ¿o era su imaginación? Lo que resultaba obvio era que los trabajos en estos campos se habían visto interrumpidos en los últimos años. Markham estaba simplemente estableciendo un hecho. Tenía que recordar que un científico se mostraba siempre inclinado a presentar las cosas tal cual eran, sin calcular el impacto que podían causar sus afirmaciones. Para cambiar de tema, Peterson preguntó:

—¿Ese encallamiento a medio camino no les impedirá enviar información a 1963?

—Mire, el punto crucial en este asunto es que nuestras distinciones entre causa y efecto son una ilusión. Este pequeño experimento que hemos estado discutiendo es un lazo causal… no tiene principio ni fin. Eso es lo que querían significar Wheeler y Feynmann exigiendo tan sólo que nuestra descripción fuera lógicamente consistente. La lógica es lo que domina la física, no el mito de causa y efecto. Imponer un orden a los acontecimientos es nuestro punto de vista. Un punto de vista pintorescamente humano, supongo. A las leyes de la física no les importa. Ese es el nuevo concepto de tiempo que tenemos ahora… como un conjunto de acontecimientos completamente interrelacionados, unidos consistentemente entre sí. Creemos que estamos moviéndonos hacia delante en el tiempo, pero eso es tan sólo un prejuicio.

—Pero sabemos que las cosas ocurren ahora, no en el pasado ni en el futuro.

—¿Cuándo es «ahora»? Decir que «ahora» es «este instante» es dar vueltas en círculos. Cada instante es «ahora» en el momento en que «ocurre». La cuestión es, ¿cómo medir la velocidad de movimiento de un instante al siguiente? Y la respuesta es: no puede medirse. ¿Cuál es la velocidad del paso del tiempo?

—Bueno, es… —Peterson se interrumpió, pensando.

—¿Cómo puede pasar el tiempo? ¡La velocidad es un segundo de movimiento por segundo! No hay ningún sistema concebible de coordenadas en física por el cual podamos medir el tiempo que pasa. Así que no existe el paso del tiempo. El tiempo está inmóvil, en lo que al universo se refiere.

—Entonces… —Peterson alzó un índice para ocultar su confusión, frunciendo el ceño. El director apareció como surgido de ninguna parte.

—¿Sí, señor? —dijo el hombre, con una extremada educación.

—Oh, otra ronda.

—Sí, señor. —Se alejó rápidamente, a cumplir él mismo el encargo.

Peterson gozó con aquel pequeño juego. Conseguir una respuesta así con un despliegue tan mínimo de poder era algo viejo en él, pero seguía siendo satisfactorio.

—¿Pero usted sigue creyendo —dijo Peterson, volviéndose de nuevo a Markham— que el experimento de Renfrew tiene sentido? Todo eso de lazos y no ser capaces de accionar los interruptores…

—Naturalmente que funcionará. —Markham aceptó el oscuro vaso lleno de la densa stout.

El director depositó cuidadosamente la ale ante Peterson y empezó:

—Señor, desearía discul…

Peterson le hizo callar con un movimiento de su mano, impaciente por oír a Markham.

—Perfectamente, de acuerdo —dijo con rapidez.

Markham observó al director retirarse.

—Muy efectivo. ¿Enseñan eso en las mejores escuelas?

Peterson sonrió.

—Por supuesto. Primero las clases teóricas, luego ejercicios sobre el terreno en algunos restaurantes representativos. Lo esencial es el juego de muñeca.

Markham hizo un saludo con la stout. Tras el silencioso brindis, dijo:

—Oh, sí, Renfrew. Lo que Wheeler y Feynmann no observaron fue que si uno envía, un mensaje hacia atrás que no tiene nada que ver con cerrar el transmisor, no hay ningún problema. Digamos que deseo hacer una apuesta en una carrera de caballos. He decidido que enviaré los resultados de la carrera hacia atrás en el tiempo a un amigo. Lo hago. En el pasado, mi amigo hace la apuesta y gana el dinero. Eso no cambia el resultado de la carrera. Después, mi amigo me entrega parte de sus ganancias. Esa recepción del dinero no me impedirá de ningún modo enviar la información… de hecho, puedo arreglar fácilmente las cosas de modo que no reciba el dinero hasta después de haber enviado el mensaje.

—Con lo cual no hay ninguna paradoja.

—Exacto. De modo que uno puede cambiar el pasado, pero solamente si no intenta crear una paradoja. Si lo intenta, el experimento se sitúa inmediatamente en ese estado intermedio.

Peterson frunció el ceño.

—¿Pero a qué se parecerá eso? Quiero decir, ¿a qué se parecerá el mundo si uno efectúa cambios en él?

—Nadie lo sabe —dijo Markham despreocupadamente—. Nadie lo ha intentado todavía.

—No han existido transmisores a taquiones hasta ahora.

—Y ninguna razón para intentar alcanzar el pasado tampoco.

—Déjeme decirlo francamente. ¿Cómo conseguirá Renfrew evitar el crear una paradoja? Si les ofrece la suficiente información, ellos resolverán el problema, y no habrá ya ninguna razón para que él envíe el mensaje.

—Ése es el truco. Evitar la paradoja, a fin de evitar bloquear el interruptor. De modo que Renfrew enviará una parte de la información vital… la suficiente como para iniciar las investigaciones, pero no la suficiente como para resolver completamente el problema.

—¿Pero qué ocurrirá con respecto a nosotros? ¿El mundo cambiará a nuestro alrededor?

Markham se mordisqueó el labio inferior.

—Creo que sí. Nos hallaremos en una situación distinta. El problema se verá reducido, los océanos no se hallarán tan gravemente afectados.

—¿Pero cuál es esta situación? Quiero decir, ¿nosotros sentados aquí? Sabemos que los océanos tienen problemas.

—¿Lo sabemos? ¿Cómo sabemos que éste no es el resultado del experimento que vamos a iniciar? Es decir, si Renfrew no hubiera existido y pensado en su idea, quizá nos halláramos mucho peor. El problema con los lazos causales es que nuestra noción del tiempo no los acepta. Pero piense de nuevo en nuestro interruptor bloqueado.

Peterson agitó la cabeza, como para aclararla.

—Es difícil pensar en ello.

—Es como intentar hacer nudos en el tiempo —admitió Markham—. Lo que le he ofrecido aquí es una interpretación matemática. Sabemos que los taquiones son reales; lo que no sabemos es lo que implican.

Peterson miró a su alrededor al Whim, ahora casi desierto.

—Es extraño, pensar que todo esto puede ser una consecuencia de lo que aún no hemos hecho. Todo entrelazado junto, como los hilos de una alfombra. —Parpadeó, pensando en el pasado, cuando había acudido a comer allí—. Esa cocina de carbón… ¿cuánto tiempo hace que la tienen?

—Años, supongo. Parece como una especie de marca de la casa. Mantiene el lugar caliente en el invierno, y es más económica que el gas o la electricidad. Además, pueden cocinar a cualquier hora del día, no solamente en las horas en que se conecta la energía. Y proporciona a los clientes algo a lo que mirar mientras están aguardando lo que han pedido.

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