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Authors: Anna Gavalda

Tags: #Romántica

El Consuelo (62 page)

BOOK: El Consuelo
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Y hay pelos encajados en el pliegue de en medio...
Cuando guarde su cuaderno en el maletín después de hacer el equipaje, su primer reflejo será el de soplar para que se vayan volando, pero luego, no, decidirá encerrarlos ahí para siempre
.
Como señaladores
.
De la página que acababa de pasar
.

 

Estuvo toda la mañana y todo el día anterior con Yacine, enfrascados en la construcción de un Patator. Había habido que volver por segunda vez a la tienda de bricolaje
(no comment)
porque ya no les valía un tubo de PVC, ahora hacía falta uno de metal
.
Para el Patator químico... El que podía lanzar despedido un trozo de patata hasta Saturno siempre y cuando estuviera en su punto la reacción Coca-Cola/Mentos (con la de bicarbonato de sodio/vinagre sólo se llegaba hasta la Luna, era mucho menos divertido...)
.

 

Anda que no los había mantenido ocupados el artefacto ese... Había habido que robarle patatas a escondidas a Rene, devolverle a Kate su súper vinagre de Módena y encima aguantar su bronca cuando ese vinagre no valía gran cosa, volver pitando a la panadería porque las tontas de las chicas se habían zampado todos los Mentos, impedir que Sam se bebiera la Coca-Cola, rogarle a
Freaky
que escupiera la válvula que estaba mordisqueando, hacer un montón de pruebas, volver a la tienda a comprar una lata porque las botellas grandes de Coca-Cola no tenían gas suficiente, apartar a todo el mundo, correr al río a enjuagarse las
manos
porque las tenían demasiado mugrientas
para cerrar
bien fuerte
el tapón,
volver por cuarta vez a la tienda, cuya
dueña empezaba a sospechar (aunque, bueno...
hacía ya
mucho tiempo que no se hacía
ilusiones sobre la salud mental de la gente de esa casa...), porque la Coca-Cola
light
debía de funcionar mejor que la normal y...

¿Sabes?, creo que es más sencillo construir un centro comercial en Rusia con Serguei Pavlovich, mi querido Yacine...

terminó por suspirar
.

 

Ahora se los ve volver tristones a casa. Podrían haber preparado diez kilos de patatas fritas con todo lo que acababan de desperdiciar y encima todavía tienen que comprobar una cosa en internet
.

 

Kate estaba cortándole el pelo a Sam en el patio
.

Yacine, después te toca a ti...

Pero... no hemos terminado el Patator...

Precisamente

dijo ella incorporándose
—,
sin esa pelambrera tendrás las ideas más claras... Y además deja a Charles descansar un poco...

 

Sonrió. No se atrevía a decírselo, pero empezaba a tener dos patatones en la garganta... Fue a buscar su cuaderno y otra silla y se sentó junto a ellos para dibujarlos
.
Kate podó la pelambrera de Yacine, cortó las puntas de las chicas, la melena recta o a capas, según el humor y la última tendencia de moda en Les Vesperies. Mechones de todos los tamaños y de todos los colores caían al suelo entre el polvo
.

Sabe usted hacer de todo

observó maravillado
.

Casi de todo...

 

Cuando Nedra se levantó de la silla, la peluquera sacudió el gran trapo-capa y se volvió hacia el dibujante
:

¿Y usted?

Yo ¿qué?

contestó éste sin levantar la cabeza
.

¿No quiere que le corte el pelo a usted también?
Tema delicado. Se le partió la mina del portaminas con un golpe seco
.

¿Sabe, Charles?

prosiguió Kate
—,
no tengo muchos principios o teorías... Sí, eso ya lo sabe... ha visto cómo vivimos... Y en lo que respecta a los hombres, por desgracia aún menos... Pero de una cosa desde luego estoy segura...
Jugueteaba con su Rotring como un poseso
.

Cuanto menos pelo tiene un hombre, menos debe tener...

¿Có... cómo?

se atragantó
.

¡Rápese del todo!

exclamó Kate riendo
—.
¡Quítese de encima ese problema de una vez por todas!

¿Usted cree?

Estoy convencida
.

Ya, pero... eso de la virilidad, ya sabe... Cuando Dalila le corta el pelo a Sansón, con el pelo pierde también toda su fuerza, y...
—Come on, Charlie!
¡Estará mil veces más sexy!

Bueno... Si usted lo dice...
Horror... Llevaba veinte años cuidando de su cabello ralo como mamá pata a sus patitos, y ahora esta chica iba a acabar con todo en dos minutos...

 

Ya se dirigía al tajo cuando oyó estas palabras pronunciadas en tono quirúrgico
:

Sam, la maquinilla
.
Horror
.

Kate, deje que gire la silla hacia la estatua del fauno... Que al menos dibuje sus bonitos rizos para consolarme...

 

Su ayudante volvió con el maletín de tortura, y los niños se lo pasaron pipa sacando los diferentes tamaños de las piezas
.

¿A cuánto se lo vas a cortar? ¿A cinco milímetros?

No, eso es demasiado. Córtaselo al dos...

¡Estás loco! ¡Va a parecer un
skin!
Córtaselo al tres, Kate...
El condenado no decía ni mu, pero no le costó nada reproducir la amable sonrisa burlona del sátiro que tenía enfrente
.
Trazó a continuación la línea del cuello, bajó hasta los líquenes de su... Cerró los ojos
.
Sentía el vientre de Kate contra sus omóplatos, se apoyó en él con la mayor discreción posible y bajó la barbilla mientras sus manos lo rozaban, lo palpaban, lo tocaban, lo acariciaban, le quitaban los pelillos sueltos, le alisaban el pelo y lo presionaban. Se turbó tanto que se colocó el cuaderno más arriba sobre los muslos y siguió con los ojos bien cerrados sin preocuparse ya del ruido de la maquinilla
.
Le hubiera gustado que su cabeza no tuviera fin y estaba dispuesto a perder toda la virilidad del mundo con tal de que ese retortijón delicioso fuera eterno
.

 

Kate dejó la maquinilla y recuperó las tijeras para terminar bien el trabajo. Y, mientras estaba así delante de él, concentrada en el largo de sus patillas, inclinada sobre él, transmitiéndole su calor, su olor, su perfume, deslizó la mano sobre su cadera...

¿Le he hecho daño?

preguntó ella preocupada, dando un paso atrás
.
Abrió los ojos, comprendió que su público seguía ahí, al menos los más pequeños, esperando a ver su reacción cuando volviera a cruzarse con su reflejo, y decidió que había llegado el momento de asegurarse un último punto de anclaje antes de lanzar la última cuerda
.

¿Kate?

Ya casi he terminado, no se preocupe...

No. No termine nunca. Perdone, no es eso lo que quería decir... He estado pensando en algo, ¿sabe?...
Kate estaba de nuevo detrás de él y le afeitaba la nuca con una cuchilla
.

Soy toda oídos...

Estooo... ¿Le importa parar un momentito?

¿Teme que pueda degollarlo?


.
—Oh, God...
¿Qué tiene que decirme?

Pues que... cuando empiece el curso viviré solo con Mathilde, y me estaba diciendo que...
—Que
¿qué?
—Que
si Sam
de verdad sigue
sintiéndose muy desgraciado en el
internado, podría venirse a vivir conmigo...
La cuchilla calló
.

¿Sabe?

prosiguió
—,
tengo la suerte de vivir en un barrio donde hay un montón de institutos muy buenos, y...

¿Por qué «cuando empiece el curso»?

Porque es... es el final de la historia que está dentro de la botella de Port Ellen...
La cuchilla volvió al trabajo
.

Pero... ¿tiene sitio para él?

Una habitación muy bonita con parqué, molduras y hasta una chimenea...

¿De verdad?
—Sí...

¿Y se lo ha comentado a él?

Claro
.

¿Y qué piensa Sam de todo esto?

Le gusta la idea, pero teme dejarla sola... Lo que de hecho comprendo perfectamente... Pero lo vería...

¿En vacaciones?

No, yo... pensaba traérselo de vuelta todos los fines de semana...
La cuchilla volvió a pararse
.

¿Cómo ha dicho?

Podría ir a buscarlo al instituto los viernes por la tarde, coger el tren con él y comprar un cochecito que dejaría aparcado en la estación de...

Pero

lo interrumpió Kate

¿y qué hay de su vida?

Mi vida, mi vida

fingió irritarse
—,
¡a la porra mi vida! ¡No tiene usted el monopolio del sacrificio, ¿sabe?! Y, para esta historia de adoptar a Nedra, no quiero afligirla, pero sería mucho más fácil para usted si pudiera justificar una especie de... presencia masculina, aunque fuera facticia, a su lado... Mucho me temo que estos funcionarios de las administraciones siguen estando muy chapados a la antigua... Por no decir directamente que son todos unos misóginos...

¿Usted cree?

fingió afligirse Kate
.
—Por desgracia, sí...
—¿Y haría usted eso por
ella?

Por ella. Por él. Por mí...

Por usted ¿en qué sentido?

Pues... por la salvación de mi alma, me imagino... Para estar seguro de ir al cielo con usted
.
Kate reanudó su tarea en silencio mientras Charles bajaba cada vez más la cabeza, a la espera del veredicto
.
No la veía, pero la sonrisa del verdugo estaba en la hoja de la cuchilla
.

Usted...

terminó por murmurar Kate

no habla mucho, pero cuando por fin se pone a ello, es...

¿De lamentar?

No. Yo no diría eso...

¿Y qué diría?
Kate le limpió el cuello con una esquinita del trapo, sopló suave y largamente en el espacio entre la camisa y su piel, causándole escalofríos que le recorrieron toda la columna vertebral y llenándole el cuaderno de pelillos; luego se incorporó y declaró
:

Vaya a buscar esa puta botella... Lo espero delante de la perrera
.

 

Se alejó desconcertado mientras Kate subía a la habitación de Alice. Mathilde y Sam estaban también allí
.

Oídme una cosa... Me llevo a Charles a hacer un poco de botánica. Os confío la casa
.

¿Cuánto tiempo vais a estar fuera?

Hasta que lo encontremos
.

Hasta que encontréis ¿el qué?

 

Pero Kate ya bajaba la escalera de cuatro en cuatro para preparar una cesta de supervivencia
.
Y mientras trajinaba de esta manera, sin acordarse ya de dónde estaba la cocina, abriendo y cerrando puertas y cajones, Charles se sentía del todo pasmado
.

 

Era él, sin
duda, pero
no
se reconocía.
Parecía más viejo, más joven, más viril,
más femenino, más dulce
tal vez, y sin embargo le había sorprendido notarse tan áspero al tacto... Sacudió la cabeza sin que lo preocupara cómo le cayeran sobre la frente los mechones de pelo, levantó la mano ante su rostro para volver a situarse en una escala que le resultara familiar, se tocó las sienes, los párpados, los labios, y trató de sonreír para ayudarse a sí mismo a adoptarse
.

 

Metió la botella en uno de los bolsillos de su chaqueta (como Bogart en
Sabrina;
pero sin el pelo, claro...) y su cuaderno en el otro
.

 

Le cogió la cesta de las manos, dejó dentro el whisky de dieciocho años y siguió su índice
.

¿Ve ese puntito gris allá a lo lejos?

preguntó ella
.

Creo que sí...

Es una choza... Una casita para que pudieran descansar los que curraban en el campo... Pues bien, ahí es donde lo llevo...

 

Se cuidó muy mucho de preguntarle para qué. Pero ella no pudo evitar precisar
:

El lugar ideal para preparar un expediente de adopción, si quiere saber mi opinión...

 

Es el último dibujo
.
Y es su nuca...
El trocito de ella que Anouk había tocado con un gesto tan furtivo y que Charles acababa de acariciar durante horas
.

 

Era muy temprano, ella aún dormía, estaba tumbada boca abajo y, por el minúsculo ventanuco, un rayo de luz le revelaba lo que tanto había lamentado no discernir en la oscuridad
.
Era aún más hermosa de lo que su mano le había sugerido...

 

Le subió la sábana hasta los hombros y cogió su cuaderno. Con delicadeza, le apartó el pelo, se prohibió volver a besar ese lunar por miedo a despertarla y dibujó la cumbre más alta del mundo
.

 

La cesta estaba volcada, y la botella, vacía. Le había contado, entre dos abrazos, cómo había llegado hasta ella. Desde las partidas de canicas hasta
Mistinguett,
encajada entre el asfalto y lo poco de él que aún palpitaba aquella mañana...
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