Read El Héroe de las Eras Online

Authors: Brandon Sanderson

Tags: #Fantástico

El Héroe de las Eras (66 page)

BOOK: El Héroe de las Eras
2.41Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

Fantasma parecía fatigado.
¿Cuánto tiempo ha pasado sin dormir?
, pensó Sazed.
Sigue estando despierto cada vez que me acuesto, y en pie cuando me levanto.

—Parece que algo no va bien —dijo Fantasma.

—¿Ah, no? —preguntó Brisa—. ¿Aparte del hecho de que estamos hablando junto a un lago subterráneo en un almacén construido por el Lord Legislador bajo una fortaleza de los inquisidores?

Fantasma dirigió al aplacador una dura mirada, y luego se volvió hacia Sazed:

—Me parece que ya tendrían que habernos atacado.

—¿Qué te hace decir eso?

—Conozco a Quellion, Saze. Es el típico matón. Consiguió el poder por la fuerza, y conserva el control dando al pueblo alcohol en cantidad y pequeñas libertades, como dejarlos ir a los bares de noche. Sin embargo, al mismo tiempo, mantiene a todo el mundo al filo del miedo.

—Por cierto, ¿cómo se hizo con el control? —preguntó Brisa—. ¿Cómo consiguió hacerse con el poder antes de que lo hiciera algún noble con un buen puñado de guardias?

—Las brumas —contestó Fantasma—. Se internó en ellas, y declaró que todo el que fuera fiel al Superviviente estaría a salvo en ellas. Entonces las brumas empezaron a matar, y confirmaron lo que había dicho. Insistió mucho en que las brumas mataban a quienes tenían maldad en el corazón. Todos estaban tan preocupados por lo que sucedía, que lo acabaron creyendo. Consiguió dictar una ley que exigía que todo el mundo se internara en las brumas, para así comprobar quién moría y quién no. Declaró que los que sobrevivían eran puros. Les dijo que podrían establecer una bonita utopía. Después de eso, empezó a matar a los nobles.

—¡Ah! —exclamó Brisa—. ¡Muy astuto!

—Sí —contestó Fantasma—. Pasó completamente por alto el hecho de que los nobles no fueran afectados por las brumas.

—Espera —dijo Sazed—.
¿Qué?

Fantasma se encogió de hombros:

—Cuesta confirmarlo ahora, pero eso es lo que cuentan los rumores. La nobleza parecía inmune a la enfermedad de las brumas. No los skaa que tuvieran sangre noble, sino los nobles de verdad.

—¡Qué raro! —observó Brisa.

Más que raro
, pensó Sazed.
Extrañísimo. ¿Conoce Elend esta conexión?
Mientras reflexionaba sobre esto, le pareció improbable que Elend lo supiera. Su ejército y sus aliados estaban todos compuestos por skaa. Los únicos nobles a los que conocían estaban en Luthadel, y todos habían decidido quedarse en casa por la noche, en vez de arriesgarse a salir a las brumas.

—Sea como quiera —dijo Fantasma—, Quellion es un matón. Y a los matones no les gusta tener cerca a nadie que pueda desafiarlos. Ya tendría que haber intentado atentar contra nuestras vidas.

—El chico tiene razón —comentó Brisa—. Quellion no es de los que matan sólo con ejecuciones llamativas. Apuesto a que por cada persona que arroja a uno de esos edificios, hay tres muertos en los callejones, enterrados lentamente en ceniza.

—He dicho a Goradel y a sus hombres que tengan muchísimo cuidado —dijo Fantasma—, y he sondeado nuestro perímetro. Sin embargo, no he localizado a ningún asesino espiando. Las tropas de Quellion están ahí fuera, vigilándonos, pero sin hacer nada.

Brisa se frotó la barbilla:

—Tal vez Quellion nos tenga más miedo de lo que piensas.

—Tal vez —suspiró Fantasma.

Se frotó la frente.

—Lord Fantasma —dijo Sazed con cuidado—, deberías dormir un poco.

—Estoy bien.

Si no entendiera de esto, diría que quema peltre para permanecer despierto
, pensó Sazed.
¿O sólo estoy buscando signos para confirmar lo que antes me preocupaba?

Nunca cuestionamos que Vin y Kelsier manifestaran poderes superiores a los que tenían los alománticos normales. ¿Por qué debería recelar de Fantasma? ¿Simplemente porque lo conozco demasiado bien? ¿Me centro en mis recuerdos del muchacho cuando obviamente ya es todo un hombre?

—Por cierto —dijo Fantasma—, ¿cómo va la investigación?

—Bastante bien —contestó Sazed, dándole la vuelta a varios de los diagramas para que Fantasma pudiera verlos—. Estoy a punto de empezar a trabajar en la construcción en sí.

—¿Cuánto crees que tardarás?

—Tal vez unas cuantas semanas. Muy poco tiempo, teniéndolo todo en cuenta. Por fortuna, la gente que secó los canales dejó una enorme cantidad de restos que podré usar. Además, el Lord Legislador aprovisionó muy bien este almacén. Hay madera, aparte de utensilios de carpintería básicos, e incluso algunos sistemas de poleas.

—¿Para qué se estaba preparando ese tipo? —preguntó Brisa—. Comida y agua, eso lo comprendo. Pero ¿mantas? ¿Madera? ¿Poleas?

—Para el desastre, Lord Brisa —contestó Sazed—. Incluyó todo lo necesario en caso de que la ciudad fuera destruida. Hasta incluyó petates para dormir y suministros médicos. Tal vez temía que los koloss atacaran.

—No —repuso Fantasma—. Se preparó exactamente para lo que ha sucedido. ¿Construirás algo para taponar el agua? Creí que simplemente derribarías los túneles.

—¡Oh, cielos, no! —contestó Sazed—. No tenemos ni los hombres ni el equipo para causar un desplome. Además, no quiero hacer nada que pueda provocar el derrumbe de la caverna. Mis planes son construir un mecanismo bloqueador de madera que pueda ser introducido en la corriente. El peso suficiente y el entramado adecuado deberían bastar para detenerla. No es muy diferente a los mecanismos empleados en las compuertas de los canales.

—Cosa que le encantará explicarte —añadió Brisa—. Detenidamente.

Sazed sonrió:

—Creo que…

Entonces, fue interrumpido por la llegada del capitán Goradel, que parecía un poco más solemne que de costumbre.

—Lord Fantasma —dijo Goradel—. Alguien pregunta por ti arriba.

—¿Quién? ¿Durn?

—No, mi señor. Dice que es la hermana del Ciudadano.

—No he venido aquí a unirme a vosotros —dijo la mujer, Beldre.

Se hallaban en una austera sala de audiencias en el edificio de la Inquisición, sobre la caverna. Las sillas de la habitación carecían de cojines y, como decoración, de las paredes de madera colgaban placas de acero; para Sazed, eran incómodos recordatorios de lo que había visto al visitar el Convento de Seran.

Beldre era una joven de pelo castaño. Vestía un sencillo traje aprobado por el Ciudadano, teñido de rojo. Estaba sentada con las manos sobre el regazo, y aunque los miraba a los ojos, había en ella una nerviosa aprensión que debilitaba considerablemente su pose.

—Entonces ¿por qué has venido, querida? —preguntó Brisa con cuidado. Estaba sentado frente a Beldre. Allrianne estaba a su lado, observando a la muchacha con aire de desaprobación. Fantasma caminaba al fondo, mirando de vez en cuando por la ventana.

Piensa que es una artimaña
, advirtió Sazed.
Que la chica es una distracción para cogernos desprevenidos antes de atacar
. El muchacho llevaba sus bastones de duelo, sujetos como espadas a su cintura. ¿Cómo ha aprendido Fantasma a luchar tan bien?

—He venido… —contestó Beldre, agachando la cabeza—. He venido porque vais a matar a mi hermano.

—¿De dónde has sacado esa idea? —exclamó Brisa—. ¡Estamos en la ciudad para forjar un tratado con tu hermano, no para asesinarlo! ¿Parecemos capaces de semejante cosa?

Beldre dirigió una mirada a Fantasma.

—Él no cuenta —dijo Brisa—. Fantasma es inofensivo, de verdad. No deberías…

—Brisa —interrumpió Fantasma, mirando con sus extraños ojos vendados, los anteojos ocultos debajo sobresaliéndole del rostro bajo la tela—. Ya basta. Nos estás haciendo parecer idiotas. Beldre sabe por qué estamos aquí: todo el mundo en la ciudad lo sabe.

La sala quedó en silencio.

Parece… un poco un inquisidor, con esos anteojos bajo las vendas
, pensó Sazed, estremeciéndose.

—Beldre —repuso Fantasma—. ¿Sinceramente esperas que creamos que has venido aquí simplemente a suplicar por la vida de tu hermano?

Ella miró desafiante a los ojos de Fantasma… o más bien a su carencia.

—Puedes hacerte el duro, pero sé que no me haréis daño. Sois de la banda del Superviviente.

Fantasma se cruzó de brazos.

—Por favor —dijo Beldre—. Quellion es un buen hombre, como vosotros. Tenéis que darle más tiempo. No lo matéis.

—¿Qué te hace pensar que queremos matarlo, niña? —preguntó Sazed—. Acabas de decir que sabes que no te vamos a hacer daño. ¿Por qué a tu hermano sí?

Beldre bajó la mirada:

—Vosotros matasteis al Lord Legislador. Derrocasteis el imperio. Mi hermano no opina lo mismo: piensa que os aprovechasteis de la popularidad del Superviviente, diciendo ser sus amigos después de que se sacrificara.

Fantasma hizo una mueca:

—Me pregunto de dónde habrá sacado tu hermano una idea así. Tal vez conozca a alguien que diga contar con la bendición del Superviviente, y mate a gente en su nombre…

Beldre se ruborizó.

—Tu hermano no confía en nosotros —observó Sazed—. ¿Por qué tú sí?

Beldre se encogió de hombros.

—No lo sé —dijo en voz baja—. Supongo que… los hombres que mienten no salvan a niñas de edificios en llamas.

Sazed miró a Fantasma, pero no pudo leer nada en la dura expresión del joven. Finalmente, Fantasma habló:

—Brisa, Sazed, Allrianne, salid conmigo. Goradel, vigila a la mujer.

Fantasma se dirigió al pasillo, y Sazed y los demás lo siguieron. Una vez cerrada la puerta, Fantasma se volvió para mirarlos:

—¿Bien?

—No me gusta —dijo Allrianne, cruzándose de brazos.

—Pues claro que no, querida —dijo Brisa—. A ti nunca te gusta la competencia.

—¿Qué piensas tú, Brisa? —preguntó Fantasma.

—¿De la chica, o de que me insultes ahí dentro?

—De lo primero —contestó Fantasma—. Tu orgullo no importa ahora.

—Querido amigo, mi orgullo siempre es importante. En cuanto a la chica, voy a decirte algo: está aterrada. A pesar de lo que dice, está muy, muy asustada, lo que significa que no ha hecho este tipo de cosas muy a menudo. Deduzco que es noble.

Allrianne asintió:

—Definitivamente. Sólo hay que mirarle las manos: cuando no tiemblan de miedo, se nota que son limpias y blandas. Creció mimada.

—Obviamente, es un poco ingenua —observó Sazed—. De lo contrario no habría venido aquí, esperando que la escuchemos y luego la dejemos marchar.

Fantasma asintió. Ladeó la cabeza, como si escuchara algo. Entonces, echó a andar y abrió la puerta de la sala.

—¿Y bien? —preguntó Beldre, manteniendo su falso aire de contundencia—. ¿Habéis decidido escucharme?

—Algo así. Voy a darte más tiempo para que te expliques. Tiempo de sobra.

—Yo… no dispongo de tanto —replicó Beldre—. Debo regresar con mi hermano. No le dije que salía… —Se calló, aparentemente al ver algo en la expresión de Fantasma—. Vais a hacerme prisionera, ¿verdad?

—Brisa —dijo Fantasma, volviéndose—. ¿Cómo crees que respondería la gente si empezara a hacer correr el rumor de que la propia hermana del Ciudadano se ha vuelto contra él, y ha huido a nuestra embajada en busca de protección?

Brisa sonrió:

—¡Qué astuto! Casi compensa cómo me has tratado. ¿Te he mencionado ya lo grosero que fue?

—¡No podéis hacer eso! —exclamó Beldre, incorporándose y encarándose a Fantasma—. ¡Nadie creerá que he desertado!

—¿No? —preguntó Fantasma—. ¿Hablaste con los soldados de fuera antes de entrar aquí?

—Por supuesto que no. Habrían intentado detenerme. Subí corriendo las escaleras antes de que pudieran hacerlo.

—Así que pueden confirmar que entraste en el edificio por propia voluntad —dijo Fantasma—. Eludiendo la guardia.

—Esto no pinta bien —coincidió Brisa.

Beldre se vino abajo y se sentó en su silla.
Por los Dioses Olvidados, sí que es ingenua
, pensó Sazed.
El Ciudadano debe de haberse esforzado mucho para protegerla tanto.

Naturalmente, por lo que Sazed había oído, Quellion rara vez perdía a la muchacha de vista. Siempre estaba con él, vigilada.
¿Cómo reaccionará?
, pensó Sazed con un escalofrío.
¿Qué hará cuando se entere de que la tenemos? ¿Atacará?

Tal vez ése era el plan. Si Fantasma pudiera forzar un ataque directo por parte del Ciudadano, las cosas se pondrían feas. Sobre todo, cuando se viera repelido por unos pocos soldados: no tendría manera de saber lo bien fortificada que era aquella posición.

¿Desde cuándo Fantasma es tan listo?

Beldre alzó la cabeza, unas cuantas lágrimas de frustración brillaban en sus ojos.

—No podéis hacer esto. ¡Es engañoso! ¿Qué diría el Superviviente si supiera lo que estáis planeando?

—¿El Superviviente? —rio Fantasma—. Tengo la impresión de que lo aprobaría. Si estuviera aquí, creo que sugeriría que hiciéramos esto mismo…

Capítulo 50

Puede verse la habilidad de Ruina en lo meticuloso de sus planes. Consiguió orquestar la caída del Lord Legislador poco después de que el poder de Conservación regresara al Pozo de la Ascensión. Y luego, pocos años después de ese hecho, se liberó.

En la escala temporal de los dioses y su poder, esta engañosa coordinación fue tan precisa como un corte experto realizado por el cirujano con más talento.

La puerta de la caverna se abrió.

BOOK: El Héroe de las Eras
2.41Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

Other books

King's Shield by Sherwood Smith
Red Sand by Cray, Ronan
Soul of the Age by Hermann Hesse
In Search of Bisco by Erskine Caldwell
Bone Ash Sky by Cosgrove, Katerina
The Six: Complete Series by E.C. Richard
Icebreaker by Lian Tanner
The Gilded Crown by Catherine A. Wilson