En cuanto a la figura de Amenhotep II (Ajeprure), éste ha pasado a la historia con el sobrenombre del faraón atleta, y su reinado está repleto de anécdotas que hacen referencia a su fortaleza física. Su momia, actualmente en el Museo de El Cairo, es la de mayor altura de todas las de su dinastía, con ciento ochenta centímetros, y se intuye en ella que, tal y como nos cuentan, Amenhotep II debió de ser un hombre muy fuerte. Él trató de mantener el legado que le dejara su padre, y para ello empleó métodos brutales, dando muestras de una crueldad que hoy en día nos sobrecoge. A este respecto, cabe incidir en que el brutal episodio de Ajeprure y los siete príncipes de Siria a los que partió el cráneo con su maza es rigurosamente cierto.
Los relatos y las descripciones bélicas y políticas que recoge esta novela han intentado ajustarse lo más fielmente posible a la realidad. Todos los enfrentamientos así como los movimientos de tropas y comentarios acerca de la organización del ejército egipcio están extraídos de la documentación especializada, así como de los famosos anales que Tutmosis III grabó en el VI pilono del templo de Karnak. Causa sorpresa, sin duda, observar su alto grado de preparación militar al comprobar que, muchos siglos antes que los romanos, los egipcios ya levantaban sus campamentos erigiendo empalizadas y excavando fosos alrededor de ellos.
Igual de ciertas y literales son algunas de las frases puestas en boca de los personajes reales —como Mehu, Djehuty o Rajmire—, y también las cifras de los tesoros conquistados en las batallas.
Sin lugar a duda, algunos de los escenarios pueden resultar al lector más cercanos a los mitos que a la realidad, como por ejemplo la conquista de la ciudad de Meggido durante la primera campaña que realizó Tutmosis III, o la toma de Joppa. Sin embargo, ambos hechos están plenamente documentados. La conquista de Joppa ocurrió tal y como se relata en la obra, hasta el punto de que son literales las palabras que Djehuty dirige a los sublevados: «Rebeldes de Joppa, rendíos en esta hora...» Es inevitable al leerla hacer comparaciones con otros hechos que ocurrieron varios siglos más tarde, en particular con la guerra de Troya. El ardid de Djehuty fue, en el peor de los casos, emulado por el astuto Ulises, aunque en vez de cestos utilizara un caballo de madera.
No se sabe con exactitud en qué campaña fue conquistada esta ciudad, por lo que el autor se ha tomado la libertad de situarla en el momento que más interesaba a la trama.
En cuanto a los protagonistas que acompañan a Sejemjet en su singular aventura, muchos de ellos existieron. Así, las figuras de Djehuty, Mini y Mehu son tratadas con rigor histórico. El general fue todo un personaje, y Mini llegó a ser gobernador de Thinis y superintendente de los Profetas de Onuris. Respecto a Mehu, su figura resulta sumamente interesante, pues debió ser un hombre muy valiente y fiero. No es ficción sino realidad la escena en que cercena de un tajo la trompa del elefante en Niya, y su fascinación por las hienas queda patente al visitar su tumba, la número 85 del Valle de los Nobles. En una de sus cámaras se le puede ver frente a uno de estos animales, representado en gran tamaño.
Otros altos funcionarios de la corte, como el visir Rajmire o el virrey de Kush, Neni, son asimismo personajes reales, al igual que también lo fueron el primer profeta de Amón, Menjeperreseneb; Sennefer, alcalde de Tebas; el general Thutiy y Tjanuny, el escriba real que compiló los célebres anales en los que se relatan las campañas militares de Tutmosis III.
Asimismo, los miembros de la familia de Tutmosis que se describen en la obra son todos reales, y la princesa Nefertiry fue muy querida por su padre, que no en vano la representó en un pilar de su propia tumba, la KV-34. Sin embargo, su memoria se pierde en su juventud y no se vuelve a saber de ella.
Todos estos personajes forman un elenco histórico de primera magnitud con el que el autor ha tratado de trasladar al lector todo el esplendor de una época que brillaría con luz propia dentro de la milenaria historia del Antiguo Egipto.
A
NTONIO
C
ABANAS
Majadahonda, noviembre de 2009
Ahmose:
padre de Mini e Isis, esposo de Say. Personaje ficticio.
Ahmose:
hijo de Isis y Sejemjet. Personaje ficticio.
Ahmose Humay:
oficial al cargo de la instrucción militar. Personaje real.
Amenemhat:
hijo primogénito de Tutmosis III. Personaje real.
Amenhotep II:
hijo de Tutmosis III y faraón de Egipto, entronizado como Ajeprure —literalmente, «grandes son las manifestaciones de Ra»—. Reinó dos años junto a su padre como corregente. Su tercer año fue el primero como faraón único de Egipto. Personaje real.
Amenmose:
mayordomo de Beketamón. Personaje real.
Ahmosis I:
faraón fundador de la XVIII dinastía. Personaje real.
Amunedjeh:
heraldo real. Personaje real.
Beketamón:
hija de Tutmosis III
.
Personaje real.
Djehuty:
general (
mer mes)
y gobernador
(hery tep
) de Siria. Personaje real.
Hatshepsut (Makare):
reina regente de Egipto durante veintidós años. Coronada bajo el nombre de Makare. Hermanastra y esposa de Tutmosis II. Personaje real.
Heka:
madre adoptiva de Sejemjet. Personaje ficticio.
Hepu:
oficial de carros y padre de Menjeperreseneb. Personaje real.
Hetepni:
recaudador de impuestos durante la VI dinastía. Era de profesión contable y la frase según la cual alardea de ser capaz de llevar cuentas «de cualquier cosa que vuele o trepe, en el agua y en las marismas» ha llegado hasta nosotros en sus inscripciones funerarias. Personaje real.
Hor:
sacerdote de Mut. Amigo de Sejemjet. Personaje ficticio.
Ipu:
madre de la reina Sitiah. Personaje real.
Isis:
hermana de Mini. Personaje ficticio.
Kenamón:
íntimo amigo de Amenhotep II. Personaje real.
Mehu
: oficial adjunto del faraón. Personaje real.
Meketre
: portaestandarte del ejercito asociado a Merka. Personaje ficticio.
Menjeperreseneb:
primer profeta de Amón. Personaje real.
Meritre-Harshepsut:
madre de Amenhotep. Personaje real.
Merka:
escriba militar. Personaje ficticio.
Merymaat:
escriba y esposo de Isis. Personaje ficticio.
Mini:
amigo de Sejemjet desde la infancia. Personaje real.
Montu-i-iwy:
mayordomo real. Personaje real.
Mutnofret:
esposa de Penhat. Personaje ficticio.
Nefertiry:
hija de Tutmosis III. Personaje real.
Neferura:
hija de Hatshepsut
y
Tutmosis II, hermanastra de Tutmosis III. Personaje real.
Niankhptah:
legendario escultor de la V dinastía, esculpió la tumba del sabio Ptahotep, visir de Djedkare-Isesi. Fue uno de los pocos artistas egipcios que firmaron sus obras. Personaje real.
Penhat:
comandante de la región
{seshena
-
ta)
de Kumidi. Personaje ficticio.
Pennekhbet:
general y padre de la reina Sitiah. Personaje real.
Rajmire:
visir del Alto Egipto. La frase que se recoge en la novela —«Di pan al hambriento, agua al sediento, carne, cerveza y vestidos al que no tenía nada»— es la que reza en su tumba. Personaje real.
Say:
madre de Mini e Isis. Personaje real.
Sejemjet:
protagonista principal de la obra. Personaje ficticio.
Sennefer:
alcalde de Tebas. Personaje real.
Senty y Sobekmose:
hijos de Mini. Personajes reales.
Senu:
soldado y amigo de Sejemjet. Personaje ficticio.
Siamún:
hijo de Tutmosis III. Personaje real.
Sitiah:
esposa de Tutmosis III y reina de Egipto. Personaje real.
Ta-iunet:
niñera real y madre de Menjeperreseneb. Personaje real.
Tamay:
mujer que recoge a Sejemjet del Nilo. Personaje ficticio.
Thutiy:
general del ejército de Tutmosis III. Personaje real.
Tjanuni:
escriba encargado de compilar los anales de Tutmosis III. Personaje real.
Tutmosis I (Ajeperkare):
faraón sucesor de Amenhotep I
,
que había muerto sin descendientes. Desposó a la princesa Ahmosis, hija de Ahmosis I, y se coronó con el nombre de Ajeperkare, «grande es el alma de Ra». Durante su reinado Egipto extendió sus fronteras en una gran campaña bélica. Personaje real.
Tutmosis II (Ajeperenre):
reinó en Egipto durante catorce años. Hermanastro y esposo de Hatshepsut y padre de Tutmosis III. Personaje real.
Tutmosis III (Menjeperre):
faraón de Egipto. Sería comparado en la historia con los grandes estrategas: durante los treinta y dos años de su reinado en solitario, emprendió diecisiete campañas. Muchos le llaman el Napoleón egipcio (su estatura no sobrepasaba los cinco pies, poco más de metro y medio) y su momia puede contemplarse en la actualidad en el Museo de El Cairo. Fue él quien grabó el famoso Jardín Botánico en el templo de Karnak (todavía hoy en día pueden leerse los célebres anales de Tutmosis III cuando se visita el templo). Durante su reinado levantó nada menos que siete obeliscos. Menjeperre, el nombre con que se coronó faraón de Egipto, significa «duradera es la manifestación de Ra». Personaje real.
Addu:
: véase Dagan.
Ammit:
diosa monstruosa con cabeza de cocodrilo, parte delantera de león y trasera de hipopótamo, que se encontraba presente en la sala del juicio final, donde se pesaba el corazón del difunto. En uno de los platos de la balanza se colocaba el corazón, y en el otro la pluma de la diosa de la justicia, Maat. Si el corazón pesaba más que la pluma, el difunto era condenado y Ammit le devoraba. Por ello era denominada la Devoradora de los Muertos.
Amón:
dios tebano conocido como «el rey de los dioses». Llegó a desplazar a Montu como dios de la guerra. Según Plutarco, Manetón asegura que Amón significa «lo que esta oculto», de ahí su sobrenombre: el Oculto.
Anat:
diosa guerrera que protegía a los carros de guerra y a los caballos durante las batallas.
Anubis:
dios egipcio con múltiples asimilaciones. Entre ellas, era tenido como el señor de la necrópolis mefita, así como dios protector de los embalsamamientos. Junto con Horus, era el encargado de acompañar al difunto para que le pesaran el corazón asegurándose de que la balanza se encontrara debidamente equilibrada.
Apofis:
serpiente de gran tamaño que simbolizaba a las fuerzas del mal, que desde el Más Allá amenazaban a la barca solar en su periplo para llegar al nuevo día.
Bes:
dios enano, deforme y grotesco relacionado con la música, la alegría y la embriaguez. Fue un genio simpático que tuvo una gran devoción en Egipto.
Dagan:
Dagan y Addu eran los dioses principales de los amorritas, posiblemente uno de los pueblos semitas occidentales más antiguos que se conocen, y que se establecieron al oeste del río Éufrates y en las planicies desérticas sirias y parte de su litoral.
Djehuty
: así llamaban los antiguos egipcios a Thot, ya que ésta es una palabra griega.
Hapy:
dios que representa el río Nilo y la inundación periódica.
Hathor
: diosa representada como una mujer con cabeza de vaca, que entre sus muchas representaciones, simbolizaba a la diosa de la belleza, el amor y la alegría.
Heka:
dios menor que personificaba a la magia. También era uno de los catorce
ka
de Ra. A los médicos-magos se les llamaba
hekas.
Heket:
la que hace respirar, la diosa rana protectora del hogar que también se encarga de los alumbramientos.
Horus
: fue el hijo postumo de Osiris e Isis. Cuando se hizo hombre retó a su tío Set para vengar la muerte de su padre. Hubo terribles combates entre ellos, en uno de los cuales, tras tenerlo a su merced, Set lo sodomizó. En la última lucha, Set arrancó un ojo a su sobrino, pero Horus lo cogió de nuevo y volvió a colocarlo en su lugar, para finalmente vencer a Set y castrarle. Era un dios vinculado a la realeza. Los antiguos egipcios consideraban al faraón una reencarnación de Horus, y así llamaban al soberano el Horus Dorado o el Horus viviente.
Iah:
señor del cielo, hacedor de eternidad. Antigua divinidad cuyo nombre se identificaba con la luna. Aunque ya se hablara de esta divinidad en los Textos de las Pirámides, los milenios hicieron que se le acabara identificando con Jonsu, y sobre todo con Thot, con quien llegó a estar íntimamente ligado hasta el punto de confundirlos.
Jonsu:
dios lunar de múltiples aspectos. Era hijo de Amón y Mut.
Maat:
diosa que encarnaba a la justicia y la verdad cuya pluma de avestruz, que portaba sobre su cabeza, servía de contrapeso en el pesaje del alma. Representaba el orden del cosmos.
Mesjenet:
diosa relacionada con la maternidad, protectora en el parto y la infancia. Acompaña al difunto y narra su vida ante los dioses en el Juicio de Osiris.
Min:
dios antiquísimo que se representaba bajo la forma de un hombre que portaba un casquete en la cabeza con dos altas plumas y un brazo levantado en el que sujeta un látigo. Tiene las piernas juntas y el falo en erección. Realmente era un dios generador, de la vegetación y de la fertilidad de la tierra. Tomaba diversas formas, entre ellas la de Kamufet (el toro de su madre), con la que fecundaba cada día a su esposa Jentiiabet, diosa del cielo (la que preside el Oriente), tras lo cual el sol renacía cada mañana de ella.