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Khaemuast, cuarto hijo de Ramses II y virtual gobernante del vasto imperio faraónico, es un hombre sabio y austero. El control de la administración y la vida cortesana son arduas obligaciones a las que se ve arrastrado por la incompetencia de su padre, más interesado en la pompa y el boato que en el difícil ejercicio del poder. Por el contrario, la verdadera pasión del príncipe es la historia, la magia y la medicina, y su prurito es hallar el mítico pergamino de Thot, «la fuente de la vida» para los antiguos egipcios. Cuando su sueño se hace por fin realidad en una lóbrega tumba en la llanura de Saqqara, Khaemuast sucumbe a su propia arrogancia y hace caso omiso de las más elementales normas de prudencia. El castigo, inmediato y fulminante, adopta la forma de una seductora mujer, y el príncipe aprende que el precio de la inmortalidad es demasiado alto para el ser humano.
Pauline Gedge
El papiro de Saqqara
ePUB v1.0
NitoStrad22.03.13
Título original:
Scroll of Saqqara
Autor: Pauline Gedge
Fecha de publicación del original: enero de 1990
Traducción: Edith Zilli
Diseño de cubierta: Ernesto Aparicio
Imagen: papiro. Libro de Ani, dinastíaXIX. British Museum.
Editor original: NitoStrad (v1.0)
ePub base v2.0
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A Bella, con cariño y profundo aprecio.
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KHAEMUAST: Príncipe. Cuarto hijo varón (tercero de los sobrevivientes) del faraón Ramsés II, gran sacerdote de Ptah, sacerdote de On, mago y médico. Treinta y siete años de edad.
NUBNOFRET: Princesa. Esposa de Khaemuast. Treinta y cinco años.
HORI: Príncipe. Segundo hijo varón de Khaemuast. Sacerdote de Ptah. Diecinueve años.
SHERITRA: Princesa. Hija de Khaemuast. Quince años. Su nombre significa «pequeño sol».
RAMSÉ5 II: Faraón del Egipto Superior e Inferior. Padre de Khaemuast. Sesenta y cuatro años.
ASTNOFERT: Esposa real de Ramsés y reina. Khaemuast es su segundo hijo varón. Cincuenta y nueve años.
RAMSÉS: Príncipe de la corona y heredero aparente. Primer hijo varón de Astnofert y hermano mayor de Khaemuast. Cuarenta y tres años.
SI-MONTU: Príncipe. Hermano mayor de Khaemuast. Cuarenta y dos años. Descalificado como posible heredero del trono por estar casado con Ben-Anath, hija de un capitán de la marina Siria. Dirige en Menfis un viñedo de su padre.
MERENPTAH: Otro de los hijos de Astnofert, hermano menor de Khaemuast. Treinta y un años.
BINT-ANATH: Reina, junto con su madre Astnofert. Hermana menor de Khaemuast. Treinta y seis años.
MERITAMÓN: Hija de Nefertari, primera esposa de Ramsés II. Reina de menor importancia. Veinticinco años.
SISENET: Noble de Coptos, radicado en Menfis. Cuarenta y cinco años.
TBUBUI: Mujer noble de Coptos. Treinta y cinco años.
HARMIN: Hijo de Tbubui. Dieciocho años.
AMEK: Capitán de la guardia de Khaemuast.
IB: Mayordomo de Khaemuast.
KA5A: Sirviente personal de Khaemuast.
PENBUY: Escriba de Khaemuast.
SUNERO: Agente de Khaemuast en Ninsu, en el Fayum.
UENNUFER: Gran sacerdote de Abidos y amigo de Khaemuast.
ANTEF: Servidor y confidente de Hori.
WERNURO: Servidora de Nubnofret.
BAKMUT: Servidora y compañera de Sheritra.
ASHAHEBSED: Escanciador y viejo amigo de Ramsés II.
AMUNMOSE: Jefe de guardianes de la Puerta del Harén de Ramsés II en Menfis.
AMÓN o AMÓN-RÉ: Centro de adoración en Tebas, Alto Egipto. Apodado «Rey de los dioses». Se creía que todos los faraones de la decimoctava dinastía descendían de él.
APIS: Toro sagrado, adorado a la vez como símbolo del sol y esencia de Ptah.
ATÓN: Dios solar predinástico de On.
BAST: Diosa gata que representaba el aspecto benéfico y alimentador del sol.
HORUS: Dios halcón. Hijo de Osiris. Cada faraón incorporaba su nombre a su título.
Hu: Lengua de Ptah, que todo lo creó hablando. Era la fuerza motivadora de la creación.
ISIS: Esposa de Osiris. Cuando Osiris fue asesinado por Set, ella reunió los fragmentos de su cuerpo y lo reconstituyó por arte de magia.
MAÂT El concepto de la estricta justicia, la verdad y el orden. Se simbolizaba por medio de una diosa ataviada con una pluma.
MUT: Esposa de Amón. Diosa buitre a la que se asociaba con las mujeres de la realeza.
NUT: Diosa del cielo.
OSIRIS: Antiguo dios de la fertilidad, adorado universalmente en Egipto, en especial entre el vulgo. Rey del país de los muertos.
PTAH: Creador del mundo.
RÉ: Dios del sol en su fuerza.
SET: Dios de las tormentas y la turbulencia. Asesino de Osiris. En ciertos períodos de la historia egipcia se convirtió en la personificación del mal. Durante el reinado de Ramsés II, Set alcanzó gran prominencia.
SHU: Dios del aire, que separa la tierra del cielo.
THOT: Dios de la medicina, la magia y las matemáticas. Patrono de los escribas e inventor de la escritura. Medidor del tiempo.
Egipto ha. 1250 a. C.
Menfis
Pi-Ramsés
Salve, ¡oh dioses del Templo del alma!,
que pesan cielo y tierra en las balanzas,
que brindan ofrendas fúnebres.
Khaemuast recibió el aire frío de la tumba con una agradable sensación. Entró tímidamente en el sepulcro, consciente de que su pie era como siempre el primero que hollaba la arena gris del suelo desde que los deudos, fallecidos también mucho tiempo atrás, habían retrocedido por los peldaños hacia la salida, seguidos por los barrenderos, para volverse con alivio hacia el sol ardiente y el caliente viento desértico, muchos siglos antes. «En este caso", musitó Khaemuast, mientras andaba con cautela por el estrecho pasillo, "la tumba se selló hace más de quince hentis. Mil años. Soy la primera persona viva que respira este aire en un milenio».
—¡Ib! —llamó, con aspereza—. Trae las antorchas. ¿En qué estás soñando ahí arriba?
El mayordomo, con una respetuosa disculpa, se apresuró a acercarse, resbalando y levantando una lluvia de afilados pedruscos que golpeó a Khaemuast en los tobillos, desnudos y polvorientos. Detrás, los esclavos se adelantaron, con obvia renuncia, portando las humeantes antorchas.
—¿Estás bien, padre? —La leve voz de tenor de Hori levantó ecos entre los muros opacos—. ¿Hará falta que apuntalemos algo?
Khaemuast echó un rápido vistazo a su alrededor y gritó que no. Su entusiasmo inicial se estaba conviniendo rápidamente en un desencanto que le era familiar. Después de todo, sus pies no eran los primeros que hollaban el suelo sagrado del lugar de descanso de aquel antiguo príncipe. Al salir del breve corredor, irguió la espalda y vio, a la vacilante luz de las antorchas, las claras y penosas evidencias del expolio. Las cajas que habían contenido las posesiones terrenas del muerto estaban desparramadas desordenadamente y vacías. Faltaban los frascos llenos de aceites preciosos y vinos de la mejor cosecha de su tiempo; sus únicos vestigios eran algunos trozos de lacre quebradizo y un tapón roto. Los muebles yacían caídos casi a los pies de Khaemuast: un banquillo de diseño simple; una silla de madera tallada cuyas patas representaban unos patos estrangulados, de ojos ciegos y cuellos fláccidos, que sostenían un asiento curvado y un respaldo en donde se arrodillaba sonriente Hu, la Lengua de Ptah; dos mesas bajas, a las que se habían arrancado las delicadas incrustaciones, y una cama cuyas dos mitades melladas habían sido empujadas contra una pared. Sólo los seis shawabtis, inmóviles y siniestros, permanecían intactos en sus nichos, en las paredes. Eran tan altos como un hombre, tallados en madera y pintados de negro; aún aguardaban el encantamiento que los devolvería a la vida para servir a sus amos en el mundo siguiente. La obra entera era sencilla, de líneas límpidas y agradables, elegante sin dejar de ser fuerte. Khaemuast pensó en su propia casa, atestada de aquellos ornamentos refulgentes y toscos que él tanto despreciaba, pero que su esposa admiraba por ser la última moda en cuestión de mobiliario; suspiró.