No hay nada que pueda hacer o alcanzar que lo acerque a la salvación más de lo que lo está en este momento. Esto puede ser difícil de comprender para una mente acostumbrada a pensar que todo lo que vale la pena está en el futuro. Ni nada de lo que usted hizo o le hicieron en el pasado le impide decir sí a lo que
es
y enfocar su atención profundamente en el Ahora. No puede hacer esto en el futuro. Lo hace ahora o no lo hace.
Hasta que no entre en la frecuencia de conciencia de la presencia, todas las relaciones y particularmente las relaciones íntimas serán profundamente defectuosas y en últimas disfuncionales. Pueden parecer perfectas por un tiempo, como cuando está "enamorado", pero invariablemente esta perfección aparente se interrumpe cuando las discusiones, los conflictos, la insatisfacción y la violencia emocional o incluso física ocurren cada vez con mayor frecuencia. Parece ser que la mayoría de las "relaciones amorosas" se convierten en relaciones de amor/odio muy pronto. El amor puede convertirse entonces en un ataque salvaje, en sentimientos de hostilidad o en el abandono completo del afecto en un abrir y cerrar de ojos. Esto se considera normal. La relación entonces oscila por un tiempo, unos meses o unos años, entre las polaridades del "amor" y el odio, y le proporciona tanto placer como dolor. No es poco común que las parejas se vuelvan adictas a esos ciclos. Su drama los hace sentir vivos. Cuando se pierde el equilibrio entre las polaridades positiva y negativa y los ciclos negativos, destructivos, ocurren con frecuencia e intensidad crecientes, lo que tiende a ocurrir tarde o temprano, no pasará mucho tiempo antes de que la relación finalmente fracase.
Puede parecer que si usted simplemente pudiera eliminar los ciclos negativos o destructivos, todo iría bien y la relación florecería hermosamente, pero esto no es posible. Las polaridades son mutuamente interdependientes. Usted no puede tener una sin la otra. Lo positivo ya contiene en sí mismo, aunque todavía sin manifestar, lo negativo. Los dos son de hecho aspectos diferentes de la misma disfunción. Estoy hablando aquí de lo que se llama comúnmente relaciones románticas, no del verdadero amor, que no tiene contrario porque surge de un lugar más allá de la mente. El amor como un estado continuo es todavía bastante raro, tan raro como los seres humanos conscientes. Sin embargo son posibles breves y elusivos atisbos de amor, siempre que hay una ruptura en la corriente de la mente.
El lado negativo de una relación es, por supuesto, más fácilmente reconocible como disfuncional que el positivo. Y también es más fácil de reconocer la fuente de la negatividad en su pareja que en usted mismo. Puede manifestarse en muchas formas: posesividad, celos, control, retraimiento y resentimiento no manifestado, la necesidad de tener la razón, insensibilidad y enfrascamiento, reclamos emocionales y manipulación, la necesidad de discutir, criticar, juzgar, culpar o atacar, ira, revancha inconsciente por el dolor pasado infligido por un padre, rabia y violencia física. En el lado contrario, usted está "enamorado" de su pareja. Este es al principio un estado profundamente satisfactorio. Usted se siente intensamente vivo. Su existencia se ha vuelto repentinamente significativa porque alguien lo necesita, lo desea y lo hace sentir especial, y usted siente lo mismo por él o ella. Cuando están juntos, se sienten completos. El sentimiento puede volverse tan intenso que el resto del mundo se desvanece en la insignificancia.
Sin embargo, puede que usted se haya dado cuenta también de que hay una cualidad de carencia y de apego en esa intensidad. Usted se vuelve adicto a la otra persona. Él o ella actúa sobre usted como una droga. Usted está en un punto alto cuando la droga está disponible, pero incluso la posibilidad o el pensamiento de que pueda no estar ahí para usted puede llevarlo a los celos, la posesividad, los intentos de manipulación por medio del chantaje emocional, la inculpación y las acusaciones, el miedo a la pérdida. Si la otra persona lo deja, esto puede hacer surgir la más intensa hostilidad o la tristeza y la desesperación más profundas. En un instante, la ternura amorosa puede convertirse en un ataque salvaje o en una tristeza espantosa. ¿Dónde está el amor ahora? ¿Puede el amor cambiar en un instante a su contrario? ¿Era amor desde un comienzo o solamente un apego adictivo?
¿Por qué nos volveríamos adictos a otra persona?
La razón por la que la relación de amor romántico es una experiencia tan intensa y universalmente perseguida es que parece ofrecer la liberación de un estado profundamente arraigado de miedo, necesidad, carencia y falta de plenitud que es parte de la condición humana en su estado no redimido o iluminado. Hay una dimensión física y otra psicológica en este estado.
En el nivel físico, usted obviamente no está completo, ni lo estará nunca: es un hombre o una mujer, es decir, la mitad del todo. En este nivel, la añoranza de la plenitud —el retorno a la unidad— se manifiesta como una atracción entre el macho y la hembra, la necesidad del hombre de una mujer, la necesidad de la mujer de un hombre. Es un impulso casi irresistible de unión con la polaridad de energía contraria. La raíz de este impulso es espiritual: la añoranza del fin de la dualidad, un retorno al estado de plenitud. La unión sexual es lo más cerca que usted puede estar de este estado en el plano físico. Por eso es la experiencia más profundamente satisfactoria que puede ofrecer el reino físico. Pero la unión sexual no es más que un atisbo fugaz de la plenitud, un instante de bienaventuranza. Mientras se busque inconscientemente como un medio de salvación, usted está buscando el fin de la dualidad en el nivel de la forma, donde no puede encontrarse. Usted recibe un atisbo tantálico del cielo, pero no se le permite habitar allí y se encuentra a sí mismo de nuevo en un cuerpo separado.
En el nivel psicológico, la sensación de carencia y de falta de plenitud es, acaso, aún mayor que en el nivel físico. Mientras esté identificado con la mente, usted tiene un sentido de sí mismo derivado del exterior. Es decir, usted obtiene el sentido de quién es de cosas que en últimas no tienen nada que ver con quién es usted: su papel social, las posesiones, la apariencia externa, los éxitos y fracasos, los sistemas de creencias, etcétera. Este ser falso, elaborado por la mente, el ego, se siente vulnerable, inseguro y siempre está buscando cosas nuevas con las cuales identificarse para que le den una sensación de que existe. Pero nunca nada es suficiente para darle una realización duradera. Su miedo y su sentido de carencia y necesidad permanecen.
Pero entonces llega esta relación especial. Parece ser la respuesta a todos los problemas del ego y llenar todas sus necesidades. Al menos así parece al principio. Todas las demás cosas de las que usted derivaba su sentido de sí mismo antes, ahora se vuelven relativamente insignificantes. Usted tiene ahora un solo punto focal que las reemplaza a todas, da sentido a su vida, y a través del cual usted define su identidad: la persona de la que está "enamorado". Ya no es un fragmento desconectado en un universo carente de afecto, o eso parece. Su mundo ahora tiene un centro: el amado. El hecho de que el centro esté fuera de usted y que, por lo tanto, usted todavía tenga un sentido de sí mismo derivado del exterior, no parece importar al principio. Lo que importa es que los sentimientos subyacentes de no plenitud, miedo, carencia y falta de realización, tan característicos del estado egotista, ya no están ahí. ¿O sí? ¿Se han disuelto o continúan existiendo bajo la feliz realidad superficial?
Si en sus relaciones usted experimenta "amor" y su contrario —ataque, violencia emocional, etcétera— es probable que esté confundiendo el apego del ego y la dependencia adictiva con el amor. Usted no puede amar a su pareja un momento y atacarla al siguiente. El verdadero amor no tiene contrario. Si su "amor" tiene un contrario, entonces no es amor sino una fuerte necesidad del ego de un sentido más profundo y completo de sí mismo, una necesidad que la otra persona llena temporalmente. Es el sustituto del ego para la salvación y por un corto tiempo casi se siente como la salvación.
Pero llega un punto en el que su pareja actúa de forma que deja de llenar sus necesidades, o más bien las de su ego. Los sentimientos de temor, dolor y carencia, que son una parte intrínseca de la conciencia egotista pero que habían sido ocultados por la "relación amorosa", ahora salen a la superficie. Igual que con cualquier otra adicción, usted está en un punto alto cuando la droga está disponible, pero invariablemente llega un momento en que la droga ya no le hace efecto. Cuando vuelven a aparecer esos sentimientos dolorosos, usted los siente incluso con más fuerza que antes, más aún, ahora percibe a su pareja como la causa de esos sentimientos. Esto quiere decir que los proyecta hacia afuera y ataca al otro con toda la violencia salvaje que es parte de su dolor. Este ataque puede despertar el dolor de la pareja y él o ella puede contraatacarlo. En ese punto el ego todavía espera inconscientemente que su ataque o sus intentos de manipulación serán suficiente castigo para inducir a su pareja a cambiar su conducta, de modo que pueda usarla de nuevo como protección de su dolor.
Toda adicción surge de una negativa inconsciente a enfrentar el dolor y salir de él. Toda adicción comienza con dolor y termina con dolor. No importa a qué sustancia sea usted adicto —alcohol, comida, drogas legales o ilegales, o una persona— usted está usando algo o a alguien para ocultar su dolor. Por eso, después de que la euforia inicial ha pasado, hay tanta infelicidad, tanto dolor en las relaciones íntimas. Ellas no producen dolor o infelicidad.
Sacan a la luz
el dolor y la infelicidad que ya hay en usted. Toda adicción hace eso. Toda adicción llega a un punto en el que ya no funciona para usted y entonces usted siente el dolor más intensamente que nunca.
Esa es una de las razones por las que la mayoría de las personas están siempre intentando escapar del momento presente y buscando algún tipo de salvación en el futuro. Lo primero que podrían encontrar si enfocaran su atención en el Ahora es su propio dolor y eso es lo que temen. Si supieran lo fácil que es acceder en el ahora al poder de la presencia que disuelve el pasado y el dolor, a la realidad que disuelve la ilusión. Si sólo supieran cuán cerca están de su realidad, cuán cerca de Dios.
Evadir las relaciones en un intento por evitar el dolor no es la solución tampoco. El dolor está ahí de todos modos. Es más probable que tres relaciones fallidas en tres años lo obliguen a despertar que tres años en una isla desierta o aislado en su habitación. Pero si pudiera traer intensa presencia a su soledad, eso también funcionaría para usted.
¿Podemos convertir una relación adictiva en una verdadera?
Sí. Estando presentes e intensificando la presencia al prestar atención más profundamente al Ahora: sea que usted viva solo o con una pareja, esa sigue siendo la clave. Para que el amor florezca, la luz de su presencia debe ser lo suficientemente fuerte para que no vuelva a ser dominado por el pensador o el cuerpo del dolor y los confunda con quien es usted. Conocerse a sí mismo como el Ser que hay bajo el pensador, la quietud que hay bajo el ruido mental, el amor y la alegría que hay bajo el dolor, es libertad, salvación, iluminación. Dejar de identificarse con el cuerpo del dolor es traer presencia al dolor y así transmutarlo. Dejar de identificarse con el pensamiento es ser el observador silencioso de sus pensamientos y su conducta, especialmente los patrones repetitivos de su mente y los roles representados por el ego.
Si usted deja de darle "identidad", la mente pierde su calidad compulsiva, que básicamente es el impulso de juzgar y así resistirse a lo que
es
, que crea conflicto, drama y dolor nuevo. De hecho, en el momento en el que el juicio se detiene por la aceptación de lo que
es
, usted está libre de la mente. Usted ha dejado sitio para el amor, para la alegría, para la paz. Primero usted deja de juzgarse a sí mismo: después deja de juzgar a su pareja. El mayor catalizador para el cambio en una relación es la aceptación completa de su pareja como es, sin necesidad de juzgar o de cambiarla de ninguna manera. Esto lo lleva a usted inmediatamente más allá del ego. Todos los juegos de la mente y todo apego adictivo se acaban entonces. No hay más víctimas ni victimarios, ni acusadores y acusados. Este es también el final de toda dependencia mutua, de ser arrastrado a los patrones inconscientes de otro y por lo tanto hacer posible que continúen. Ustedes entonces, o bien se separarán —en el amor— o entrarán juntos más profundamente en el Ahora, en el Ser. ¿Puede ser tan simple? Sí, es así de simple.
El amor es un estado del Ser. Su amor no está afuera: está profundamente dentro de usted. Usted nunca puede perderlo y él no puede dejarlo. No depende de otro cuerpo, de otra forma externa. En la quietud de su presencia usted puede sentir su propia realidad sin forma y sin tiempo como la vida no manifestada que anima su forma física. Usted puede entonces sentir la misma vida en lo profundo de todos los demás seres humanos y de todas las criaturas. Usted mira más allá del velo de la forma y la separación. Esa es la realización de la unidad. Ese es el amor.
¿Qué es Dios? La Vida Una eterna bajo todas las formas de la vida. ¿Qué es el amor? Sentir la presencia de esta Vida Una en lo profundo de sí mismo y de todas las criaturas. Ser eso. Por lo tanto, todo amor es el amor de Dios.
El amor no es selectivo, lo mismo que la luz del sol no es selectiva. No convierte a una persona en especial. No es exclusivo. La exclusividad no es el amor de Dios sino el "amor" del ego. Sin embargo, la intensidad con la cual el verdadero amor se siente puede variar. Puede haber una persona que refleja su amor más clara e intensamente que las demás y si esa persona siente lo mismo hacia usted, se puede decir que usted está en una relación amorosa con ella o él. El lazo que lo conecta con esa persona es el mismo que lo conecta con la persona que se sienta a su lado en el autobús, o con un pájaro, un árbol, una flor. Sólo que el grado de intensidad con el cual se siente es diferente.
Incluso en una relación que es adictiva en otros sentidos, puede haber momentos en los que algo más real brilla, algo más allá de sus necesidades adictivas mutuas. Esos son momentos en los que su mente y la de su pareja brevemente se calman y el cuerpo del dolor está temporalmente en un estado latente. Esto puede ocurrir a veces durante la intimidad física. O cuando los dos están presenciando el milagro del nacimiento de un niño, o en presencia de la muerte, o cuando uno de los dos está gravemente enfermo, cualquier cosa que vuelva la mente carente de poder. Cuando esto ocurre, su Ser, que está habitualmente enterrado bajo la mente, se revela y es eso lo que hace posible la verdadera comunicación.