El viajero (78 page)

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Authors: David Lozano

Tags: #Terror, Fantástico, Infantil y Juvenil

BOOK: El viajero
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Gracias a aquella bienvenida multitudinaria, recordaron también que los cuerpos fríos podían transmitir calor. Ya lo sentian, de hecho, con cada sonrisa que distinguían entre la muchedumbre que se aproximaba. Y eso que no se habían reunido todavía.

Ya habría tiempo de valorar el alcance de lo que podía provocar la fuga de Marc.

Pascal y Michelle se abrazaron de nuevo, y fue un abrazo prolongado, tan delicado como incontenible. El Viajero disfrutó de aquel contacto, que lo transportó al día más soleado de su mundo. El verdadero reencuentro. Fue consciente de que el romanticismo de aquella escena requería un beso, aunque faltara la luna en el cielo oscuro de aquella remota región. Pero le dio igual; lo importante era haber recuperado a Michelle, ella volvía a estar con ellos. Todo lo demás podía esperar, y eso incluía la gran pregunta que aún revoloteaba en el aire: ¿Querría ella salir con él después de todo? En el fondo, Pascal buscaba un indicio, una pista que le permitiera interpretar qué implicaba, exactamente, aquel abrazo. Pero el gesto prudente de Michelle no le permitió aventurar una respuesta. Habría que esperar. Todavía. Pascal volvió la cabeza y sus ojos se posaron en Beatrice. Beatrice...

Michelle, por su parte, libraba su propio conflicto interno ahora que veía al alcance su vuelta a casa; era muy consciente de lo que debía a su amigo; con aquel rescate in extremis, ella había contraído una deuda inmensa. Pero el amor no se regía por los criterios de la gratitud, y Michelle se daba cuenta de que, a pesar de todo lo vivido, el primer gesto con Pascal que le había salido de forma natural había sido un abrazo, no un beso. Estaba confusa, los sentimientos hacia su amigo se arremolinaban en su interior, impidiéndole distinguir su verdadera esencia. Ya habría tiempo.

Llevado de la intensidad que aún permanecía en el ambiente, Pascal también había olvidado la urgencia con la que debía comunicarse con sus amigos, que aguardaban en la tierra de los vivos.

Beatrice sonreía cerca de ellos, obligándose bajo su propia melancolía a comprender lo que quizá implicaba aquella efusividad entre la pareja, el cauce natural de los sentimientos.

Los dos vivos se lo merecían, ella no tenía derecho a interponerse. ¿O sí? Ni podía competir con un corazón que todavía latía, un tesoro que Michelle sí alojaba en su pecho joven. Aunque no se le escapó el detalle de que no se habían besado.

Para dejarles un poco de intimidad, el espíritu errante comenzó a caminar hacia los muertos que llegaban a recibirlos. Pronto podría recuperarse de sus heridas. Y había tanto que contar...

Pascal, en medio del placentero abrazo que lo unía todavía a Michelle, dirigió una última mirada hacia la oscuridad, aunque sin la íntima serenidad que cabía esperar. Allí había algo. Algo acechaba entre las sombras, percibía su aliento furtivo gracias a su condición de Viajero, y no conseguía quitarse de encima la inquietante sensación dé que estaba siendo observado desde las tinieblas, de que algún ser estudiaba cada ínfimo detalle de sus facciones, de su cuerpo. Quizá se trataba de Marc, libre de su disfraz de niño. Un ente oscuro que memorizaba la imagen del Viajero para no olvidarla, para reconocerla a lo largo del futuro incierto que se abría a partir de aquel preciso instante...

* * *

Los médicos habían obligado a los padres de Jules, todavía vestidos con los elegantes trajes que se habían puesto para acudir a la boda, a que abandonaran la habitación del hospital para que su hijo pudiese descansar. El chico sentía dolores en todo el cuerpo, pero sobre todo en su magullado rostro, a pesar de la anestesia. Quiso tocárselo, pero sus dedos torpes, entumecidos, solo sintieron el tacto algodonoso de los vendajes.

Todo se mezclaba en su cabeza, aunque intuyó que su presencia en aquel hospital constituía un buen indicio. Tenían que haber vencido al vampiro. Si no, ya estarían todos muertos... o algo peor. Y le habían dicho, además, que Dominique y Daphne se encontraban bien. Confió en que no le estuviesen mintiendo, algo que había visto en muchas películas.

Ya solo faltaba que Pascal y Michelle volviesen de aquella pesadilla. En caso contrario, de nada habría servido todo aquel esfuerzo.

Sintió una repentina punzada de remordimiento al acordarse de su vecina, una agradable mujer a la que no había advertido del peligro que corría aquella fatídica noche, porque tampoco él podía imaginar que el asedio del vampiro abarcaría todo el edificio. ¿Le habría ocurrido algo?

Jules gimió mientras procuraba cambiar de postura en la cama, con la imagen en la mente del vampiro cruzando la puerta del desván. El mero recuerdo de aquel monstruo, grabado para siempre en su memoria, le provocó un escalofrío. De forma inconsciente se acarició el cuello, casi en un acto reflejo que le permitiera disfrutar de un modo más auténtico de la suerte que habían tenido. Sin embargo, no obtuvo la sensación de recompensa que esperaba.

Porque su mano había acariciado una fina cicatriz. Jules tragó saliva, su cabeza envuelta en mil acuciantes paranoias.

Él jamás había tenido una herida allí. O eso creía recordar, ya no estaba seguro de nada.

Se le secó la boca, dejó de pestañear. No podía ser. Bajo la cicatriz, sintió el pulso constante, tranquilizador, de su yugular.

Entonces se calmó. Además, aquella señal en su piel, casi cicatrizada ya, no podía tener su origen en una lesión producida la noche anterior; tenía por fuerza que ser más vieja.

¿O no?

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