—Hikaru… Hikaru, ¿qué? ¿Quién es tu familia? ¿Cuál es tu pasado?
—…
—¿Por qué tienes poderes? ¿Por qué no necesitas comer, beber o dormir como el resto de los seres humanos? ¿Por qué te puedes curar a ti mismo? ¿Cuál es tu propósito en este mundo?
—¡Y yo qué sé, maldito bastardo! —reclama indignado Hikaru—. ¡Ustedes estuvieron jugando conmigo en su estúpido laboratorio, no recuerdo nada antes de eso, tú dímelo!
El ambiente irradia tensión.
—Hikaru es la sigla en inglés para unidad de combate auto-regenerativa de interfaz humana. Eres un Cyborg inventado por este laboratorio, un experimento. La prueba es el símbolo de la empresa realizado en relieve detrás de tu cuello.
Hikaru se lleva la mano al cuello y se sorprende.
—¡¡Esta marca no hace más que probar que ustedes estuvieron jugando con mi cuerpo!!
—Lo entiendes todo mal, Hikaru. No importa que te muestre de mi laboratorio, tú siempre creerás que es un experimento retorcido. ¿Qué puedo hacer para probártelo entonces?
—Quiero hablar con un científico de este laboratorio, Feder.
—Él ya no se encuentra aquí, fue derivado al hospital policial. Aun si pudiera traerlo para que hable contigo, no te dirá lo que quieres escuchar. Lo lamento.
—Me empiezo a cansar de este encierro. ¿Qué quieres conmigo?
—Aunque no quieras reconocerlo, eres propiedad de esta empresa y aún estábamos trabajando en ti cuando decidiste escapar. Podemos negociar tu libertad, pero quiero tenerte cerca. A cambio, quiero que trabajes para el laboratorio, tus conocimientos serían de gran ayuda.
—No es posible, la simple idea de trabajar aquí me desagrada. No cooperaré con ningún proyecto suyo.
—Bien, hay algo más… Me gustaría comprender cómo utilizas tu brazo. Las cosas que realizas con él no eran parte del diseño original, una anomalía. Si de eso surge un proyecto, las ganancias generadas serán más que suficientes para pagar los materiales de tu construcción, con eso podrías pagar tu libertad.
Hikaru lo medita por un momento.
—Bien, te explicaré cómo lo uso, y luego me tendrás que dejar ir y prometer no volver a meterte con mi vida.
—Hecho —responde Ruth mientras la compuerta se abre.
Ruth pone a Hikaru en una habitación con un grupo de científicos y juntos debaten durante todo un día. Finalmente Hikaru vuelve a casa.
El timbre suena, Muro atiende el portero y ve la cara de Hikaru en el monitor.
—Es Hikaru…
Muro corre a abrir la puerta y abraza a su amigo.
—Hikaru, me alegra mucho verte bien. ¿Qué fue lo que sucedió?
—Mira, es difícil de explicar —le contesta Hikaru rascándose la nuca—. ¿Por qué mejor no me cuentas cómo ha terminado el partido? ¿Lo continuaron, no es así?
—Para cuando volví del desmayo el partido ya estaba terminando. El equipo contrario había ganado mucha confianza desde que te llevaron, y nos estaban alcanzando en puntos, once a trece.
—¿Trece? ¿Quieres decir que nadie realizó ninguna anotación aparte de las mías?
—Supongo que los muchachos estaban desmoralizados… —dice Muro levantando los hombros.
—Ya dime, ¿cómo terminó? —Nosotros seguimos jugando a la defensiva hasta que se cumplió la hora, ganamos doce a trece —sonríe Muro.
—Eso es patético —dice Hikaru mientras se agarra la cabeza.
—Ya estaba por irme a la universidad a entrenar, tendremos el próximo partido en tres días, ¿vienes? ¿Seguirás jugando con nosotros, cierto?
—¡Seguro, vamos!
Hikaru y Muro en moto.
—¿Sabes? Me asocié al 3I…
—¿3I?
—Sí, Internet por IdIn, es una experiencia increíble… aunque me tiene un poco preocupado. Los noticieros han comenzado a hablar del virus del 3I, ya hay un muerto y cinco chicos en coma reportados. La cantidad de accidentes de gente que aparentemente ha estado manejando y navegando por 3I simultáneamente también se ha multiplicado.
—La estupidez humana no tiene límites…
Hikaru se siente muy afectado por el asunto. Piensa y se pregunta:
“¿Qué es este sentimiento? No es la primera vez. Antes ya he presentido que había algo que no me gustaba con este asunto del Internet por IdIn pero, ¿qué es?”
Esa misma tarde Hikaru se está desempeñando muy mal en el juego. Muro le pregunta:
—¿Qué te está pasando?
—Lo siento, estoy con la cabeza en otro lado. Mira, lo siento en serio. Debo irme, necesito aclarar unas cosas.
Hikaru se encuentra al anochecer en un café con Vulpécula, quien está tomando cerveza bajo una sombrilla.
—Me llegaron comentarios de la comisaría de que me andabas buscando.
—Quería hablar contigo.
—Seguro, ¿qué sucede?
—Creo que el Internet por IdIn es más de lo que muestran los medios.
—Silencio, espera un momento. ¿Qué te hace pensar eso? ¿Cómo saltas tan apresuradamente a semejante conclusión?
Vulpécula le pasa escrito en un papel “Te están siguiendo”. Hikaru se da vuelta repentinamente y observa a un hombre con un largo sobretodo y sombrero de ala que se da la vuelta y comienza a alejarse de ellos. Hikaru toca entonces la botella de cerveza de Vulpécula y ésta sale arrojada al sospechoso.
—¡Hey! ¡Mi cerveza! —grita Vulpécula.
El sospechoso gira y esquiva la botella, a la vez saca un láser y comienza a disparar. Hikaru agarra la sombrilla que atraviesa el centro de la mesa y la baja para cubrirse. Los láseres pasan de lado a lado la lona a pocos centímetros de él y de Vulpécula. Hikaru observa a través de un agujerito al sospechoso que corre alejándose y le arroja la sombrilla entera, que se cierra en el aire y traspasa al objetivo como una lanza.
—¡Lo has matado! —Vulpécula aún sentado regaña a Hikaru. ¡Ahora no sirve de nada, debes empezar a contenerte!
Mientras lo reta, el sospechoso se levanta nuevamente y sigue corriendo con la sombrilla atravesada.
—¿Eh?… —Hikaru aprieta los dientes—. Ahora si que lo parto…
—No. —Vulpécula lo detiene, saca un arma y le dispara un transmisor—. Listo, con esto sabremos adónde se dirige. Vamos a hablar a mi casa.
—Dime, ¿al final lograron capturarte en el partido de fastball? —pregunta Vulpécula.
—Uh, sí. ¿Cómo te has enterado?
—Los partidos de fastball interuniversitarios son televisados nacionalmente.
—Veo… al final me dejaron ir, negocié explicarles cómo utilizar mi poder a cambio de dejarme en paz.
—Mmm… eso ha sido muy tonto de tu parte, has dado información muy valiosa.
—Y ellos ni siquiera han cumplido su parte —dice Vulpécula mientras saca un rastreador—. Observa, esa cosa que te seguía está entrando en el laboratorio… —Vulpécula levanta una palanca que se encuentra debajo del rastreador y destapa un botón, lo aprieta para detonar el transmisor y volar en pedazos al sospechoso. Todo a escondidas de Hikaru—. Cuéntame ahora del asunto del Internet, ¿qué pruebas tienes?
—En realidad ninguna, es una corazonada. Siento que hay algo terriblemente mal, siempre lo sospeché de esa empresa, pero ahora mis temores se confirman, estoy seguro de que esas muertes por virus están relacionadas con el laboratorio…
—Hmm… no voy a ocultártelo, Hikaru, desde que salieron esas noticias la policía ha parado las orejas y el laboratorio es uno de los principales sospechosos. Una corazonada no es prueba suficiente para detener a una organización completa, así que han abierto una investigación sobre el laboratorio.
—Perfecto, ¿quién está a cargo?
—Yo. He estado en tema estos últimos días, así que es normal que me lo hayan asignado a mí.
—¿Y ya has averiguado algo?
—No mucho.
—Desviándome un poco del tema, ¿recuerdas al científico Feder? Hace tiempo que quiero hablar con él. La última vez que estuve en el laboratorio dijeron que lo tenía la policía, quizá tú sabes dónde se encuentra.
—Mmm, es curioso que lo menciones. Feder era el líder del proyecto de Internet por IdIn.
—Ya no puedo postergar más la visita a ese científico. —Hikaru se sobresalta, está enojado— necesito verlo ya. Tengo tantas preguntas que hacerle, llévame con él.
—Bien, te llevaré.
Vulpécula conduce a Hikaru en su auto hasta la casa de Feder.
—No me he vuelto a contactarme con Feder desde que abandonó el hospital policial. Luego de que salieron las noticias vine a verlo y esto estaba así —empuja la puerta y ésta se abre—. No hay rastros de él, sin embargo su IdIn sigue transmitiendo normalmente, por lo que debería estar vivo en algún lugar, pero la computadora no nos lo dirá a menos que se encuentre en peligro.
—Permiso.
—Pasa pasa, siéntete como en casa.
“Como en casa…” piensa Hikaru al comenzar a ver cada cosa. La casa entera tiene un toque de antigüedad. “Es extraño… siento como si cada cosa tuviera una conexión sentimental conmigo…”
—Si dejó una nota o algo acerca de su paradero lo desconozco, no he sido capaz de encontrarlo.
—O sea, alguien entra por la fuerza a la casa. No está interesado en robar nada, le pide amablemente a Feder que lo acompañe y él accede.
—Forzar una puerta para luego ser amable es un poco raro. Podría ser que Feder, sabiendo que estaba en peligro, haya abandonado su casa. Luego, el que forzó la fuerza para saldar cuentas no lo encontró.
—Ah, claro, eso tiene más lógica.
—En esos casos es normal que la gente deje pistas escondidas acerca de dónde se encuentra, usualmente en lugares secretos conocidos solamente por personas allegadas. He mandado un equipo completo de profesionales de policía, dieron vuelta la casa entera, pero no encontraron ni una nota, nada.
—¿Puedo dar una vuelta por la casa?
—Por supuesto. —Vulpécula le hace un gesto desinteresado—. Hikaru, ¿no te has preguntado por qué te permito saber todas estas cosas?
—Porque eres policía. Tu deber es servir y proteger. Y quieres ayudarme a encontrar a Feder.
—Jajaja, no, nada más alejado que eso. El hecho es que yo también busco a Feder y tú pareces tener una relación especial con él. Creo que podrías ser útil en la investigación, sólo eso. —Vulpécula hace una pausa—, ¿te gustaría trabajar conmigo?
Hikaru se queda mirándolo inexpresivo.
—Paséate con confianza, si encuentras algo házmelo saber.
Hikaru se pasea por la casa, se detiene particularmente en un armario repleto de chucherías. Le llama la atención una foto y la toma. En la foto se encuentran Feder y Javier abrazados, ambos lucen un poco más jóvenes y posan delante del emblema del laboratorio. Al levantar la foto deja al descubierto un espejo en el que se refleja una computadora antigua, deja la imagen y va a la computadora. En la habitación está el escritorio con la computadora, hay una biblioteca y unas estanterías con juguetes viejos.
Hikaru prende la máquina que se cuelga en el inicio por falta de rígido.
—Nos hemos llevado el rígido de esa PC, al igual que todos los CDS que encontramos, para revisarlos. También hemos mirado entre cada hoja de cada libro, y revisado cuidadosamente las tapas buscando que hubiera algo escondido… —dice Vulpécula desde la puerta de la habitación.
—Para alguien que le agradan tanto las antigüedades este sería el lugar más predecible, ¿no es así? ¿Qué hay de los juguetes?
—Todos fueron revisados cuidadosamente, no encontramos nada sospechoso.
Hikaru agarra una pistola de entre todos los juguetes. “Una pistola, ¿por qué siento nostalgia?” Mientras la observa aprieta el gatillo y dispara un tazo, que va a dar contra un muñeco que cae arriba de un escenario con soldaditos.
—Ups, lo siento. Enseguida lo acomodo.
—Te estaré esperando en el auto… —señala Vulpécula mientras sonríe con amargura.
Hikaru acomoda todo rápidamente a una velocidad propia de un autómata, y luego busca el tazo para ponerlo en el cargador del arma de juguete. Cuando saca el cargador caen todos los tazos que lleva adentro. Hikaru se agacha a recogerlos y los va colocando de a uno nuevamente en su lugar. Los mira con profundo sentimiento, hasta que toma uno medio despegado. “¿Por qué este no me hace saltar de alegría el corazón como el resto? Siento como si estuviera fuera de lugar…” Termina de despegar la calcomanía y descubre que es un dispositivo de almacenamiento, entonces piensa: “Lo he encontrado. ¿Qué debo hacer? Está claro que Feder no quería que nadie que no fuese el indicado lo encontrara… Si hubiese sido un mensaje para la policía, simplemente lo habría dejado sobre la mesa. No, sólo yo he sido capaz de encontrarlo. Será mejor que lo guarde en secreto por ahora”.
Vulpécula lleva a Hikaru a su casa.
—¿Considerarás lo del trabajar conmigo en este caso? —le pregunta antes de que se baje del auto.
—Lo pensaré.
Hikaru entra a la casa ya de noche y se encuentra con su amigo.
—Muro, lamento lo de esta tarde.
—Está bien, no necesitas darme explicaciones. Arregla tus problemas y vuelve a jugar cuando estés listo.
Hikaru sonríe.
—¿Sabes cómo leer el dispositivo? —le pregunta a la vez que le muestra el pequeño y circular dispositivo de almacenamiento.
—Eso es algo antiguo, pero tengo un adaptador que podría servir. Ven, lo veremos en la computadora.
Muro prepara todo y, cuando conectan el dispositivo, se encuentran con un único archivo enorme. Entonces lo ejecutan y, al hacerlo, la pantalla comienza a mostrar una enorme cantidad de caracteres que pasan rápidamente y sin cesar.
—Esto no tiene sentido —dice Hikaru.
Muro lo pone en pausa.
—Son caracteres sueltos. ¿De dónde sacaste esto?
—Espera un momento. ¿Puedes pasarlo de cero en cámara lenta?
—Mmm… no es una película, pero puedo ir pausándolo o lentificar el procesador. ¿Pero cuál es el sentido?
—Tan solo inténtalo —le pide amablemente Hikaru.
Muro manipula la computadora y ejecuta el archivo nuevamente.
—Aah, ahora sí tiene sentido… —murmura Hikaru.
Muro lo mira de reojo inquisitivamente. Para él la pantalla sigue mostrando caracteres sin sentido.
—Pero, ahora me resulta demasiado lento. —Hikaru piensa durante unos momentos—. Bien, tendrá que ser así… —se levanta de su silla y sale de la habitación— si soy un robot voy a sacarle provecho.
Hikaru se encamina hacia la sala donde el padre de Muro está viendo televisión.
—Javier… usted trabaja en el laboratorio, ¿no es así?