615
Los que habitaban en Buprasio y en el resto de la divina Élide, desde Hirmina y Mírsino, la fronteriza, por un lado y la roca Olenia y Alesio por el otro, tenían cuatro caudillos y cada uno de éstos mandaba diez veleras naves tripuladas por muchos epeos. De dos divisiones eran respectivamente jefes Anfímaco y Talpio, hijo aquél de Ctéato y éste de Éurito y nietos de Actor; de la tercera, el fuerte Diores Amarincida, y de la cuarta, el deiforme Polixino, hijo del rey Agástenes Augeida.
625
Los de Duliquio y las sagradas islas Equinas, situadas al otro lado del mar frente a la Elide, eran mandados por Meges Filida, igual a Ares, a quien engendró el jinete Fileo, caro a Zeus, cuando por haberse enemistado con su padre emigró a Duliquio. Cuarenta negras naves lo seguían.
631
Ulises acaudillaba a los cefalenios de ánimo altivo. Los de ítaca y su frondoso Nérito; los que cultivaban los campos de Crocilea y de la escarpada Egílipe; los que habitaban en Zacinto; los que vivían en Samos y sus alrededores; los que estaban en el continente y los que ocupaban la orilla opuesta: todos ellos obedecían a Ulises, igual a Zeus en prudencia. Doce naves de rojas proas lo seguían.
638
Toante, hijo de Andremón, regía a los etolios que habitaban en Pleurón, Oleno, Pilene, Calcis marítima y Calidón pedregosa. Ya no existían los hijos del magnánimo Eneo, ni éste; y muerto también el rubio Meleagro, diéronse a Toante todos los poderes para que reinara sobre los etolios. Cuarenta negras naves los seguían.
645
Mandaba a los cretenses Idomeneo, famoso por su lanza. Los que vivían en Cnoso, Gortina amurallada, Licto, Mileto, blanca Licasto, Festo y Ritio, ciudades populosas, y los que ocupaban la isla de Creta con sus cien ciudades: todos éstos eran gobernados por Idomeneo, famoso por su lanza, que con Meriones, igual al homicida Enialio, compartía el mando. Seguíanlo ochenta negras naves.
653
Tlepólemo Heraclida, valiente y alto de cuerpo, condujo en nueve buques a los fieros rodios que vivían, divididos en tres pueblos, en Lindo, Yáliso y Camiro la blanca. De éstos era caudillo Tlepólemo, famoso por su lanza, a quien Astioquía concibió del fornido Heracles, cuando el héroe se la llevó de Éfira, de la ribera del río Seleente, después de haber asolado muchas ciudades defendidas por nobles mancebos. Cuando Tlepólemo, criado en el magnífico palacio, hubo llegado a la juventud, mató al anciano tío materno de su padre, a Licimnio, vástago de Ares; y como los demás hijos y nietos del fuerte Heracles lo amenazaron, construyó naves, reunió mucha gente y huyó por el ponto. Errante y sufriendo penalidades pudo llegar a Rodas, y allí se estableció con los suyos, que formaron tres tribus. Se hicieron querer de Zeus, que reina sobre los dioses y los hombres, y el Cronión les dio abundante riqueza.
671
Nireo condujo desde Sime tres naves bien proporcionadas; Nireo, hijo de Aglaya y del rey Cáropo; Nireo, el más hermoso de los dánaos que fueron a Ilio, si exceptuamos al eximio Pelida; pero era tímido, y poca la gente que mandaba.
676
Los que habitaban en Nísiros, Crápato, Caso, Cos, ciudad de Eurípilo, y las islas Calidnas, tenían por jefes a Fidipo y Antifo, hijos del rey Tésalo Heraclida. Treinta cóncavas naves en orden lo seguían.
681
Cuantos ocupaban el Argos pélásgico, los que vivían en Alo, Álope y Traquine y los que poseían la Ftía y la Hélade de lindas mujeres, y se llamaban mirmidones, helenos y aqueos, tenían por capitán a Aquiles y habían llegado en cincuenta naves. Mas éstos no se cuidaban entonces del combate horrísono, por no tener quien los llevara a la pelea: el divino Aquiles, el de los pies ligeros, no salía de las naves, enojado a causa de la joven Briseide, de hermosa cabellera, a la cual había hecho cautiva en Lirneso, cuando después de grandes fatigas destruyó esta ciudad y las murallas de Teba, dando muerte a los belicosos Mines y Epístrofo, hijos del rey Eveno Selepíada. Afiigido por ello, se entregaba al ocio; pero pronto había de levantarse.
695
Los que habitaban en Fílace, Píraso florida, que es lugar consagrado a Deméter; Itón, criadora de ovejas; Antrón marítima y Pteleo herbosa, fueron acaudillados por el aguerrido Protesilao mientras vivió, pues ya entonces teníalo en su seno la negra tierra: matólo un dárdano cuando saltó de la nave mucho antes que los demás aqueos, y en Fílace quedaron su desolada esposa y la casa a medio acabar. Con todo, no carecían aquéllos de jefe, aunque echaban de menos al que antes tuvieron, pues los ordenaba para el combate Podarces, vástago de Ares, hijo de Ificlo Filácida, rico en ganado, y hermano menor del animoso Protesilao. Éste era mayor y más valiente. Sus hombres, pues, no estaban sin caudillo; pero sentían soledad de aquél, que tan esforzado había sido. Cuarenta negras naves lo seguían.
711
Los que moraban en Feras situada a orillas del lago Bebeide, Beba, Gláfiras y Yolco bien edificada, habían llegado en once naves al mando de Eumelo, hijo querido de Admeto y de Alcestis, divina entre las mujeres, que era la más hermosa de las hijas de Pelias.
716
Los que cultivaban los campos de Metone y Taumacia y los que poseían las ciudades de Melibea y Olizón fragosa, tuvieron por capitán a Filoctetes, hábil arquero, y llegaron en siete naves: en cada una de éstas se embarcaron cincuenta remeros muy expertos en combatir valerosamente con el arco. Mas Filoctetes se hallaba padeciendo fuertes dolores en la divina isla de Lemnos, donde lo dejaron los aqueos después que lo mordió ponzoñoso reptil. Allí permanecía afligido; pero pronto en las naves habían de acordarse los argivos del rey Filoctetes. No carecían aquéllos de jefe, aunque echaban de menos a su caudillo, pues los ordenaba para el combate Medonte, hijo bastardo de Oileo, asolador de ciudades, de quien lo tuvo Rena.
729
De los de Trica, Itome de quebrado suelo, y Ecalia, ciudad de Éurito el ecalieo, eran capitanes dos hijos de Asclepio y excelentes médicos: Podalirio y Macaón. Treinta cóncavas naves en orden los seguían.
734
Los que poseían la ciudad de Ormenio, la fuente Hiperea, Asterio y las blancas cimas del Títano, eran mandados por Eurípilo, hijo preclaro de Evemón. Cuarenta negras naves lo seguían.
739
A los de Argisa, Girtone, Orte, Elone y la blanca ciudad de Olosón, los regía el intrépido Polipetes, hijo de Pirítoo y nieto de Zeus inmortal (habíalo dado a luz la ínclita Hipodamía el mismo día en que Pirítoo, castigando a los hirsutos centauros, los echó del Pelio y los obligó a retirarse hacia los étices). Pero no estaba solo, sino que con él compartía el mando Leonteo, vástago de Ares, hijo del animoso Corono Ceneida. Cuarenta negras naves los seguían.
748
Guneo condujo desde Cifo en veintidós naves a los enienes e intrépidos perebos; aquéllos tenían su morada en Dodona, de fríos inviernos, y éstos cultivaban los campos a orillas del hermoso Titareso, que vierte sus cristalinas aguas en el Peneo de argénteos vórtices; pero no se mezcla con él, sino que sobrenada como aceite, porque es un arroyo del agua de la Éstige, que se invoca en los terribles juramentos.
756
A los magnetes gobernábalos Prótoo, hijo de Tentredón. Los que habitaban a orillas del Peneo y en el frondoso Pelio tenían, pues, por jefe al ligero Prótoo. Cuarenta negras naves lo seguían.
760
Tales eran los caudillos y príncipes de los dánaos. Dime, Musa, cuál fue el mejor de los varones y cuáles los más excelentes caballos de cuantos con los Atridas llegaron.
763
Entre los corceles sobresalían las yeguas del Feretíada, que guiaba Eumelo: eran ligeras como aves, apeladas, y de la mísma edad y altura; criólas Apolo, el del arco de plata, en Perea, y llevaban consigo el terror de Ares. De los guerreros el más valiente fue Ayante Telamonio mientras duró la cólera de Aquiles, pues éste lo superaba mucho; y también eran los mejores caballos los que llevaban al eximio Pelión. Mas Aquiles permanecía entonces en las corvas naves surcadoras del ponto, por estar irritado contra Agamenón Atrida, pastor de hombres; su gente se solazaba en la playa tirando discos, venablos o flechas; los corceles comían loto y apio palustre cerca de los carros de los capitanes que permanecían enfundados en las tiendas, y los guerreros, echando de menos a su jefe, caro a Ares, discurrían por el campamento y no peleaban.
780
Ya los demás avanzaban a modo de incendio que se propagase por toda la comarca; y como la tierra gime cuando Zeus, que se complace en lanzar rayos, airado, la azota en Arimos, donde dicen que está el lecho de Tifoeo; de igual manera gemía grandemente debajo de los que iban andando y atravesaban con ligero paso la llanura.
786
Dio a los troyanos la triste noticia Iris, la de los pies ligeros como el viento, a quien Zeus, que lleva la égida, había enviado como mensajera. Todos ellos, jóvenes y viejos, hallábanse reunidos en los pórticos del palacio de Príamo y deliberaban. Iris, la de los pies ligeros, se les presentó tomando la figura y voz de Polites, hijo de Príamo; el cual, confiando en la agilidad de sus pies, se sentaba como atalaya de los troyanos en la cima del túmulo del anciano Esietes y observaba cuando los aqueos partían de las naves para combatir. Así transfigurada, dijo Iris, la de los pies ligeros:
796
—¡Oh anciano! Te placen los discursos interminables como cuando teníamos paz, y una obstinada guerra se ha promovido. Muchas batallas he presenciado, pero nunca vi un ejército tal y tan grande como el que viene por la llanura a pelear contra la ciudad, formado por tantos hombres cuantas son las hojas o las arenas. ¡Héctor! Te recomiendo encarecidamente que procedas de este modo: Como en la gran ciudad de Príamo hay muchos auxiliares y no hablan una misma lengua hombres de países tan diversos, cada cual mande a aquellos de quienes es príncipe y acaudille a sus conciudadanos, después de ponerlos en orden de batalla.
806
Así dijo; y Héctor, conociendo la voz de la diosa, disolvió el ágora. Apresuráronse a tomar las armas, abriéronse todas las puertas, salió el ejército de infantes y de los que en carros combatían, y se produjo un gran tumulto.
811
Hay en la llanura, frente a la ciudad, una excelsa colina aislada de las demás y accesible por todas partes, a la cual los hombres llaman Batiea y los inmortales tumba de la ágil Mirina: allí fue donde los troyanos y sus auxiliares se pusieron en orden de batalla.
816
A los troyanos mandábalos el gran Héctor Priámida, el de tremolante casco. Con él se armaban las tropas más copiosas y valientes, que ardían en deseos de blandir las lanzas.
819
De los dardanios era caudillo Eneas, valiente hijo de Anquises, de quien lo tuvo la divina Afrodita después que la diosa se unió con el mortal en un bosque del Ida. Con Eneas compartían el mando dos hijos de Anténor: Arquéloco y Acamante, diestros en toda suerte de pelea.
824
Los ricos troyanos que habitaban en Zelea, al pie del Ida, y bebían el agua del caudaloso Esepo, eran gobernados por Pándaro, hijo ilustre de Licaón, a quien Apolo en persona dio el arco.
828
Los que poseían las ciudades de Adrastea, Apeso, Pitiea y el alto monte de Terea, estaban a las órdenes de Adrasto y Anfio, de coraza de lino: ambos eran hijos de Mérope Percosio, el cual conocía como nadie el arte adivinatoria y no quería que sus hijos fuesen a la homicida guerra; pero ellos no lo obedecieron, impelidos por las parcas de la negra muerte.
835
Los que moraban en Percote, a orillas del Practio, y los que habitaban en Sesto, Abidos y la divina Arisbe eran mandados por Asio Hirtácida, príncipe de hombres, a quien fogosos y corpulentos corceles condujeron desde Arisbe, desde la ribera del río Seleente.
840
Hipótoo acaudillaba las tribus de los valerosos pelasgos que habitaban en la fértil Larisa. Mandábanlos él y Pileo, vástago de Ares, hijos del pelasgo Leto Teutámida.
844
A los tracios, que viven a orillas del alborotado Helesponto, los regían Acamante y el héroe Píroo.
846
Eufemo, hijo de Treceno Céada, alumno de Zeus, era el capitán de los belicosos cícones.
848
Pirecmes condujo los peonios, de corvos arcos, desde la lejana Amidón, desde la ribera del anchuroso Axio; del Axio, cuyas límpidas aguas se esparcen por la tierra.
851
A los paflagonios, procedentes del país de los énetos, donde se crían las mulas cerriles, los mandaba Pilémenes, de corazón varonil: aquéllos poseían la ciudad de Citoro, cultivaban los campos de Sésamo y habitaban magníficas casas a orillas del río Partenio, en Cromna, Egíalo y los altos montes Eritinos.
856
Los halizones eran gobernados por Odio y Epístrofo y procedían de lejos: de Álibe, donde hay yacimientos de plata.
858
A los misios los regían Cromis y el augur Énnomo, que no pudo librarse, a pesar de los agüeros, de la negra muerte; pues sucumbió a manos del Eácida, el de los pies ligeros, en el río donde éste mató también a otros troyanos.
862
Forcis y el deiforme Ascanio acaudillaban a los frigios que habían llegado de la remota Ascania y anhelaban entrar en batalla.
864
A los meonios los gobernaban Mestles y Antifo, hijos de Talémenes, a quienes dio a luz la laguna Gigea. Tales eran los jefes de los meonios, nacidos al pie del Tmolo.
867
Nastes estaba al frente de los carios de bárbaro lenguaje. Los que ocupaban la ciudad de Mileto, el frondoso monte Ftirón, las orillas del Meandro y las altas cumbres de Mícale tenían por caudillos a Nastes y Anfímaco, preclaros hijos de Nomión; Nastes y Anfímaco, que iba al combate cubierto de oro como una doncella. ¡Insensato! No por ello se libró de la triste muerte, pues sucumbió en el río a manos del celerípede Eácida del aguerrido Aquiles, el de los pies ligeros; y éste se apoderó del oro.
876
Sarpedón y el eximio Glauco mandaban a los licios, que procedían de la remota Licia, de la ribera del voraginoso Janto.
* La primera se interrumpe para que se verifique el combate singular de Alejandro y Menelao, que no produce ningún resultado, pues, cuando aquél va a ser vencido, lo arrebata por los aires su madre la diosa Afrodita y lo lleva al lado de Helena.