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Authors: Jerry Pournelle & Larry Niven

Tags: #Ciencia Ficción

La paja en el ojo de Dios

BOOK: La paja en el ojo de Dios
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Año 3017 d.C. Aunque el Segundo Imperio del Hombre abarca cientos de sistemas solares, todavía no se ha contactado con otros seres inteligentes. El hallazgo de una insólita nave espacial con el cuerpo exánime de un alienígena en el interior conducirá a los humanos hasta una lejana estrella inmersa en una densa nube de polvo estelar: la Paja. Una expedición descubrirá allí una antiquísima civilización, amable y hospitalaria, pero que rehúye tratar de ciertos aspectos de su sociedad. Y es que bajo las sonrisas tranquilizadoras, los pajeños ocultan un secreto planetario de impacto universal y devastador. Compuesta a cuatro manos en perfecta sintonía, esta novela conjuga acción, drama, suspense, tecnología y alienígenas verosímiles, política y violencia. Su extraordinario poder de entretenimiento y sorpresa la ha convertido en una auténtica obra de culto.

Jerry Pournelle & Larry Niven

La paja en el ojo de Dios

ePUB v1.1

GONZALEZ
03.01.12

Título original:
The Mote in God's Eye

Traducción de José Manuel Álvarez Flórez

Fecha Edición: 07/1994

Publicación: Mr Ediciones

Colección: Gran super ficción

ISBN 13: 978-84-270-1909-6

ISBN 10: 84-270-1909-2

A Marilyn y Roberta,

que nos soportaron mientras escribíamos esto;

y a Lurton y Ginny,

que nos hicieron repetir el trabajo.

¿Cómo ves la paja en el ojo de tu hermano y no ves la viga en el tuyo?

SAN MATEO 7, 3

Lista de personajes

RODERICK HAROLD, Lord Blaine, Marina Espacial Imperial.

ARKLEY KELLEY, artillero, Infantería de Marina Imperial, y criado de la familia Blaine.

ALMIRANTE SIR VLADIMIR RICHARD GEORGE PLEJANOV, vicealmirante al mando de las fuerzas de la Marina Imperial y general gobernador en funciones, Nueva Chicago.

CAPITÁN BRUNO CZILLER, Marina Espacial Imperial, capitán de la nave
MacArthur.

JOHN CARGILL, MEI, primer teniente de la
MacArthur.

JOCK (SANDY) SINCLAIR, MEI, ingeniero jefe de la
MacArthur.

HORST STALEY, MEI, veterano a bordo de la
MacArthur.

JONATHON WHITBREAD, Marina Espacial Imperial

KEVIN RENNER, piloto jefe, reserva de la Marina Espacial Imperial.

LADY SANDRA LIDDELL LEONOVNA BRIGHT FOWLER, doctora en antropología por la Universidad Imperial de Esparta.

Su EXCELENCIA HORACE HUSSEIN BURY, comerciante y magnate; presidente del Consejo de Autonética Imperial, Ltd.

GAVIN POTTER, Marina Espacial Imperial.

ALMIRANTE DE LA FLOTA HOWLAND CRANSTON, comandante en jefe de las fuerzas de Su Majestad más allá del Saco de Carbón.

Su ALTEZA IMPERIAL RICHARD STEFAN MERRILL, Virrey de los dominios de Su Majestad más allá del Saco de Carbón.

DR. ANTHONY HORVATH, Ministro de Ciencias para el Sector Trans-Saco de Carbón.

DR. JACOB BUCKMAN, astrofísico.

PADRE DAVID HARDY, capitán-capellán, reserva de la Marina Espacial Imperial.

ALMIRANTE LAVRENTI Kutuzov, vicealmirante al mando de la expedición de Su Majestad más allá del Ojo de Murcheson.

SENADOR BENJAMÍN BRIGHT FOWLER, jefe de la Mayoría y miembro del Consejo Privado.

DR. SIGMUND HOROWITZ, profesor de xenobiología de la Universidad de Nueva Escocia.

HERBERT COLVIN, antiguo capitán de las fuerzas espaciales de la República de la Unión y antiguo capitán del crucero de la Unión
Defiant.

Cronología

1969 Neil Armstrong pone el pie en la Luna de la Tierra.

1990 La serie de tratados entre Estados Unidos y la Unión Soviética crean el Condominio.

2008 Primera prueba con éxito del motor interestelar. Perfeccionamiento del Impulsor Alderson.

2020 Primeras colonias interestelares. Inicio del Gran Éxodo.

2040 La Oficina de Reorientación del Condominio inicia las primeras expediciones transistemáticas de convictos. Colonización de Esparta y St. Ekaterina.

2079 Sergei Lermontov es nombrado Gran Almirante de la Flota Espacial del Condominio.

2103 Las Grandes Guerras Patrióticas. Fin del Condominio. Éxodo de la Flota.

2110 Coronación de Lysander I de Esparta. La Flota jura lealtad al trono espartano. Con el pacto matrimonial entre las dinastías se consigue la unión entre Esparta y St. Ekaterina.

2111 Principio de las Guerras de Desarrollo.

2250 Leónidas I proclama el Imperio del Hombre.

2250-2600 El Imperio del Hombre impone la paz interestelar.

2450 Jasper Murcheson explora las regiones situadas más allá del Saco de Carbón. Terraformación de Nueva Escocia.

2603 Inicio de las Guerras Separatistas. Aparición de los superhombres de Sauron. Destrucción casi total de St. Ekaterina.

2640 Continuación de las Guerras Separatistas. Edad Media en muchos sistemas. Ocaso del Primer Imperio. Exterminio de los superhombres de Sauron.

2800 Fin del comercio interestelar. Piratería y bandidaje. Edad Media.

2862 La luz coherente de la Paja llega a Nueva Escocia.

2870 Fin de las Guerras Separatistas.

2882 Howard Grote Littlemead funda la Iglesia de Él en Nueva Escocia.

2902 La luz coherente de la Paja cesa de forma abrupta.

2903 Leónidas IV de Esparta proclama el Segundo Imperio del Hombre. Se efectúa el Juramento de la Reunión.

3016 Revuelta de Nueva Chicago.

3017 PRIMER CONTACTO.

Prólogo

«En los últimos mil años de historia ha sido tradicional considerar el impulsor Alderson como una bendición absoluta. Sin el viaje a velocidad superior a la de la luz, que hizo posible el descubrimiento de Alderson, la humanidad habría quedado atrapada en la pequeña cárcel del sistema solar cuando las Grandes Guerras Patrióticas destruyeron el Condominio en la Tierra. En vez de eso, nos hemos establecido ya en más de doscientos mundos.

»Una bendición, sí. Estaríamos ya extinguidos si no hubiese sido por el impulsor Alderson. Pero ¿carece de inconvenientes? Considerémoslo. Lo mismo que nos permitió colonizar las estrellas, los mismos contactos interestelares que permitieron la formación del Primer Imperio hicieron posible la guerra interestelar. Los mundos se hundieron en doscientos años de Guerras Separatistas y fueron colonizados y destruidos por naves que utilizaban el Impulsor Alderson.

»Debido al Impulsor Alderson no tenemos ni que considerar siquiera el espacio que media entre las estrellas. Porque podemos saltar entre los sistemas estelares en un tiempo cero, y nuestras naves y los impulsores de nuestras naves sólo tienen que cubrir distancias interplanetarias. Decimos que el Segundo Imperio del Hombre gobierna doscientos mundos y todo el espacio intermedio, unos quince millones de parsecs cúbicos...

«Consideremos el cuadro verdadero. Pensemos en las miríadas de pequeñas burbujas, muy esparcidas, que se elevan a través de un inmenso mar negro. Controlamos algunas de las burbujas. De las aguas nada sabemos...»

De un discurso pronunciado por el doctor Anthony Horvath en el Instituto Blaine, 3029 d. de C.

Primera parte

La sonda de Eddie el Loco

1 • Mando

3017 d. de C.

—Saludos del almirante, y que vaya usted a su oficina inmediatamente —comunicó el brigadier Staley.

El comandante Roderick Blaine echó una nerviosa ojeada al puente, donde sus oficiales dirigían las reparaciones con voces bajas y urgentes, cirujanos ayudando en una difícil operación. El compartimiento de gris acero era una confusión de actividades, que aunque fuesen ordenadas cada una de ellas independientemente, daban una impresión general de caos. Las pantallas del sector de timonel mostraban el planeta de abajo y las otras naves en órbita junto a la
MacArthur,
pero habían sido retirados los paneles de los cuadros de mando por todas partes, y se veían los instrumentos de control de su interior, y los técnicos trabajaban con instrumentos electrónicos de colores codificados para sustituir todo lo que pareciese dudoso. Resonaban a través de la nave golpes y chirridos en los lugares donde los del grupo de ingeniería de la tripulación trabajaban en el casco.

Se veían por todas partes las huellas del combate, horribles quemaduras donde el Campo Langston protector de la nave se había sobrecargado momentáneamente. Un agujero irregular mayor que el puño de un hombre atravesaba por completo un cuadro de mandos, y dos técnicos parecían permanentemente instalados en el sistema por una red de cables. Rod Blaine contempló las manchas negras de su traje de combate. Aún persistía el olor a vapor metálico y a carne quemada en su olfato, o en su cerebro, y volvía a ver el fuego y el metal fundido brotar del casco y caer sobre él. Aún tenía el brazo izquierdo vendado sobre el pecho con una venda elástica, y podía seguir la mayoría de las actividades de la semana anterior por las manchas que llevaba.

¡Y llevo a bordo sólo una hora!, pensó. Con el capitán fuera, y todo este caos. ¡No puedo irme ahora! Se volvió al brigadier.

—¿Ahora mismo?

—Sí, señor. La señal indicaba que era urgente.

No había nada que hacer, entonces, y cuando el capitán volviese a bordo sería un infierno para Rod. El teniente Cargill y el ingeniero Sinclair eran hombres competentes, pero Rod era oficial ejecutivo y el control de los daños era responsabilidad suya, aunque hubiese estado fuera de la
MacArthur
cuando ésta había recibido la mayoría de los impactos.

El asistente de Rod carraspeó discretamente y señaló el uniforme sucio.

—Señor, ¿tendremos tiempo de ponerlo más decente?

—Buena idea.

Miró el tablero de posición para asegurarse. Sí, aún faltaba media hora para que pudiese tomar un vehículo para descender a la superficie del planeta. Descender antes no le llevaría más deprisa a la oficina del almirante. Sería un alivio desprenderse de aquellas ropas de trabajo. No se las había quitado desde que le habían herido.

Tuvieron que enviar por un cirujano para desvestirle. El médico examinó la tela blindada embebida en su brazo izquierdo y murmuró:

—No se mueva, señor. Este brazo está hecho un buen guiso. —Su tono era desaprobatorio—. Debería haberse internado hace una semana.

—Imposible —replicó Rod.

Una semana antes la
MacArthur
había estado combatiendo con una nave de guerra rebelde, que la había alcanzado más veces de lo que debiera antes de rendirse. Después de la victoria Rod tuvo que hacerse cargo de la nave enemiga, y allí no había servicios para un tratamiento adecuado. Cuando le retiraron la venda olió algo peor que sudor de una semana. Aquel olor podía ser de gangrena.

—Sí señor. —El médico retiró más vendas. La tela sintética era dura como el acero—. Ahora tendrá que someterse a cirugía, comandante. Para que puedan trabajar los estimuladores regenerativos hay que quitar todo esto. Y mientras esté usted internado podremos arreglar esa nariz.

—Me gusta mi nariz —le dijo Rod fríamente.

Se tocó el apéndice, ligeramente torcido, y recordó la batalla en la que se lo había roto. Rod consideraba que le hacía más viejo, lo que no estaba mal a los veinticuatro años normales; y era la enseña de un triunfo ganado, no heredado. Rod estaba orgulloso de sus antecedentes familiares, pero había veces que la reputación de los Blaine resultaba algo difícil de mantener.

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