Los bandidos de Internet (6 page)

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Authors: Michael Coleman

Tags: #Infantil, #Policíaco

BOOK: Los bandidos de Internet
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Lo había visto en GAMEZONE, hacía unos sei meses, cuando fue a ver el nuevo ordenador de desa rrollo que habían adquirido. El hombre que se en contraba en el umbral de la puerta del estudio era un de los que le había acompañado en la visita a la em| presa.

—Brett Hicks —dijo Rob con voz queda. —Muy bien. A la primera. —Trabajas para mis padres. —Trabajaba —le corrigió. Su sonrisa se desvane

ció—. Habla en pasado. Tu viejo me despidió hace tres meses.

—¿Que te despidió? —repitió Rob. Ahora lo entendía—. Te pillaron intentando entrar en el ordenador de desarrollo, ¿no?

Hicks asintió.

—Antes de que lo consiguiera. El dichoso aparato estaba demasiado bien protegido. Además era demasiado pronto. Lo que yo quería aún no estaba preparado. Pero ahora sí...

Rob lo miró.

—¿A qué te refieres?

—La
fascinación del laberinto
—le respondió—. Mis contactos me han dicho que ayer editaron el
gold
. —Hicks recuperó la sonrisa—. Y todos los empleados de GAMEZONE saben que el gran jefe tiene una superstición. Siempre se lleva el disquete a casa para probarlo durante unos días. —Miró detrás de él, hacia el estudio del señor Zanelli—. Así que por eso he venido, Rob. ¿Te importa que te llame por tu nombre? Sabes, Rob, antes de que vuelvan tus padres voy a encontrar ese disquete, y me lo voy a llevar.

—¿Popor qué? —tartamudeó el muchacho aunque sabía perfectamente la razón.

—Vamos, Rob. Elaine dice que eres listo. Ya sabes lo que vale ese disco. Puedo hacer cien mil copias piratas del juego y venderlas en el mercado negro. Cien mil copias a cinco libras cada una...

—Medio millón de libras —dijo Elaine Kirk—.

Y nosotros nos largamos del país y nos perdemos por ahí.

Cuando su profesora habló por vez primera desde la aparición de Hicks, Rob se volvió.

—Tú, tú también estás compinchada, ¿no? —dijo—. ¿Por qué?

—Por dinero. Así de sencillo —respondió encogiéndose de hombros...

Rob volvió a observar el traje nuevo que llevaba y recordó toda la ropa y joyas nuevas que se había comprado desde que era su profesora.

—Me encanta gastar.

—He estado buscando la manera de vengarme de tu viejo desde que me despidió —dijo Brett Hicks—. Voy a poner la casa patas arriba hasta que encuentre ese disco. —Se levantó y habló en un tono de voz más duro—. Llévalo a algún sitio, Elaine.

—¿Adonde?

—A cualquier sitio. ¿Qué más da? —Hicks bajó la mirada hacia Rob—. Quiero decir que no es muy probable que se vaya corriendo a buscar ayuda, ¿no?

Soltó una risa sarcástica mientras Elaine Kirk cogía a Rob por los hombros y hacía girar la silla. «Muy buena. Ir corriendo a buscar ayuda.» Sonriendo como antes, Hicks volvió a entrar en el estudio del señor Zanelli.

Rob ni siquiera opuso la más mínima resistencia.! ¿Qué podía hacer? Nada. Tenía los ojos inundados i de lágrimas cuando Elaine Kirk lo acercaba a su habi) tación. Abrió la puerta y lo introdujo en el interior. Cerró la robusta puerta con llave desde fuera.

«No es muy probable que se vaya corriendo a buscar ayuda, ¿no?...»

Las crueles palabras de Hicks resonaban en la cabeza de Rob. Por supuesto que no podía ir corriendo a buscar ayuda. No podía correr desde que tenía ocho años... desde el accidente.

Preso de la cólera y de la impotencia, Rob golpeó los brazos de su silla de ruedas con las palmas de las manos. ¡Cuántas veces había deseado poder correr! ¡Cuántas veces había deseado no tener que quedarse en su habitación con el ordenador como única compañía!

El ordenador...

Rob observó la página en blanco del correo electrónico, que esperaba pacientemente que escribiera un mensaje para Tamsyn.

¡Eso era! No podía ir a buscar ayuda pero tal vez no iba a ser necesario. Quizá podía pedir ayuda de otra forma.

A toda velocidad, pulsó la tecla BLOQ MAYÚS y empezó a escribir...

TAMSYN, NECESITO AYUDA

Pero en cuanto empezó, oyó a Brett Hicks gritando:

—Elaine, ¿el muchacho tiene ordenador? ¿Con correo electrónico?

—¡Sí!

—¡Pues desconéctalo! No quiero que envíe mensajes...

Rob no oyó el resto. Lo único que oía era el sonido de los zapatos de tacón de su profesora mientras se acercaba al dormitorio.

Rob estaba confuso. ¿Qué iba a hacer? No tenía tiempo de explicar lo que había pasado. Como mucho podía... sí, tal vez funcionara. Si Tamsyn era una chica lista...

El muchacho aporreó la tecla INTRO varias veces hasta que las tres palabras que había escrito dejaron de verse en la pantalla. Entonces, justo cuando oyó que la llave giraba en la cerradura, escribió algunos caracteres como un poseso.

Desesperado, desplazó el cursor del ratón hasta el botón ENVIAR e hizo clic.

Justo a tiempo.

En cuanto Elaine Kirk abrió la puerta, se abalanzó hacia el ordenador y arrancó el cable del módem de la roseta telefónica. Acto seguido, recorrió con la mirada los caracteres que su alumno acababa de teclear. A Rob el corazón le latía a cien por hora. ¿En' tendía lo que significaban?

—¡No hay problema! —gritó Elaine Kirk por encima de su hombro mientras desconectaba el ordenador.

Rob exhaló un suspiro de alivio al ver que no había entendido lo que él había tecleado.

Brett Hicks entró en la habitación. Se detuvo y dirigió la mirada hacia el ordenador. —¿Tiene juegos ahí? Ella meneó la cabeza.

—Antes se lo he preguntado y me ha dicho que no.

Hicks pareció sopesar la respuesta. Durante unos instantes, Rob creyó que iba a poner en marcha el ordenador, pero, por el contrario, agarró con fuerza los mangos de la silla de ruedas y le dio la vuelta.

—Voy a alejarte de este ordenador —murmuró Hicks.

Mientras lo llevaba con brusquedad al salón, Rob no se había sentido nunca tan solo.

¿Serviría de algo el mensaje que había enviado? Era mucho pedir. Elaine Kirk no se había percatado de que era una llamada de socorro, pero ¿y Tamsyn?

5

Instituto Abbey, 11.00 horas

—¿Qué demonios significa esto? —le preguntó Tamsyn. Se estaba empezando a arrepentir de haberse dejado convencer por Josh de perderse el recreo para comprobar si habían recibido correo electrónico.

—Quiere decir que está chiflado —respondió él—. Como una cabra. Chalado. ¿Me entiendes?

—Te entiendo —contestó ella—. ¡Lo que no entiendo es el mensaje!

Ella y Josh volvieron a observar el mensaje de correo electrónico que aparecía en pantalla.

—La fecha es de hoy —comentó Tamsyn—. Así que no puede tratarse de una broma del Día de los Inocentes.

—A lo mejor lo hace durante todo el año —resopló Josh.

Tamsyn movió la cabeza lentamente. Tal vez Josh estaba en lo cierto y no era más que un estúpido mensaje para que se devanaran los sesos un buen rato. Pero si era así, ¿por qué no había dicho nada sobre la broma de
David Copperfield
que, a juzgar por el mensaje de la amiga de ZMASTER, Lauren King, no había tenido mucho éxito?

—¿Y si no es una broma? —preguntó Tamsyn.

—¡Venga ya! —exclamó Josh—. ¡Lo único que quiere es vengarse por lo que intentamos hacerle!

—Tal vez debería enviarle un mensaje que diga «¡Tregua!».

—Haz lo que te dé la gana —gruñó Josh—. Por lo que a mí respecta, cortaría la conexión con nuestro amigo ZMASTER. Tengo otras cosas mejores a las que dedicar mi tiempo, como empezar a redactar el informe que se supone debemos entregar al señor Findlay, ¿recuerdas? —Se puso en pie como si se fuera á marchar.

—No lo he olvidado, Josh —asintió ella. Tamborileó la pantalla del ordenador con un dedo—. ¿Y por qué no utilizamos esto en nuestro informe? Si Internet sólo sirve para gastar bromas tontas...

—Lo cual es cierto —sonrió abiertamente—, porque nosotros lo hemos puesto en práctica.

—¿Y no deberíamos incluirlo en el informe? —Volvió a mirar el mensaje de ZMASTER—. Si es que es una broma tonta, claro.

Josh exhaló un suspiro y se sentó de nuevo junto a su amiga. Entonces leyó en voz alta:

—«TAMSYN, NECESITO AYUDA.»

En mayúsculas —añadió ella—. En un mensaje de correo electrónico que me envió dijo que eso era como gritar.

—¿Y qué?

—Pues, ¿por qué lo hace?

—A mí que me registren. Yo qué sé. —Josh se encogió de hombros.

Después de las tres palabras que habían leído, no había más que el gran espacio en blanco que Rob había creado al pulsar la tecla INTRO repetidas veces con el fin de desplazar el mensaje hacia arriba, para que Elaine no lo pudiera ver.

Tamsyn pulsó la tecla AV PÁG del teclado.

—La cosa se complica —Josh silbó—. Ya me explicarás si esto no es un juego...

La coletilla del mensaje, que Rob había tecleado deprisa y corriendo, y a la que Elaine Kirk no había encontrado ningún sentido, estaba delante de ellos.

—¿Qué significa todo eso? —inquirió Tamsyn. —A mí me parece una serie de emoticonos —respondió él—. ¿Recuerdas su nota anterior?

Tamsyn la recordaba. Con una velocidad de la que ella misma se sorprendió, hizo clic en el icono de CORREO RECIBIDO y recuperó el mensaje de ZMASTER. En esta ocasión lo leyó pausadamente, no enfurecida como la otra vez.

Presiento que estás pensando que de qué voy. Pues es muy sencillo: el :—) que escribí después de mi nombre. ¿Lo recuerdas? Es la forma que tenemos los que utilizamos el correo electrónico para mostrar nuestros sentimientos, porque cuesta un poco hacerlo en un mensaje. Ladea la cabeza hacia la izquierda. ¿Lo ves? Un :) parece una cara sonriente y eso es lo que te mandé ¡PORQUE ESTABA BROMEANDO! Si hubiera estado triste, habría acabado el mensaje con un :—(

La siguiente parte de la nota fue la que hizo que Tamsyn se levantara de una salto...

y si hubiera estado muy triste, habría enviado un :—((

Entonces volvió a abrir el mensaje que acababan de recibir. Si pasaban por alto el espacio en blanco que había en medio, se reducía a:

TAMSYN, NECESITO AYUDA :((¬:D:Vi)

;—Mira —observó ella—. Los cuatro primeros caracteres. Dos puntos, guión, abrir paréntesis, abrir paréntesis. Eso significa que está muy triste.

—¡A lo mejor nuestra broma de
David Copperfield
funcionó! —Josh soltó una risa aguda—. ¡Quizá tenga el disco duro totalmente bloqueado y por eso está muy triste.

Cuando la campana indicó el final del recreo, Tamsyn copió rápidamente aquellos caracteres tan extraños. Estaba intrigada. ¿Qué se proponía ZMASTER? ¿Se trataba de un superemoticono o era otra cosa? ¿Un mensaje en clave, quizá?

Probablemente Josh tenía razón. Lo más normal es que ZMASTER les estuviera gastando una broma y, si resultaba que aquellos caracteres significaban algo, seguro que sería alguna estupidez. Pero si sus conjeturas eran ciertas, si ella conseguía descifrar la clave, ZMASTER se fastidiaría...

Después de desconectar el ordenador, Tamsyn recogió su mochila y salió a toda prisa para alcanzar a Josh.

Manor House, 11.15 horas

Rob se encontraba en el salón, esperando. Delante de él, como si se tratara de una de sus clases, estaba Elaine Kirk sentada en silencio.

—Esto no os va a salir bien —aseguró Rob.

—¿Ah no? Ya lo veremos —respondió ella sonriendo. Levantó la mirada cuando Brett Hicks abrió la puerta ruidosamente y entró en el salón—. ¿Ha habido suerte?

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