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Authors: Michael A. Stackpole

Tags: #Ciencia ficción

Marea oscura II: Desastre (11 page)

BOOK: Marea oscura II: Desastre
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Shedao pasó el pulgar por la mandíbula del hombre, acariciando la curva del hueso y tocándole el cráneo detrás de la oreja. Los dos combatientes se miraron el uno al otro. Ambos sabían que Shedao Shai separaría la cabeza del hombre de su tronco con un simple aumento de presión. El hombre, con saliva cayéndole de los labios y a punto de empapar el guante del yuuzhan vong, asintió de nuevo, retando a Shedao a que le matara.

El comandante yuuzhan vong negó una vez con la cabeza y arrojó al hombre hacia los dos guerreros que vigilaban aquel grupo de trabajo.

—Llevadlo ante los Sacerdotes. Que lo preparen. Si sobrevive, nos será útil.

Los dos guerreros agarraron al hombre de un brazo cada uno, se inclinaron a modo de respetuoso saludo, y se alejaron arrastrando al hombre por la calle.

Shedao Shai esperó a que hubieran andado diez pasos y añadió:

—Y cuando estéis allí, pedid a los Sacerdotes que os den un régimen de contemplación para guerreros perezosos.

Los guerreros se inclinaron de nuevo y siguieron andando, esta vez mucho más deprisa.

Deign Lian, su subordinado directo, retomó su lugar a un paso y medio por detrás de Shedao, a su izquierda.

—¿Ha sido eso sabio, líder?

—Podría ser casi tan sabio como el hecho de que tú cuestiones mis decisiones aquí, en la calle —Shedao Shai se alegró de que la máscara ocultara la sonrisa que le provocó el escalofrío de Deign al oír su respuesta—. Los guerreros regresarán castigados, iluminados y más dedicados a su deber.

—No me refería a eso, comandante, sino a enviar al hombre con ellos. Intentó asesinarte. Los otros esclavos verán su supervivencia y exaltación como una licencia para volver a intentar matarte.

Shedao Shai continuó en silencio su ronda por la gran avenida de Dubrillion, consciente de que la ausencia de respuestas causaría en su ayudante un impacto mayor que cualquier réplica. La destrucción causada por la conquista de Dubrillion no había sido total. Gran parte de la ciudad seguía siendo reconocible, y los destacamentos de trabajadores estaban haciendo una gran labor en la retirada de escombros. Pronto, los esclavos recibirían formación para aprender a utilizar los gricha en la reparación de daños menores, y traerían gragrichas para crear edificios yuuzhan vong apropiados.

—Creo, Deign del Dominio Lian, que estás yendo más allá de lo obvio para explorar un reino en el que nunca nos adentraremos. Tus preguntas dan por hecho que los esclavos sobrevivirán a la inculcación. Y eso no lo sabemos. Sí, le escogí por su temperamento. No le atemorizaba el dolor, y, lo que es más, quería que yo lo matara. Había aceptado su insignificancia, lo que implica que nuestra inculcación puede dar un nuevo sentido a su vida. Es como un recipiente preparado para llenarse con la verdad del universo. Nos será muy útil si es capaz de contener todo lo que aprenda.

—Eso lo entiendo, comandante Shedao del Dominio Shai —Deign inclinó la cabeza al hablar.

Al utilizar el título formal completo de Shedao, imitando la formalidad de su comandante, reconocía su condición de subordinado. Shedao sabía que este reconocimiento no era totalmente sincero. El Dominio Lian pretendía retornar a los viejos días de gloria, y Deign era su mejor oportunidad para ese regreso.

Shedao sabía que en su ayudante tenía un feroz anfibastón agarrado al pecho que le clavaría los colmillos en cuando menos lo esperara.

—Entonces quizá lo que no entiendas es que no conocemos en absoluto a nuestro enemigo, a pesar del trabajo de agentes como Nom Anor. Esta Nueva República tiene una forma curiosa de enfocar la guerra.

—Son cobardes de corazón, líder.

—Hacer ese juicio tan fríamente, Deign Lian, es negar que nos queda mucho qué aprender —Shedao miró a su izquierda, captando una chispa de odio en los ojos de su asistente—. La iluminación siempre es útil, y con este pueblo necesitamos más, mucha más.

Shedao Shai ignoró los fatuos murmullos de Deign sobre su sabiduría. La Nueva República y su reacción a la invasión yuuzhan vong le tenía perplejo.

Nom Anor había ofrecido un sucinto análisis político de la situación en la Nueva República, que decidió el lugar por donde invadirían. Habían decidido atacar a la Nueva República en su punto más débil, en una línea que la unía con el Remanente Imperial. Eso era pura estrategia militar: cualquier fuerza es más débil en el punto de unión de dos cuerpos distintos. El Remanente no había reaccionado atacando el flanco, lo cual liberaba a las unidades que Shedao había retenido para esa posibilidad.

La Nueva República seguía sin reaccionar, y Shedao Shai no lo entendía.

Sabía de la guerra civil galáctica que habían vivido, y le parecía posible que algunos pueblos no quisieran revivir un conflicto a gran escala. Aun así, las acciones del esclavo demostraban que eran capaces de conductas marciales. No le parecía racional una completa aceptación de la invasión, lo cual le hacía sospechar que ocultaban algo.

También estaba dispuesto a admitir que, de los planetas ocupados, sólo Dubrillion tenía una importancia real. Los otros estaban poco poblados y muy subdesarrollados, por lo que su pérdida era irrelevante para la galaxia. Por ejemplo, Garqi, cuya ocupación y transformación estaba siendo supervisada por Krag Val, producía diversos alimentos, pero su pérdida podría ser compensada, ya que la mayoría de sus productos estaban destinados al consumo de la élite y no de las masas.

Las fuerzas de la Nueva República habían efectuado en sus encuentros bélicos toda una serie de ofensivas de retaguardia. Shedao Shai se negaba a admitir la destrucción de la base yuuzhan vong en Helska 4 porque esa operación había corrido a cargo de la Pretoria Vong.
Cuando los políticos juegan a ser guerreros, se avecina el desastre.
Miró a Deign otra vez. Y
lo contrario también puede ser nefasto.

De alguna manera, Shedao Shai encontraba a sus enemigos admirables. Era indudable que eran corruptos y débiles. Su confianza en las abominables máquinas denotaba su decadencia moral, pero le parecía asombrosa la facilidad que tenían para emplear las herramientas. Su respuesta militar durante los primeros encuentros con la biotecnología de los yuuzhan vong había anulado la ventaja de los invasores, dejando sus cazas en igualdad de condiciones.

La batalla terrestre de Dantooine también había demostrado lo formidables que podían ser los hombres de la Nueva República. A Shedao Shai se le encogió el estómago al revisar una lista que enumeraba las bajas de las dos escuadras de guerreros que perseguían a un par de refugiados. Teniendo en cuenta que los dos perseguidos
eran jeedai,
era lógico esperar algunas bajas, pero no que la presa acabara escapando. El Dominio Lian perdió cuatro guerreros en esa escapada, lo cual sólo remitía parcialmente la pérdida del Dominio Shai: dos hombres ante
un jeedai
en Bimmiel.

En su admiración a regañadientes por el enemigo, Shedao Shai se preguntaba si la renuencia de los habitantes de la Nueva República a atacar se centraba en torno al mismo problema que tenía él: que no conocían lo suficiente a los yuuzhan vong para poder formular una estrategia sólida.
Si necesitan más información, infiltráran hombres en los planetas conquistados. Investigaron Belkadan, y es probable que ya sepan que allí producimos coralitas. No imagino qué más pudieron averiguar, pero era lógico suponer que lo sabrían todo.

Shedao Shai subió los escalones del edificio en el que había ubicado su despacho. La construcción le irritaba y le calmaba a un tiempo. La irritación procedía de la predominancia de las líneas rectas, las pronunciadas aristas y las tuberías expuestas, todo diseñado con vulgaridad industrial. El edificio no era más elegante que una enorme caja de piedra, y el tono gris uniforme con que lo habían pintado no lo mejoraba mucho.

Sin embargo, lo había elegido como base debido a la finalidad para la que
se
había construido. El edificio había sido el Acuario de Dubrillion, y estaba lleno de tanques de transpariacero repletos de criaturas marinas de ese y otros planetas. Una columna central llena de agua recorría el corazón del edificio, y por ella nadaba un arco iris de peces, que incluía enormes tiburones esmeralda.

Shedao Shai no prestó atención a los guardias de la puerta al entrar en el edificio. Subió por las escaleras de la derecha y giró de nuevo a la izquierda, hacia la sala central. Los peces giraban en un remolino lento por la columna y eclipsaban a las tres figuras cuyas siluetas quedaban borrosas por el agua. Las dos más altas eran de los suyos, pero la pirámide dorada que había entre ellos le intrigaba.

Rodeó la cámara por la derecha y vio a una criatura de largos brazos recubierta de oro sentada en el suelo. Tenía cruzadas las largas piernas, las manos recogidas sobre el regazo y la espalda recta apoyada sobre el muro de durocemento. En el rabillo de los ojos le nacían rayas moradas que le llegaban a los hombros. Llevaba un taparrabos morado atado con un cordón dorado.

Cuando Shedao Shai apareció en escena, el individuo se levantó sin apoyarse en las manos. Los guardias tardaron demasiado en impedírselo; era obvio que no habían previsto su movimiento.
Les ha llevado hasta la indiferencia, lo que denota la placidez con la que permitió que lo trajeran aquí.
Del mismo modo, la agilidad con que apartó de sus hombros las manos de los guardias denotaba que era un enemigo potencialmente peligroso.

El comandante yuuzhan vong dio dos grandes zancadas, acortando la distancia que les separaba.

—Soy el comandante Shedao del Dominio Shai.

Al principio habló en su propio idioma, y luego repitió su presentación en la abrupta y chasqueante lengua nativa de la galaxia.

La criatura parpadeó con sus enormes ojos violetas. Habló con lentitud, pero con firmeza, para que Shedao captara sus palabras sin problemas.

—Soy el senador Elegos A'Kla, de la Nueva República —saludó, inclinando la cabeza—. Pido disculpas por no haber aprendido aún su idioma.

Shedao miró a los dos guardias que flanqueaban a Elegos.

—Podéis retiraron.

Deign le miró.

—¿Comandante?

Shedao habló en el idioma de la Nueva República.

—¿Tengo algo que temer de usted, Elegos?

El caamasiano abrió su mano de tres dedos, mostrando que estaba vacía.

—Mi misión aquí no es de naturaleza violenta.

El líder yuuzhan vong asintió.
No ha dicho que no debería temerle, sino que no debo temer la violencia a manos suyas. Es una diferencia que a Deign se le ha escapado por completo.

—¿Lo ves, Deign?

—Sí, oh líder —el subordinado se inclinó—. Os dejo ahora.

—Espera —Shedao alzó la mano y acarició el cangrejo vonduun que le servía de máscara y casco. La criatura se relajó, lo que le permitió quitársela, desnudando su rostro y su cabeza. Shedao movió la cabeza de un lado al otro, soltando su melena negra y salpicando de sudor la armadura de Deign.

Le dio el casco a su ayudante. Aunque el rostro de Deign se hallaba oculto tras una máscara, no tuvo forma de ocultar la impresión que le supuso ver a su líder mostrando el rostro a su enemigo—. Lleva esto a mi cámara de meditación y vuelve con algo para beber. Date prisa.

—Sí, comandante —la incredulidad y el disgusto impregnaban sus palabras.

Deign se inclinó profundamente y se alejó sin dar la espalda hasta que el cilindro lleno de vida marina le ocultó de la mirada de Shedao.

El líder yuuzhan vong volvió a centrar su atención en Elegos. Le miró un momento, organizando lentamente las palabras del idioma de su enemigo.

—Me han dicho que apareció usted en una pequeña nave al borde de este sistema. Utilizó un villip para solicitar que le transportaran aquí en una de nuestras naves. ¿Por qué?

Elegos parpadeó una vez.

—Creemos que ustedes consideran que las máquinas son abominaciones. No quería dar motivo de ofensa.

—Su respeto por nuestra sensibilidad es apreciado —Shedao Shai se acercó al cilindro. Se quitó el guante izquierdo y apoyó la mano en el transpariacero. La calidez del agua se filtró lentamente en su carne—. ¿Cuál es su misión aquí?

—La de la alentar la comprensión. La de saber si el camino que han tomado nuestros pueblos en la actualidad es el único camino posible, o si cabe la posibilidad de trazar otro distinto, juntos —el caamasiano apretó una mano contra otra—. Yo estuve en Dantooine. No quiero que vuelva a pasar algo así.

—Estoy al tanto de las repercusiones de lo ocurrido en Dantooine. También estuve en el lugar que ustedes conocen como Bimmiel —la mirada oscura de Shedao se endureció—. Hay muchas cosas que separan a nuestros pueblos.

Muchas cosas que podrían impedir cualquier acuerdo de paz entre nosotros.

—Quizá la ignorancia que ambos tenemos de la esencia y las costumbres del otro sea lo que hace que parezca que estamos cayendo en el agujero negro de un conflicto —Elegos alzó la barbilla, exponiendo su delicada garganta—. A mí me gustaría iluminaron y aprender de vosotros.

Shedao sonrió y vio el reflejo de su rostro desfigurado en el transpariacero.

—¿Sabe lo que está pidiendo, lo que sugiere?

—En su mente, parece que no.

El yuuzhan vong hizo un gesto a Elegos con su mano derecha. El tsaisi se deslizó lentamente hasta que lo pudo agarrar, y se puso rígido como un cuchillo de la longitud del antebrazo de Shedao.

—Sabe que podría matarle sin pensarlo. Recibiría alabanzas por el asesinato, porque usted trafica con abominaciones. Para algunos de nosotros, no hay redención para los de su clase.

Elegos inclinó la cabeza.

—Estoy aprendiendo. Y sí, sabía que ponía en grave peligro mi vida al venir aquí, pero eso no me detuvo.

—Un compromiso con la misión por encima de la conservación de uno mismo… Eso lo entiendo. Eso lo respeto —Shedao hizo girar el bastón en las manos, y lo echó hacia atrás de forma que le golpeó el antebrazo. El tsaisi se dobló y se enrolló alrededor del brazalete de vonduun—. Lo que quiere enseñarme no contendrá información táctica útil.

—No soy estratega, ni formo parte de sus consejos —Elegos le miró de cerca—. Lo que yo pueda aprender de usted también podría resultarme inútil.

¿Puede el conocimiento ser inútil?

—No, y en eso estamos de acuerdo.

Shedao Shai asintió despacio.

—Le pondré bajo mi protección. Le enseñaré. Aprenderé de usted. Nos entenderemos.

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