Musashi

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Authors: Eiji Yoshikawa

BOOK: Musashi
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Una saga épica monumental sobre la vida y andanzas del samurai más famoso de todos los tiempos y, a la vez, un clásico de las letr as japonesas que se ha convertido en un auténtico best seller internacional: sólo en Japón lleva vendidos 120 millones de ejemplares.

En 1600 tuvo lugar la batalla de Sekigahara, el conflicto final tras varias décadas de guerra civil, en la que Tokugawa Ieyasu se impuso como nuevo shōgun de Japón. En medio de la devastación y los miles de muertos recobró la conciencia un muchacho que, con la ingenuidad de la juventud, se había unido a la batalla soñando con llegar a ser samurai. Su regreso a casa, convertido en un fugitivo y acosado como un animal salvaje, marca el principio de una vida entregada al camino de la espada, la vida de un joven que renacería con el nombre de Musashi y cuyas hazañas se hicieron legendarias.

La biografía de Miyamoto Musashi, la espada más célebre de la historia de Japón, sirve de base a una de las novelas más apasionantes que han dado las letras japonesas. Un libro de lectura compulsiva en el que brillan con luz propia los mejores recursos de una forma de narrar tan enérgica como eficaz y que permite al lector entender la tradición heroica japonesa.

"El equivalente japonés de
Lo que el viento se llevó
. Edwin O. Reischauer.

"Una saga emocionante... Una lectura que conmueve." San Francisco Chronicle.

"Vivo, sutil, imaginativo... Rebosante de personajes memorables, muchos de ellos históricos." Publisher'is Weekly.

Eiji Yoshikawa

Musashi

ePUB v2.2

victordg
09.08.12

Título original:
Miyamoto Musashi (宮本武蔵)

Eiji Yoshikawa, 1971.

Traducción: Jordi Fibla

Ilustraciones: Noriyoshi Ōrai

Diseño/retoque portada: victordg

Editor original: victordg (v1.0 a v2.2)

Corrección de erratas: victordg, forocomic

ePub base v2.0

Prólogo

Podemos decir sin temor a equivocarnos que este libro viene a ser el equivalente japonés de “Lo que el viento se llevó”. Escrito por Eiji Yoshikawa (1892-1962), uno de los escritores populares más prolífico y estimado de Japón, es una larga novela histórica que apareció primero señalizada, entre 1935 y 1939, en el Asahi Shimbun, el periódico japonés de mayor tirada y más prestigioso. En forma de libro se ha publicado no menos de catorce veces, la más reciente en cuatro volúmenes de las obras completas en 53 tomos editadas por Kodansha. Ha sido llevada al cine unas siete veces, se ha representado numerosas veces en los escenarios y con frecuencia ha sido presentada en seriales televisivos.

Miyamoto Musashi fue un personaje histórico, pero gracias a la novela de Yoshikawa tanto él como los demás principales personajes del libro han pasado a formar parte del folclore vivo japonés. El público está tan familiarizado con ellos que a menudo sirven como modelos con los que se compara a alguien, pues son personalidades que todo el mundo conoce. Este hecho proporciona a la novela un interés adicional para el lector extranjero. No sólo ofrece un período de la historia japonesa novelada, sino que también muestra cómo ven los japoneses su pasado y a sí mismos. Pero el lector disfrutará sobre todo de un brioso relato de aventuras protagonizadas por espadachines y una discreta historia de amor, al estilo japonés.

Las comparaciones con la novela “Shogun”, de James Clavell, parecen inevitables, porque hoy, para la mayoría de los occidentales, tanto el libro como la serie de televisión “Shogun” compiten con las películas de samurais como su principal fuente de conocimiento sobre el pasado de Japón. Ambas novelas se ocupan del mismo periodo histórico. “Shogun”, cuya acción tiene lugar en el año 1600, finaliza cuando Toranaga, que corresponde al Tokugawa Ieyasu histórico y pronto va a ser el shōgun o dictador militar del país, parte hacia la decisiva batalla de Sekigahara. El relato de Yoshikawa comienza cuando el joven Takezō, que más adelante tomará el nombre de Miyamoto Musashi, yace herido entre los cadáveres del ejército derrotado en ese campo de batalla.

Con la única excepción de Blackthorne, el histórico Will Adams, “Shogun” trata sobre todo de los grandes señores y damas de Japón, que aparecen levemente velados bajo nombres que Clavell ha ideado para ellos. Aunque en Musashi se mencionan muchas grandes figuras históricas con sus nombres verdaderos, el autor se ocupa de una gama más amplia de japoneses, en especial el grupo bastante extenso que vivía en la frontera mal definida entre la aristocracia militar hereditaria y la gente corriente, los campesinos, comerciantes y artesanos. Clavell distorsiona libremente los hechos históricos para que encajen en su relato e inserta una historia de amor a la occidental que no sólo se mofa flagrantemente de la historia, sino que es del todo inimaginable en el Japón de aquella época. Yoshikawa permanece fiel a la historia, o por lo menos a la tradición histórica, y su historia de amor, que es como un tema de fondo a escala menor a lo largo del libro, es auténticamente japonesa.

Por supuesto, Yoshikawa ha enriquecido su relato con muchos detalles imaginarios. Hay suficientes coincidencias extrañas e intrépidas proezas para satisfacer a todo amante de los relatos de aventuras, pero el autor se mantiene fiel a los hechos históricos tal como se conocen. No sólo el mismo Musashi sino también muchos de los demás personajes que tienen papeles destacados en el relato son individuos que han existido históricamente. Por ejemplo, Takuan, que actúa como luz orientadora y mentor del joven Musashi, fue un famoso monje zen, calígrafo, pintor, poeta y maestro de la ceremonia del té en aquella época, que llegó a ser el abad más joven del templo Daitokuji de Kyoto, en 1609, y más adelante fundó un monasterio principal en Edo, pero a quien hoy se recuerda más por haber dado su nombre a un popular encurtido japonés.

El Miyamoto Musashi histórico, quien pudo haber nacido en 1584 y muerto en 1645, fue un maestro de la esgrima, como su padre, y se hizo famoso porque usaba dos espadas. Era un ardiente cultivador de la autodisciplina como la clave de las artes marciales y escribió una célebre obra sobre esgrima, el “Go rin no sho”. Probablemente participó de joven en la batalla de Sekigahara, y sus enfrentamientos con la escuela de esgrima Yoshioka de Kyoto, los monjes guerreros del templo Hōzōin de Nara y el afamado espadachín Sasaki Kojirō, todos los cuales ocupan un lugar destacado en esta obra, ocurrieron realmente. El relato de Yoshikawa finaliza en 1612, cuando Musashi era todavía un joven de unos veintiocho años, pero es posible que posteriormente luchara con el bando perdedor en el asedio del castillo de Osaka en 1614 y que en los años 1637 y 1638 participara en la aniquilación del campesinado cristiano de Shimabara en la isla occidental de Kyushu, acontecimiento que señaló la extirpación del cristianismo en Japón durante los dos siglos siguientes y contribuyó al aislamiento de Japón del resto del mundo.

Resulta irónico que en 1640 Musashi se hiciera servidor de los señores Hosokawa de Kumamoto, los cuales, cuando eran los señores de Kumamoto, habían sido protectores de su principal rival, Sasaki Kojirō. Los Hosokawa nos hacen volver a Shogun, porque es el Hosokawa mayor, Tadaoki, quien figura de una manera totalmente injustificable como uno de los principales villanos de esa novela, y es la ejemplar esposa cristiana de Tadaoki, Gracia, la que aparece plasmada, sin un ápice de verosimilitud, como Mariko, el gran amor de Blackthorne.

La época en que vivió Musashi fue un periodo de gran transición en Japón. Tras un siglo de guerra incesante entre pequeños daimyōs, o señores feudales, tres líderes sucesivos habían reunificado finalmente el país por medio de la conquista. Oda Nobunaga había iniciado el proceso pero, antes de completarlo, murió a manos de un vasallo traidor, en 1582. Su general más capacitado, Hideyoshi, que se había elevado desde simple soldado de infantería, completó la unificación del país pero murió en 1598, antes de que pudiera consolidar el dominio de la nación a favor de su heredero. El vasallo más fuerte de Hideyoshi, Tokugawa Ieyasu, un gran daimyō que gobernaba en gran parte del Japón oriental desde su castillo en Edo, la moderna Tokyo, consiguió entonces la supremacía al derrotar a una coalición de daimyōs occidentales en Sekigahara. Esto ocurrió en 1600, y tres años después Ieyasu adoptó el título tradicional de shōgun, que significaba su dictadura militar sobre todo el territorio, teóricamente en nombre de la antigua pero impotente línea imperial de Kyoto. En 1605, Ieyasu transfirió la posición de shōgun a su hijo, Hidetada, pero siguió sujetando él mismo las riendas del poder hasta que hubo destruido a los seguidores del heredero de Hideyoshi en los sitios del castillo de Osaka, que tuvieron lugar en 1614 y 1615.

Los tres primeros dirigentes Tokugawa establecieron un control tan firme de Japón que su dominio se prolongó durante más de dos siglos y medio, hasta que finalmente se hundió en 1868, tras los tumultos que siguieron a la reapertura de Japón al contacto con Occidente, una década y media atrás. Los Tokugawa gobernaron por medio de daimyōs hereditarios semiautónomos, cuyo número era de unos 265 al final del periodo, y los daimyōs, a su vez, controlaban sus feudos por medio de sus servidores samurai hereditarios. La transición desde la guerra constante a una paz estrechamente regulada provocó la aparición de fuertes diferencias de clase entre los samuráis, que tenían el privilegio de llevar dos espadas y tener apellido, y los plebeyos, a los cuales, aunque figuraban entre ellos ricos comerciantes y terratenientes, se les negaba en teoría el derecho a todo tipo de armas y el honor de usar apellidos.

Sin embargo, durante los años sobre los que Yoshikawa escribe, esas diferencias de clase aún no estaban nítidamente definidas. Todas las localidades contaban con un remanente de campesinos luchadores, y el país estaba lleno de rōnin, o samuráis sin amo, en su mayor parte restos de los ejércitos de daimyōs que habían perdido sus dominios tras la batalla de Sekigahara o en guerras anteriores. Fue necesaria una generación, o tal vez dos, antes de que la sociedad quedara totalmente clasificada en las rígidas divisiones de clase del sistema Tokugawa, y entretanto hubo considerables fermento y movilidad sociales.

Otra gran transición en los inicios del Japón del siglo XVII fue la naturaleza del liderazgo. Restaurada la paz y con el fin de las grandes guerras, la clase guerrera dominante descubrió que la pericia militar era menos esencial para dominar con éxito que el talento administrativo. La clase samurai inició una lenta transformación: de guerreros con armas de fuego y espadas pasaron a ser burócratas con pincel de escribir y papel. El dominio de sí mismo y la disciplina en una sociedad en paz iban siendo más importantes que la habilidad guerrera. El lector occidental quizá se sorprenda al constatar lo extendida que estaba la alfabetización ya a principios del siglo XVII y las constantes referencias que los japoneses hacían a la historia y la literatura chinas, al modo como los europeos nórdicos de la misma época se referían continuamente a las tradiciones de Grecia y Roma antiguas.

Una tercera transición importante en la época de Musashi fue la del armamento. En la segunda mitad del siglo XVI, los mosquetes de mecha, introducidos recientemente por los portugueses, se habían convertido en las armas decisivas en el campo de batalla, pero cuando reinaba la paz en el país los samuráis podían dar la espalda a las desagradables armas de fuego y reanudar su tradicional relación amorosa con la espada. Florecieron las escuelas de esgrima. Sin embargo, como habían disminuido las probabilidades de usar las espadas en combates verdaderos, las habilidades marciales fueron convirtiéndose gradualmente en artes marciales, y éstas recalcaron cada vez más la importancia del dominio de uno mismo y las cualidades de la esgrima para la formación del carácter, más que una eficacia militar que no se había puesto a prueba.

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