El amor es una emoción con colores, sombras y caras numerosos. Pero la más intensa y ardiente de todas las clases de amor es la que se experimenta cuando se mezclan las emociones del amor y del sexo. Los matrimonios que no se ven bendecidos con la afinidad eterna del amor, apropiadamente equilibrada y proporcionada con el sexo, no pueden ser felices, y raras veces perduran. El amor, por sí solo, no proporcionará felicidad en el matrimonio, como tampoco el sexo, por sí solo, lo hará. Cuando estas dos hermosas emociones se mezclan, el matrimonio puede producir un estado mental cercano al espiritual que se llega a conocer en este plano terrenal. Cuando a las emociones del amor y el sexo se les añade la del romanticismo, se eliminan los obstáculos que se interponen entre la mente finita del hombre y la Inteligencia Infinita. ¡Entonces, un genio ha nacido!
He aquí una interpretación que, si se comprende adecuadamente, aporta armonía al caos que existe en demasiados matrimonios. La falta de armonía, expresada a menudo en forma de discusiones, suele remontarse a una falta de conocimiento sobre el tema del sexo. Allí donde existen el amor, el romanticismo y una adecuada comprensión de la emoción y la función del sexo, no existe falta de armonía entre las parejas.
Resulta afortunado el hombre cuya esposa comprende la verdadera relación existente entre las emociones del amor, el sexo y el romanticismo. Cuando se ve motivado por este santo triunvirato, ninguna forma de trabajo resulta pesada, porque hasta la forma más baja de esfuerzo adquiere la naturaleza de un trabajo hecho por amor.
Suele decirse que
la esposa de un hombre puede elevarlo o hundirlo
, pero no siempre está clara la razón de que esto sea así. La elevación o el hundímiento es el resultado de la comprensión de la esposa, o de la falta de comprensión de las emociones del amor, el sexo y el romanticismo.
Si una esposa permite que su marido pierda interés por ella, y se sienta más interesado por otras mujeres, suele ocurrir debido a la ignorancia de ella, o a su indiferencia con respecto a los temas del sexo, el amor y el romanticismo. Esta afirmación presupone, desde luego, la existencia previa de un amor genuino entre un hombre y una mujer. Los hechos son igualmente aplicables a un hombre que permita que el interés de su esposa por él muera.
Los matrimonios discuten a menudo sobre un montón de trivialidades. Si éstas se analizan con atención, se descubrirá que, casi siempre, la verdadera causa del problema se halla en la indiferencia o en la ignorancia acerca de todos estos temas.
La mayor fuerza motivadora del hombre es su deseo de agradar a la mujer! El cazador destacado en los tiempos prehistóricos, antes del inicio de la civilización, destacó en su tarea debido a su deseo de aparecer grande ante los ojos de una mujer. La naturaleza del hombre no ha cambiado nada en ese aspecto. El
cazador
de hoy en día no vuelve a casa con pieles de animales salvajes, sino que indica su deseo de obtener el favor de la mujer suministrándole ropas exquisitas, automóviles y riqueza. El hombre experimenta el mismo deseo por agradar a la mujer que experimentaba antes de los albores de la civilización. Lo único que ha cambiado en él es su método de agradar. Los hombres que acumularon grandes fortunas y alcanzaron grandes alturas de poder y fama lo hicieron así para satisfacer, sobre todo, su deseo de agradar a la mujer. Si se sacara a las mujeres de sus vidas, las grandes riquezas serían inútiles para casi todos los hombres. Ese deseo, inherente del hombre, por agradar a la mujer es lo que proporciona a ésta el poder de elevar o de hundir a un hombre.
La mujer que comprende la naturaleza masculina y la atiende con tacto, no tiene por qué sentir temor ante la competencia de otras mujeres. Los hombres pueden ser
gigantes
con una indomable fuerza de voluntad cuando tratan con otros hombres, pero las mujeres que ellos mismos han elegido pueden manejarlos con facilidad.
La mayoría de los hombres no admitirán que las mujeres que prefieren influyen en ellos con gran facilidad, porque una de las características de la naturaleza del hombre consiste en desear ser reconocido como el más fuerte de la especie. Además, la mujer inteligente reconoce esta característica masculina y no la pone en entredicho.
Algunos hombres saben que son influidos por las mujeres de su elección —esposa, amante, madre o hermana; pero se contienen con tacto para no rebelarse contra esa influencia, porque son lo bastante inteligentes como para saber que ningún hombre es feliz ni está completo sin la influencia modificadora de la mujer correcta. El hombre que no reconozca esta importante verdad se priva a sí mismo del poder que ha contribuido, más que cualesquiera otras fuerzas combinadas, a ayudar a los de su género a alcanzar el éxito.
El undécimo paso hacia la riqueza
El subconsciente es un campo de conciencia en el que todo impulso de pensamiento que alcanza la mente consciente a través de cualquiera de los cinco sentidos se ve clasificado y registrado, y del que se pueden recordar o retirar los pensamientos, del mismo modo que se sacan las cartas de un archivador.
Recibe y archiva las impresiones sensoriales o los pensamientos, con independencia de su naturaleza. Cualquier plan, pensamiento o propósito que se desee trasladar en su equivalente físico o monetario puede plantarse a voluntad en el subconsciente. Éste actúa primero sobre los deseos dominantes que se han mezclado con sensaciones emocionales, tales como la fe.
Consideremos esto en conexión con las instrucciones contenidas en el capítulo sobre el deseo, para dar los seis pasos esbozados allí, así como con las instrucciones acerca de la construcción y ejecución de planes, y se habrá comprendido la importancia que este pensamiento conlleva.
El subconsciente funciona de día y de noche. A través de un método de procedimiento, desconocido para el hombre, la mente subconsciente utiliza las fuerzas de la Inteligencia Infinita para disponer del poder con el que transmuta voluntariamente los deseos de una persona en su equivalente monetario, empleando siempre los medios más prácticos con los que pueda lograrse este fin.
No se puede controlar por completo la mente subconsciente, pero sí es posible transmitirle cualquier plan, deseo o propósito que se desee transformar en una forma concreta. Vuelva a leer las instrucciones acerca del uso del subconsciente en el capítulo sobre la autosugestión.
Existen numerosas evidencias que aprueban la creencia de que el subconsciente es el vínculo de conexión entre la mente finita del hombre y la Inteligencia Infinita. El subconsciente es el intermediario a través del cual se pueden utilizar a voluntad las fuerzas de la Inteligencia Infinita. Él, por sí solo, contiene el proceso secreto por el que se modifican y se cambian los impulsos mentales para constituir su equivalente espiritual. Él, por sí solo, es el medio a través del cual se puede transmitir la oración a la fuente capaz de contestar a esa misma oración.
Las posibilidades del esfuerzo creativo conectado con el subconsciente son grandiosas e imponderables, hasta el punto de que a uno le inspiran respeto.
Nunca abordo la discusión del subconsciente sin experimentar una sensación de pequeñez e inferioridad, debido quizás al hecho de que sea tan lastimosamente limitada la reserva de conocimientos que poseemos sobre el tema.
Una vez aceptada la realidad de la existencia del subconsciente, y comprendidas sus posibilidades como un medio para transmutar sus propios deseos en su equivalente físico o monetario, comprenderá todo el significado de las instrucciones dadas en el capítulo sobre el deseo. También comprenderá por qué se le ha advertido repetidas veces la necesidad de aclarar sus deseos y reducirlos a una forma escrita. Asimismo entenderá la necesidad de la perseverancia en la tarea de llevar a cabo las instrucciones.
Los trece principios son los estímulos con los que se adquiere la habilidad de alcanzar e influir sobre su subconsciente. No se desanime si no puede conseguirlo al primer intento.
Recuerde que el subconsciente sólo podrá ser dirigido voluntariamente mediante el hábito, y bajo las directrices expuestas en el capítulo sobre la fe. Aún no ha tenido usted el tiempo suficiente para dominar la fe. Sea paciente, y también perseverante.
Aquí se repetirán muchas de las afirmaciones hechas ya en los capítulos sobre la fe y la autosugestión, con el propósito de beneficiar a su subconciente. Recuerde que ese subconsciente funciona de una forma voluntaria, al margen de que usted haga o no algún esfuerzo por influir sobre ella. Esto, por supuesto, le sugiere que los pensamientos relativos al temor y a la pobreza, así como todos los pensamientos negativos, sirven como estímulos para su mente subconsciente, a menos que usted controle esos impulsos, y alimente su subconsciente con un alimento más deseable.
¡El subconsciente no permanecerá ocioso! Si no logra plantar deseos en él, entonces se alimentará de pensamientos que le llegarán como resultado de su propia negligencia. Ya hemos explicado que los impulsos del pensamiento, tanto positivos como negativos, llegan continuamente a la mente subconsciente a partir de las cuatro fuentes que hemos mencionado en el capítulo sobre la transmutación del sexo.
Por el momento, es suficiente con que recuerde que usted vive a diario, en medio de toda clase de impulsos del pensamiento que llegan a su mente subconciente, incluso sin su conocimiento. Algunos de esos impulsos son negativos, mientras que otros son positivos.
Usted se halla enfrascado ahora en la tarea de intentar ayudar a cerrar el flujo de los impulsos negativos, y ayudar a influir voluntariamente sobre su subconsciente por medio de impulsos positivos de deseo.
Una vez que haya logrado esto, poseerá la clave que le abra la puerta a su subconsciente. Además, controlará esa puerta de un modo tan completo que ningún pensamiento no deseado llegará a influir sobre su mente subconsciente.
Todo aquello que el hombre crea empieza con un impulso del pensamiento. El hombre no puede crear nada que primero no haya concebido en su pensamiento. Los impulsos de éste pueden ser transformados en planes por medio de la ayuda de la imaginación.
Cuando está bajo control, esa imaginación se puede utilizar para la creación de planes o propósitos que conducen al éxito en la ocupación elegida por uno mismo.
Todos los impulsos del pensamiento que tienden a la transformación en su equivalente físico y que se plantan voluntariamente en la mente subconsciente tienen que pasar antes a través de la imaginación, y mezclarse allí con la fe. La introducción de la fe en un plan o propósito, con la intención de su sumisión a la mente subconsciente, sólo puede hacerse a través de la imaginación.
A partir de estas afirmaciones observará usted que el uso voluntario del subconsciente exige la coordinación y aplicación de todos los principios.
El subconsciente es más susceptible de verse influido por impulsos de pensamiento cuando éstos se hallan mezclados con un
sentimiento
, o una emoción, que cuando —se originan sólo en la parte razonadora de la mente. De hecho, hay muchas pruebas que apoyan la teoría de que los pensamientos emocionalizados son los únicos que ejercen alguna acción influyente sobre la mente subconsciente. Es un hecho bien conocido que la emoción, o el sentimiento, gobierna a la mayoría de la gente. Si es cierto que el subconsciente responde con mayor rapidez y se ve influido con más facilidad por los impulsos del pensamiento que se hallan mezclados con la emoción, se comprenderá lo esencial que es familiarizarse con las más importantes de las emociones. Existen siete grandes emociones positivas, y siete grandes emociones negativas. Las negativas se inyectan voluntariamente en los impulsos del pensamiento, que aseguran su paso hacia el subconsciente. Las positivas, en cambio, tienen que ser inyectadas, a través de la disciplina de la autosugestión, en los impulsos del pensamiento que el individuo desee pasar a su subconsciente. (En el capítulo sobre la autosugestión se han dado instrucciones al respecto.)
Estas emociones o impulsos sentimentales podemos compararlas con la levadura en la hogaza de pan, porque constituyen el elemento de acción que transforma los impulsos del pensamiento de un estado pasivo a otro activo. De ese modo se comprende por qué se puede actuar con más facilidad sobre los impulsos de pensamiento que han sido bien mezclados con la emoción, que sobre los impulsos de pensamiento originados en un
razonamiento frío
.
Usted se está preparando para influir y controlar la
audiencia interna
de su mente subconsciente con objeto de transmitirle el deseo de obtener dinero, que quiere transmutar en su equivalente monetario. En consecuencia, es esencial que comprenda el método de aproximación a esta
audiencia interna
. Usted debe hablar su mismo lenguaje, puesto que, en caso contrario, no atenderá a su llamada, ya que comprende mejor el lenguaje de la emoción o del sentimiento. En consecuencia, describamos aquí las siete grandes emociones positivas, y las siete grandes emociones negativas, para que usted utilice las positivas y evite las negativas cuando transmita instrucciones a su subconsciente.
Las siete grandes emociones positivas.
La emoción del deseo La emoción de la fe La emoción del amor La emoción del sexo La emoción del entusiasmo La emoción del romanticismo La emoción de la esperanza
Hay otras emociones positivas, pero estas siete son las más poderosas, y las que se utilizan con mayor frecuencia en el esfuerzo creativo. Domine estas siete emociones (sólo podrá conseguirlo mediante el uso), y las otras emociones positivas estarán también a su disposición cuando las necesite. En relación con esto, recuerde que usted está estudiando un libro que tiene la intención de ayudarle a desarrollar una
conciencia del dínero
llenándole la mente de emociones positivas.
Las siete grandes emociones negativas (que deben evitarse).
La emoción del temor La emoción de los celos La emoción del odio La emoción de la venganza La emoción de la avaricia La emoción de la superstición La emoción de la cólera