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Authors: Neal Stephenson

Tags: #Ciencia-Ficción

Reamde (117 page)

BOOK: Reamde
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Todo quedó claro cuando interrogó a la interfaz de chat y descubrió que había no menos de una docena de canales privados que podía escuchar. Al hacerlo, fue invitado a cascadas de conversaciones en jerga en muchas ventanas separadas.

Snarph:
QV 50 OR BUX PP AHORA

Tras abrir una ventana de exploración en lo alto de su visión del juego, investigó un poco y aprendió a traducir aquel galimatías; «QV» significaba «quiero vender», es decir, que el personaje llamado Snarph tenía piezas de oro que quería cambiar por dinero; «50 OR» significaba que la cantidad a la venta alcanzaba unas cincuenta piezas de oro rojo; «BUX» significaba que el jugador de Snarph quería dólares americanos (otras opciones comúnmente vistas eran «EUR», «LBS», «YEN» y «RMB»); PP significaba que quería despejar la transacción usando PayPal, y «AHORA» significaba lo obvio.

Trabajando esforzadamente en una clave traductora que encontró en una wiki, tecleó:

Lottery Discountz:
DC XX OI BUX WU 1HR

Que significaba «deseo cambiar una cantidad todavía por divulgar de oríndigo por dólares dentro de una hora, fijando la transacción por medio de una transferencia con Western Union».

Pero no pulsó la tecla de return, que habría emitido el mensaje a todos los compradores de oro importantes en los huecos más profundos del pozo, el canal en el que había estado tecleando. Él, un completo don nadie, estaba proponiendo lanzar una transacción que valía (al menos) cientos de miles de dólares, usando piezas de oríndigo que no tenía todavía en su mano. Había visto a otros posibles vendedores haciendo propuestas mucho menos extrañas que eran acosados como si fueran timadores y matados en el acto. Peor aún: puesto que la muerte, en T’Rain, era solo una molestia temporal, podía ser exiliado permanentemente.

Así que esperó y observó. Porque había una alternativa a emitir en un canal; podías enviar un mensaje privado a un individuo concreto. Solo necesitaba encontrar al adecuado. Y ahora que había descubierto la interfaz de chat y desentrañado su código, empezaba a sentir que tenía alguna esperanza plausible de lograrlo. Para empezar, podía ignorar todos los canales excepto los que usaban los mercaderes más importantes. Cuando cerró todas esas ventanas, empezó a buscar líneas que tuvieran los códigos adecuados. Una particularmente atractiva era:

Dogshaker:
QC 2 OI EUR WU AHORA

Pasando el ratón por encima de los personajes que había en su campo de visión, Csongor pudo identificar a ese Dogshaker, un mercader k’shetriae de aspecto distinguido con resplandecientes túnicas púrpura, quizás una prenda de moda para enfatizar el hecho de que trataba con monedas índigo de valor ultra-alto. Después de cosa de un minuto o así, el tal Dogshaker fue abordado por otro personaje que al parecer tenía oríndigo que vender, y quedó claro por su lenguaje corporal que hablaban en susurros entre sí. Eso significaba que habían abierto un canal de chat privado y lo estaban utilizando para negociar los términos. La negociación pareció extenderse durante varios minutos, lo que hizo que Csongor se pusiera algo ansioso. Pero por fin se estrecharon las manos y se fueron cada uno por su lado, el vendedor salió del pozo y se marchó mientras que el comprador se quedó donde estaba.

Toda esta exploración había consumido una considerable cantidad de tiempo, durante el cual Marlon y James habían estado gritándose sin parar de un lado a otro en el café, al parecer ayudándose a sortear un increíble conjunto de obstáculos, emboscadas y contratiempos. Su aventura épica parecía haber expulsado el negocio al principio, ya que la misión temática de espada y brujería parecía haber destruido el ambiente erótico que traían los clientes del café. A Csongor le preocupó un poco que pudieran echarlos del establecimiento. Pero Yuxia se había puesto a distraer al propietario, no tanto engatusándolo como confundiéndolo. Cuando empezó a quedarse sin recursos, se dedicó a sacar dinero de la cartera de James y a comprar BS («Bebidas de señora») sorprendentemente caras que al parecer eran el recurso fiscal de la industria hostelera local. Así Marlon y James pudieron seguir libremente con su aventura virtual. Pero últimamente se había producido una pausa, y cuando Csongor finalmente levantó la cabeza del juego durante un momento James le informó de que se habían abierto paso hasta una intersección de línea ley y que ahora mismo iban camino de Carthinias.

Ahora o nunca. Csongor creó una nueva ventana de chat, una invitación para establecer una conversación privada entre Lottery Discountz y Dogshaker.

—¿Cuánto índigo tienes? —gritó.

—Veinte —respondió Marlon.

Lottery Discountz:
QV 20 OI BUX CQ AHORA.

Tras unos momentos de pausa, vio una respuesta.

Dogshaker:
DÓNDE HAS ESTADO TODA MI VIDA.

Csongor, un poco aturdido, tecleó:

Lottery Discountz:
El placer es mutuo.

Dogshaker:
No lo llevas encima.

Lottery Discountz:
Mi amigo lo traerá.

Dogshaker:
Pero tu mensaje decía AHORA.

Lottery Discountz:
Vienen en ILL en este momento.

Dogshaker:
¿Tienen músculos? Son blanco tentador para un robo.

Lottery Discountz:
Algo. Tal vez no suficiente.

Dogshaker:
¿Por qué ILL vienen?

(Pues uno de los motivos de que el Cambalache de Carinthinias estuviera donde estaba era que se hallaba a un par de kilómetros no de una, sino de cuatro importantes intersecciones de línea ley.)

Csongor repitió la pregunta en voz alta.

—¿Quién quiere saberlo? —preguntó James.

—Un posible comprador.

—Quiere robarnos —dijo Marlon.

—Parece respetable. Está haciendo grandes transacciones en el Cambalache. Le preocupa que os vayan a robar.

—A mí también —dijo James.

—Y a mí —repuso Marlon.

En la ventana de chat, el interlocutor de Csongor se impacientaba.

Dogshaker:
¿Vendrán por casualidad de las montañas Torgai?

—Ha deducido que venís de las Torgai —anunció Csongor.

—Naturalmente —dijo James—. Todos estos tipos deben de saber que allí está pasando algo gordo.

—El hechizo del Jinete del Cometa llama un poco la atención —añadió Marlon, quizá como efecto cómico.

Dogshaker el cambista, aparentemente harto de la tardanza de Lottery Discountz, empezó a salir del anfiteatro, encaminándose (supuso Csongor) en dirección a la intersección de línea ley que solía ser empleada por los visitantes de las montañas Torgai.

—Se dirige a vuestra ILL —dijo Csongor—. Lo estoy siguiendo.

Y acercó las manos al teclado y envió a Lottery Discountz a perseguirlo.

—¿Tiene músculos acompañándolo?

—No.

—¿Qué clase de personaje es?

—Mercader.

—Entonces probablemente no habrá problema —dijo James—, a menos que solo finja ser mercader.

Durante esta conversación, había estado sentado retirado del teclado, aprovechando la pausa para estirar los brazos. Csongor supuso que no había pasado gran cosa durante el viaje a la línea ley. Pero de repente sus ojos volvieron a la pantalla, y se inclinó hacia delante, devolviendo las manos al teclado.

—Ya casi estamos.

—¿Estás en la ILL?

—Acabo de llegar —confirmó James. Csongor vio que también Marlon había vuelto a dedicar toda su atención al ordenador.

—Entonces lo guiaré hasta vosotros.

Y tecleó en la ventana del chat:

Lottery Discountz:
Sígame, señor.

A lo que el cambista respondió inmediatamente con «K», que era la abreviatura en el chat del poco manejable mensaje «OK».

La ILL estaba abarrotada, una zona del tamaño y la forma de un óvalo de críquet rodeada de puestos ocupados en su mayoría por cambistas de poca monta. Más de cien personajes estaban dispersos a su alrededor, algunos solos, otros reunidos en grupitos, otros librando duelos que frecuentemente iban acompañados de espectaculares luces mágicas. Lottery Discountz se detuvo en mitad de todo aquello y se dio la vuelta varias veces.

Dogshaker
: ¿Son ellos?

Se volvió a mirar hacia donde Dogshaker estaba mirando e identificó a Reamde y a Thorakks que venían hacia ellos. Replicó con una S, pero Dogshaker corría ya al encuentro. Csongor corrió tras él. La ventana del chat experimentó de pronto una reconfiguración: al parecer el cambista había añadido a los recién llegados a la lista, de modo que todos pudieran ver los mensajes de los demás. Esto atrajo la atención de Csongor durante unos breves instantes. Otro de aquellos locos espectáculos de luces apareció en la pantalla: un personaje de alto nivel, enzarzado en un duelo, debía de estar invocando un hechizo poderoso.

—Oh, Dios mío —dijo Marlon en voz alta.

Csongor miró la pantalla. El suelo caía bajo los pies de Lottery Discountz. Algo lo alzaba por los aires. Los demás lo acompañaban.

James se rio con tristeza.

—Oh, tío —dijo por fin—. Estamos jodidos.

Reamde, Thorakks y Lottery Discountz estaban juntos, de pie en algo transparente y de un blanco azulado, una plataforma que parecía hallarse a un centenar de metros en el aire sobre la intersección de línea ley. Csongor cambió su punto de vista y se sorprendió al ver un rostro gigantesco que los estaba mirando. Completamente confundido, hizo zoom hacia atrás para poder ver a su personaje desde una distancia más grande.

Ahora percibió que Reamde, Thorakks y él estaban literalmente en la palma de una mano del tamaño de una pista de tenis. La mano pertenecía a una figura gigantesca y cuasi-divina que se alzaba como un coloso sobre la ciudad de Carthinias, un pie plantado en la intersección de línea ley, el otro a un kilómetro de distancia cerca del Cambalache.

Tras haber superado su asombro inicial, Marlon golpeaba furiosamente las teclas, al parecer intentando invocar diversos hechizos. Burbujas de luz florecieron en sus manos, pero todas ellas se apagaron por una especie de contrahechizo por parte de la gigantesca figura. Csongor tuvo finalmente el valor de pasar el ratón sobre la cabeza del gigante y descubrió que se trataba de un personaje llamado Egdod.

—Gilipollas —proclamó Egdod con una voz que una vez más obligó a los tres jugadores a buscar llenos de pánico los mandos del volumen—. Podría mataros y quedarme con el oro... si eso fuera lo que quiero.

Marlon se echó hacia atrás, desesperado, y se llevó las manos a la cabeza.

—Vamos a un lugar más privado —continuó Egdod, y Csongor advirtió que las formaciones de nubes quedaban velozmente atrás, hacia abajo. Cambió su punto de vista y vio que Carthinias quedaba muy lejos bajo los pies calzados con sandalias de Egdod. Los estaba llevando por los aires como un Saturno V. Los indicadores de salud de Lottery Discountz caían al menos tan rápidamente como subía su altitud: la hipoxia y la hipotermia eran los principales culpables. Pero entonces advirtió que estaban lanzándole hechizos (y presumiblemente también a los demás) como «Calor celestial» y «Aliento de los dioses», y sus indicadores empezaron a subir de nuevo.

—¡Aiyaa! —exclamó Marlon, cubriéndose la cara con las manos.

—Dejadme oír vuestras voces —ordenó Egdod.

James, Csongor y Marlon cogieron sus auriculares y se los pusieron. Mientras tanto, Egdod explicó:

—Continuaré con la transacción tal como dije. Pero primero quiero oír todo lo que sabéis sobre Zula.

—Yo no sé nada —anunció James, y un momento más tarde Thorakks dijo lo mismo con una voz distinta.

—¡Hablaré contigo más tarde, Seamus Costello! —tronó Egdod.

Csongor, Marlon y Yuxia se volvieron todos a mirar a «James», que se estaba ruborizando claramente.

Marlon sabía más que Seamus, pero todavía estaba demasiado sorprendido (y quizás agotado) para hablar coherentemente. Miró a Csongor.

—Vale —dijo este—. La historia hasta ahora.

Y se lanzó a contar lo que había sucedido en Xiamen dos semanas antes. Richard Forthrast (pues Csongor había buscado Egdod en Google y había descubierto que el dueño de este ser divino no era otro sino él) sabía un sorprendente montón de cosas sobre el piso franco que Ivanov había establecido en Xiamen y sobre el reparto de personajes. Csongor no podía imaginar cómo había conseguido esa información y no quiso interrumpir su narración para preguntarlo. Hasta que Richard dijo:

—Tú debes de ser el hacker de la Europa del Este.

—Nos consideramos centroeuropeos —dijo Csongor—. ¿Cómo sabe de mi existencia?

—Zula te mencionó en su nota.

Eso hizo callar a Csongor el tiempo suficiente para que Seamus interviniera:

—Seguimos en línea, grandullón... lo está asimilando.

—¿Tiene noticias de Zula? —exclamó por fin Csongor, intercambiando una mirada salvaje con Marlon y Yuxia.

—Escribió una nota —dijo Richard con tristeza—, antes de que todo se precipitara. Desde entonces, nada, por desgracia.

Tras haber permitido que sus esperanzas aumentaran, Csongor tuvo entonces que volver a guardar silencio mientras su ánimo se venía abajo. Alzó la cabeza y vio a Seamus dirigiéndole una mirada comprensiva.

—Muy bien, pues —dijo Csongor por fin, y continuó relatando brevemente el ataque al edificio de apartamentos, el truco de Zula con los fusibles, y cómo se desarrolló todo.

Richard escuchó en silencio hasta cierto punto de la historia, cuando dijo:

—Entonces Peter está muerto.

—Sí —dijo amablemente Csongor.

—Estás seguro.

—Absolutamente.

—Bueno, es una lástima —dijo Richard—, y tarde o temprano me sentiré como una mierda al respecto. Pero ahora mismo, concentrándonos en cosas prácticas, supone un problema para mí porque me impide seguir la única pista independiente que tengo.

—¿Qué pista es esa? —preguntó Seamus.

—Peter tenía cámaras de seguridad en su apartamento. Probablemente grabaron en vídeo lo que sucedió allí la noche que mataron a Wallace y Peter y Zula fueron secuestrados. Más tarde, sin embargo, alguien volvió (probablemente un cómplice del delito original) y fue capturado en vídeo. Tengo una copia del archivo. Por desgracia, está encriptado. Esperaba poder conseguir la clave. Pero si Peter está muerto...

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