Tres hombres en una barca (40 page)

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Authors: Jerome K. Jerome

BOOK: Tres hombres en una barca
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En el interior, nuestro éxito fue mucho más apoteósico; nuestros rostros tostados por el sol y nuestra pintoresca indumentaria causaron la admiración de la distinguida concurrencia; en una palabra, atrajimos todas las miradas. ¡Que orgullosos nos sentíamos!

Apenas hubo terminado el primer ballet fuimos al restaurante, donde nos esperaba la cena. He de confesar que aquella apetitosa cena nos colmó de alegría. Durante diez días habíamos vivido alimentándonos de carne fría, pasteles, pan y confitura – como si dijéramos una simple y alimenticia dieta, sin grandes atractivos – El olor del Borgoña, el perfume de las salsas francesas y la presencia de servilletas limpias y largos y tiernos panecillos llamaban, cual bien amados visitantes, a las puertas de nuestras almas. Estuvimos ejercitando las mandíbulas bastante rato, bebiendo de firme; luego dejamos los platos, apartamos los cubiertos, nos sentamos bien, estirando las piernas, y examinamos críticamente el techo, cosa que antes no nos fue posible hacer, y dejamos las copas, sintiéndonos saturados de bondad, de perdón, de generosidad.

En ese instante, Harris, que se hallaba sentado cerca de la ventana, apartó la cortina, mirando a la calle. Todo estaba lleno de las sombras de la noche; las luces parpadeaban bajo la lluvia, que seguía cayendo vigorosamente, y un torrente de agua iba a parar a las cloacas. Unos cuantos transeúntes, calados hasta los huesos, pasaron encogidos bajo los paraguas, las mujeres caminaban arremangándose cuidadosamente las faldas.

— Pues bien – dijo Harris tomando su copa – hemos tenido un agradable viaje... ¡muchas gracias, abuelo Támesis!... aunque creo que hicimos santamente en interrumpirlo. ¡A la salud de tres hombres que salieron, felizmente, de una barca!..

Y Montmorency, sentado sobre sus patas posteriores, dio una mirada a la oscuridad de la noche y ladró brevemente para demostrarnos su ferviente adhesión al brindis de Harris.

FIN

Unas palabras sobre Jerome K. Jerome:

Su nombre completo era Jerome Klapka Jerome. Nació el 2 de mayo de 1859.

Cuando tenía doce años murió su padre y tres después perdió a su madre. Había dejado la escuela unos meses antes, para ocupar un puesto de oficinista en una compañía ferroviaria, donde tenía un salario que le daba para mantener el alma pegada al cuerpo, como dicen los ingleses, pero no más. Hacía horas extraordinarias para conseguir un suplemento, y también comenzó a trabajar como actor de relleno en algunas piezas populares.

Entonces se inició su afición a la literatura y al teatro. No se le daban mal las tablas, hasta el punto que dejó la compañía ferroviaria y durante tres años formó parte de una compañía teatral que trabajaba en provincias.

De vuelta en Londres aprendió taquigrafía y entró en un periódico como reportero. Luego fue maestro de escuela, secretario de un empresario de construcciones, secretario de una casa de comisionistas y, finalmente, oficinista de una firma de abogados.

En su tiempo libre, que no era mucho, escribía cuentos, piezas de teatro y artículos que nadie aceptaba.

En 1889 publicó
“Idle thoughts
of an idle fellow”
(publicado en español con el título de “Divagaciones de un haragán”), que fue su primer éxito. Aquel mismo año vio la luz
“Three men in a boat”
(Tres hombres en una barca), que fue un éxito fulminante.

J.K.J. tenía entonces 30 años; dejó su puesto en la firma de abogados, se casó y se estableció en Londres. A partir de entonces su carrera fue la de un escritor de renombre.

En el teatro, al que dedicó bastantes obras, su gran éxito fue
“The passing of the tirad floor back”
(“La defunción del tercer piso interior”).

En 1892 consiguió una de sus mayores ambiciones: dirigir una revista ilustrada mensual,
The idler
(El ocioso). Entre sus colaboradores figuraban escritores de prestigio: Mark Twain, Conan Doyle, Israel Zangwill, Marie Corelli y el propio Jerome.

Además de sus obras humorísticas y de teatro escribió también novelas, entre las que destacan
“All roads lead to Calvary”
(“Todos los caminos llevan al Calvario”) (1919) y
“Anthony John”
(1923).

Desde sus tiempos de actor itinerante, Jerome era un viajero incansable. Estuvo en toda Europa, en Rusia y en Estados Unidos, donde hizo tres giras dando conferencias.

Durante la guerra europea, con sus cincuenta y cinco años, sirvió como conductor voluntario en una unidad de ambulancias motorizadas francesa, en un lugar de intensa acción bélica cerca de Verdún, y tomó parte, más tarde, junto con otros personajes destacados, en un movimiento destinado a conseguir una paz negociada con Alemania.

La muerte le sorprendió de viaje. El 30 de mayo de 1927, mientras estaba de vacaciones con su mujer y su hija, sufrió un ataque cerebral. Murió el 14 de junio, a los 68 años de edad.

Notas

[1]
Dolencia que padecen las mujeres de limpieza y, en general, todos los que trabajan arrodillados

[2]
Diario de Londres (N. Del T.)

[3]
Tenga en cuenta el lector que la estación londinense de Waterloo tiene andenes en varios pisos subterráneos.

[4]
Novela de Thomas Day (1748 – 1789) en la que se discuten las teorías educativas de J. J. Rousseau, expuestas en su obra “Emilio”

[5]
Días de licencia trimestral

[6]
Excelente y poco concurrido restaurante en la vecindad de..., donde se puede obtener una de las comidas francesas más buenas y más baratas que conozco, con una excelente botella de Beaune por tres chelines y seis peniques y que no soy lo suficientemente idiota para anunciar (Nota del autor)

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