Una mochila para el Universo (12 page)

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Authors: Elsa Punset

Tags: #Ensayo, Ciencia

BOOK: Una mochila para el Universo
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Vamos a terminar con un gesto positivo.

Un lápiz lo tiene cualquiera en casa o en la oficina, y un mal momento también. Así que cuando los ánimos estén bajos vamos a darles un empujón con este sencillo truco. Meted el lápiz en la boca en horizontal, como si estuvieseis sonriendo. Intentad mantener el lápiz unos quince segundos al menos para que al cerebro le dé tiempo a generar dopamina y la química del bienestar que nos hace sentir mejor, para que a los músculos les legue la orden de estar menos tensos y la respiración se calme. Veréis cómo con un simple gesto podemos empezar a cambiar de humor.

Cuanto más desafías tu tendencia a la negatividad, reforzando tu visión positiva y buscando alivio o generando placer deliberadamente, mejor te sientes y haces sentir a los demás. No hay nada más contagioso que una persona que es tozudamente positiva. No hace falta nada extraordinario, basta con reír y con disfrutar.

Buenas razones para reírse

¿De qué sirve la risa? Es difícil imaginar un mundo sin risas, pero si todo lo que hacemos le sirve para algo a la naturaleza —el sexo para asegurar que engendramos niños, el miedo para protegernos de los peligros—, ¿para qué sirve la risa? La risa te hace sentir bien, es una recompensa que nos da la naturaleza. Cuando te ríes, generas neurotransmisores y hormonas como la dopamina o las endorfinas, se excita todo el cuerpo y se relajan los músculos. Piensa que cada sentimiento o pensamiento que tienes afecta a todo tu cuerpo, porque éste funciona como un todo. Así que cuando sonríes, el cuerpo entiende que no estás en peligro y hasta puedes sentir menos dolor físico.

Además, la risa fomenta la colaboración y la cohesión social porque une a las personas, las entretiene y por tanto las incita a colaborar. La risa también potencia tu creatividad. Una de las razones por las cuales reímos es cuando el cerebro reconoce un patrón atípico: algo tiene el tamaño equivocado o está en el lugar equivocado, y esta capacidad de reconocer lo inhabitual tiene una recompensa, que es la risa. Es un rasgo creativo de la mente humana, porque en el humor jugamos con ideas o conceptos de manera creativa. El humor es irreverente con los procesos lineales, lógicos, tradicionales y habituales, y por tanto fomenta el pensamiento flexible y la creatividad.

La capacidad de reír es innata, involuntaria e instintiva. Incluso los bebés sordos o ciegos se ríen.

¿Hay distintos tipos de risa? ¿Cómo puedo reconocerlos?

Generalmente, la risa se da en un contexto social y se divide en cuatro tipos: la risa alegre que emites, por ejemplo, cuando vuelves a ver a un buen amigo que hace tiempo que no habías visto; la risa burlona, cuando te ríes de alguien después de vencerle en algo, que sirve para mostrar desprecio y humillar al otro; la risa muy contagiosa que te sobrecoge cuando te ríes de algo o alguien que acaba de hacer el ridículo, como resbalar y tener una caída divertida e inesperada; y la risa que te da cuando te hacen físicamente cosquillas. La gente reconoce intuitivamente qué clase de intención tiene cada tipo de risa.

¿Reír nos ayuda a relacionarnos con los demás?

Si utilizas el sentido del humor amable o inteligente para integrar a los demás, mejorarás tus relaciones sociales. Pero el humor agresivo —el sarcasmo— no ayuda a tener amigos, ni tampoco que te burles exageradamente de ti mismo para hacer reír a los demás.

Veamos diversas maneras de mejorar el sentido del humor y de reír más. Te expongo varias posibilidades para que elijas las que prefieras, las adaptes a tus necesidades y puedas ir variándolas. Hay trucos de andar por casa para entrenarse a reír más, y hay dos en especial que son muy eficaces: si algo te pone triste, exagéralo, cuéntalo como si fuese una catástrofe, porque esa mirada humorística te ayudará a ponerlo en perspectiva. Y ten un lugar en tu casa y en tu trabajo para poner cosas divertidas, un «rincón de la risa» donde apuntes, por ejemplo, una frase divertida; yo la que tengo estos días en la nevera de casa es: «Nunca hagas lucha libre con un cerdo. Los dos os vais a ensuciar y al cerdo le gustará». También puedes romper una racha de mal humor con algo divertido
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, como hablar todo un día con acento sueco… a menos que seas sueco, claro.

¿En qué se distingue la risa humana de la de los demás animales?

Cuando nos reímos activamos partes antiguas del cerebro como la amígdala, que compartimos con otros animales. Sin embargo también activamos áreas más recientes, como la corteza frontal, que están particularmente desarrolladas en los humanos y que rigen el uso de la palabra. Por ello algo que caracteriza nuestro sentido del humor humano son los juegos del lenguaje, porque somos capaces de comunicar ideas complejas mediante éste. Nuestro sentido del humor nos permite pues jugar con estas capacidades cognitivas y lingüísticas, manipulándolas de todas las maneras imaginables por pura diversión.

¿Somos los únicos seres vivos capaces de reírnos?

¡Desde luego que no! Pero aquí entramos en un terreno resbaladizo, aunque sospecho que dentro de unos años alucinaremos con lo que estamos descubriendo acerca de estos temas. En general, a los humanos no nos interesa reconocer la capacidad de sentir emociones de los demás animales porque los utilizamos de muchas maneras. Por ejemplo, recurrimos a ratas en los laboratorios para hacer pruebas a menudo crueles, y por ello nos resulta incómodo pensar que son capaces de sufrir y de reír. Pero la capacidad de reír, de disfrutar durante actividades divertidas como el cosquilleo y los juegos de persecución, la tienen muchos animales, eso es innegable. Algunos animales incluso tienen un sentido del humor que parece algo más humano porque implica el uso del lenguaje: chimpancés y gorilas entrenados en el lenguaje de signos son capaces de usar juegos de palabras o insultos divertidos.

Decimos que a los científicos nos les interesa que humanicemos a las ratas porque las necesitan en los laboratorios, pero ¿las ratas se ríen?

Sí, las ratas, sobre todo las más jóvenes, se ríen. Jaak Panksepp, un psicólogo de la Universidad del estado de Washington, que estudió durante diez años si las ratas de su laboratorio eran capaces de reír. Está convencido de que sí
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. Lo que ocurre es que las risas de las ratas no suenan como las de los humanos. Ellas ríen con una frecuencia ultrasónica (~50 kHz) distinta a la que utilizan para comunicarse, y que nosotros sólo podemos escuchar con un aparato especial.

¿Cómo se reconoce a una rata risueña?

Las ratas que más ríen son también las más juguetonas. Si eres capaz de hacer reír a una rata, querrá jugar contigo: las ratas buscan las manos humanas que las hacen reír, a menos, como los humanos, que tengan miedo o hambre y que por tanto se les quiten las ganas. Las ratas hembra son más receptivas a las cosquillas que los roedores machos, pero en general a una rata adulta le resulta difícil reír a menos que lo haya hecho de pequeña. Curiosamente, cuando le das a un ratoncito la posibilidad de elegir si quiere estar con una rata que ríe mucho o con una rata muy seria, tiende a preferir a las ratas risueñas.

También ayuda, para que se ría, que sea una rata joven. A las ratas les pasa como a nosotros: a medida que envejecen, tienden a reír menos. Los humanos, cuando son niños, ríen unas trescientas veces al día; de adultos, sólo reímos unas diecisiete veces.

Así pues, tendríamos que ir olvidando esa idea de que las ratas ni sienten ni padecen. Las ratas no tienen un sentido del humor humano, ni falta que les hace, pero también son capaces de reírse, de divertirse y de disfrutar. Hace poco se ha comprobado que las ratas se estresan si ven a otra rata que sufre, o lo que es lo mismo: son capaces de sentir por otra rata, de tener empatía. Si la rata estuviese viendo a un humano estresado puede que no le afectase tanto; tal vez es lo que nos pasa a nosotros con las demás especies. Puede que nuestra indiferencia al sufrimiento de los demás animales sea un problema de empatía entre especies. Habrá que hacer el esfuerzo de ampliar los círculos de empatía para comprendernos más allá de nuestras diferencias, es algo imprescindible para lograr un mundo más justo.

¿De qué sirve llorar?

¿Y si tengo ganas de llorar? Lloramos por todo tipo de cosas. Por pelar cebollas, por pérdidas, por decepciones, porque deseamos algo que no lega, por dolor físico, por miedo… y por alegría también. ¿Por qué lloramos? Sabemos que como especie somos muy buenos mintiendo y manipulando, y tal vez las lágrimas sean un indicador fiable que la naturaleza pone a nuestro alcance de que estamos ante emociones sinceras, ya que cuesta mucho simular determinadas emociones.

Un estudio del Instituto Weizmann de Ciencias, en Israel, revela que las lágrimas de tristeza envían señales químicas a nuestros semejantes. La investigación, liderada por el neurobiólogo Shani Gelstein, apunta que las lágrimas de las mujeres contienen sustancias químicas que afectan al comportamiento de los varones: los hombres expuestos a lágrimas femeninas experimentaron una reducción de sus niveles de testosterona y de su deseo sexual. Aunque ya se sabía que las lágrimas de los ratones emiten señales químicas, ésta es la primera vez que se comprueba que tienen ese efecto en los humanos.

¿Es siempre positivo llorar?

No, llorar no siempre ayuda, depende de las circunstancias. No hay demasiada evidencia científica al respecto, aunque se calcula que dos de cada tres terapeutas recomiendan llorar como herramienta positiva. En un estudio realizado sobre tres mil personas, se preguntó a la gente cómo se sentía después de llorar. Los que se sentían mejor eran los que recibían apoyo de otras personas, los que eran consolados, mientras que los que no recibían consuelo se sentían avergonzados. Y si sientes vergüenza, ésta anula los beneficios de llorar.

¿Por qué resulta tan difícil escuchar llorar a un bebé?

Cuando un bebé lora es cierto que resulta muy difícil de escuchar. ¿Te has fijado en que a veces parece que se ahogan? ello ocurre para que los padres reaccionen más deprisa. Por supuesto no es nada consciente, se trata de un mecanismo que tienen los bebés y niños pequeños para llorar con mucha más intensidad y ayudar así a su supervivencia. Piensa también cómo puede llorar un adulto angustiado: los sollozos casi silenciosos, los ojos llenos de lágrimas enormes, los movimientos de los hombros y la dificultad para respirar, parecidos a lo de los bebés, invitan a que nos «socorran». Aunque cuando somos adultos y la tristeza o el mal humor nos invaden, hay formas eficaces de gestionarlos por nosotros mismos.

Borra tu mal humor en noventa segundos

¿Por qué me fijo más en las cosas malas que en las cosas buenas?

Nos fijamos más en un insulto en el Facebook que en diez personas que nos saludan amablemente. Antes de dormir recordamos sobre todo la crítica del jefe, la salida de tono del hijo adolescente. Llevamos las críticas clavadas en la mente sin lograr centrar la atención en todo lo bueno que nos ha acompañado durante el día. Y eso tiene un impacto directo en el cuerpo, que se tensa para repeler la supuesta agresión.

¿Pueden los demás percibir mi negatividad?

Claro que pueden. Enviamos señales de todo tipo a los demás. Muchas son invisibles para los ojos o tan sutiles que los demás las interpretan sin saber por qué, y reaccionan poniéndose a la defensiva. Esto crea pequeños círculos viciosos en los que millones de seres se cruzan sin lograr pedir y emitir señales positivas de afecto y genera mucha frustración e incomprensión entre las personas.

Con todo lo malo que pasa en el mundo, ¿es justo que yo me sienta bien?

Hay quien piensa que es un «pecado» estar de buen humor con la que está cayendo. Cuesta estar de buen humor cuando comes pensando que otros mueren de hambre, abrazas a tus hijos sanos o conduces un coche que contamina el mundo. Pero una cosa es ser consciente del sufrimiento que hay y otra es agrandarlo con más sufrimiento. El dolor y la alegría son emociones muy contagiosas, así que ayudarás más a tu entorno si transmites alegría y propones soluciones.

¿Por qué es más fácil sentir miedo y pena que alegría y confianza?

Es por la tendencia natural del cerebro a la negatividad: quiere sobrevivir, y por tanto ve y agranda la tristeza y minimiza la alegría, como cuando paseas por un bosque y no ves las flores sino que piensas dónde puede andar escondida una serpiente cascabel. Para sobrevivir necesitas pensar en la serpiente. En todos los ámbitos de la vida tenemos una tendencia conocida y medida hacia la negatividad. Pero eso no te hace feliz. Para ser feliz necesitas fijarte mucho más en lo positivo que en lo negativo.

¿Cómo puedo no encerrarme en mí mismo cuando las cosas me parecen negativas?

  • – Aplica la «perspectiva positiva». Una estrategia poderosa es concentrarte tozudamente en lo bueno. Se llama buscar la «perspectiva positiva». Por ejemplo, si tienes una crisis de pareja deja de reprochar y céntrate durante un tiempo en las virtudes del otro, en lo que te atrajo cuando le conociste. Si quieres abandonar un mal hábito, haz un listado de las veces que lo consigues. Cuando te centras en tus éxitos, eres más capaz de repetir un comportamiento beneficioso.

  • – Aplica la «regla de los noventa segundos». Si estás triste o de mal humor, utiliza la regla de los noventa segundos: fisiológicamente, cuando nos invade una emoción negativa, el cuerpo tarda en torno a unos noventa segundos en procesar las hormonas del estrés y recuperar su estado normal. Pero si al cabo de ese tiempo tú sigues pensando en lo que te enfada o entristece, repites el proceso fisiológico y te quedas atrapado en un círculo sin fin. Así que cuando seas presa de un sentimiento negativo, déjate invadir durante ese espacio corto de tiempo y no pienses, sólo siente la emoción negativa. Pero en cuanto sientas que la emoción disminuye, vuelve a centrarte en las cosas positivas; por ejemplo, echa un vistazo al listado del punto anterior.

  • – Busca alivio o alegría. ¿Cuál de los dos debes fomentar? Es cuestión de grados. En general, frente a los problemas del mundo, si estás cansado y triste busca alivio. Y si estás fuerte y sereno busca alegría. Hazlo ahora: si tienes un mal día, busca alivio. Por ejemplo un amigo, una siesta, un tiempo de calidad para ti. No tienes por qué sentirte bien, sino sólo un poco mejor. Pero si ya te sientes bien, refuerza ese sentimiento: come una fruta que te apetezca, habla con tu sobrina preferida, escucha una canción que te guste… Disfruta.

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