Una mochila para el Universo (26 page)

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Authors: Elsa Punset

Tags: #Ensayo, Ciencia

BOOK: Una mochila para el Universo
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© David Roth-Getty Images

¿Cómo sabemos qué forma de pensar nos ayuda más en cada momento?

Tranquilo, tu mente sabe lo que necesitas. Los investigadores lo llaman: «sensación de saber», y esa sensación nos sobreviene cuando estamos bien encaminados, cuando sospechamos que podemos encontrar una solución si seguimos insistiendo en ello. La mente «sabe» si estás «caliente» o «frío». En otras palabras: si la mente te dice que andas cerca de una respuesta, sigue luchando. Si te dice que estás frente a una pared, probablemente necesites un insight, y éste te legará más bien relajándote y empapándote de estímulos sin forzar nada. Si quieres ser más creativo, incrementa el volumen y la diversidad de la información a la que te expones.

Steve Jobs decía que la «creatividad es simplemente conectar las cosas». ¿Cómo puedo hacerlo?

Como no sabemos de dónde viene la respuesta a nuestros interrogantes, debemos abrirnos a otros campos que nos puedan estimular e inspirar, gracias a conexiones inesperadas. Jobs, por ejemplo, estudiaba caligrafía. Busca la respuesta en lugares imprevistos. La investigación apoya esta tesis: en un análisis de 766 graduados de la Stanford Business School —todos ellos con sus propias compañías—, los que tenían más amigos registraban tres veces más alta la puntuación sobre el indicador de creatividad: traducían sus círculos sociales extensos en más ideas.

¿Qué es la reestructuración mental?

Hay soluciones que se denominan «reestructuración mental». Google tiene un evento interno que llama «búsqueda de ideas locas» donde se crean y muestran cientos de pósters. En 3M, a los ingenieros les mandan a nuevas divisiones cada pocos años. A veces los resultados son impactantes: así es como los ingenieros aplicaron su conocimiento sobre adhesivos transparentes para lograr resolver el problema de que la batería del ordenador se agotaba rápidamente para dar luz a la pantalla. Al poner un adhesivo óptico especial, consiguieron que la pantalla fuese un 40 por ciento más eficiente en el consumo de energía. Es decir, que se trata en estos casos de plantearse algo distinto, y eso les cuesta más a los expertos. Y es que las preguntas inesperadas pueden ayudar a resolver problemas.

¿Dónde puedo encontrar a personas creativas?

En todas partes, porque todos somos creativos, aunque no todos le saquemos partido a esta capacidad innata. Si quieres ver la creatividad en acción, mira a tu alrededor: la cocina, la moda, incluso la forma de hacer un ramo. Los humanos buscamos constantemente formas originales de hacer las cosas. Estamos dotados para la creatividad. Éste es el principio que se aplica en InnoCentive, un website que busca soluciones a preguntas científicas complicadas. Las compañías plantean sus preguntas, a las que asocian una recompensa económica, en ocho categorías científicas diferentes, que incluyen interrogantes desde el desarrollo de una cobertura de chocolate con menos calorías hasta una firma electrónica que intenta diseñar un ordenador solar. Curiosamente, esto es muy eficaz: en 2007, Karim Lakhani, un catedrático de la Harvard Business School, aseguraba que un 30 por ciento de los problemas planteados en esa web se solucionaban en seis meses. A veces, encontraban la solución en apenas unos días. Y una de las claves de este éxito es que los solventadores de problemas más eficaces no suelen ser del ámbito del problema que resuelven. Por ejemplo, no eran químicos los que resolvían los problemas químicos, sino biólogos moleculares. Y viceversa. Eran pues personas lo suficientemente cercanas como para poder comprender el reto, pero no tan cercanas como para obsesionarse con los obstáculos de siempre de los más expertos.

Esta habilidad para atacar los problemas como un principiante, libre de prejuicios y miedo al fracaso, es decisiva para la creatividad.

Algunos trucos para ser más creativo y para aplicarlos desde ya a tu vida personal y laboral.

¿Por qué parece difícil ser creativo? Todos los cerebros están dotados para cambiar y transformarse constantemente, pues no sólo los artistas tienen capacidad creativa. Pero para ser creativo tienes que hacer cosas que no se hacen así habitualmente, aunque sea algo tan en apariencia sencillo como redecorar tu salón. Cuando dejas atrás los caminos trillados, te expones a posibles fracasos y a hacer el ridículo, y esta exposición crea mucha ansiedad en mucha gente.

Lo primero pues para ser creativo es aceptar que el fracaso forma parte inevitable de tus futuros logros. He aquí una frase de Thomas Edison, creador de la bombilla, entre otros muchos inventos: «No he fracasado, sólo he encontrado diez mil soluciones que no funcionan». Ahora recuerda que todos tenemos en el cerebro un sistema de censura particular que filtra determinadas imágenes, recuerdos, pensamientos… ¿Has observado como cuando a veces descubres algo que te gusta lo empiezas a ver en muchos sitios? No es casualidad, es que tu cerebro se está fijando en ello, lo acepta y está preparado para reconocerlo. Para ser más creativo, es decir, para lograr formas de pensar más amplias, tienes que lograr desactivar tu sistema de censura mental, para permitir que entren estímulos nuevos. La gente que no se considera creativa tiene un sistema mental muy rígido, muy cerrado.

Técnica del «Imagina si…».

Para fomentar tu creatividad, practica esta pregunta: «¿Y si hubiese ido al espacio, redecorase mi salón, fuese una sirena…?». Cierra los ojos e imagina un paisaje. Descríbelo en detalle: urbano, rural… ¿Quién lo habita, qué hacen, cómo huele? Ahora haz lo mismo para un personaje. ¿Qué cara tiene, cómo se mueve, qué dice, tiene acento, está flaco, musculoso, voz aguda o grave? Sigue con el juego del «¿Y si…?» con un minutero y aplícalo acto seguido a algo de tu vida.

Diez trucos creativos rápidos:

  • – El color azul fomenta el pensamiento asociativo.

  • – Cuando estás menos alerta o estás soñando despierto, puedes volverte más creativo.

  • – Piensa como un niño, como si tuvieses siete años: tu pensamiento divergente mejorará mucho.

  • – El sentido del humor mejora la creatividad.

  • – Resuelves mejor los problemas si imaginas que están lejos de ti, en otra ciudad.

  • – Sal de tu cubículo: si a tu lado hay un espacio pequeño, tipo caja, mejoras tus soluciones creativas.

  • – Vive en una ciudad, o busca estímulos donde vivas: mejoras un 15 por ciento tu capacidad de generar patentes en las ciudades grandes.

  • – Cambia de perspectiva: imagina que tienes una profesión, edad o mirada distinta a la tuya habitual.

  • – Haz algo completamente diferente a lo que sueles hacer que te genere preguntas nuevas.

  • – Rodéate de naturaleza, aunque sea en la oficina.

También existen otras formas, menos conscientes y deliberadas, de fomentar la creatividad: vamos a descubrir cómo podemos sacar partido creativo incluso a nuestras horas de sueño.

Pon tus sueños a trabajar.

Dime que cuando dormimos no perdemos el tiempo tanto como parece.

Tranquilo, dormir puede ser muy útil no sólo para sobrevivir físicamente —si no duermes te mueres— sino también para solucionar algunos problemas. Porque cuando dormimos, soñamos.

¿Y qué es soñar?

Pues soñar es simplemente pensar en nuestras cosas en un estado de conciencia diferente. Eso quiere decir que mientras duermes el cerebro sigue centrado en lo mismo que te preocupa cuando estás despierto. Por ello, cuando sueñas puedes descubrir cosas de las que no te das cuenta cuando estás despierto.

Pero a veces mis sueños parecen tan extraños…

Es cierto, en un sueño puedes estar corriendo por un laberinto con un libro para dárselo a tu hermano, y cuando legas no tienes libro ni hermano, y está un vecino raro… Porque cuando sueñas, se activan áreas del cerebro relacionadas con las emociones profundas, con las imágenes visuales y con el movimiento, y en cambio se ralentizan áreas del cerebro relacionadas con la lógica o con lo socialmente apropiado. Así que cuando soñamos, parece que perdemos los papeles.

¿Pero eso sirve para algo?

En los años noventa, se empezó a comprobar que soñar sirve para aprender y para mejorar la memoria. Se constató, por ejemplo, con ratas en laboratorios: las pones en un laberinto y, mientras duermen, el cerebro repite la misma actividad cerebral de cuando estaban despiertas; al despertar, las ratas saben recorrer el laberinto mejor. Pero, ojo, ¡soñar también ayuda a veces a solucionar problemas! Porque el cerebro no sólo piensa de forma racional, sino que hay pensamientos de los que no somos conscientes que pueden resultarnos útiles, algo que nuestra mente inconsciente sabe, pero de lo que no nos hemos dado cuenta conscientemente. Para acceder a ese tipo de información, hay que recurrir a la intuición o los sueños.

Me estoy acordando de que músicos como Beethoven o Paul McCartney cuentan cómo se han despertado con canciones en sus cabezas. No sólo ellos, sino innumerables artistas como la escritora que creó mientras soñaba el personaje de Frankenstein, Mary Sheley, o científicos como Mendeleyev, que vislumbró la famosa tabla periódica cuando estaba dormido, o el famoso químico Friedrich August Kekulé, que imaginó, y más tarde probó, la estructura del benceno a raíz de un sueño.

Hay cada vez más evidencia de que soñando podemos encontrar soluciones o pistas para resolver nuestros problemas y dilemas. ¿Por qué? Porque cuando sueñas, no te limitan tanto los factores lógicos y familiares. Ves imágenes y asocias ideas de una forma distinta a la lógica del día a día, y eso precisamente puede hacerte más creativo. Así que ahora sabemos a ciencia cierta que podemos sacarle partido a nuestros sueños.

Veamos cómo. A través de una técnica muy sencilla llamada «incubación de sueños», que cada persona puede aplicar en su casa, cualquier noche. Si piensas en determinados problemas o dilemas antes de dormirte, tendrás más posibilidades de encontrar una solución. ¿Cómo?, haciendo esto:

  • – Piensa en el problema un rato antes de ir a la cama.

  • – Escribe tu problema o tu duda en una frase corta y pon el papel cerca de tu cama, con un boli y una linterna (luego te digo para qué). Si quieres, también puedes rodearte de objetos relacionados con el problema.

  • – Ahora intenta visualizar el problema como una imagen concreta, un objeto, porque facilitas la comunicación con la parte del cerebro más visual, más inconsciente. Si no puedes no pasa nada. Y mientras te vas quedando dormido, recuérdate a ti mismo que quieres soñar con ese problema/objeto.

  • – Cuando despiertes, aunque sea en medio de la noche, quédate en la cama unos minutos antes de levantarte. Intenta recordar lo que has soñado, ve recordando poco a poco más partes del sueño. Apúntalo en el papel, con la linterna si hace falta, para no despertarte de golpe y olvidarlo. Piensa a lo largo del día si lo que apuntas te ayuda a encontrar la solución.

Tenemos una corteza cerebral muy desarrollada: es el lugar desde el cual soñamos, elucubramos, inventamos, decidimos, hablamos. Pero también es el lugar desde el cual tememos, dividimos el mundo en buenos y malos, excluimos, nos proyectamos en un futuro supuestamente peligroso, y así desperdiciamos nuestro talento para la creatividad y la afectividad. Hay que ayudar al cerebro miedoso y reactivo a saber expresar su caudal de energía de forma constructiva.

RUTA 18. CAMINOS DIRECTOS PARA ENCONTRAR
LA SUERTE Y ALCANZAR TUS METAS

Puedes cambiar tu suerte…

Acabamos de ver formas de derribar un mito muy perjudicial que trata de convencernos de que no somos creativos. En esta línea de pensamiento erróneo subyace también la idea de que a quienes les va bien son personas simplemente con suerte. Para ilustrarlo, vamos con un ejemplo práctico de cómo funciona la suerte, la verdadera historia de un hombre llamado Barnett Helzberg. Imagina a alguien que ha logrado tener una cadena de joyerías que le reporta unos trescientos millones de dólares al año. Un día, paseando por la calle, Helzberg oye a alguien decir: «¡Señor Buffett!», y piensa que tal vez ese alguien esté llamando a Warren Buffet, uno de los hombres más ricos de Estados Unidos y del mundo. Entonces recuerda que hace unos meses leyó un artículo donde explicaban qué tipo de inversiones realizaba el financiero Buffett. Y se le ocurre que tal vez éste pudiera estar interesado en comprar sus joyerías. Cruza la calle y se presenta. Un año más tarde, Buffett compra la cadena de joyerías de Helzberg.

Ahora traslada esta historia a la vida diaria: esto ocurre mil veces todos los días, no sólo con cadenas de joyerías sino con las pequeñas situaciones que llenan nuestra cotidianidad: las personas que conocemos, los viajes que hacemos, donde trabajamos… Los eventos casuales ejercen una influencia enorme en nosotros y sin embargo tendemos a creer en la suerte. ¿Es por comodidad? ¿Por pereza? ¿Porque tenemos una sensación de impotencia frente a los vaivenes de la vida y la suerte nos ofrece una explicación sencilla?

¿Por qué existen las supersticiones?

Nos apoyamos en supersticiones como tocar madera, huir del número 13 o no pasar debajo de una escalera para intentar esquivar la mala suerte y atraer la buena fortuna hacia nosotros. En un estudio realizado en Estados Unidos, un 75 por ciento de las personas participantes en el mismo admitieron que eran supersticiosas en mayor o menor medida. ¿Por qué? Creemos con frecuencia que la buena o la mala suerte pueden cambiar radicalmente nuestras vidas, y eso nos crea mucha incertidumbre y sensación de injusticia. Recurrir a la superstición nos da la sensación de que podemos controlar en cierta medida ese factor misterioso de la suerte con rituales o magia. Pero por mucho que las personas se crucen con gatos negros en su camino, rompan espejos o pasen debajo de una escalera, se ha comprobado en numerosos estudios que los hados no les van a tratar mejor ni peor que al resto. La superstición no funciona
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¿Qué podemos hacer para cambiar nuestra suerte?

El psicólogo británico Richard Wiseman estudió las vidas de las personas con buena suerte y con mala suerte para intentar comprender qué pasa en cada caso.

Puso anuncios en el periódico y reclutó a cuatrocientas personas de edades y profesiones variadas. Los dividió en dos bandos a tenor de sus obras y milagros: los suertudos y los malhadados. ¿En qué bando se sitúa intuitivamente mi lector? Si no estás seguro, atento a lo que viene, que es revelador. Durante diez años, suertudos y malhadados escribieron diarios, contestaron cuestionarios y realizaron tests de inteligencia. Al final, quedó claro que su comportamiento y sus pensamientos justificaban en gran medida la suerte que arrastraban.

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