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Authors: Felipe Botaya

Tags: #Bélico, Histórico

Kronos. La puerta del tiempo (22 page)

BOOK: Kronos. La puerta del tiempo
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—Piensen que para Alemania, ya en 1943 tras nuestra rendición incondicional, se prevé la aplicación del Plan Morgenthau, que no era ni más ni menos que la aniquilación de nuestra patria en todo el sentido de la palabra, con la aprobación de Roosevelt, Churchill y Stalin en las sucesivas reuniones de sus grupos en Casablanca, Yalta, Teherán, Moscú y El Cairo. Henry Morgenthau, judío evidentemente, es todavía el Secretario del Tesoro de la administración Roosevelt y su plan fue estudiado en la Conferencia de Casablanca y adoptado en la de Teherán. El plan proponía lo siguiente:

1.
Privar a Alemania de la totalidad de su industria tras su desmantelación

2.
Regular totalmente su producción agrícola

3.
Ocupar de forma permanente su territorio

4.
Declarar criminales de guerra, con todas sus consecuencias, a todos los alemanes que hubieran trabajado en labores administrativas a partir de 1933

5.
Utilizar mano de obra esclava alemana en batallones de trabajo forzado, para la reconstrucción de las zonas afectadas por la guerra en Rusia o Inglaterra

6.
Eliminar cualquier pensión de guerra a viudas o huérfanos de guerra

—También Morgenthau creará la Sociedad para la Prevención de la III Guerra Mundial, cuya única finalidad será controlar que se apliquen todas las cláusulas antes mencionadas. Esa sociedad trabajará activamente tras la guerra para llevar a cabo la desmembración de nuestra patria, que se expulse a nuestros compatriotas de los países neutrales, que no se concedan visados a ciudadanos de países neutrales para visitar Alemania e impedir cualquier tipo de emigración, entre otras —las caras de los presentes demostraban la dureza de las palabras que estaban escuchando y lo que vendría si no se impedía.

—El propio Cordell Hull, del que les hablaré más adelante, le diría a Roosevelt que dicho plan tenía la finalidad de asesinar por inanición a casi la mitad de la población de Alemania y convertir a los demás en una masa nómada, embrutecida y miserable. Dicho plan contradecía el sentido común y nunca debería haber sido adoptado por un gobierno de los Estados Unidos. Y el senador por Dakota del Norte, William Langer, también opinaría diciendo que el señor Morgenthau aparecía convicto ante el Tribunal de la Conciencia Humana como el instigador sistemático de la aniquilación de los pueblos de habla alemana.

—Según ese terrible futuro que pronto se escribirá si no lo remediamos, ellos serán los vencedores y Europa, a la cabeza del mundo civilizado y culto, caerá bajo sus garras despiadadas tal como se profetiza en los
Protocolos de los Sabios de Sión
. El objetivo será bastardizar Europa según el plan judíomasónico escrito por el conde austríaco Richard Nikolaus Coudenhove-Kalerghi, con gentes sin pasado y sin cultura llegadas en tropel de naciones pobres y atrasadas, a través de la unión multirracial que será estimulada por los medios de comunicación y los políticos. Será bien considerado socialmente ser tolerante con esa gente y aceptarla, mientras la sangre y los principios europeos van contaminándose y desapareciendo. Ya en 1923 y frente a sus hermanos masones, este criminal proclamó que Europa sería dominada por una Raza Aristocrática Judía. Con tal propósito, los europeos debíamos ser cruzados con negros y asiáticos, como si fuésemos animales. De este cruce racial, Codenhove-Kalergi esperaba la obtención de una clase humana inferior, fácilmente gobernable y sin carácter. La bandera europea será diseñada por este individuo y las doce estrellas amarillas no simbolizarán los primeros doce miembros, sino las doce tribus de Israel y su triunfo sobre la vieja Europa. Coudenhove-Kalergi querrá que pólvora, oro y tinta estén en manos de la Raza Superior Judía.

—Con todo este plan en marcha las naciones, como entidades, irán desapareciendo; los ejércitos también mientras Israel y los Estados Unidos se rearmarán hasta extremos inconcebibles. Estaremos en sus manos. No podremos defendernos. Se perseguirá a cualquier disidente o voz contraria a todo este plan de un gobierno mundial.

—Como complemento muy importante, la seguridad personal de los ciudadanos caerá a extremos increíbles y la gente pedirá seguridad sin saber que esa inseguridad ha sido creada por una élite financiera. La gente perderá su dignidad por esa seguridad que les venderá el mismo que ha creado el miedo. El miedo será el gran negocio del futuro. Los medios de comunicación ampliarán las noticias sobre desgracias y terror, con lo que la tensión será continua. El mundo será controlado por cámaras de televisión que la población pedirá y así se conocerá el movimiento de todos. Inglaterra, Holanda y los Estados Unidos serán pueblos pilotos de esas aplicaciones de la nueva ingeniería social. La Unión Soviética caerá por propia podredumbre del sistema y los sionistas, tras ese fracaso, buscarán un nuevo enemigo ficticio para crear alarma, miedo y hacer que el negocio continúe. Buscarán a su enemigo ancestral, los árabes y su petróleo. Los pueblos que no se sometan a las directrices de una organización mundialista, sionista y masónica llamada Naciones Unidas serán perseguidos. La energía será la que dicten los Estados Unidos y siempre en manos sionistas como controladores y proveedores del gran negocio. Tras su desastre, el comunismo, el gran experimento judío junto al capitalismo, se travestirá en defensor de un supuesto medio ambiente, cuando la destrucción que habrá causado el comunismo en ese mismo medio ambiente será brutal. Desde ríos desviados con explosiones atómicas hasta vertederos nucleares en el mar Blanco. Será la época de la hipocresía.

—La religión católica será perseguida y anulada públicamente, mientras aparecerá una religión que será una mezcla de todas las demás y que cada uno podrá construir como quiera. Será llamada New Age. El folclor y las tradiciones ancestrales serán perseguidas y anuladas. El arte será totalmente degenerado y primará lo grotesco y afeminado. Los medios de comunicación, en manos sionistas, ensalzarán los valores del nuevo arte, y a esos supuestos artistas, la gran mayoría de ellos judíos u homosexuales, se les dará pábulo y serán referentes sociales de actuación de toda la sociedad. Quién no sea así, no será… —las palabras de Kammler resonaban con fuerza.

—El sacrificio, la paciencia, la disciplina serán palabras erradicadas no solo del léxico, sino de la actuación de todos y sobre todo de los jóvenes durante su formación. Se premiará lo hedonista y lo mediocre frente al valor y la virilidad. Será una época enferma. Será una sociedad de abundancia en bienes, pero falta de todo espíritu interior —Kammler observó con detenimiento las caras asombradas de su audiencia que, en el mejor de los casos, podían acusarle de derrotismo—. Israel será construida con el dinero alemán y el mundo, a partir de ese momento, tendrá que obedecer los designios sionistas, y cualquiera que alce la voz en cualquier lugar del mundo reclamando el sentido común a la insolencia judía continua será acusado de nazi, condenado al ostracismo profesional y llevado a prisión, quizás el peor insulto en esa época sombría que vendrá. Los Estados Unidos serán su brazo militar ante cualquier país que se considere amenaza, y los servicios secretos israelitas serán el brazo ejecutor en cualquier lugar del mundo, sin piedad. Nadie podrá replicar ni detener esa injusticia —Kammler se reclinó sobre su butaca, con gesto adusto—. No estamos en el mejor momento, señores. Por ello, el haber traído el Arca hasta aquí es el primer paso para cambiar drásticamente este terrible panorama que intenta acabar con Europa y el mundo civilizado.

—Pero, general, ¿existe otro futuro?

Horst y sus hombres no podían ocultar la ansiedad que las proféticas palabras de Kammler habían supuesto para ellos.

—¿Han podido analizar las consecuencias del uso del arca en combate y un posible y deseable triunfo de Alemania?

Kammler sonrió ante la pregunta. Parecía que deseara contestarla.

—Sí, así es. En nuestro plan Realidad Predeterminada hemos trabajado sobre el efecto que causaría el uso del Arca en el frente y cómo cambiaría el futuro. Un equipo ha sido trasladado al futuro y, a su regreso, a confeccionado lo que les voy a explicar a continuación. También ha traído información gráfica y muchos datos que corroboran ese futuro alternativo. Pero hay que crearlo y aquí ustedes y el Arca son decisivos. Cuando lo hayan conseguido el futuro será ese y nuestro presente desaparecerá, convirtiéndose en un nuevo presente glorioso.

X. Ningún tiempo
como el futuro

El general Kammler se puso en pie y se dirigió a la pizarra. Junto a la pizarra había un mapamundi que presidía la estancia. Todos los asistentes siguieron con impaciencia los movimientos del general y su exposición. Uno de sus ayudantes le facilitó dos carpetas que dejó en su lugar en la mesa.

—Hemos enviado a mediados de los años noventa, un equipo que ha constatado qué hubiese sucedido si a partir del desembarco de Normandía hubiésemos rechazado el asalto en las mismas playas utilizando el Arca y armas convencionales. Pero es un futurible en base a unos datos potenciales. Hemos podido observar todos los acontecimientos durante la guerra y después de ella. Con este principio voy a explicarles cómo puede acabar la Guerra Mundial si nosotros aplicamos la Realidad Predeterminada —dibujó un rectángulo y en el centro escribió Normandía 6/6/44, la fecha del desembarco.

—El arca fue situada en el centro geográfico de la región de Normandía, al norte de la ciudad de Caen, y muy cerca de la playa. Rommel, a diferencia del Mariscal de Campo Von Rundstedt, tenía razón cuando decía que había que rechazar al enemigo en las mismas playas e impedir una cabeza de puente. También debíamos golpear con el arca en su parte más potente, el ejército de los Estados Unidos, en la denominada en código playa Omaha. Si acabábamos con ellos, el resto de las playas no tendrían la misma fuerza, el ataque se hundiría y los remataríamos con unidades Panzer en las mismas playas, apoyadas por granaderos blindados y paracaidistas.

Con visión histórica la decisión era correcta,
pensó Horst. Ellos habían participado en la primera parte de la batalla y conocían muchos de sus detalles.

Kammler siguió con su exposición, abriendo una de las carpetas y mirando la documentación. Según pudo observar Horst, los papeles eran diagramas con fechas, nombres y acontecimientos.

—Solo Rommel y el Führer tenían claro que el desembarco sería en Normandía. Rommel no solo convenció a Hitler, sino que fortificó y colocó numerosas trampas en la zona para dificultar el ataque. Solo faltaba saber la fecha. Pero nosotros ya la sabíamos, porque veníamos del futuro y allí instalamos todos los medios defensivos, entre ellos el Arca.

—Rommel fue informado y, aunque se quedó sorprendido, estuvo de acuerdo. También sabíamos que Eisenhower había logrado reunir una fuerza de ataque de 39 divisiones, 5.049 cazas, 3.467 bombarderos, 2.343 aviones diversos, 2.316 transportes aéreos, 2.591 planeadores, dos puertos artificiales, un oleoducto, 1.000 locomotoras, 20.000 vagones y una ingente cantidad de impedimenta de todo tipo. Tras una larga preparación Eisenhower, el general en jefe aliado, ordenó la operación a pesar del mal tiempo reinante. El 5 de junio de 1944 se arrojaron sobre Francia 66.000 toneladas de bombas y el 6 se lanzaron dos divisiones aerotransportadas americanas y una británica. De los 17.000 americanos y 4.255 británicos pocos cayeron en el lugar previsto, bastantes fueron bajas y su llegada a tierra resultó tan caótica que los puestos de mando alemanes recibieron noticias de paracaidistas y planeadores cayendo en todas partes. A las cuatro de la madrugada aparecieron frente a la costa seis acorazados, 23 cruceros, 122 destructores y 360 torpederos destinados a cubrir las playas conocidas en clave como Utah, Omaha, Gold, Juno y Sword. La ratio aérea era prácticamente de 30 contra 1. Sin comentarios —Kammler había escrito las cifras en la pizarra.

—Cuando el arca entró en acción en la madrugada del día seis de junio en la playa Omaha, sus rayos no solo fundieron las barcazas de desembarco antes de que tocasen tierra, sino que hizo hervir el agua alrededor de ellas, con lo que los soldados enemigos fueron cocidos vivos. Más de veinte mil hombres cayeron en aquellas primeras horas del alba. Varios barcos, a cierta distancia de las playas, también fueron alcanzados y destruidos a altísimas temperaturas, ordenándose su rápida retirada. Como pueden imaginar la noticia corrió como la pólvora hacia los demás contingentes que estaban a punto para el desembarco. La aviación enemiga trató infructuosamente de localizar la nueva arma, sin conseguirlo. La movíamos continuamente, sobre una plataforma móvil, de playa en playa. A las nueve de la mañana todo el ataque se paralizó por orden superior. Al mediodía la situación quedó restablecida y el control fue nuevamente nuestro. Los aviones enemigos desaparecieron del cielo.

—Los periódicos aliados hablaron del desastre al día siguiente diciendo que había sido un nuevo Dunkerke. Muchos soldados habían escapado con vida, pero se había perdido una cantidad enorme de material. No podría haber otra oportunidad igual en mucho tiempo. Eisenhower preparó un informe para la prensa, con la aprobación de Roosevelt y todos los jefes aliados. El informe decía: «Nuestro desembarco previsto en las costas francesas de Normandía ha fracasado y he hecho retirar las tropas de la zona. Mi decisión de atacar en ese momento y en ese lugar se debió a la información de la que disponía. Nuestra infantería, marina y aviación han luchado con valor, cumpliendo con su deber. Los alemanes no solo nos estaban esperando, sino que nos sorprendieron con el uso de una nueva arma que giró totalmente el sentido de la batalla. No pudimos responder adecuadamente. La responsabilidad de este fracaso es solo mía!» —los presentes se deleitaban con esta explicación, que colmaba buena parte de sus frustraciones militares frente a un enemigo muy superior numéricamente.

Kammler vio la cara de satisfacción de su audiencia. Continuó.

—Este fracaso, muy costoso, provocó la desconfianza y minó sobre todo a los ingleses más que a los americanos. Inglaterra estaba agotada, exhausta tras cinco años de guerra continua. El Alto Mando Británico se había opuesto al desembarco, prefiriendo guardar todo su potencial humano y resistir. Las reservas humanas de Inglaterra bajaban continuadamente, mientras que las de los americanos se incrementaban. Si la invasión hubiese sido un éxito, los ingleses hubiesen enviado otros dos ejércitos al continente europeo, uno de ellos canadiense. Churchill prefería continuar el asalto a Italia o invadir los Balcanes. Por ello, en aquel momento Inglaterra estaba desmoralizada y Alemania disponía de armas futuristas e increíbles contra las que no podían oponer nada similar. A mediados de junio de 1944 nuestro Führer, conocedor de los problemas entre los aliados, envió una propuesta de paz a Inglaterra al más alto nivel a través de Suecia. Su intención era dividir a los ingleses de los americanos, algo difícil por su unión histórica, pero no imposible, por lo que la propuesta presentada era muy generosa. Churchill la rechazó de inmediato, pero su gobierno se dividió entre los que la aprobaban y los que no. La propuesta de la paz fue defendida por el partido Laborista en la Cámara de los Comunes. El 30 de junio, el líder del partido, Clement R. Attlee, anunció la retirada de su partido del gobierno nacional y pidió formalmente la dimisión de Churchill. La economía británica estaba en las últimas y solo se mantenía por la generosidad americana. La desmoralización y el temor a que la guerra durase dos años más minaron todavía más el ligero equilibrio de la coalición aliada. Las demandas de paz se sucedieron por toda Inglaterra. La sociedad civil estaba harta de sacrificios inútiles y políticos que jugaban a la guerra con la vida de sus hijos de por medio. A mediados de julio, Churchill se vio obligado a dimitir como Primer Ministro. La presión sobre él fue brutal. Fue re-emplazado por Lord Halifax. En su primer discurso a la nación, dijo: «Hemos luchado con honor y heroísmo, pero ahora hemos de enfrentarnos a la verdad de que nuestra patria está exhausta. Hemos de parar la guerra ahora y lograr una paz honorable que permita que nuestras sagradas instituciones sobrevivan y aseguren la continuidad del Imperio Británico. Nuestra única esperanza reside en un sistema de coexistencia pacífica con Alemania» —Kammler bebió algo de agua.

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