Read Crónicas de la América profunda Online
Authors: Joe Bageant
Ahora mismo, mientras empieza a oscurecer en este imperio en decadencia, el Royal Lunch es un punto diminuto dentro del holograma. Se encienden las luces de la calle, y el camarero lee en voz alta el editorial del
Washington Post:
Los norteamericanos son unos imperialistas pésimos. Somos incapaces de organizar Congresos de Núremberg. Los norteamericanos tenemos excelentes soldados, y muchos hombres en el Valhala podrían dar buena cuenta de ello, pero cuando cesa el fuego el soldado americano sólo quiere regresar a casa, casarse con la chica de la casa de al lado, abrir una cerveza bien fría y tumbarse en el sofá para ver en la tele cómo los Patriots machacan a los Eagles. Es eso lo que lo caracteriza como americano. Así que aquí va otra ronda de sinceros aplausos para esos pésimos imperialistas: esta Bud a vuestra salud.
Un par de cabezas asienten en señal de apreciación. Fuera relampaguean las luces de un coche patrulla mientras dos policías registran a un chaval en busca de drogas. Son polis jóvenes y actúan igual que los personajes que han visto en las series policíacas. La iglesia de gospel está abarrotada y el pastor habla en lenguas extrañas.
Aba laguila baklon hamalia gero landomomni.
Se oye el fragor del próximo tren que se acerca a la estación.
Una bocina de camión atrona el aire: ¡Tuuuuuuuuuu, tuuuuuuuuuu! Viajo mentalmente hasta 1960, cuando yo vendía periódicos en esta misma esquina, y recuerdo a un joven griego que lloraba en la cocina. Los destellos del coche patrulla se reflejan en los cristales de la fachada, y siento el olor de la cerveza que se mezcla con el pasado y la certeza de un Apocalipsis cada vez más próximo, mientras el triste y maldito holograma americano se eleva arqueándose sobre millones de trabajadores que sostienen a ese gigante cargado de armamentos, lanchas fuera borda, casas unifamiliares y mostradores de cuero de imitación. Y en la pequeña pantalla parpadeante veo un rostro que recita «las cifras del día». Las cifras del empleo y las cifras de los americanos muertos en Iraq y las cifras del mercado de valores como olas que rompen en las playas de la conciencia junto con los resultados de los partidos y la cantidad de cucarachas que ha sido capaz de engullir una rubia tetona en el programa «Fear Factor» («Factor Miedo»), cifras sin ningún sentido que, al igual que los polis de ahí fuera y los borrachines que estamos dentro, hace ya mucho que se perdieron en el sentimentaloide espectáculo del holograma.
Como dice Rachel Klayman, mi editora, es innegable que soy un producto de Internet. Fue un acto de desesperación. Después de pasarme tres decenios escribiendo para el negocio de las revistas y los diarios, esas revistas y esos diarios me producían una terrible frustración y estaba cansado de todo ese periodismo superficial que atestaba los kioscos tratando de cazar un espectro demográfico cada vez más amplio al que infligirle más y más publicidad. En 2002 lo mandé todo al diablo: mejor me dedico a editar sin pensar textos descerebrados firmados por otros, sacar por ello un dinero y pagarme un seguro sanitario. En aquel entonces Internet había crecido mucho, a pesar de que nadie en la industria del periodismo le prestaba apenas atención, y brindaba un formato democrático que permitía libertad de expresión y espacio para ideas completamente diferentes, es decir, le daba a cualquiera que quisiera escribir la oportunidad de decir lo que quisiera de la forma que quisiera, y que los lectores decidieran por sí mismos, sin la intervención de algunos de esos editores clónicos en que yo también me había convertido.
No tenía ni idea de cómo meter mis textos en Internet. Aquello era completamente distinto a todo lo que yo conocía. Así que lo que hice fue mandar por correo electrónico un par de textos a unas páginas web cuyo contenido parecía tratar de los mismos asuntos nacionales y globales que habían comenzado a obsesionar a millones de norteamericanos de espíritu liberal. Las mandé a counterpunch.org y a energygrid.org, aunque no esperaba que ocurriese gran cosa. Un par de días más tarde mi buzón de entrada estaba repleto de respuestas inteligentes como las que raras veces encuentras en las revistas, y uno de los webmasters me dijo más adelante que en un solo mes había llegado a varios millones de lectores de mentalidad similar a la mía: era para llorar de alegría. Había, por lo menos, una alternativa. Ninguna revista, ni la de mayor tirada, podía alcanzar tales cifras ni darme tantísima libertad.
Debo darle las gracias a Jeffrey St. Clair de counterpunch.org por haberme proporcionado esa alternativa y ayudado a entender la cultura de Internet, pues al colgar mis textos en su página se los ofreció a un público de millones de personas y porque, además, me demostró que Internet era, entre otras muchas cosas, el lugar en donde se desarrollaba un serio combate a fin de que la gente conociera la verdad. Y he de agradecerle a Andrew Patterson que, desde su web inglesa energygrid.org, se interesara tanto por mi visión de clase obrera, y por hacer mi estilo algo más comprensible en ocasiones para los lectores europeos. Muy pronto contraje otras deudas con otros que también se convirtieron en abanderados de una idea que estaba defendiendo, a saber, que en Estados Unidos puede haber una visión de izquierdas y obrera, y que en efecto esa visión existe. En Canadá fue Tony Sutton de coldtype.net, editor brillante y viejo combatiente en defensa de las libertades en Sudáfrica, quien publicó e ilustró mis trabajos y me dio sabios consejos sobre el asunto de la ginebra. Luego vino Sunil Sharma, de dissentvoice.org, que es como un hijo mío pues lleva mi propia sangre digital, y que me mostró que la generación que sigue a la mía ama la libertad. Hay más gente, entre la que quiero destacar a Bev Conover de onlinejournal.com, quien, al igual que otros entusiastas de Internet, se tomó su tiempo para discutir conmigo algunas sombrías visiones políticas que compartimos, y que llegó al extremo de levantarse de la cama de convaleciente para colgar mis trabajos
on-line;
Jeff Tiedrich de skirmingchimp.com, cuyo foro me proporcionó una enorme cantidad de interesantes y necesarias reacciones a mi pensamiento sociopolítico, sobre todo las de Mizz Grizz, cuyas raíces de los Apalaches, tan próximas a las mías, la convirtieron en una brújula infalible y una crítica inmejorable; y lo mismo tengo que decir de la buena gente de democraticunderground.com, y quiero mencionar aquí mi especial agradecimiento a Wiley White, de «The Brokeback Carpet Layer»; a Patrice Greanville, de cjonline.org, un tipo con mucho mundo y profundas ideas políticas que, porque padecía una dolencia similar, me ayudó a pelear contra mis problemas pulmonares sin dejar de escribir; a Katherine Yurica, de yuricareport.com, que entendió mis textos sobre el conservadurismo cristiano cuando la mayor parte de mis lectores creían que yo estaba sobreestimando su fuerza política; a Thomas Baypeyras, de orbite.info, quien desde Francia fue el primero que se ofreció voluntariamente a traducir mis trabajos, con brillantes anotaciones que permitieron a los franceses comprender frases tan americanas como «a peckerwood who doesn't know shit from Shinola».
Entre los otros muchos internautas y amantes de la libertad que publicaron y/o apoyaron y defendieron mi trabajo, o que lo criticaron cuando fue necesario, se encuentran (y el orden no cuenta):
alternet.org - worldnewstrust.com - peaceandjustice.org - bartcop.com- enrevanche.blogspot.com - tinyrevolution.com - peakenergy.blogspot.com- people.tribe.net - talk2action.org - fairshot.typepad.com - happyfeminist.typepad.com - stupidevilbastard.com - opednews.com - arvinhill.blogspot.com - peakoil.com - jdeanicite.typepad.com - idleworm.com - theamericanmuslim.org - wealthbondage.com - williambowles.info - thehollywoodliberal.com - adreampuppet.blogspot.com- taylor-report.com - badattitudes.com - alternativesmagazine.com - benedictionblogson.com zionsherald.org - peacebang.blogspot.com - blog.wirearchy.com - selvesandothers.org - mickeyz.net - swans.com - moonofalabama.org - theunknowncandidate.blogspot.com - thomasmccay.blogspot.com - blondesense.blogspot.com - unknownnews.net - narconews.com - electricedge.com - theriverblog.blogspot.com - allspinzone.blogspot.com liberalgirlnextdoor.blogspot.com - effwit.blogspot.com - susiemadrak.com - abigfatslob.blogspot.com
Mi más profundo agradecimiento a mi amiga Eleanor Cooney, avezada autora y bruja gonzo zen, que se tomó el trabajo de mover mi obra en varias editoriales; y a Jenniffer Matsui, crítica de medios y sociedad, y la más veterana practicante del sistema de novias por correspondencia en Japón, cuyos ingenio incansable y entusiasta apoyo son más de agradecer de lo que ella pueda imaginar. Lo mismo va por Neddi Jingo y el Rey de Zembla, dos de los tipos más inteligentes que pululan por la red, y que se tomaron el trabajo de conectar con este viejo cascarrabias porque, bueno, porque las almas afines caen en las mismas cloacas. En un plano ligeramente distinto, mi agradecimiento más profundo al físico y activista político George Salzman, amigo y veterano cuyos consejos me han servido de guía. Mi agradecimiento más sincero a Frederick Clarkson, escritor y el más importante experto norteamericano en la derecha política de raíces cristianas, que me regaló su tiempo y revisó partes de este libro. Mi gratitud también para mis colaboradores Roger Vanee, Cari VonWodtke y Nan Siegel del Weider History Group, que aguantaron con paciencia mis constantes ruegos y preguntas a jornada completa. Y no me olvido en lo más mínimo de Jim Edmonds y Larry y Ann Wadsworth, propietarios de los bares de obreros a los que van a buscar un momento de respiro tantos y tantos hijos de un Dios trabajador, y donde transcurren episodios de este libro.
A todos ellos mi gratitud más sentida.
Y sobre todo gracias a mi agente, Daniel Greenberg, por los incesantes esfuerzos que realizó en los tiempos más duros, y a mi editora, Rachel Klayman, la primera que vio algo valioso en mi trabajo y que se pasó innumerables horas explicándole a un novato los trucos del juego de la edición de libros.
JOE BAGEANT (1946-2011) fue un escritor y columnista estadounidense conocido por su libro
Deer Hunting With Jesus
.
Bageant apareció frecuentemente como comentarista en la radio y la televisión a nivel internacional, y escribió una columna progresista
online
que fue distribuida a cientos de blogs y sitios web. Él mantuvo su propio blog, llamado Joe Bageant, y también se desempeñó como redactor en
Cyrano's Journal Today
y
The Greanville Post
, dos sitios dedicados al análisis progresista de la política y los medios de comunicación.
El 27 de marzo de 2011, se anunció en su página web que había muerto el 26 de marzo después de una "vida vibrante" y una lucha de cuatro meses contra el cáncer.