DARTH VADER El señor oscuro (33 page)

BOOK: DARTH VADER El señor oscuro
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—¿Puedo ser sincero?

—Sugiero que convierta eso en práctica habitual, moff Tarkin.

—Los comandantes no están contentos. No saben quién es Lord Vader bajo esa máscara y esa armadura. No tienen ni idea del alcance de su poder, ni de cómo llegó a ser el enlace del Emperador con los gobernadores regionales y con la nueva Armada Imperial. Los rumores corren, mi señor.

—Continúe hablando con libertad.

—Algunos creen que Lord Vader es un antiguo Jedi que le ayudó en el contraataque contra la Orden. Otros creen que fue aprendiz del difunto Conde Dooku.

—¿Quién propaga esos rumores?

—Por lo que he podido colegir, los rumores empezaron en las legiones especiales que atacaron y tomaron el Templo Jedi. Si lo desea, mi señor, puedo ahondar más en este asunto.

—No, Tarkin —dijo el Emperador—. Que continúen los rumores. Que los gobernadores regionales y los oficiales navales piensen lo que quieran de Lord Vader. Su identidad no les concierne. Sólo me interesa que obedezcan sus órdenes como si fueran mías.

—Al menos eso sí lo entienden, mi señor. Los rumores sobre lo sucedido en Kashyyyk se propagan con rapidez en las filas.

—Como supe que pasaría.

Tarkin asintió.

—Mi señor, me preguntaba si podría recurrir al... talento de Lord Vader de vez en cuando, aunque sólo fuera para aumentar así su reputación entre los comandantes de la flota.

—Puede hacerlo. Tanto Lord Vader como usted se beneficiarán de una asociación así. Una vez completada la estación de combate, sus responsabilidades serán muchas. Lord Vader le liberará de la necesidad de supervisar personalmente todos los asuntos.

—Espero ese día con impaciencia, mi señor.

Tarkin volvió a inclinar la cabeza en reverencia y la holoimagen desapareció.

Sidious estaba complacido; Vader se había portado bien. Había sentido el cambio en él, incluso durante la breve conversación que mantuvieron a raíz de los acontecimientos de Kashyyyk. Ahora que por fin empezaba a sintonizar con el poder del Lado Oscuro, era momento de que iniciase su verdadero aprendizaje. Los Jedi eran algo marginal para él. Ansiaba el poder que poseía Sidious, y creía que algún día sería su igual.

Debes empezar obteniendo poder sobre ti mismo, luego sobre otro, después sobre un grupo, una orden, un mundo, una especie, un grupo de especies... y finalmente sobre la galaxia toda
.

Sidious todavía podía oír a Darth Plagueis hablándole.

Envidia, odio, traición... Eran esenciales para dominar al Lado Oscuro, pero sólo como forma de distanciarse uno mismo del concepto de moralidad y alcanzar así un objetivo más elevado. Sólo cuando Sidious comprendió esto en su totalidad pudo actuar al respecto, y matar a su Maestro mientras dormía.

A diferencia de Plagueis, Sidious sabía que no debía dormirse.

Y, lo que era más importante, para cuando Vader fuera capaz de ser un riesgo para su Maestro, éste ya dominaría los secretos que Plagueis había buscado durante toda una vida: el poder de la vida sobre la muerte. Entonces no tendría necesidad de temer a Vader. Y ya no habría motivo para tener un aprendiz, salvo para honrar la tradición que Darth Bane había resucitado un milenio antes.

Los antiguos Sith habían sido unos completos idiotas creyendo que el poder podía ser compartido por miles de seres.

El poder del Lado Oscuro sólo podía ser compartido por dos seres: uno para encarnarlo, y otro para ansiarlo.

La actual transformación de Vader significaba que Sidious podía volver a concentrarse en los asuntos importantes: dedicarse a aumentar su autoridad sobre el Senado y los sistemas estelares satélites y desarraigar y acabar con cualquiera que pudiera suponer una amenaza para el Imperio.

Había llevado la paz a la galaxia, y ahora pensaba gobernarla como mejor le pareciera, con mano tan férrea y duradera como una de las prótesis de Vader. Aplastando a cualquier enemigo que pudiera surgir. Infundiendo temor en todos lo que pensaran en obstaculizarlo o llevarle la contraria.

Vader sería un aprendiz muy poderoso, al menos hasta que encontrase uno más adecuado.

También sería un arma muy poderosa, al menos hasta que dispusiera de otra más poderosa aún...

Sidious permaneció un tiempo allí sentado, meditando en el futuro. Luego llamó a Sate Pestage para que se uniera a él en la sala del trono.

Había llegado el momento de que el resto de la galaxia conociera a Darth Vader.

51

O
h, Bail, Breha, qué niña más preciosa —dijo Mon Mothma mientras acunaba a Leia en sus brazos—. ¡Y qué energía tiene! —añadió un momento después, cuando Leia sacó un brazo y luego otro de entre los pañales, cerró las manos en puñitos y lanzó un grito que tuvo eco en la gran sala del palacio—. Ah, quieres a papá y mamá, ¿verdad, princesa Leia?

La reina Breha ya corría a liberar a Mon Mothma de una Leia que ahora gesticulaba y daba patadas.

—Es su grito de «dame de comer» —dijo Breha—. Si me disculpa, senadora...

—Oh, claro, Su Majestad —dijo Mon Mothma, poniéndose en pie. Contempló cómo Breha salía de la sala y se volvió hacia Bail, sentado junto a la chimenea de la sala—. Estoy muy feliz por vosotros dos.

—Nosotros no podríamos ser más felices —dijo Bail.

Deseaba poder decirle a Mon Mothma la verdad sobre la niña que acababa de sostener en brazos, pero no podía correr ese riesgo; todavía no, quizá nunca. Y menos con «Darth Vader» en el mundo.

Dándose cuenta del momento de introspección de Bail, Mon Mothma volvió a su asiento y asumió una expresión más seria.

—Espero que comprendas por qué no podía tener esta conversación contigo de la forma habitual, Bail —dijo ella—. ¿Esta sala es segura?

—Claro que lo entiendo. Y, sí, aquí podemos hablar con libertad.

Mon Mothma cerró brevemente los ojos y negó con la cabeza.

—La mayoría del Senado está deseando aceptar que Fang Zar era sospechoso de cometer actos de sedición en Coruscant, y que vino a Alderaan para propagar sentimientos antiimperiales.

Bail asintió.

—He oído los informes. No hay ninguna verdad en ellos. Vino para salvar la vida.

—¿Ha comentado Palpatine el hecho de que le dieras asilo?

—La verdad es que yo no sabía que estuviera siendo interrogado por Seguridad Interna, y que se le había ordenado quedarse en Coruscant. Cuando los... agentes de Palpatine me lo dijeron, respondí que le concedería la inmunidad diplomática si él me la pedía, aunque dudo que lo hubiera hecho, sabiendo que Alderaan sufriría las consecuencias.

—Aun así, el silencio de Palpatine es extraño. Igual confía en que no revelarás la verdad de lo sucedido aquí.

—Algo así —respondió, asintiendo, de acuerdo con ella—. Aunque podría sernos beneficioso a largo plazo hacerle creer que estoy dispuesto a apoyar hasta sus mentiras.

Mon Mothma apretó los labios dubitativa.

—Probablemente tengas razón. Pero me preocupa la idea que transmitirá tu silencio a nuestros aliados en el Senado. Sern Prime está montando un escándalo por este incidente. El presidente electo ha amenazado con retirar de Coruscant a toda la delegación. Eso podría proporcionarnos el ímpetu que necesitamos.

Bail se levantó y empezó a pasear.

—Palpatine quiso dar un ejemplo con Fang Zar. No dudará en dar otro ejemplo con el propio Sern Prime, si el presidente electo no se anda con cuidado.

—¿Cómo murió Zar?

—Vader.

Mon Mothma negó la cabeza en señal de ignorancia.

—¿Quién es Vader? ¿Uno de los agentes de Armand Isard?

Bail volvió a sentarse, posando los codos en las rodillas.

—Algo peor, mucho peor. Es la mano derecha de Palpatine.

La expresión de desconcierto de Mon Mothma se intensificó.

—¿Más cercano que Pestage?

Bail asintió.

—Más cercano a Palpatine que cualquiera.

—¿Así de pronto? ¿Y cómo es que ninguno de nosotros ha visto antes a ese Vader?

Bail buscó palabras que revelaran bastante sin revelar demasiado.

—Él... destacó durante la guerra. Usa un sable láser.

Los ojos de la senadora se desorbitaron por la sorpresa.

—No, no es un Jedi —dijo Bail, antes de que ella preguntara—. Su hoja es carmesí.

—¿Qué tiene que ver el color con nada?

—Es un Sith. Un miembro de la antigua orden a la que Dooku juró lealtad.

Mon Mothma respiró cansinamente.

—Nunca he entendido nada de eso, lo de la implicación de los Sith en la guerra.

—Sólo necesitas saber que Vader es el ejecutor de Palpatine. Es poderoso hasta niveles increíbles. —Bail se estudió las manos—. Fang Zar no fue la primera persona en sentir el calor de la hoja de Vader.

—Entonces Vader es otro motivo para que actuemos mientras aún podamos —dijo Mon Mothma con voz enérgica—. El plan de Palpatine de matar a unos pocos para infundir temor en los demás está funcionando ya. La mitad de los firmantes de la Petición de los Dos Mil están desdiciéndose de nuestras demandas. Comprendo que quieras honrar el consejo que te dio Padmé Amidala de esperar al momento adecuado. Pero, en el fondo, ¿qué sabía ella? Apoyó a Palpatine casi hasta el final.

»Está reuniendo una gran armada, Bail. La mitad del presupuesto se dedica a la fabricación de esos enormes destructores estelares nuevos. Ha encargado más soldados clon. Y eso no es lo peor. El Comité de Finanzas no puede dar cuentas de algunos de los gastos. Se rumorea que Palpatine tiene algún proyecto secreto entre manos.

Se calló por un momento, y siguió hablando en voz más baja.

—Piensa en lo que pasó hace tres años. De no ser por el arma secreta que tenían preparada los Jedi, la República no habría podido defenderse contra la Confederación de Dooku. Cierto, Palpatine aprovechó la situación para coronarse Emperador, pero piensa en lo que está pasando ahora. No tenemos un ejército de insurgentes escondido a la espera de atacar, y nunca lo tendremos si no empezamos a buscar apoyos. La voluntad militar de Palpatine gobernará por la espada. Hará lo que desee, todo lo que desee, y argumentará que lo hace para mantener intacto el Imperio. ¿No te das cuenta?

La pregunta pendió en el aire, pero sólo por un momento.

Raymus Antilles apareció en el umbral para decir:

—Senadores, hay algo que necesitan ver.

Antilles se acercó al receptor de la HoloRed y lo conectó.

—... en este momento, los detalles son escasos —decía un comentarista muy popular—, pero fuentes de confianza nos han comunicado que los wookiees estaban permitiendo a una banda de Jedi rebeldes que usaran Kashyyyk como base para lanzar ataques rebeldes contra el Imperio. Se cree que la acción policial dio comienzo al exigir la rendición a los Jedi. Los wookiees se resistieron a entregarlos, y el resultado fue una batalla con decenas de miles de muertos, incluidos los insurgentes Jedi, y quizá cientos de miles de prisioneros.

Bail y Mon Mothma intercambiaron miradas de asombro.

—En Coruscant —continuó el comentarista—, el senador Yarua de Kashyyyk y los miembros de su delegación fueron puestos en arresto domiciliario antes de que pudieran hacer alguna declaración. Pero en lo que ahora piensa todo el mundo es en la identidad de esta persona, captada por una holocámara en una plataforma de aterrizaje normalmente reservada para el Emperador.

—Vader —dijo Bail, al ver la figura negra que entraba con un escuadrón de soldados en el edificio del Emperador.

—Noticias HoloRed ha sabido que es conocido en altas instancias como Lord Vader —dijo el comentarista—. Casi nada se sabe de él, aparte de esto y del hecho de que estuvo al mando de la batalla de Kashyyyk. ¿Es humano? ¿Es un clon? ¿Un general Grievous del Emperador? Nadie parece saberlo, pero todo el mundo quiere...

—Apágalo —le dijo Bail a Antilles.

—Kashyyyk —repitió Mon Mothma con incredulidad. Se pasó las manos por la cara y miró a Bail—. Ya es tarde. Ha dado inicio una época oscura.

Bail no respondió de inmediato. En ese silencio llegó Breha, llevando a Leia apoyada en el hombro, y a la preocupada mente de Bail acudieron pensamientos de Yoda, Obi-Wan y Luke, hermano de Leía.

—Más motivo aún para mantener la esperanza escondida —dijo en voz queda.

52

E
l
Bailarín Borracho
estaba en casa, estacionado en la fría oscuridad, a años luz de cualquier sistema habitado. Al estar tan lejos del Núcleo Galáctico, las transmisiones de la HoloRed llegaban con un retraso de días estándar, a veces de semanas, y siempre degradadas, pero lo bastante claras como para que Starstone, Jula y todos los demás, tanto Jedi como tripulantes, pudieran identificar en ellas los cuerpos de Iwo Kulka y Siadem Forte.

—... todos los Jedi que participaron en la batalla murieron —decía un corresponsal cuando Starstone le pidió a Filli que apagara la transmisión. Todo el mundo había visto los reportajes iniciales, que desde entonces habían sido embellecidos con exageraciones y flagrantes mentiras.

Starstone miró a su alrededor, paseando la vista por Jambe, Nam, Deran Nalual y Klossi Anno, y no pudo evitar pensar que entre los cinco conformaban lo que podría considerarse el último Consejo Jedi. Ella misma había solicitado esa reunión, y era la maestra de ceremonias, sin haber superado las pruebas, y mucho menos haber sido nombrada Maestra.

Pero recordaba a Shryne en Murkhana diciéndole que la guerra era prueba suficiente para cualquiera.

—Lo que voy a decir lo dijo antes el Maestro Shryne —empezó por fin—. Nos avisó de que al reunirnos nos convertiríamos en un blanco más fácil para el Imperio, y que acabaríamos metiendo a otros en nuestros problemas. No podemos arriesgarnos a fomentar otro Kashyyyk. El Imperio tendrá que buscarse otras justificaciones no relacionadas con la presencia de los Jedi.

»Porque ya no hay más Jedi.

»Ahora tengo claro eso, y nunca me perdonaré el no haber tenido antes la cordura suficiente de darme cuenta. Puede que así no tendría que considerar lo de Kashyyyk como otra forma en que se ha depreciado el legado de los Jedi entre quienes nunca dudaron que nos traicionó Palpatine. Pero si no podemos ser Jedi, sí podemos seguir honrando ese legado a nuestra manera.

Starstone miró a Chewbacca.

—Justo antes de dejar Kashyyyk, Chewbacca dijo que creía que sería de mayor ayuda para su pueblo fuera de su planeta. Yo pienso igual, y sé que algunos de vosotros también pensáis así.

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