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Authors: Charlaine Harris

De muerto en peor (40 page)

BOOK: De muerto en peor
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—No tengo noticias de Hadley desde pocos meses después del nacimiento del niño —dijo Remy. Pese a estar acostumbrado, sus pensamientos seguían imbuidos de tristeza.

Hunter estaba sentado en el suelo, jugando con unos camiones. Cargó varias piezas de Duplo en un volquete, que retrocedió muy lentamente, guiado por sus manitas, hacia un camión de bomberos. Ante el asombro del hombrecillo de Duplo sentado en la cabina del camión de bomberos, el volquete soltó toda su carga encima de él. Hunter quedó encantado con el resultado y dijo:

—¡Mira, papá!

—Ya lo veo, hijo. —Remy me miró fijamente—. ¿Por qué has venido? —preguntó, decidido a ir al grano.

—Sólo hace un par de semanas que descubrí la posible existencia de un niño —dije—. No tenía ningún sentido seguirte la pista hasta que me enteré de eso.

—Nunca conocí a su familia —dijo—. ¿Cómo supiste que se había casado? ¿Te lo contó ella? —Y entonces, aun sin quererlo, dijo—: ¿Se encuentra bien?

—No —respondí. No quería que Hunter tomara interés por la conversación. El pequeño estaba cargando de nuevo todas las piezas de Duplo en el volquete—. Murió antes del Katrina.

Oí que la sorpresa detonaba como una pequeña bomba en su cabeza.

—Oí decir que se había convertido en vampiro —dijo inseguro, con voz temblorosa—. ¿Te refieres a esa clase de muerte?

—No, me refiero a una muerte definitiva.

—¿Qué sucedió?

—Fue atacada por otro vampiro —dije—. Estaba celoso de la relación que Hadley mantenía con su, con su...

—¿Novia? —La amargura en la voz y el cerebro de su ex marido era inequívoca.

—Sí.

—Ha sido un bombazo —dijo, pero en su cabeza la explosión se había ya apagado y quedaba tan sólo una sombría resignación, una pérdida de orgullo.

—No supe nada de todo esto hasta después de su muerte.

—¿Eres su prima? Recuerdo que me había contado que tenía dos... Tienes un hermano, ¿no?

—Sí —respondí.

—¿Sabías que se había casado conmigo?

—Lo descubrí hace unas semanas, cuando recogí su caja de seguridad. No sabía que había habido un hijo. Pido disculpas por ello. —No sabía muy bien por qué debía hacerlo o de qué modo podría haberme enterado de su existencia, pero sentía no haberme planteado siquiera la posibilidad de que Hadley y su marido hubieran tenido un hijo. Hadley era un poco mayor que yo y me imaginé que Remy tendría unos treinta o treinta y pico.

—Se te ve bien —dijo de pronto, y me sonrojé al comprenderlo al instante.

—Hadley te contó que tenía un problema. —Aparté la vista y miré al niño, que se puso de repente de pie, anunció que tenía que ir al baño y abandonó corriendo la estancia. No pude evitar sonreír.

—Sí, algo me dijo..., que lo habías pasado mal en el colegio —dijo con mucho tacto. Hadley le había contado que yo estaba como una cabra. Y al no ver indicios de ello se preguntaba por qué se lo habría dicho Hadley. Apartó la vista hacia la dirección que había seguido el niño y supe que estaba pensando que tenía que ir con cuidado porque Hunter estaba presente, que tenía que estar alerta por si se presentaban signos de mi inestabilidad..., aunque Hadley nunca le había concretado de qué tipo de locura se trataba.

—Es cierto —dije—. Lo pasé mal. Hadley no fue de gran ayuda. Pero su madre, mi tía Linda... fue una mujer estupenda antes de que el cáncer se la llevara. Siempre se portó muy bien conmigo. Y de vez en cuando, mi prima y yo tuvimos buenos momentos.

—Podría decir lo mismo. Tuvimos buenos momentos —dijo Remy. Tenía los antebrazos reposando sobre sus rodillas y sus manazas, llenas de cicatrices y rasguños, colgando en medio. Era un hombre que conocía bien el trabajo duro.

Se oyó un ruido en la puerta y, sin molestarse a llamar, entró una mujer.

—Hola, pequeño —le dijo sonriente a Remy. Cuando se percató de mi presencia, la sonrisa vaciló hasta desaparecer.

—Kristen, te presento a una pariente de mi ex mujer —dijo Remy, sin precipitación ni excusas en su tono de voz.

Kristen tenía una melena castaña, grandes ojos marrones y unos veinticinco años de edad. Iba vestida con pantalones de algodón y un polo con un logotipo en el pecho, un pato sonriente. Encima del pato se leía: «Jerry's Detailing».

—Encantada de conocerte —dijo con poca sinceridad Kristen—. Soy Kristen Duchesne, la novia de Remy.

—Encantada —dije, más sinceramente—. Sookie Stackhouse.

—¡No le has ofrecido nada de beber, Remy! ¿Te apetece una Coca-Cola o un Sprite, Sookie?

Sabía lo que había en la nevera. Me pregunté si viviría allí. La verdad es que no era asunto mío, siempre y cuando se portara debidamente con el hijo de Hadley.

—No, gracias —dije—. En un minuto me marcho. —Hice un poco la escenita de mirar el reloj—. Tengo que trabajar esta noche.

—Oh, ¿dónde trabajas? —preguntó Kristen. Estaba un poco más relajada.

—En el Merlotte's. Es un bar de Bon Temps —respondí—. A unos ciento treinta kilómetros de aquí.

—Sí, es la ciudad de tu esposa —dijo Kristen, mirando a Remy de reojo.

—Me temo que Sookie ha traído noticias. —Pese a que su tono de voz era firme, sus manos se retorcían—. Hadley ha muerto.

Kristen respiró hondo pero tuvo que callarse el comentario al ver que Hunter entraba corriendo en la estancia.

—¡Papá, me he lavado las manos! —gritó, y su padre le sonrió.

—Muy bien hecho, hijo —dijo Remy, y alborotó el pelo oscuro del chiquillo—. Dile hola a Kristen.

—Hola, Kristen —dijo Hunter sin mucho interés.

Me levanté. Me habría gustado tener una tarjeta de visita que dejarles. Me parecía extraño e incorrecto lo de simplemente levantarme e irme. Pero la presencia de Kristen me resultaba raramente inhibidora. Cogió a Hunter y se lo colgó a la cadera. El niño pesaba ya mucho para ella y, aun no siendo un gesto fácil, Kristen hizo que pareciera una cosa sencilla y habitual. Le gustaba el pequeño, lo leía en su cabeza.

—A Kristen le gusto —dijo Hunter, y me quedé mirándolo.

—Claro que sí —dijo Kristen, y se echó a reír.

Remy nos observaba a Hunter y a mí con inquietud, con una expresión que empezaba a denotar preocupación.

Me pregunté cómo explicarle a Hunter nuestro parentesco. Pensándolo bien, podría decirse que era para él algo parecido a una tía. A los niños les trae sin cuidado lo de los primos segundos.

—Tía Sookie —dijo Hunter, poniendo a prueba esas palabras—. ¿Tengo una tía?

Respiré hondo. «Sí, la tienes, Hunter», pensé.

—Nunca había tenido una tía.

—Pues ahora ya tienes una —le dije, y miré a Remy a los ojos. Expresaban miedo. No había conseguido aún sacudírselo de encima.

Aun estando Kristen presente, había algo que tenía que decirle. Sentía la confusión de la chica y su sensación de que allí ocurría algo que se le escapaba. Pero no tenía espacio en mi vida para preocuparme encima de Kristen. La persona más importante en la escena era Hunter.

—Me necesitarás —le dije a Remy—. Cuando crezca un poco, tendrás que hablar con él. Mi número está en el listín y no pienso marcharme a ninguna parte. ¿Entendido?

—¿Qué sucede? —dijo Kristen—. ¿Por qué nos ponemos tan serios?

—No te preocupes, Kris —dijo amablemente Remy—. Son simplemente asuntos de familia.

Kristen dejó al terremoto Hunter en el suelo.

—Ya —dijo, con el tono de voz que emplea quien sabe perfectamente bien que no le van a dar gato por liebre.

—Stackhouse —le recordé a Remy—. No lo pospongas hasta muy tarde, cuando la tristeza sea ya insuperable.

—Entendido —dijo. El que se veía realmente triste era él, y no lo culpaba por ello.

—Tengo que irme —volví a decir para tranquilizar a Kristen.

—¿Te marchas, tía Sookie? —preguntó Hunter. No estaba aún muy dispuesto a abrazarme, pero se lo planteó. Le gustaba—. ¿Volverás?

—Algún día, Hunter —dije—. A lo mejor tu papá te trae un día a mi casa.

Le estreché la mano a Kristen, y a Remy, un gesto que ambos consideraron extraño, y abrí la puerta. Y cuando posé el pie en el primer peldaño, Hunter me dijo en silencio: «Adiós, tía Sookie». «Adiós, Hunter», le respondí.

Notas

[1]
James Riddle Hoffa (1913-1975), sindicalista y delincuente estadounidense que fue encarcelado, desapareciendo posteriormente. Se supone que fue asesinado. [N. de la T.]

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