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Authors: Isaac Asimov

Tags: #Ciencia, Ensayo

El monstruo subatómico (21 page)

BOOK: El monstruo subatómico
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Entonces, ¿por qué los delfines no son más inteligentes que los seres humanos? Para explicarlo, debemos volver a la suposición de que existe algún defecto en la estructura de las células del cerebro del delfín, o en su organización cerebral, puntos respecto de los cuales no existe ninguna evidencia.

No obstante, permítanme sugerir un punto de vista alternativo. ¿Cómo sabemos que los delfines no son más inteligentes que los seres humanos?

Sin duda, no poseen tecnología, pero esto no es sorprendente. Viven en el agua, donde el fuego resulta imposible, y el hábil empleo del fuego constituye la base fundamental de la tecnología humana. Y lo que es más, la vida en el mar hace esencial el ser aerodinámico, por lo que los delfines carecen del equivalente de las manos delicadamente manipuladoras que poseen los seres humanos.

¿Pero es la tecnología sola una medida suficiente de la inteligencia? Cuando nos interesa, dejamos de lado la tecnología. Consideremos las estructuras construidas por algunos insectos sociales, tales como abejas, hormigas y termitas. o la delicada tracería de la tela de las arañas. ¿Todas esas realizaciones hacen a la abeja, la hormiga, la termita o la araña más inteligentes que el gorila, que construye un tosco nido en un árbol?

Decimos «no» sin titubear un momento. Consideramos que los animales inferiores, por maravillosos que sean sus logros, actúan sólo por instinto. y que esto es inferior al pensamiento consciente. Sin embargo, puede que esto sólo sea nuestra opinión personal.

¿No podría ser concebible que los delfines considerasen nuestra tecnología el resultado de una forma inferior del pensamiento. y no aceptarlo como una prueba de inteligencia, según un juicio propio sólo de ellos?

Naturalmente, los seres humanos tienen la facultad del habla. Empleamos complejas modulaciones del sonido para expresar ideas infinitamente sutiles. y ninguna otra especie de seres vivos lo hace o llega siquiera a algo parecido. (Tampoco pueden comunicarse con la equivalente complejidad, versatilidad y sutileza por ningún otro medio, por lo que sabemos hasta ahora.)

Sin embargo, la ballena de joroba canta complejas «canciones» mientras que el delfín es capaz de producir una mayor variedad de sonidos diferentes que nosotros. ¿Qué nos hace estar tan seguros de que los delfines no pueden hablar?

Pero la inteligencia es algo que se percibe. Si los delfines son tan listos, ¿por qué no resulta
obvio
que lo son?

En «Pensamientos acerca del pensamiento» mantenía que existen diferentes clases de inteligencia entre los seres humanos, y que las pruebas de CI son equivocadas por esta razón. No obstante, aunque fuese así, todas las variedades inteligenciales humanas (tengo que inventar esta palabra) pertenecen claramente al mismo género. Nos es posible reconocer estas variedades, aunque sean del todo diferentes. Podemos ver que Beethoven tenía una clase de inteligencia y Shakespeare otra, Newton otra aún, y Peter Piper (el experto en elegir adobos) tiene otra, y podemos comprender el valor de cada una de ellas.

Y. sin embargo, ¿qué podemos decir de una variedad inteligencial diferente de las que poseen los seres humanos? ¿También la reconoceríamos como inteligencia, sin importar cómo la estudiásemos?

Imaginemos que un delfín, con su enorme y circunvolucionado cerebro y su amplio repertorio de sonidos, tuviera una mente que pudiera considerar ideas complejas y un lenguaje que pudiera expresarlas con infinita sutileza. Pero supongamos que esas ideas y ese lenguaje fueran tan diferentes de todo a lo que estuviéramos acostumbrados, que no pudiéramos siquiera captar el hecho de que eran ideas y lenguaje, y mucho menos entender su contenido.

Supongamos que una colonia de termitas, todas juntas, poseyeran un cerebro comunitario que pudiera reaccionar de una forma tan diferente a las de nuestras individualidades, que no viéramos la inteligencia comunitaria, por muy notoriamente «obvia» que pudiera ser.

El problema puede ser parcialmente semántico. Insistimos en definir el «pensamiento» de tal manera que llegamos a la conclusión automática de que sólo los seres humanos piensan. (En realidad los fanáticos a través de toda la historia, han estado seguros de que sólo los seres masculinos similares en apariencia a ellos podían pensar, y que las mujeres y «razas inferiores» no podían hacerlo. Las definiciones que benefician a uno pueden servir de mucho.)

Supongamos que definimos el «pensamiento» como ese tipo de acción que lleva a una especie a tomar las medidas que aseguren mejor su supervivencia. Según esta definición, todas las especies piensan, de algún modo. El pensamiento humano no es sino una variedad más, y no necesariamente mejor que las otras.

En realidad, si consideramos que la especie humana, con plena capacidad para la premeditación, y conociendo exactamente lo que hace y lo que puede suceder, de todos modos tiene grandes probabilidades de destruirse a sí misma en un holocausto nuclear, la única conclusión lógica a la que podemos llegar, según mi definición, es que el
Homo sapiens
piensa más pobremente, y es menos inteligente, que cualquier otra especie que viva, o haya vivido en la Tierra.

Por lo tanto, es posible que, así como los que analizan el Cl logran sus resultados definiendo cuidadosamente la inteligencia de un modo que hace que ellos mismos y la gente como ellos, sean «superiores», del mismo modo la Humanidad, en conjunto, realiza algo parecido con su cuidadosa definición de lo que constituye el pensamiento.

Para hacerlo más sencillo, consideremos una analogía.

Los seres humanos «andan». Lo hacen sobre dos piernas con su cuerpo de mamífero erguido, produciendo una inclinación hacia atrás en su columna vertebral. en la región lumbar.

Podríamos definir el «andar» como el movimiento sobre dos piernas con el cuerpo en equilibrio sobre una columna curvada.

Según esta definición, andar sería algo único de los seres humanos y podríamos estar muy orgullosos de este hecho, y con razón. Esta manera de andar liberó a nuestros miembros superiores de toda necesidad de ayudarnos a movernos (excepción hecha de ciertas situaciones de emergencia), y nos permitió tener las manos permanentemente disponibles. Este desarrollo de la posición erguida precedió al desarrollo de nuestro gran cerebro y puede que, en realidad, nos llevara a ello.

Otros animales no andan. Se mueven sobre cuatro patas o sobre seis, ocho, docenas, o ninguna. O vuelan, o nadan. Incluso esos cuadrúpedos que pueden erguirse sobre sus patas traseras (como los osos y los simios) lo hacen sólo temporalmente, y están más cómodos sobre sus cuatro patas.

Existen animales que son estrictamente bípedos, como los canguros y las aves, pero a menudo saltan más que andan. Incluso las aves que andan (como las palomas y los pingüinos) son principalmente voladoras o nadadoras. Y las aves que no hacen nunca otra cosa excepto andar (o, su primo más rápido, correr) como el avestruz, carecen de una columna vertebral curvada.

Así pues, supongamos que insistiéramos en hacer del «andar» algo por completo único, hasta el punto de que careciéramos de palabras para las maneras en que otras especies avanzan. Supongamos que nos contentásemos con decir que los seres humanos fuesen «andantes» y que las demás especies no, y nos negásemos a ampliar nuestro vocabulario.

Si insistiésemos en hacerlo con suficiente fervor, no necesitaríamos prestar atención a la bella eficiencia con que algunas especies botan, o saltan, o corren, o vuelan, o planean, o se zambullen, o se deslizan. No desarrollaríamos ninguna frase del tipo «locomoción animal» para cubrir todas esas variedades de modos de avanzar.

Y si dejásemos de lado todas las formas de locomoción animal, menos las nuestras, como simplemente «no andantes», nunca tendríamos que enfrentarnos con el hecho de que la locomoción humana es, en muchas formas, no tan grácil como la de un caballo o un halcón y que es incluso una de las menos gráciles y admirables formas de locomoción animal.

Supongamos, pues, que inventamos una palabra para designar todas las formas en que las cosas vivas podrían comportarse para hacer frente a un desafío o para promover la supervivencia. Llamémoslo «zorquear». El pensar, en el sentido humano, podría ser una manera de zorquear, mientras que otras especies de cosas vivas podrían mostrar otras formas de zorquear.

Si abordamos el zorqueo sin ninguna clase de juicio preconcebido, podríamos descubrir que el pensar no es siempre la manera mejor de zorquear. y podríamos tener una posibilidad ligeramente mayor de comprender el zorqueo de los delfines o de las comunidades de termitas.

O supongamos que consideramos el problema de si las máquinas pueden pensar, si un ordenador puede llegar a tener conciencia; si es posible que los robots sientan emociones, dónde, en resumen, conseguiremos, en el futuro, una cosa tan auténtica como la «inteligencia artificial».

¿Cómo podemos discutir una cosa así, sin detenernos primero a considerar qué podría ser la inteligencia? Si es algo que sólo un ser humano pueda tener por definición, en ese caso, naturalmente, una máquina no puede tenerla.

Pero cualquier especie puede zorquear, y es posible que los ordenadores también sean capaces de hacerlo. Tal vez los ordenadores no zorqueen de la forma en que lo haga cualquier especie biológica, por lo que también necesitamos una nueva palabra para lo que hacen. En mi improvisada charla acerca de la fuerza del ordenador, empleé la palabra «groquear», y me parece que servirá igual que cualquier otra.

Entre los seres humano existe un número indefinido de maneras diferentes de zorquear; distintas que son suficientemente parecidas para que se incluyan bajo el titulo general de «pensar». Y, asimismo, entre los ordenadores es seguro que existe un número indefinido de diferentes formas de zorquear, pero unas formas tan diferentes de las encontradas en los seres humanos, como para incluirlas bajo el título general del «groquear».

(Y los animales no humanos pueden zorquear también de diferentes maneras. de modo que tendríamos que inventarnos docenas de diferentes palabras para las variedades de zorquear y clasificarlas de un modo complicado. Y lo que es más. a medida que se desarrollaran los ordenadores, podríamos encontrar que groquear no era suficiente, por lo que deberíamos elaborar más subtítulos. Pero todo esto corresponde al futuro. Mi bola de cristal no es infinitamente clara.)

En realidad, diseñamos nuestros ordenadores de tal modo que pueden resolver problemas que nos son de interés y, por lo tanto, tenemos la impresión de que piensan. Sin embargo, debemos reconocer que, aunque un ordenador resuelva un problema que nosotros mismos tendríamos que resolver sin él, él y nosotros lo solucionamos a través de unos procesos por completo diferentes. Ellos groquean y nosotros pensamos, y es inútil darle vueltas y discutir de si los ordenadores piensan. Los ordenadores también podrían darle vueltas y discutir silos seres humanos groquean.

Pero, ¿es razonable suponer que los seres humanos crearían una inteligencia artificial tan diferente de la inteligencia humana que requiriese un reconocimiento del groqueo del ordenador como algo independiente del pensamiento humano?

¿Por qué no? Ya ha sucedido antes. Durante incontables millares de años, los seres humanos han transportado objetos poniéndoselos debajo del brazo o manteniéndolos en equilibrio sobre la cabeza. Al hacerlo, sólo podían transportar como mucho su masa.

Si los seres humanos apilaban objetos a lomos de asnos, caballos, bueyes, camellos o elefantes, podían transportar masas mayores. Esto, sin embargo, es sólo la sustitución del empleo directo de unos músculos más grandes en vez de otros más pequeños.

Sin embargo, finalmente, los seres humanos inventaron un mecanismo artificial que hacía más fácil el transporte. ¿Y cómo realizaba esto la máquina? ¿Lo realizaba produciendo un andar artificial, una carrera o un vuelo, o cualquiera de la minada de otras formas de locomoción animal?

No. Algunos seres humanos, en los oscuros días de la prehistoria, inventaron la rueda y el eje. Como resultado de ello, pudo colocarse una masa mucho más grande en un carro, y ser arrastrado por músculos humanos o animales que la que podía transportarse directamente con esos músculos.

La rueda y el eje trasero constituyen el más asombroso invento jamás realizado por los seres humanos, en mi opinión. El empleo humano del fuego fue, por lo menos, precedido de la observación de los incendios naturales producidos por el rayo. Pero la rueda y el eje no tenían ningún antepasado natural. No existen en la Naturaleza; ninguna forma de vida los ha desarrollado hasta hoy. Así la «locomoción con ayuda de máquinas» fue, desde su concepción, algo completamente diferente de todas las formas de locomoción humana y, del mismo modo, no resultaría sorprendente que el zorqueo mecánico fuese distinto de todas las formas de zorqueo biológico.

Naturalmente, los carros primitivos no podían moverse por sí mismos, pero, con el tiempo se inventó la máquina de vapor, y más tarde el motor de combustión interna y el cohete, ninguna de estas cosas se comporta de forma parecida a los músculos.

Los ordenadores se encuentran, sin embargo, en la actualidad, en el período anterior a la máquina de vapor. Los ordenadores pueden realizar sus funciones, pero no lo hacen «por sí mismos». Con el tiempo se desarrollará el equivalente de una máquina de vapor y los ordenadores serán capaces de resolver los problemas por sí mismos, pero, de todos modos, a través de un proceso totalmente diferente al del cerebro humano. Lo harán groqueando más que pensando.

Todo esto parece descartar el miedo a que los ordenadores «nos reemplazarán», o que los seres humanos se harán superfluos y desaparecerán.

A fin de cuentas, las ruedas no han hecho superfluas las piernas. Hay ocasiones en que andar resulta más conveniente y más útil que ir sobre ruedas. Abrirse camino por un terreno accidentado es fácil andando, y muy difícil en automóvil. Y no imagino ningún modo de ir de mi dormitorio al cuarto de baño que no sea andando.

Pero ¿no podrían los ordenadores llegar a hacer todo lo que los seres humanos pueden realizar, aunque groqueen en vez de pensar? ¿No podrían los ordenadores groquear sinfonías, dramas, teorías científicas, asuntos amorosos, cualquier cosa que se quiera imaginar?

Tal vez. De vez en cuando veo una máquina diseñada para levantar las piernas por encima de obstáculos, para que camine. Sin embargo, la máquina es tan complicada y el movimiento tan poco grácil, que no me sorprende que nadie llegue a tomarse la enorme molestia de tratar de producir y emplear semejantes cosas como algo más que un
tour de force
(como el aeroplano que voló sobre el canal de la Mancha impulsado por la fuerza de una bicicleta, y que ya no volvió a usarse más).

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