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Authors: Kodo Sawaki

Tags: #Autoayuda, Esoterismo.

El zen es la mayor patraña de todos los tiempos (4 page)

BOOK: El zen es la mayor patraña de todos los tiempos
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¿Crees que Dogen Zenji era un magnífico maestro zen? Pero ¿qué hay de ti mismo? Ilusión significa perder el tiempo con discursos sobre otros. Eso es como si murmuraras mientras duermes.
“No sostener teorías vacías” (Hachidaininkaku)
[6]
quiere decir dejarse de sutilezas y verborrea y ser por completo uno con este instante, aquí y ahora.

Hay personas que siempre buscan mi confirmación:
“¿Es ahora suficiente?”, “¿Estoy al fin listo?”, “¿He alcanzado ya el satori
?”. Mientras necesites la confirmación de otros, tu práctica no es pura. Si la Vía está realmente firme bajo tus pies, ya no es necesario preguntar a otros por la dirección a seguir.

Cada uno de nosotros es la luz: ninguno nos distinguimos un ápice de Buda, simplemente nosotros nos hemos desviado un poco del camino. Por eso hemos de escuchar claramente, con todo este nuestro cuerpo aquí vivo, la voz con la que nos habla la reluciente sabiduría. Hemos de manifestar el
Dharma
de Buda con nuestro cuerpo. ¿Que podría ser más maravilloso que esto?

Ese conglomerado de células que llamamos persona corriente es la manifestación de Buda. Aquí radica el significado del zazen. Zazen es el viejo patriarca que, al mismo tiempo, es tu totalmente nuevo “yo”.

Buda significa tú mismo. Si TÚ no vives como Buda, ¿quién entonces?

9.- Nazco con mi universo y moriré con mi universo

Cuando se habla de “Sawaki”, sé que se trata de mí, aún cuando no se añada ningún “Kodo”. Si “Sawaki” llena todo el universo, no hay ningún “Sawaki” aparte del universo y tampoco ningún universo aparte de este Sawaki.

Creemos que vivimos por nuestras propias fuerzas, pero en realidad es la gran naturaleza la que nos mantiene con vida. Tu vida no te pertenece a ti solo: es universal. Esta vida universal es tu yo, es el verdadero cuerpo humano que llena el cosmos entero. Zazen quiere decir vivir la vida universal, es decir, tu yo. Esto significa a su vez manifestar y dar testimonio del universo entero. Cuando practico zazen yo solo, el universo entero lo practica conmigo, incluido en el zazen.

Vivir tu vida por ti mismo significa llenar todo el universo. Tú solo llenas todo el universo. En esto radica el sentido profundo del zazen.

¿Quién realiza la verdad universal? ¿Quién sino tú mismo? La religión no es más que tu propia vida.

¿Qué puede haber más lastimoso que alguien que se queja constantemente de su propia desgracia? Entre tú y Sakiamuni Buda no existe la menor distancia.

Cuando conozcas con claridad que tu vida está conectada con el universo y que ninguna distancia te separa de Buda, ya no te importará si en el escenario representas un papel principal o secundario: en cada una de tus acciones desplegarás toda tu fuerza vital.

Es interesante darse cuenta de que el aspecto de este mundo depende de la actitud que tomes ante él. La Vía del Buda es tu verdad propia y personal. Pero esto no significa que este camino termine con tu propia liberación personal (eso sería Hinayana). En el Mahayana, por el contrario, estás conectado no sólo a Buda, sino también a todos los seres que sufren y arden en los infiernos.

El zazen es tu propia verdad personal, con la cual liberas tanto el eterno pasado como el eterno futuro. Es un hecho objetivo que en lo profundo de tu subjetividad, en tu fuero interno, puedes darte cuenta de que cuando algo te va mal, también le va mal al sol y a la luna. Cuando, por el contrario, algo te va bien, hasta los rábanos que tienes en el plato sonríen. Pero cuando estás furioso, hasta la alfombra se excita contigo. En eso se encuentra la raíz de tu mundo.

Lo que ves no se encuentra fuera de ti mismo. Por eso puede también decirse que todos los fenómenos no son más que tu propia sombra.

Lo que los otros ven no es tu propia experiencia. Tú has de descubrir tu propia verdad. El satori no se encuentra en alguna parte ahí fuera: se trata de ti mismo. Se trata de dar un giro de 180 grados a tu modo de vida, a tu modo de ver las cosas, de oír y de oler, de degustar y saborear. Has de regresar a la vida. Nunca encontrarás la respuesta en los libros.

El marco de nuestro ego es tan limitado que sólo vemos el mundo muy desfigurado. Observamos las cosas como a través de unas lentes tintadas. Y eso que vemos, a menudo ni siquiera existe: ¡nos fijamos sólo en las telarañas que tenemos ante los ojos! Hemos que quitarnos esos anteojos tintados para poder ver las cosas tal como son: transparentes y sin afeites. Entonces conoceremos también que las montañas y los ríos, los árboles y los prados no existen separados de nosotros.

Este mundo es tu mundo, es mi mundo. Es como si millones de luces, una por cada persona, se iluminaran mutuamente. Cuando yo muera, también morirán conmigo mi monte Fuji, mi cielo y mi tierra. Esta taza de té morirá conmigo.

Soy mi propio mundo. Si muero, el mundo muere conmigo. Dirás: “Pero aún cuando tú mueras, ¡este mundo seguirá existiendo!”. No, mi parte del mundo muere conmigo. Pues cada uno de nosotros está completo, sin que falte nada. Seguir la Vía del Buda significa hacerse plenamente consciente de este hecho.

Vienes al mundo con tu universo. Y cuando mueres, tu universo muere contigo.

10 - El Buda Sawaki versus el ser humano Sawaki

La gente dice que el ser humano Sawaki no tiene apetitos mundanos. ¡Nada de eso! Lo que sucede es que me domino. Si me dejara llevar por mis apetitos deshonraría el Dharma del Buda. Por eso no lo hago. Eso es todo. Pero precisamente porque tengo muchos apetitos, comprendo también los apetitos de los demás. Si no los comprendiera sería un idiota y no quiero vivir como un idiota. Si contemplo las inflexiones de mis apetitos, observo puntas, ángulos y aristas. Sigo la Vía del Buda llevando conmigo estos ángulos y aristas de mis apetitos. Porque si las aristas de tus apetitos se vuelven romas, también lo bueno que hay en ti se erosionará y te quedarás sin brío. La fuerza para mantenernos bajo control la recibimos de la magnitud de nuestros apetitos. Es importante el punto en el que esta vida llena de apetitos se encuentra con la Vía del Buda.

El ser humano Sawaki es conducido por la Vía del Buda. Por eso el ser humano Sawaki no puede hacer siempre lo que le viene en gana. Esto significa creer en la Vía. Cuando me observo a mí mismo, el ser humano Sawaki no puede manejarme a su antojo.

A nadie le gusta de verdad el Dharma de los Budas y Patriarcas, sino más bien el dharma del vino y las mujeres. También yo preferiría dejarme llevar y hacer lo que me viniera en gana, pero zazen no me da opción: me lleva hacia delante. Todo se encarga de que no me extravíe.

Aun cuando trates de permanecer inmóvil, nunca hallarás auténtico reposo; este es tu sino como persona humana. Es una debilidad humana y no se puede hacer nada para cambiarlo. De lo que se trata en la Vía del Buda es de domar esta obstinada fiera humana. Pero no hay que destruirla. Un caballo salvaje tiene su valor como caballo si lo domas de manera que en cualquier parte puedas dejarlo correr libremente. Si por el contrario el caballo está medio muerto, no podrás hacer nada con él. Lo mismo sucede con las personas: no se trata de renunciar a nuestra condición humana, sino de adiestrarla. Una persona correctamente adiestrada es un Buda.

Cada célula de nuestro cuerpo es la materia prima de los apetitos. La cuestión es: ¿para qué utilizas esas células? Este cuerpo representa un lastre para toda la vida, pero eso no significa que podamos arreglárnoslas sin él. Sin este cuerpo no podríamos hacer zazen. El truco consiste en tirar de él y llevarlo por la mejor dirección posible. De esta manera podemos convertir los apetitos en sabiduría y transformar este gravoso cuerpo en algo valioso. Nunca nos liberaremos de nuestros apetitos, pero dependiendo de cómo nos manejemos con ellos dejarán de suponer un lastre para nosotros.

Poseer fuerza mística significa saber tratar con uno mismo. Buda y yo jugamos al tira y afloja. ¿Quién es más fuerte? ¿Conseguiré arrastrar a Buda hacia mí y merendármelo? Al menos así lo desea el ser humano Sawaki, que siempre quiere sacar pecho y quedar por delante de los demás.

¿Buscas la verdad? ¿Quién eres entonces tú en realidad? ¿No eres un simple hombre de la calle? ¿Qué hay entonces de tu gran búsqueda? ¿Tratas de vivir como si en tu condición de persona corriente hubiera algo muy especial?

El Dharma del Buda no consiste en hacer esfuerzos sobrehumanos. El Dharma del Buda comienza allí donde nosotros, personas corrientes, dejamos de luchar contra nosotros mismos.

No entendemos zazen porque lo contemplamos con nuestros ojos de personas corrientes.

¿Qué sabemos realmente de la vida? ¡Absolutamente nada! ¿Cuál es el objetivo de nuestra vida? ¡Ninguno! No sabemos absolutamente nada y, pese a todo, tenemos que comer cada día.
“Vivo mi vida por la gracia de Dios”
decía Nishida Tenko. En tal caso, quizá no tengamos que hacer tanto teatro en torno a nosotros mismos. Cuando dejes de hacer ese teatro en torno a ti mismo verás que todo es muy sencillo. Eso que tomas por “ti mismo” no eres tú en realidad. ¡No te dejes engañar!

La Vía del Buda no conduce al paraíso. Consiste sencillamente en no extraviarse con quimeras y en no volverse loco. Practicar la Vía significa simplemente descongestionar la cabeza. Se trata de amasar a fondo los conceptos rígidos e ideas persistentes que tenemos en la cabeza. Sólo cuando no nos aferremos a absolutamente ninguna cosa tendremos una “mente suave y dócil”.
[7]

Cuando me altero hago
gasshô
.
[8]
Gasshô
reduce la congestión y la inquietud desaparece. Cuando te sientes en la posición de loto completo, sentirás calor en tus caderas, mientras que tu cabeza se descongestionará. En zazen se trata de reducir esa congestión de la cabeza.

Envueltos en el
kesa
[9]
no podemos perdernos en nuestros apetitos ni aún cuando lo intentemos. El
kesa
nos protege de los apetitos, nos hace cruzar el mar de la vida y la muerte. También tenemos que agradecer al
kesa
que dispongamos de comida suficiente para hacer zazen.

Cuando vives en un templo zen, el taiko
[10]
suena a las tres de la mañana indicando que es hora de levantarse. De esta manera desaparece por sí solo tu deseo de seguir durmiendo. Un deseo que se disuelve en la nada. Un paso hacia el
nirvana
.

En el Budismo, la conexión entre la persona que cae en el infierno y el Buda que la libera de ese infierno se produce mediante la confesión. Cuando la confesión es verdadera, también lo es la budeidad. En este punto, la ilusión se mezcla con el
satori
y se pone de manifiesto la profundidad de la fe.

Vivir toda tu vida guiado por Buda y por el Dharma significa que tu espíritu es ya Buda.

11 - La dicha y la libertad de un loco

Incluso el que alguien vierta un cubo de brea sobre tu cabeza podría serte útil, siempre que lo observes desde una perspectiva completamente diferente de la habitual. ¿Qué sientes cuando ves el rostro enfadado de tu adversario? ¿Qué sientes cuando oyes cómo te insultan? ¿Eres capaz de transformar el veneno en medicina y sacar fuerzas de ello? La pregunta es cómo te comportas en la vida y la respuesta a esa pregunta ha de ser tu religión.

Si alguien difunde falsos rumores sobre ti, te enfureces y quieres hacérselo pagar caro. Es normal, pero de este modo demuestras cuán inmaduro eres. Mejor es recibir estos falsos rumores como un aviso del cielo. “¡Sawaki ha aceptado sobornos!”: si no pongo cuidado, podría sucederme. “¡Sawaki ha tenido relaciones con esta y esta otra muchacha!”: cuando oigo tal cosa, me doy cuenta de que verdaderamente eso sería posible. Si acojo esos rumores como un aviso, se convertirán para mí en una valiosa señal.

Por cruel que la vida pueda ser conmigo, los golpes del destino no hacen sino ayudarme en el camino hacia la liberación. Quienes aparecen ante mí como enemigos impiden que me distraiga. Quienes me atormentan como demonios evitan que me duerma en los laureles.

Crees que la vida es una lucha en la que hay que devorar o ser devorado. Pero cuando te des cuenta de que estás indisolublemente ligado a todas las cosas que hay a tu alrededor, entenderás también que incluso tus enemigos en la lucha por la supervivencia no hacen sino ayudarte a crecer y madurar.

Si tratas de obtener dulce néctar de un caqui ácido, no lo conseguirás. Sólo podrás saborear el auténtico dulzor del caqui si esperas a que madure por sí solo y la acidez se transforme en azúcar, pues no hay dulzor aparte de la acidez. Del mismo modo sucede con el Dharma del Buda que lo abarca infinitamente todo.

Está bien que sufras alguna desventura, pues en ese momento vuelves de repente a ver con claridad ante ti. No es conveniente que siempre te vaya bien: se te empezará a poner una cara como la del gato que se repantinga amodorrado al sol.

Me gustaría que durante el resto de mi vida me acompañara un anja [1]. Pues a la vista de mi anja no me será posible rendirme y dormirme en los laureles. Esto sólo ya es práctica. Y tanto más si no sólo estoy a la vista de mi anja, sino rodeado de enemigos aguardando a verme flaquear: de esa manera, estaré tan concentrado desde la mañana hasta la noche que todo lo que haga se convertirá en práctica. Tener una vida como ésta, en la que en ningún momento puedo ocultarme entre bastidores, es para mí una auténtica fortuna.

¿Cuál es el mayor secreto que rodea a la enseñanza budista? ¡El arte de convertirse en un loco feliz! Esto significa encontrar la liberación en ti mismo, en tu forma de ver las cosas. De ninguna manera podría ser más feliz de lo que soy. Desde que me levanto hasta que me acuesto estoy agradecido por todo lo que me sucede.

En el zen se dice: “Cada día es un buen día”. Ahora la pregunta es: ¿qué has de hacer para que cada día sea de verdad un buen día? ¿Qué has de poseer para poder disfrutar verdaderamente de todos y cada uno de los días? ¡Absolutamente nada! No has de hacer o poseer absolutamente nada para ser feliz. Constantemente te dejas embaucar por la idea de que has de hacer tal cosa o de que quieres tener aquella otra. Cuando al fin te des cuenta de que esa idea es una quimera, cada día será verdaderamente un buen día, y cualquier año será un buen año.

La cerilla de la sabiduría alumbra en todas direcciones: ¡olvida todo lo demás, abandónalo todo!

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