Read Filosofía en el tocador Online
Authors: Marqués de Sade
EUGENIA: Mi mamaíta será mechada con pastillas de azufre, que yo me encargaré de prender una a una.
(Aquí la postura se deshace.)
DOLMANCÉ,
con sangre fría
: Y bien, amigos míos, en mi calidad de preceptor vuestro, suavizo la condena; pero la diferencia que va a haber entre mi fallo y el vuestro es que vuestras sentencias no eran sino los efectos de una mistificación mordaz, mientras que la mía va a ejecutarse. Tengo abajo un criado provisto de uno de los más hermosos miembros que haber pueda en la naturaleza, pero que desgraciadamente destila el virus y está roído por una de las más terribles sífilis que se hayan visto en el mundo. Voy a hacerle subir: lanzará su veneno en los dos conductos de la naturaleza de esta querida y amable dama, a fin de que, durante todo el tiempo que duren las impresiones de esta cruel enfermedad, la puta se acuerde de no molestar a su hija cuando ésta se dedique a joder.
(Todo el mundo aplaude, mandan subir al criado. Dolmancé, al criado.)
Lapierre, follad a esa mujer; está extraordinariamente sana; este goce puede curaros: hay ejemplos de ese remedio.
LAPIERRE: ¿Delante de todos, señor?
DOLMANCÉ: ¿Tienes miedo de enseñarnos tu polla?
LAPIERRE: No, al revés, porque es muy hermosa... Vamos, señora, tened la bondad de colocaros, por favor.
SRA. DE MISTIVAL: ¡Oh! ¡Justo cielo! ¡Qué horrible condena!
EUGENIA: Más vale eso que morir, mamá; por lo menos podré llevar mis lindos vestidos este verano.
DOLMANCÉ: Divirtámonos mientras tanto; mi opinión es que nos flagelemos todos; la Sra. de Saint-Ange zurrará a Lapierre, para que encoñe con firmeza a la Sra. de Mistival; yo zurrare a la Sra. de Saint-Ange, Agustín me zurrará a mí, Eugenia zurrará a Agustín y será azotada vigorosamente por el caballero.
(Todos se colocan. Cuando Lapierre ha follado el coño, su amo le ordena joder el culo, y lo hace.)
Bueno, vete, Lapierre. Toma, aquí tienes diez luises. ¡Oh, diablos! ¡Vaya inoculación! ¡Ni Tronchin hizo una igual en su vida!
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SRA. DE SAINT-ANGE: Creo que ahora es muy esencial que el veneno que circula en las venas de la señora no pueda salirse; por tanto es preciso que Eugenia os cosa con cuidado el coño y el culo, para que el humor virulento, más concentrado, menos sometido a evaporación, os calcine los huesos con rapidez.
EUGENIA: ¡Excelente idea! Vamos, vamos, agujas, hilo... Separad vuestros muslos, mamá, para que os cosa a fin de que no me deis más hermanas ni hermanos.
(La Sra. de Saint-Ange da a Eugenia una gran aguja, que tiene un grueso hilo rojo encerado.
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Eugenia cose.)
SRA. DE MISTIVAL: ¡Oh! ¡Cielos, qué dolor!
DOLMANCÉ,
riendo como un loco
: ¡Diablos! La idea es excelente, te honra; nunca habría dado con ella.
EUGENIA,
pinchando de vez en cuando los labios del coño, el interior y a veces el vientre y el monte
: Esto no es nada, mamá: es para probar mi aguja.
EL CABALLERO: ¡Esta pequeña puta la va a llenar de sangre!
DOLMANCÉ,
haciendo que la Sra. de Saint-Ange se la menee, en frente de la operación
: ¡Ah! ¡Santo dios! ¡Qué tiesa me la pone este extravío! Eugenia, multiplicad los puntos para que se me ponga más gorda.
EUGENIA: Haré más de doscientos, si es preciso... Caballero, masturbadme mientras opero.
EL CABALLERO,
obedeciendo
: ¡Jamás se ha visto una joven tan bribona como ésta!
EUGENIA,
muy inflamada
: Nada de invectivas, caballero, porque os pincho. Contentaos con sobarme como es debido. Un poco más el culo, querido, por favor; ¿sólo tienes una mano? Ya no veo nada... voy a dar puntadas por todas partes... Mirad hasta dónde se extravía mi aguja..., hasta los muslos, las tetas... ¡Ay! ¡Joder! ¡Qué placer!...
SRA. DE MISTIVAL: ¡Me desgarras, malvada!... ¡Cómo me avergüenzo de haberte dado el ser!
EUGENIA: Vamos, paz, mamaíta, que ya termino.
DOLMANCÉ,
saliendo empalmado de las manos de la Sra. de Saint-Ange
: Eugenia, cédeme el culo, es la parte que me toca..
SRA. DE SAINT-ANGE: Estás demasiado empalmado, Dolmancé; la vas a martirizar.
DOLMANCÉ: ¿Y qué importa? ¿No tenemos acaso permiso por escrito?
(La tiende boca abajo, coge una aguja y comienza a coserle el agujero del culo.)
SRA. DE MISTIVAL,
gritando como un diablo
: ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay!
DOLMANCÉ,
metiéndole la aguja profundamente en las carnes
: ¡Cállate, furcia, o te pongo las nalgas como mermelada!... ¡Eugenia, menéamela!...
EUGENIA: Sí, pero a condición de que pinchéis más fuerte, porque estaréis de acuerdo conmigo en que tenemos demasiados miramientos con ella.
(Se la menea.)
SRA. DE SAINT-ANGE: ¡Trabajadme un poco esas dos gordas nalgas!
DOLMANCÉ: Paciencia, voy a mecharla enseguida como si fuera un trasero de buey; ¡olvidas las lecciones, Eugenia, estás cubriéndome la polla!
EUGENIA: Es que los dolores de esta ramera inflaman mi imaginación hasta el punto de que no sé exactamente lo que hago.
DOLMANCÉ: ¡Hostia bendita! Empiezo a perder la cabeza. Saint-Ange, que Agustín te dé por el culo delante de mí, por favor, mientras tu hermano te encoña, y que yo vea sobre todo los culos: este cuadro va a acabar conmigo.
(Pincha las nalgas mientras se prepara la postura que ha pedido.)
¡Toma, querida mamá, toma ésta, y ésta otra!...
(La pincha en más de veinte sitios.)
SRA. DE MISTIVAL: ¡Ay, perdón, señor! ¡Mil y mil perdones! ¡Me estáis matando!
DOLMANCÉ,
extraviado por el placer
: Mucho me gustaría... Hacía mucho tiempo que no se me ponía tan tiesa; no lo habría creído después de tantas descargas.
SRA. DE SAINT-ANGE,
adoptando la postura exigida
: ¿Estamos bien así, Dolmancé?
DOLMANCÉ: Que Agustín gire un poco a la derecha; no veo lo suficiente el culo; que se incline: quiero ver el ojete.
EUGENIA: ¡Ay! ¡Joder! ¡Ya sangra la bujarrona!
DOLMANCÉ: No le va mal. Vamos, ¿estáis preparados vosotros? En cuanto a mí, dentro de un instante rocío con el bálsamo de la vida las llagas que acabo de producir.
SRA. DE SAINT-ANGE: Sí, sí, corazón mío, me corro..., alcanzamos la meta al mismo tiempo que tú.
DOLMANCÉ,
que ha terminado su operación, no hace más que multiplicar sus pinchazos sobre las nalgas de la víctima, corriéndose
: ¡Ay, rediós! ¡Mi esperma corre... se pierde, santo dios!... Eugenia, dirígelo sobre las nalgas que martirizo... ¡Ah! ¡Joder! ¡joder! Se acabó..., ya no puedo más. ¿Por qué tiene que suceder la debilidad a pasiones tan intensas?
SRA. DE SAINT-ANGE: ¡Fóllame! ¡Fóllame, hermano, que me corro!...
(A Agustín.)
¡Muévete, jodido! ¿No sabes que cuando me corro es cuando hay que entrar más adentro en mi culo?... ¡Ay, santo nombre de dios! ¡Qué dulce ser jodida por dos hombres de este modo!
(El grupo se deshace.)
DOLMANCÉ: Todo está dicho.
(A la Sra. de Mistival.)
¡Puta!, puedes vestirte y partir ahora cuando quieras. Has de saber que estábamos autorizados por tu esposo mismo a cuanto acabamos de hacer. Nosotros te lo hemos dicho, tú no lo has creído: lee la prueba.
(Le enseña la carta.)
Que este ejemplo sirva para recordarte que tu hija está en edad de hacer lo que quiera; que le gusta joder, que ha nacido para joder y que si no quieres que te joda a ti, lo mejor es dejarla que haga lo que quiera. Sal: el caballero va a llevarte. ¡Saluda a todos, puta! Ponte de rodillas ante tu hija, y pídele perdón por tu abominable conducta con ella... Vos, Eugenia, dadle dos buenas bofetadas a vuestra señora madre, y tan pronto como esté en el umbral de la puerta, hacédselo cruzar a patadas en el culo.
(Todo esto se hace.)
Adiós, caballero; no se os ocurra joder a la señora en el camino, recordad que está cosida y que tiene la sífilis.
(Cuando se han ido.)
Y nosotros, amigos míos, vamos a sentarnos a la mesa, y de ahí los cuatro nos iremos a la misma cama. ¡Un día estupendo! Nunca como tan bien ni duermo más tranquilo que cuando me he manchado suficientemente durante el día con lo que los imbéciles llaman crímenes.
[1] Se trata de Fénelon, a cuya «unción mística» alude Sade.[Nota del T.]
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[2] En el texto, traitant, que el Diccionario Littré define como: «Aquel que se encarga de la cobranza de los dineros públicos en las condiciones reguladas por un tratado.» La elección de este cargo para Mistival no debe ser ajena a lo que de los «recaudadores» dice Montesquieu en L'Esprit des lois: los recaudadores romanos «eran ávidos, sembraban desgracias sobre las desgracias y hacían nacer las necesidades públicas de las necesidades públicas... Los recaudadores no tienen por destino más que la riqueza; no merecen ni la gloria y el honor de la nobleza, ni el respeto y la consideración de los magistrados» (XI, 18, y XIII, 20).[Nota del T.]
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[3]La expresión es un recuerdo, probablemente, de los diálogos de Nicolás Chorier: Aloisioe Sigue Toletano Satyra Sotadica De Arcani Amoris Et Veneris. Aloisia Hispanice Scripsit. Latinitate donavit Joannes Meursius, cuya primera edición in-8 fue casi completamente secuestrada y quemada. Ha habido edición castellana moderna: La Academia de las Damas. Llamada «Sátira sotádica de Luisa Sigea sobre los arcanos del amor y de Venus», en traducción del latín de Joaquín López Barbadillo (última edición Madrid, 1978). Para Gilbert Lély La filosofía en el tocador debe su «ordenamiento» a ese personaje de Chorier, Aloisia Sigea.[Nota del T.]
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[4]En este fragmento hay fuertes relaciones con la tesis que, sobre la beneficencia, expone Rousseau en La Nueva Eloisa (VI, ii), aunque, por supuesto, a contrario.[Nota del T.]
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[5]La Nueva Eloisa (III, xviii): «¿Hay en el mundo algún hombre honesto que no sienta horror a cambiar el hijo de otro durante la cría? ¿Y es menor crimen cambiarlo en el seno de la madre?»[Nota del T.]
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[6]Sade emplea el término bougres que Voltaire explica en el Dictionnaire philosophique: «Búlgaros: Ya que en el Dictionnaire enciclopédique se ha hablado de búlgaros, quizá guste saber a ciertos lectores quiénes eran estas extrañas gentes, que parecieron tan malvadas que se las trató de heréticas, y cuyo nombre se dio luego en Francia a los inconformistas, que no tienen con las damas toda la atención que les deben; de suerte que hoy se llama a estos señores Boulgares, suprimiendo la l y la a. » La palabra castellana bujarrón tiene esa misma etimología: el bajo latín bulgarus, empleado como insulto por tratarse de herejes pertenecientes a la Iglesia ortodoxa griega. En castellano aparece en 1526, con su significado actual de «sodomita», por conducto de otra lengua romance, probablemente el francés anticuado bougeron (s. xv).[Nota del T.]
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[7]Véanse las anécdotas de Procopio. Fue Procopio un historiador de Justiniano y secretario de Belisario (siglo VI), que dejó unas Anécdotas, o Historia secreta, traducidas del griego al latín en 1607 por primera vez. En ellas figuran las aventuras amorosas de Teodora, que tuvo una juventud tormentosa como actriz antes de casarse con el emperador.[Nota del T.]
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[8]Adán no fue, como Noé, sino un restaurador del género humano. Un horrible cataclismo dejó a Adán sólo sobre la tierra, igual que dejó a Noé un acontecimiento semejante; pero la tradición de Adán se perdió, y la de Noé se conservó.[Nota del A.]
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[9]Por hallarse tratado extensamente este artículo más adelante, nos contentamos con sentar aquí algunas bases del sistema que pronto desarrollaremos.[Nota del A.]
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[10]Véanse Suetonio y Dión Casio de Nicea.[Nota del A.]
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[11]Véase la Histoire de Zingua, reine d’Angola. Zingua, reine d’Angola, histoire africaine, París, 1769, fue escrita por Jean-Louis Castilhon, aunque por error Sade atribuya el libro a un «misionero», que es lo que hace el propio autor en el prólogo, donde cita como fuentes a los misioneros portugueses y en especial al capuchino Antonio de Gaeta.[Nota del T.]
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[12]Suetonio, Nerón, XXXIV.[Nota del T.]
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[13]Rousseau: Sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres: «Ser y parecer llegaron a ser dos cosas totalmente diferentes.»[Nota del T.]
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[14]Nuevamente parece haber aquí un recuerdo de las tesis expuestas por Rousseau en el libro citado anteriormente, sobre la piedad, y en el Ensayo sobre el origen de las lenguas. Precisamente en este ensayo, el tema de la piedad se halla en contradicción con lo expresado por Rousseau en el Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres, lo cual ha dado lugar a una polémica entre eruditos que en el prólogo a mi edición de esos dos títulos de Rousseau abordo sumariamente dando bibliografía sobre el tema. Rousseau trató en varias ocasiones el tema de la piedad: en el capítulo IX del Ensayo sobre el origen de las lenguas, en la primera parte de ese Discurso sobre la desigualdad y en el libro IV del Emilio.[Nota del T.]
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[15]El término francés imbécile mantenía aún en esa época rastros de su sentido latino: debilidad mental.[Nota del T.]
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[16]El tema del niño cruel, que procede de Hobbes, fue recogido por Rousseau en el Discurso sobre el origen de la desigualdad, inmediatamente después de sus pensamientos sobre la piedad. Era, de todos modos, un tema frecuente de la Enciclopedia: Diderot lo comenta al final de su artículo Hobbisme.[Nota del T.]
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[17]El mariscal de Retz o Rais (c. 1400-1440), compañero de Juana de Arco, dejó un reguero de crímenes por los que fue ejecutado en Nantes; su figura se convirtió en personaje legendario. Charolais, emparentado con el Príncipe de Condé, murió en julio de 1760, de gota, repentinamente. En el Journal de Barbier Chronique de la Régence et du regne de Louis XV (París, 1857), se cuentan varios episodios que ponen de relieve su brutalidad y sus violencias; más adelante, el propio Sade referirá uno de esos episodios, aunque en la obra de Barbier, lo que Sade atribuye a los labios reales, figura en los del Duque de Orleans, que fue quien, evidentemente, las pronunció.[Nota del T.]
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[18]Sade opone Tito a Nerón, y santa Juana de Chantal a Mesalina. Santa Juana, fundadora de la orden de la Visitación (1572-1741) fue dirigida espiritualmente por san Francisco de Sales.[Nota del T.]
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