Génesis (5 page)

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Authors: Bernard Beckett

Tags: #Narrativa, Filosofía, Ciencia Ficción

BOOK: Génesis
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—¿Nos habrían puesto en la misma sala de espera si no quisieran que habláramos?

—Quizá nos estén observando —apuntó Soc.

A Anax le había caído bien. No solían fallarle las primeras impresiones. Era educado y amable; se sentía segura.

—¿Han sido difíciles las preguntas? —quiso saber.

—La mayoría no mucho —contestó Soc—. Me ha desconcertado una pregunta sobre ética. No es mi especialidad. Quizá no debería decirlo.

—A mí me ha pasado lo mismo.

Eso pareció aliviar un poco a Soc. La miró como si intentara leerle el pensamiento. De pronto se inclinó hacia delante rápidamente, y Anax, sorprendida, se apartó de él. Soc bajó la voz hasta un débil susurro.

—Ten cuidado —murmuró—. Saben más de lo que crees.

Enseguida se apartó y la miró, pero Anax no dijo nada. Era un desconocido. ¿Quién se creía que era? ¿Cómo se atrevía a correr ese riesgo? En ese preciso instante, como para subrayar el peligro, se abrió la puerta corredera.

Anax entró en silencio, esquivando la mirada de Soc.

* * *

Miró a los Examinadores; estaba más nerviosa que antes. Tuvo la impresión de que ni siquiera se habían movido. Intentó imaginar de qué habrían estado hablando.

El Examinador Jefe esperó a que ella se colocara en su sitio, y entonces formuló la siguiente pregunta, como si el descanso sólo hubiera existido en la imaginación de Anax.

Examinador.
¿Qué circunstancias condujeron a la detención de Adán?

Anaximandro:
Los detalles de su detención son un tanto triviales. Como ya he dicho, su comportamiento permite suponer que su decisión de salvar a la chica, a quien por motivos obvios llamaron Eva, no estaba planeada, sino que fue espontánea.

»Como sucede en cualquier ejecución forzosa, se examinaron los registros de la torre de vigilancia previos a la muerte de José, y el cambio de funciones durante el incidente levantó las sospechas.

»Varios expertos examinaron la valla marina y descubrieron señales de manipulación. Se monitorizaron las transacciones de Adán para la adquisición de víveres, y aunque él tomó la precaución de conseguir la comida y el agua utilizando una tarjeta de identidad robada, lo pusieron bajo vigilancia intensiva. Activaron su chip localizador, y a la noche siguiente, cuando se escabulló del dormitorio, un equipo de cuarentena y seguridad siguió todos sus movimientos.

Examinador.
¿No te parece extraño que una persona con la competencia técnica de Adán no estuviera al corriente de los chips localizadores?

Anaximandro:
Se ha especulado mucho sobre las motivaciones de Adán en ese momento. Una vez más, el problema de las teorías de la conspiración es que presuponen que las personas son capaces de ejercer un exhaustivo control sobre los acontecimientos. Yo creo que la complejidad surge rápida e inesperadamente. Es mejor contemplar al Adán de esos días como un hombre asustado. Ha hecho lo que cree que está bien, y ahora ve cómo su mundo se descontrola.

Examinador.
Una interpretación romántica.

Anaximandro:
No; una interpretación pragmática. Adán iba dando traspiés. Sabía que no podía recurrir a nadie, y sin embargo, tras haber hecho una elección, era responsable de la vida de la chica a la que había salvado. Así que, por descuido, condujo a las fuerzas de seguridad hasta la cueva donde ella estaba escondida.

Examinador.
¿Qué pasó en esa cueva?

Anaximandro:
Dudo que lleguemos a saberlo con certeza. Las fuerzas de seguridad tenían instrucciones estrictas de detener a Adán y Eva con vida, puesto que se temía que formaran parte de una conspiración mayor.

»El informe de Defensa oficial indica que les tendieron una emboscada bien planeada. Sin embargo, es evidente que las fuerzas de seguridad tenían buenos motivos para difundir esa versión. La otra posibilidad sería que no habían previsto que la cueva estaba ramificada, y que simplemente lanzaron su asalto por el túnel equivocado.

»Adán estaba con Eva al final del túnel más corto cuando los oyó entrar por el otro. Tenía la pistola de José, que había dejado en la cueva el día anterior. Si se quedaba donde estaba, lo descubrirían. Aterrorizado, se enfrentó a una simple elección: podía dejar a Eva e intentar escapar antes de que las fuerzas de seguridad se percataran de su error, o podía llevarse a Eva con él.

»Adán sabía que, dado el debilitado estado de la chica, si la llevaba con él no podría correr, pero aun así lo hizo. Sabemos, por el testimonio de Eva, que ella le suplicó que la abandonara y que él se negó a hacerlo.

»Era imposible que Adán lo consiguiera. Había centinelas apostados en la entrada, y los asaltantes no tardaron en percatarse de su error y dar media vuelta. La cueva estaba a oscuras, y las irregulares paredes dispersaban la luz de las linternas y creaban una confusión de ecos cuando los Soldados intentaban comunicarse unos con otros. Más tarde, Adán reveló que creyó estar siendo atacado por ambos lados. Sea cual sea la verdad, sabemos que se agachó detrás de unas rocas y que abrió fuego sobre los Soldados que retrocedían.

»Los errores iban acumulándose. Las fuerzas de asalto no habían tenido en cuenta la escasa eficacia de las pistolas aturdidoras en el interior de una cueva. Las ondas expansivas rebotaban en las paredes, así que se encontraron disparando contra ellos mismos. El arma de Adán, en cambio, disparaba a matar. Por tanto, la matanza de once Soldados no tiene por qué indicar necesariamente, como insisten algunos, que Adán había recibido instrucción en técnicas avanzadas de combate por una célula secreta de insurgentes del Exterior. Se trató, más bien, de lo que en esa época los militares llamaban un "sinomepato": Situación Normal, Metedura de Pata Total.

«Llevaron a Adán y Eva a un centro de cuarentena, donde unos exámenes exhaustivos demostraron que ninguno de los dos había estado expuesto a ninguna variedad de peste conocida. Ese resultado no se hizo público; sólo se ofrecieron datos falsos según los cuales Eva presentaba un perfil de anticuerpos anormal, compatible con la exposición a la forma más virulenta de la enfermedad. Las autoridades aseguraron a la población que Eva no era portadora, pero que las pruebas reforzaban la versión oficial de que, en el Exterior, la peste seguía causando estragos en la población superviviente.

»Y así fue como empezó el juicio más famoso de la historia de la República.

Examinador.
El juicio en sí no era estrictamente necesario. El deseo de las autoridades de interrogar a los cautivos es comprensible, pero no es verdad que no tuvieran otra alternativa que celebrar un juicio.

»La idea de realizar la investigación en privado, aduciendo que implicaba información confidencial, debió de ser tentadora. Como ha señalado al menos un historiador, ni siquiera había necesidad de informar al pueblo acerca del incidente. Hubo una decisión deliberada de convertir el juicio en un acontecimiento público. Explícanos por qué actuaron así las autoridades.

Anaximandro:
Quisiera destacar la anterior conversación entre José y Adán en la torre de vigilancia. Allí, José manifiesta su creencia de que la peste puede haber desaparecido. Creo que esa actitud era típica de las generaciones más jóvenes.

»En esa época ya hacía más de veinte años que se había levantado la valla marina. La primera generación de la República había visto retransmisiones en directo de los horrores de la guerra, así como secuencias de los primeros ataques biológicos y sus repercusiones; también había contemplado las espectaculares puestas de sol y soportado los interminables inviernos de los años treinta y uno y treinta y dos. Y presenciado el repentino silencio, el final de todas las retransmisiones, los comienzos de la era de la duda. Creció bajo máscaras, contemplando la línea que marcaba la valla, y vivió aterrorizada pensando en el día en que el enemigo apareciera en el horizonte. En esa época, cualquier viento del norte traía el miedo a que arrastrara las esporas de la enfermedad.

»En esa atmósfera, la República no tuvo problemas para mantener su estructura. La gente hacía lo que le mandaban porque todos trabajaban juntos, concentrados en una amenaza común, un enemigo compartido. Pero el tiempo pasa y el miedo se convierte en un recuerdo. El terror deviene rutina, pierde su fuerza.

»La gente empezaba a hacerse preguntas sobre el Exterior. Había quien incluso ponía en duda la República en sí. Había habido protestas, murmullos de descontento. Sólo tres semanas antes de la detención, habían abatido en plena calle a una mujer que trataba de proteger a su hijo de la eliminación.

»Lo más importante es que también a los líderes se los ponía en tela de juicio. La promesa de la República era que los mejores y los más inteligentes se convertirían en Filósofos, y que éstos, educados en el arte de comprender, promoverían políticas sensatas e inteligentes que beneficiarían a todo el pueblo. Había promesas espectaculares respecto al programa de Inteligencia Artificial. Aseguraban que una nueva raza de robots pensantes salvaría a la siguiente generación del esfuerzo del trabajo. Se promocionaba intensamente la política de «tus hijos no serán Obreros», pero, como suele pasar, cuanto mayor es la promesa, más sonado es el fracaso.

»En 2068, trece Soldados perecieron debido al mal funcionamiento de un prototipo de robot excavador que pasó por encima de un puesto de control. Eso condujo a un nuevo programa, donde el modelo de desarrollo socializado del filósofo William adquirió prominencia. El filósofo William vio las limitaciones de las redes basadas en la retroalimentación. Era un pensador radical, y creó un nuevo modelo que llamó emergencia caótica. En ese nuevo sistema, el propio programa era escrito por el instrumento de aprendizaje utilizando lo que hoy en día llamamos heurística en cascada.

»En 2073, su primer modelo ya interactuaba con hijos de Filósofos en una de las guarderías del norte. Durante seis meses, su conducta imitó, como era de esperar, la de los niños con quienes se relacionaba. Desarrolló habilidades básicas para el lenguaje, y un control motriz suficiente para participar en actividades y juegos sencillos.

»Los medios de comunicación de la República dieron mucha importancia a esos avances, y los Filósofos presionaban para llevar a sus hijos a la guardería experimental.

Examinador.
Antes has comentado que la República no permitía que los padres conocieran a sus hijos.

Anaximandro:
La naturaleza encuentra la forma de imponerse, y en 2068 se aprobó una ley que eximía a la clase de los Filósofos de esa privación. Quizá eso ayude a explicar por qué hubo quien vio en los sucesos del verano del setenta y cuatro una especie de rudimentaria justicia. El robot de emergencia caótica recibió el nombre de
Evolución Tres.
Durante un sencillo juego del escondite —que irónicamente se realizó ante las cámaras a fin de incluirlo en un anuncio publicitario para apoyar el intento del filósofo William de hacerse con el consejo directivo—, atacó a sus compañeros de clase. Murieron siete niños y un tutor resultó gravemente herido antes de que la máquina fuera desactivada. Eso supuso el fin del programa de investigación y, aún más importante, otro golpe para la clase de los Filósofos y su administración de la República.

»A muchos historiadores les gusta señalar a Adán como el catalizador del fracaso de la República, pero lo cierto es que la propia República ya estaba fracasando, y el juicio representa el último intento de los Filósofos de impedir la revolución.

Anaximandro miró la hora. Le sorprendió ver lo rápido que habían pasado otros treinta minutos. Aquélla era la materia que más dominaba, y sabía que su exposición empezaba a sonar más convincente.

Examinador.
Ofreces una explicación muy verosímil de la decisión de la República de procesar a Adán públicamente, pero sus tácticas durante el juicio, evidentemente torpes, siguen considerándose un misterio. ¿Por qué salió todo tan mal?

Anaximandro:
Me resisto a dar la respuesta que considero más cierta: que simplemente el destino conspiró contra ellos.

»Creo que es posible ser astuto y competente, y al mismo tiempo ser vencido por las circunstancias. Vuelvo, una vez más, a mi tema central. La teoría de la conspiración fracasa porque presupone que las personas poseen, en sí mismas, los medios para conseguir sus fines.

»Si bien es indudable que el juicio fracasó, no creo que se debiera a que el plan de la República resultase imperfecto. De hecho, dada la situación a que se enfrentaban —un apoyo de la opinión pública cada vez menor, un progresivo relajamiento de las normas y los procedimientos, la revolución que se respiraba en el aire—, creo que se siguió el mejor camino. Sin embargo, a veces hasta el mejor camino falla.

»El problema a que se enfrentaba el Consejo de Filósofos era inevitable. En sus inicios, la República había plantado las semillas de su propia destrucción. La primera máxima de Platón, con la que se abren los Estatutos de la República, reza lo siguiente: "Sólo en el Estado puede encontrar el Pueblo su plena expresión. Porque el Pueblo es el Estado, y el Estado es el Pueblo." Los fundadores de La República pretendían negar al individuo, y al hacerlo ignoraron una sencilla verdad.

»Lo único que une a los individuos son las ideas. Las ideas se transforman y extienden; cambian a sus portadores tanto como sus portadores las cambian a ellas.

»Los fundadores creyeron que apartando a los niños de sus familias y separando a las parejas podrían romper las lealtades naturales, para sustituirlas por la lealtad hacia el Estado. Pero hubo muchos efectos no previstos. Obligaban a la gente a vivir separada por sexos en grandes comunas. Los ciudadanos comían, jugaban, dormían y trabajaban juntos; y hablaban entre ellos. La República había creado una incubadora de nuevas ideas. Aunque la República podía controlar la información que entraba en las comunas, no podía controlar cómo esa información se procesaba dentro de la cabeza de los hombres y mujeres que visitaba.

»Platón ya era un anciano en esa época, y Helena había muerto. La lugarteniente de Platón, una mujer llamada Aristóteles, era quien tomaba las decisiones. Sus notas personales, registradas regularmente a lo largo de todo ese período, muestran que era muy consciente de las ideas que se estaban asentando. En un memorando a Platón, fechado cuatro meses antes del juicio de Adán, escribía: "Queremos que el pueblo sirva al Estado por encima de todo, pero hemos tardado en comprender los límites de esa ecuación. Hasta el animal más dócil se vuelve arisco si descuidamos sus necesidades. El pueblo ya no cree en la amenaza que antaño se cernía sobre él, y se ha acostumbrado al nivel de sustento que se le ha proporcionado. Se ha vuelto displicente y su pensamiento se ha dedicado a otras cosas. En las comunas la gente habla en susurros. Esos susurros son algo vivo que se agita y crece secretamente. La gente habla de alternativas, de oportunidades, de libertad. La gente habla de cambiar su mundo."

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