Guía de la Biblia. Antiguo Testamento (49 page)

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Authors: Isaac Asimov

Tags: #Histórico

BOOK: Guía de la Biblia. Antiguo Testamento
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Tal era el horror que los judíos posteriores sintieron ante la especie de ritos religiosos que se celebraban en el Tofet de Ge-Hinnon, y tan sólida resultaba la asociación con una especie de fuego destructor, que ambas palabras (
tophet
y
gehenna
en inglés) se convirtieron en sinónimo de Infierno.

La reforma de Josías culminó con la celebración de la Pascua:

2 Reyes 23.22.
Ninguna Pascua semejante a ésta se había celebrado desde el tiempo en que los Jueces juzgaban a Israel ni durante todo el tiempo de los reyes de Israel y de los reyes de Judá.

Esa fue la victoria final del yahvismo en Judá. Los reyes triunfantes pueden descarriarse, pero el pueblo no. Las derrotas militares parecieron fortalecer sus creencias. En adelante, el yahvismo, que antes no había sido más que una de las sectas que rivalizaban por el dominio del pueblo de Israel y de Judá, inició su transición al judaísmo, la religión del pueblo judío.

El faraón Necao

Pero el destino de Josías estaba vinculado a los grandes acontecimientos que se producían en el mundo, más allá de los estrechos confines de Judá.

La conquista de Egipto por Asaradón no acabó con las rebeliones en Asiria. Al contrario, significó que Asiria tenía otra zona rebelde de la que preocuparse, porque Egipto se veía agitado por desórdenes continuos. Efectivamente, cuando Asaradón murió en el 668 aC, marchaba sobre Egipto para sofocar una revuelta.

Le sucedió su hijo Asurbanipal, cuarto rey del linaje de Sargón II y último de los grandes reyes asirios, aunque en la Biblia no se le mencione para nada. Asurbanipal no fue un gran conquistador, aunque logró sofocar rebeliones y defender el imperio contra incursiones bárbaras. Se le conoce mejor como patrón de la cultura, y reunió la mayor biblioteca que el mundo haya conocido jamás.

Desde el reinado de Sargón II, los cimerios, bárbaros procedentes del norte del mar Negro (v. cap. l), estaban penetrando hacia el sur, en Asia Menor y en territorio asirio. Asiria sólo logró derrotarlos con gran esfuerzo y a costa de grandes pérdidas. Asurbanipal tuvo que dirigir dos expediciones contra el rebelde Egipto y librar dos duras campañas contra los caldeos en Babilonia. También tuvo que combatir a los bárbaros medos al oriente de Babilonia.

Asiria se mantenía unida por medio de la fuerza, pero sus energías ya no eran más que una fachada. El imperio asirio era como una estructura hueca cuyas paredes fueran haciéndose cada vez más delgadas. No tenía mal aspecto, pero con un buen golpe...

Las naciones sometidas lo notaron, esperaron ansiosamente su oportunidad y, como dijimos antes, los movimientos nacionalistas se fortalecieron.

Asurbanipal murió en el 625 aC, cinco años antes de la reforma de Josías, y ésa fue la señal para la rebelión final. Los caldeos de Babilonia unieron sus fuerzas con los medos, y juntos atacaron el territorio asirio. Sin poder soportarlo más, el ejército asirio se resquebrajó. Nínive, la capital asiria, fue tomada en el 612 aC, y el imperio asirio llegó a su fin mientras los conquistadores se repartían el botín.

Sin embargo, un resto del imperio asirio, con sede en Jarán (v. cap. l), resistió durante unos años bajo el mando de un general llamado Asurubalit.

Entretanto, también se produjeron acontecimientos importantes en Egipto. La rebelión que tuvo lugar a la muerte de Asaradón nunca fue debidamente reprimida por Asurbanipal, que estaba muy ocupado en otra parte. La revuelta egipcia no pudo sofocarse.

Samtic, un general egipcio que gobernaba el Delta como virrey de Asiria, tomó el poder y, hacia el 652 aC, dominaba todo el país. Se convirtió en Samtic I, primer faraón de la dinastía XXVI, estableciendo su capital en Sais, ciudad situada sobre un brazo occidental del Nilo, cerca del Mediterráneo, a unos 280 kilómetros al noroeste de Menfis. Por esa razón, el período en que gobernó la dinastía XXVI se denomina período saíta.

Samtic I murió en el 610 aC, dos años después de la destrucción de Nínive, y le sucedió su hijo Necao, conocido en la Biblia como el faraón Necao.

2 Reyes 23.29.
En su tiempo
(de Josías),
el faraón Necao, rey de Egipto, subió contra el rey de Asiria, hacia el río Éufrates. Y el rey Josías le salió al encuentro, y el faraón, al verlo, le dio muerte
(a Josías)
en Megiddo.

El aludido rey de Asiria sólo puede ser el Asurubalit de Jarán. Necao quería su parte del botín asirio y evitó que Caldea se hiciera demasiado poderosa, mientras que Josías estaba deseoso de mantener a Necao alejado de Asia para que sólo él pudiese dominar Siria, como en tiempos de Salomón.

Los ejércitos se encontraron en territorio samaritano, en Megiddo, ciudad situada a unos 88 kilómetros al norte de Jerusalén, en el 608 aC. Era el mismo lugar donde seis siglos antes Tutmosis III librara una batalla gigantesca contra los cananeos (v. cap. 2). Casi como si hubieran vuelto los días del imperio, Necao logró una victoria, Josías resultó muerto, y Egipto estableció su poder en el extremo suroeste de Asia.

Josías reinó treinta años, y le sucedió su hijo Joacaz, decimoctavo rey de la dinastía davídica, pero tal elección no satisfizo a Necao. Llevó a Joacaz a Egipto, donde lo encarceló de por vida, y puso en su lugar a otro hijo de Josías, Joaquim, decimonoveno rey del linaje de David.

Durante un tiempo, Joaquim, fue una marioneta egipcia, pagando fielmente tributo a Necao. Para ello, tuvo que apartarse de la posición yahvista de su padre. No escuchó al partido profético nacionalista que, según el acostumbrado estilo sacerdotal, dejó que Josías muriese al luchar contra Egipto sin aliados.

2 Reyes 23.37.
Hizo
(Joaquim)
el mal a los ojos de Yahvé...

Nabucodonosor

La aventura imperialista de Necao no duró mucho.

El dirigente caldeo que planeó la campaña victoriosa contra el imperio asirio y que tomó Nínive fue Nabopolasar, que en el reinado de Asurbanipal sirvió de virrey de Babilonia.

Tras cumplir la misión de tomar Nínive y de pasar varios años consolidando su victoria, envió sus fuerzas hacia el oeste contra Necao, colocando tal ejército al mando de su hijo, que se llamaba Nubu-Cudurri-Usur («Nabu defiende la frontera») y a quien la Biblia denomina Nabucodonosor. El padre murió en el 605 aC, antes de que terminara la campaña, y el hijo le sucedió en el trono con el nombre de Nabucodonosor II (Nabucodonosor I había reinado en Babilonia quinientos años antes).

El imperio de Nabopolasar y Nabucodonosor se conoce indistintamente como «nuevo imperio babilonio», «imperio neobabilónico» o «imperio caldeo».

El primer año de su reinado, Nabucodonosor se enfrentó con Necao en Carchemis. Antiguamente, Carchemis había sido una ciudad importante de Mitani y, después, de los hititas, Tutmosis la capturó para el imperio egipcio, y Sargón II para el imperio asirio. Estaba situada en laparte alta del río Éufrates, en lo que ahora es la frontera entre Siria y Turquía, a unos noventa y seis kilómetros de Jarán y casi a ochocientos al norte de Jerusalén.

Nabucodonosor logró una victoria completa en Carchemis, y Necao abandonó para siempre sus sueños de gloria asiática retirándose a Egipto, donde murió en el 593 aC.

Entretanto, Nabucodonosor apagó los últimos focos de resistencia asiria en Jarán hacia el 601 aC. De ese modo, en el 600 aC pudo dirigir su atención a problemas de menor importancia, como Judá.

2 Reyes 24.1.
... Nabucodonosor, rey de Babilonia, se puso en campaña; Joaquim le había estado sujeto durante tres años, pero luego se volvió y se rebeló contra él.

Judá pasó de ser tributario de Egipto a serlo de Babilonia. Por supuesto, su rebelión del 597 aC fue peor que inútil. Joaquim murió en sus comienzos tras un reinado de once años; le sucedió su hijo Joaquín, que subió al trono como vigésimo rey de la dinastía davídica.

Joaquín sólo reinó tres meses, porque Nabucodonosor sitió Jerusalén en el 597 aC tomando la ciudad, despojándola de todo lo que pudo encontrar y deportando al rey y a los notables hasta un número de diez mil personas.

Pero Jerusalén y Judá seguían existiendo, y Nabucodonosor nombró rey al tío de Joaquín (hermano de Joaquim y tercer hijo de Josías que se sentó en el trono). El nuevo rey, que adoptó el nombre de Sedecías, fue el vigésimo primero y último rey de la dinastía davídica.

Empezó su reinado como una marioneta dócil del monarca caldeo, pero igual que atrajeron a Oseas a una revuelta fatal con promesas de ayuda por parte de So de Egipto, que nunca se realizaron, Sedecías fue entonces atraído a una rebelión que resultó tan fatal como falsas fueron las promesas egipcias.

Sedecías se alzó en el 587 aC, y el ejército babilonio volvió a sitiar la ciudad, que se tomó al cabo de año y medio. Sedecías y un resto del ejército trataron de huir, pero fueron aplastados cerca de Jericó.

A Sedecías lo encarcelaron y le sacaron los ojos, a sus hijos los ejecutaron y el país se despobló mediante más deportaciones. El reino de Judá llegó a su fin 427 años después de la ascensión de David al trono, y el Templo fue destruido.

Godolías

Desde luego, incluso después de las deportaciones quedaban judíos en Judá, y Nabucodonosor nombró un gobernador para administrarlos.

2 Reyes 25.22.
Nabucodonosor puso el resto del pueblo... bajo el gobierno de Godolías, hijo de Ajicán, hijo de Safán,

Godolías era nieto del escriba que, en el reinado de Josías, recibió la noticia del descubrimiento del libro del Deuteronomio y quien llevó la nueva a Josías. Ahora, treinta y cuatro años después del descubrimiento y de la gran Pascua que lo culminó, Judá estaba medio vacío y el nieto del secretario gobernaba sobre la población que quedaba.

Godolías trató de hacer cosas diferentes, pero el pueblo, que temía más castigos de Nabucodonosor, lo asesinó y muchos huyeron a Egipto. Judá quedó más desolado que nunca.

Evil Merodac

Los judíos deportados quizá se integraran con los babilonios y «desapareciesen», igual que siglo y medio antes los israelitas en Asiria. Pero resultó que no, lo que tuvo consecuencias importantes en la historia del mundo. Sobrevivieron para volver a Judá y seguir con su cultura y sus tradiciones.

Por tanto, es muy conveniente que el segundo libro de los Reyes no termine con la destrucción del Templo y de Jerusalén, con el fin de Judá y con la despoblación del país. En cambio, se remonta un poco al pasado para mostrar algo que parece una débil promesa del inicio de tiempos mejores.

2 Reyes 25.27.
El año treinta y siete de la cautividad de Joaquín, rey de Judá... Evil Merodac... alzó la cabeza de Joaquín... y le sacó de la prisión
.

Nabucodonosor murió en el 562 aC, y le sucedió su hijo Amel Marduc («hombre de Marduc»), que en la Biblia se convierte en Evil Merodac.

Al parecer adoptó una actitud más suave frente a los judíos cautivos; liberó a Joaquín, que por una breve temporada fue rey de Judá cuando Nabucodonosor sitió la ciudad por primera vez.

Quizá pensase en devolver a los judíos a su país natal, pero no reinó lo suficiente para llevar a cabo su idea, si es que llegó a tenerla alguna vez. En el 560 aC fue asesinado en una conspiración palaciega, y los judíos siguieron cautivos durante otra generación.

Sin embargo, en ese momento de optimismo renovado termina el segundo libro de los Reyes.

13. 1 Crónicas

Adán • Judá • Booz • Sarvia • Salomón • Josías • Jojanán • Jeconías • Leví • Meribaal • David • Satán.

Adán

Al libro 2 Reyes le siguen dos libros, 1 Crónicas y 2 Crónicas que, en cierto sentido, son una recapitulación de toda la Biblia desde el principio hasta la caída de Jerusalén.

Estos libros se escribieron a la vuelta del exilio babilónico. Anteriormente, solía pensarse que no se escribieron antes del 300 aC, pero una reflexión más reciente sobre el tema parece indicar la fecha del 400 aC.

El título hebreo de los libros, «Dibre Hayyamim», significa «anales de los tiempos», por lo que la traducción de «crónicas» es bastante acertada. Pero cuando la Biblia se vertió al griego, sus traductores estimaron que los libros tenían más importancia en el sentido de que suministraban mayor información sobre la historia de Judá de la que contenían los libros primero y segundo de los Reyes. Por ese motivo, los titularon «Paraleipomenon» («referente a cosas omitidas»). Tal título se conserva, en ortografía latina, en las versiones católicas de la Biblia, donde hallamos 1 y 2 Paralipómenos en lugar de 1 y 2 Crónicas.

En la Biblia hebrea, los libros 1 y 2 de Crónicas se sitúan en la tercera y menos estimada sección, «Las escrituras», debido a su redacción más tardía. Además, se colocan al final de tal división, lo que las convierte en el último de los libros del canon hebreo.

En la traducción latina y en las diversas versiones inglesas que surgieron de ella, los libros 1 y 2 de Crónicas van, tal vez con mayor lógica, inmediatamente después del 1 y 2 de Reyes, de los que repiten gran parte.

En la época en que el «cronista» escribió, la situación era completamente distinta de la que imperaba durante la existencia de Judá. Resultaba patriótico creer que el linaje davídico y el reino continuarían para siempre, y tal creencia queda reflejada en la Biblia. Así, el profeta Natán cita las palabras de Yahvé a David:

2 Samuel 7.16.
Permanente será tu casa y tu reino para siempre...

Pero el cronista y su generación sabían perfectamente que el reino de Judá se había acabado en el 586 aC, que ningún monarca de la dinastía davídica había reinado desde hacía casi dos siglos y que, además, no había perspectivas inmediatas de que se restableciera el reino bajo un soberano davídico.

Entonces era preciso interpretar la historia de otra forma, y entender las palabras tradicionales de Dios de un modo diferente. Por consiguiente, el cronista se puso a escribir una historia que dejara traslucir esa interpretación.

Para ese propósito, sería necesario remontarse a las épocas primitivas aunque fuese de la manera más concisa posible, y ello podría lograrse mediante la enumeración de genealogías. No sólo sería el medio más cómodo de llegar al momento en el cual quería empezar su historia propiamente dicha, sino que también tendría un interés fundamental para los judíos.

El Exilio rompió la cadena de tradiciones que había conectado los siglos durante la época de los reyes, y había hecho desaparecer muchos anales. En las décadas de cautividad, las relaciones familiares se habían hecho borrosas y el orgullo nacional había mordido el polvo. Mediante una conveniente enumeración de genealogías auténticas, los judíos que volvieran podrían situarse correctamente en el régimen tribal y la sociedad se renovaría en el sentido adecuado.

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