Read Harry Potter. La colección completa Online
Authors: J.K. Rowling
Tags: #Aventuras, Fantástico, Infantil y Juvenil, Intriga
—Le estuvo bien empleado. —Black se rió con una mueca—. Siempre husmeando, siempre queriendo saber lo que tramábamos... para ver si nos expulsaban.
—Severus estaba muy interesado por averiguar adónde iba yo cada mes —explicó Lupin a los tres jóvenes—. Estábamos en el mismo curso, ¿sabéis? Y no nos caíamos bien. En especial, le tenía inquina a James. Creo que era envidia por lo bien que se le daba el
quidditch
... De todas formas, Snape me había visto atravesar los terrenos del colegio con la señora Pomfrey cierta tarde que me llevaba hacia el sauce boxeador para mi transformación. Sirius pensó que sería divertido contarle a Snape que para entrar detrás de mí bastaba con apretar el nudo del árbol con un palo largo. Bueno, Snape, como es lógico, lo hizo. Si hubiera llegado hasta aquí, se habría encontrado con un licántropo completamente transformado. Pero tu padre, que había oído a Sirius, fue tras Snape y lo obligó a volver, arriesgando su propia vida, aunque Snape me entrevió al final del túnel. Dumbledore le prohibió contárselo a nadie, pero desde aquel momento supo lo que yo era...
—Entonces, por eso lo odia Snape —dijo Harry—. ¿Pensó que estaba usted metido en la broma?
—Exactamente —admitió una voz fría y burlona que provenía de la pared, a espaldas de Lupin.
Severus Snape se desprendió de la capa invisible y apuntó a Lupin con la varita.
Hermione dio un grito. Black se puso en pie de un salto. Harry saltó también como si hubiera recibido una descarga eléctrica.
—He encontrado esto al pie del sauce boxeador —dijo Snape, arrojando la capa a un lado y sin dejar de apuntar al pecho de Lupin con la varita—. Muchas gracias, Potter, me ha sido muy útil.
Snape estaba casi sin aliento, pero su cara rebosaba sensación de triunfo.
—Tal vez os preguntéis cómo he sabido que estabais aquí —dijo con los ojos relampagueantes—. Acabo de ir a tu despacho, Lupin. Te olvidaste de tomar la poción esta noche, así que te llevé una copa llena. Fue una suerte. En tu mesa había cierto mapa. Me bastó un vistazo para saber todo lo que necesitaba. Te vi correr por el pasadizo.
—Severus... —comenzó Lupin, pero Snape no lo oyó.
—Le he dicho una y otra vez al director que ayudabas a tu viejo amigo Black a entrar en el castillo, Lupin. Y aquí está la prueba. Ni siquiera se me ocurrió que tuvierais el valor de utilizar este lugar como escondrijo.
—Te equivocas, Severus —dijo Lupin, hablando aprisa—. No lo has oído todo. Puedo explicarlo. Sirius no ha venido a matar a Harry.
—Dos más para Azkaban esta noche —dijo Snape, con los ojos llenos de odio—. Me encantará saber cómo se lo toma Dumbledore. Estaba convencido de que eras inofensivo, ¿sabes, Lupin? Un licántropo domesticado...
—Idiota —dijo Lupin en voz baja—. ¿Vale la pena volver a meter en Azkaban a un hombre inocente por una pelea de colegiales?
¡PUM!
Del final de la varita de Snape surgieron unas cuerdas delgadas, semejantes a serpientes, que se enroscaron alrededor de la boca, las muñecas y los tobillos de Lupin. Éste perdió el equilibrio y cayó al suelo, incapaz de moverse. Con un rugido de rabia, Black se abalanzó sobre Snape, pero Snape apuntó directamente a sus ojos con la varita.
—Dame un motivo —susurró—. Dame un motivo para hacerlo y te juro que lo haré.
Black se detuvo en seco. Era imposible decir qué rostro irradiaba más odio. Harry se quedó paralizado, sin saber qué hacer ni a quién creer. Dirigió una mirada a Ron y a Hermione. Ron parecía tan confundido como él, intentando todavía retener a
Scabbers
. Hermione, sin embargo, dio hacia Snape un paso vacilante y dijo casi sin aliento:
—Profesor Snape, no... no perdería nada oyendo lo que tienen que decir, ¿no cree?
—Señorita Granger, me temo que vas a ser expulsada del colegio —dijo Snape—. Tú, Potter y Weasley os encontráis en un lugar prohibido, en compañía de un asesino escapado y de un licántropo. Y ahora te ruego que, por una vez en tu vida, cierres la boca.
—Pero si... si fuera todo una confusión...
—
¡CALLATE, IMBÉCIL!
—gritó de repente Snape, descompuesto—.
¡NO HABLES DE LO QUE NO COMPRENDES!
—Del final de su varita, que seguía apuntando a la cara de Black, salieron algunas chispas. Hermione guardó silencio, mientras Snape proseguía—. La venganza es muy dulce —le dijo a Black en voz baja—. ¡Habría dado un brazo por ser yo quien te capturara!
—Eres tú quien no comprende, Severus —gruñó Black—. Mientras este muchacho meta su rata en el castillo —señaló a Ron con la cabeza—, entraré en él sigilosamente.
—¿En el castillo? —preguntó Snape con voz melosa—. No creo que tengamos que ir tan lejos. Lo único que tengo que hacer es llamar a los
dementores
en cuanto salgamos del sauce. Estarán encantados de verte, Black... Tanto que te darán un besito, me atrevería a decir...
El rostro de Black perdió el escaso color que tenía.
—Tienes que escucharme —volvió a decir—. La rata, mira la rata...
Pero había un destello de locura en la expresión de Snape que Harry no había visto nunca. Parecía fuera de sí.
—Vamos todos —ordenó. Chascó los dedos y las puntas de las cuerdas con que había atado a Lupin volvieron a sus manos—. Arrastraré al licántropo. Puede que los
dementores
lo besen también a él.
Sin saber lo que hacía, Harry cruzó la habitación con tres zancadas y bloqueó la puerta.
—Quítate de en medio, Potter. Ya estás metido en bastantes problemas —gruñó Snape—. Si no hubiera venido para salvarte...
—El profesor Lupin ha tenido cientos de oportunidades de matarme este curso —explicó Harry—. He estado solo con él un montón de veces, recibiendo clases de defensa contra los
dementores
. Si es un compinche de Black, ¿por qué no acabó conmigo?
—No me pidas que desentrañe la mente de un licántropo —susurró Snape—. Quítate de en medio, Potter.
—
¡DA USTED PENA!
—gritó Harry—.
¡SE NIEGA A ESCUCHAR SÓLO PORQUE SE BURLARON DE USTED EN EL COLEGIO!
—
¡SILENCIO! ¡NO PERMITIRÉ QUE ME HABLES ASÍ!
—chilló Snape, más furioso que nunca—. ¡De tal palo tal astilla, Potter! ¡Acabo de salvarte el pellejo, tendrías que agradecérmelo de rodillas! ¡Te estaría bien empleado si te hubiera matado! Habrías muerto como tu padre, demasiado arrogante para desconfiar de Black. Ahora quítate de en medio o te quitaré yo.
¡APÁRTATE, POTTER!
Harry se decidió en una fracción de segundo. Antes de que Snape pudiera dar un paso hacia él había alzado la varita.
—
¡Expelliarmus!
—gritó.
Pero la suya no fue la única voz que gritó. Una ráfaga de aire movió la puerta sobre sus goznes. Snape fue alzado en el aire y lanzado contra la pared. Luego resbaló hasta el suelo, con un hilo de sangre que le brotaba de la cabeza. Estaba sin conocimiento.
Harry miró a su alrededor. Ron y Hermione habían intentado desarmar a Snape en el mismo momento que él. La varita de Snape planeó trazando un arco y aterrizó sobre la cama, al lado de
Crookshanks
.
—No deberías haberlo hecho —dijo Black mirando a Harry—. Tendrías que habérmelo dejado a mí...
Harry rehuyó los ojos de Black. No estaba seguro, ni siquiera en aquel momento, de haber hecho lo que debía.
—¡Hemos agredido a un profesor...! ¡Hemos agredido a un profesor...! —gimoteaba Hermione, mirando asustada a Snape, que parecía muerto—. ¡Vamos a tener muchos problemas!
Lupin forcejeaba para librarse de las ligaduras. Black se inclinó para desatarlo. Lupin se incorporó, frotándose los lugares entumecidos por las cuerdas.
—Gracias, Harry —dijo.
—Aún no creo en usted —repuso Harry.
—Entonces es hora de que te ofrezcamos alguna prueba —dijo Black—. Muchacho, entrégame a Peter. Ya.
Ron apretó a
Scabbers
aún más fuertemente contra el pecho.
—Venga —respondió débilmente—, ¿quiere que me crea que escapó usted de Azkaban sólo para atrapar a
Scabbers
? Quiero decir... —Miró a Harry y a Hermione en busca de apoyo—. De acuerdo, supongamos que Pettigrew pueda transformarse en rata... Hay millones de ratas. ¿Cómo sabía, estando en Azkaban, cuál era la, que buscaba?
—¿Sabes, Sirius? Ésa es una buena pregunta —observó Lupin, volviéndose hacia Black y frunciendo ligeramente el entrecejo—. ¿Cómo supiste dónde estaba?
Black metió dentro de la túnica una mano que parecía una garra y sacó una página arrugada de periódico, la alisó y se la enseñó a todos. Era la foto de Ron y su familia que había aparecido en el diario
El Profeta
el verano anterior. Sobre el hombro de Ron se encontraba
Scabbers
.
—¿Cómo lo conseguiste? —preguntó Lupin a Black, estupefacto.
—Fudge —explicó Black—. Cuando fue a inspeccionar Azkaban el año pasado, me dio el periódico. Y ahí estaba Peter, en primera plana... en el hombro de este chico. Lo reconocí enseguida. Cuántas veces lo vi transformarse. Y el pie de foto decía que el muchacho volvería a Hogwarts, donde estaba Harry...
—¡Dios mío! —dijo Lupin en voz baja, mirando a
Scabbers
, luego la foto y otra vez a
Scabbers
—. Su pata delantera...
—¿Qué le ocurre? —preguntó Ron, poniéndose chulito.
—Le falta un dedo —explicó Black.
—Claro —dijo Lupin—. Sencillo... e ingenioso. ¿Se lo cortó él?
—Poco antes de transformarse —dijo Black—. Cuando lo arrinconé, gritó para que toda la calle oyera que yo había traicionado a Lily y a James. Luego, para que no pudiera echarle ninguna maldición, abrió la calle con la varita en su espalda, mató a todos los que se encontraban a siete metros a la redonda y se metió a toda velocidad por la alcantarilla, con las demás ratas...
—¿Nunca lo has oído, Ron? —le preguntó Lupin—. El mayor trozo que encontraron de Peter fue el dedo.
—Mire, seguramente
Scabbers
tuvo una pelea con otra rata, o algo así. Ha estado con mi familia desde siempre.
—Doce años exactamente ¿No te has preguntado nunca por qué vive tanto?
—Bueno, la hemos cuidado muy bien —dijo Ron.
—Pero ahora no tiene muy buen aspecto, ¿verdad? —observó Lupin—. Apostaría a que su salud empeoró cuando supo que Sirius se había escapado.
—¡La ha asustado ese gato loco! —repuso Ron, señalando con la cabeza a
Crookshanks
, que seguía ronroneando en la cama.
Pero no había sido así, pensó Harry inmediatamente.
Scabbers
ya tenía mal aspecto antes de encontrar a
Crookshanks
. Desde que Ron volvió de Egipto. Desde que Black escapó...
—Este gato no está loco —dijo Black con voz ronca. Alargó una mano huesuda y acarició la cabeza mullida de
Crookshanks
—. Es el más inteligente que he visto en mi vida. Reconoció a Peter inmediatamente. Y cuando me encontró supo que yo no era un perro de verdad. Pasó un tiempo antes de que confiara en mí. Finalmente, me las arreglé para hacerle entender qué era lo que pretendía, y me ha estado ayudando...
—¿Qué quiere decir? —preguntó Hermione en voz baja.
—Intentó que Peter se me acercara, pero no pudo... Así que se apoderó de las contraseñas para entrar en la torre de Gryffindor. Según creo, las cogió de la mesilla de un muchacho...
El cerebro de Harry empezaba a hundirse por el peso de las muchas cosas que oía. Era absurdo... y sin embargo...
—Sin embargo, Peter se olió lo que ocurría y huyó. Este gato, ¿decís que se llama
Crookshanks
?, me dijo que Peter había dejado sangre en las sábanas. Supongo que se mordió... Simular su propia muerte ya había resultado en otra ocasión.
Estas palabras impresionaron a Harry y lo sacaron de su ensimismamiento.
—¿Y por qué fingió su muerte? —preguntó furioso—. Porque sabía que usted lo quería matar, como mató a mis padres.
—No, Harry —dijo Lupin.
—Y ahora ha venido para acabar con él.
—Sí, es verdad —dijo Black, dirigiendo a
Scabbers
una mirada diabólica.
—Entonces yo tendría que haber permitido que Snape lo entregara —gritó Harry.
—Harry —dijo Lupin apresuradamente—, ¿no te das cuenta? Durante todo este tiempo hemos pensado que Sirius había traicionado a tus padres y que Peter lo había perseguido. Pero fue al revés, ¿no te das cuenta? Peter fue quien traicionó a tus padres. Sirius le siguió la pista y...
—
¡ESO NO ES CIERTO!
—gritó Harry—.
¡ERA SU GUARDIÁN SECRETO! ¡LO RECONOCIÓ ANTES DE QUE USTED APARECIESE! ¡ADMITIÓ QUE LOS MATÓ!
Señalaba a Black, que negaba lentamente con la cabeza. Sus ojos hundidos brillaron de repente.
—Harry..., la verdad es que fue como si los hubiera matado yo —gruñó—. Persuadí a Lily y a James en el último momento de que utilizaran a Peter. Los persuadí de que lo utilizaran a él como guardián secreto y no a mí. Yo tengo la culpa, lo sé. La noche que murieron había decidido vigilar a Peter, asegurarme de que todavía era de fiar. Pero cuando llegué a su guarida, ya se había ido. No había señal de pelea alguna. No me dio buena espina. Me asusté. Me puse inmediatamente en camino hacia la casa de tus padres. Y cuando la vi destruida y sus cuerpos... me di cuenta de lo que Peter había hecho. Y de lo que había hecho yo.