Incansable (31 page)

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Authors: Jack Campbell

Tags: #Ciencia-Ficción

BOOK: Incansable
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—Hm… —Badaya se encogió de hombros como si el tema le desagradase—. No me extrañaría que la respuesta a eso la encontrásemos en lo que Kila le ofreció. Y no estoy hablando únicamente del poder que le conferiría ser su testaferro. De Kila se cuentan muchas historias, algunas de lo más escabrosas. Más de uno, cegado por sus apetitos, ha terminado olvidándose de su deber y su honor y ha acabado tomando el mal camino. —Le hizo un gesto de disculpa a Desjani—. Huelga decir que ninguno de los presentes se rebajaría al nivel de Kila.

Desjani, con expresión pétrea, hizo como si no hubiera oído lo que Badaya acababa de decir, pero por un momento sus ojos acusaron a Duellos, que la miró arrepentido.

El incómodo silencio que se impuso a continuación fue roto por un suspiro de Duellos.

—Ojalá los síndicos nos hubieran ahorrado la molestia de descubrirla. Cada vez que pienso en todas las batallas a las que Kila sobrevivió, me pregunto «¿para qué?». Para traicionar a los que le cubrían las espaldas. Ahora me siento mancillado por su deshonor, avergonzado por que un oficial pueda urdir semejante atrocidad.

—Las acciones de Kila no lo definen a usted —le recordó Geary—. Ni a nadie. Solo a ella.

—Es su opinión, aunque se lo agradezco. —Duellos, con gesto sobrio, perdió la mirada en la lejanía—. Necesito hablar con mis ancestros.

—Esa siempre es una buena idea —comentó Badaya.

Geary señaló a Desjani y Duellos.

—Muy bien. Si son tan amables, ahora tengo que hablar en privado con el capitán Badaya.

Duellos y Desjani, representando a la perfección su papel, abandonaron la reunión como si estuvieran implicados en la conspiración que Badaya creía intuir.

Geary se levantó, un poco nervioso. Rione estaba en lo cierto cuando lo tachó de mentir mal; sin embargo, debía darle toda la credibilidad posible a su interpretación. Durante un momento caminó de un lado a otro para tranquilizarse. Cuando por fin se hubo calmado, miró a Badaya.

—Capitán, quería hablar con usted acerca de las acciones que deberíamos emprender cuando la flota regrese al espacio de la Alianza.

—Por supuesto. —Badaya también se levantó, aunque su ademán tenso revelaba su impaciencia—. ¿Está listo para aceptar? La Alianza lo necesita.

En lugar de mirarlo, Geary agachó la cabeza.

—Capitán Badaya, espero que comprenda lo difícil que me resulta hablar de este tema. En mis tiempos, la mera idea de que la flota actuase contra el Gobierno era algo impensable.

El capitán Badaya frunció el ceño y movió la cabeza con gesto grave y meditabundo, como si soportara un gran peso sobre ella.

—No crea que le propongo esto a la ligera, capitán Geary. Ni yo ni ningún otro oficial. No es una decisión fácil, ni siquiera para los que hemos sufrido la incompetencia y la corrupción de nuestro Gobierno.

—Se lo agradezco. —Geary tomó asiento de nuevo y le indicó a Badaya que se acomodara él también—. Es solo que no alcanzo a comprender por qué tomaron esta decisión.

—¿Por qué? —Badaya se sentó con pesadez y se encorvó levemente. Después, apoyó las manos entre las rodillas y se las miró con semblante plomizo—. A veces toda alternativa es peor. Usted ya lo sabe. Todos juramos lealtad a la Alianza, pero ¿qué significa defender la Alianza? ¿Significa permitir que los políticos continúen dando rienda suelta a su codicia y su ambición hasta acabar con ella?

—Existe más de una manera de acabar con la Alianza —afirmó Geary con tiento.

La sonrisa con que Badaya acompañó su respuesta se formó sin naturalidad ni calidez.

—Cierto. Aunque eso es algo por lo que usted no ha pasado. Un apoyo insuficiente a la hora de la verdad, un exceso de interferencias en las decisiones de mando, derroche, especulación, arrebatarnos aquello que necesitamos ganar, y culparnos cuando todo sale mal. —Miró a Geary, escrutándolo—. Sabe que lo utilizaron contra nosotros. La leyenda del gran Black Jack Geary, quien jamás actuaría en contra de la cúpula política, quien jamás cuestionaría sus exigencias, por absurdas que fueran, quien siempre se mostraría dispuesto a saludar y partir hacia una muerte segura; esa es una de las principales razones por las que muchos de nosotros estábamos preocupados por usted.

Hasta ahora no lo había visto de aquel modo, pero tenía sentido que los oficiales hubieran desconfiado de él si pensaban que era la marioneta de los políticos de los que ellos recelaban a su vez.

—¿Qué lo llevó a pensar que podía confiar en mí? No me he manifestado en contra del Gobierno.

—No, pero les ha demostrado su lealtad a los demás oficiales y a la flota —replicó Badaya—. Ha ganado batallas manteniendo al mínimo las bajas de nuestras filas. Es un luchador, y hasta un ciego vería lo mucho que se preocupa por aquellos que combaten a su lado. —El capitán miró hacia abajo con apariencia seria—. El honor nos obliga a atenernos al juramento que le hicimos a la Alianza, pero ¿qué significa eso? ¿Significa que debemos dejar morir a nuestros compañeros?

—Si un oficial se niega a cumplir sus órdenes… —empezó a decir Geary.

—Puede dimitir —dijo Badaya terminando por él—. Desde luego. Puede marcharse y dejar que sus compañeros sigan luchando sin él, luchando y muriendo por obedecer órdenes que uno considera absurdas. ¿Qué tiene eso de honorable? No podemos abandonar a los que luchan con nosotros. Y no podemos permitir que sigan muriendo por nada, ni dejar que la Alianza sea destruida por unos políticos a los que los caídos no podrían importarles menos. ¿Lo ve? Es un camino difícil, aunque nos ofrece una alternativa: respetar el juramento a la Alianza y demostrarles nuestra lealtad a nuestros compañeros apoyando a un líder que no dudará en hacer lo correcto.

Geary sacudió la cabeza.

—¿Por qué está tan seguro de que yo sabré qué es lo correcto?

—Ya se lo he dicho. Lo he estado observando. Yo y todos los demás. ¿Por qué cree que Kila y Cáligo pasaron de intentar desacreditarlo a intentar matarlo? Porque, después de llegar a conocerlo lo suficiente, sabían que la flota no permitiría que lo destituyeran. —Badaya se rió—. Por el honor de mis ancestros, si ahora yo intentase actuar contra usted, incluso mi tripulación se amotinaría. No digo que no pueda perder toda la confianza que se ha ganado, pero para eso tendría que cometer un error muy grave, y mientras siga dejándose aconsejar por Tanya Desjani, eso no debería quitarle el sueño.

Geary hubiera preferido que no se volviera a hablar de Tanya, ni siquiera de pasada. Era el momento de centrarse de nuevo en lo importante.

—Capitán Badaya —dijo Geary con parsimonia—, he estado considerando muy seriamente las distintas opciones que tendremos una vez que lleguemos al espacio de la Alianza y se me ha ocurrido algo un tanto inquietante. —Badaya lo miró sin decir nada.

Geary activó el visualizador estelar sobre la mesa que tenían entre ellos y lo configuró para que mostrara una amplia extensión del espacio de la Alianza y del síndico.

—Parece muy sencillo, muy claro. Regresamos, adopto la autoridad que sea necesaria y los políticos pasan a ocupar el lugar que les corresponde. —Badaya asintió con la cabeza—. Sin embargo, no dejo de darle vueltas al ataque que esta flota ejecutó contra el sistema estelar nativo síndico.

Badaya empezó a ensombrecer su expresión.

—No entiendo la relación.

Geary se inclinó hacia el visualizador estelar y señaló la representación del sistema estelar nativo síndico.

—Aparentemente no tendría por qué surgir ninguna complicación, pero se trata de una trampa. ¿Por qué seguí dándole vueltas cuando estuve planeando nuestro regreso al espacio de la Alianza? No estoy seguro, pero creo que empiezo a comprender qué es lo que me inquieta.

—Si cree que es el mismo caso —objetó Badaya—, se equivoca. Esta flota supera en potencia de fuego, y por un amplio margen, a cualquier tropa que pueda haber en el espacio de la Alianza. Los políticos no tendrían nada que hacer, incluso si fueran tan necios como para ordenar que nos atacaran.

—No me refiero a eso —dijo Geary midiendo cada palabra, como había hecho con Desjani y Duellos—. Creo que es cuestión de no jugar según las reglas que nuestros enemigos esperan que sigamos.

Badaya ladeó la cabeza, escudriñando a Geary.

—¿Qué quiere decir? En todo momento se ha mostrado dispuesto a obedecer las reglas, a obrar de acuerdo con las normas y creencias de nuestros ancestros.

—Sí. Nuestras reglas. —Geary se acercó al visualizador y señaló al azar los sistemas estelares síndicos—. Los síndicos esperan que juguemos según sus reglas, que hagamos cosas como descargar bombas sobre la población civil o masacrar prisioneros. Porque si actuamos así, los líderes síndicos saldrán beneficiados. El pueblo no se alzará contra sus dirigentes mientras nos tenga miedo.

Badaya afirmó con la cabeza.

—He visto los informes de los servicios de Inteligencia referentes a lo que hemos averiguado después de haber estado en las entrañas del espacio síndico. Haciendo las mismas atrocidades que ellos, actuamos contra nosotros. No puedo negarlo. ¿Qué tiene eso que ver con nuestro regreso al espacio de la Alianza?

—Me pregunto si los oponentes que tenemos en el espacio de la Alianza querrían que yo asumiera el poder.

Badaya se reclinó en su asiento, sin dejar de mirar a Geary, con los ojos entornados mientras reflexionaba.

—¿Por qué iban a quererlo? Ni siquiera saben todavía que usted forma parte de esta flota.

—No tienen por qué quererme a mí —explicó Geary—, pero seguro que han oído hablar del almirante Bloch y sus ambiciosos planes.

—No sabía que usted estuviera al tanto de los objetivos de Bloch. Es obvio que ha estado haciendo sus deberes. —Badaya se frotó el mentón y apartó la mirada de Geary mientras pensaba—. Bloch creía que al ganar en el sistema estelar nativo síndico obtendría la categoría necesaria para intentar hacerse con el poder. Otra cuestión es que después hubiera podido conseguir el apoyo necesario para ello dentro de la flota, pero tampoco era un imposible. Nuestros dirigentes políticos se han dejado corromper, pero no creo que todos ellos sean idiotas, de modo que seguro que algunos saben cuál es la meta de Bloch y qué posibilidades tiene de alcanzarla. Aun así, permiten que Bloch encabece esta flota. Hasta ahora no había reparado en ello. —Volvió a centrar su atención en Geary—. ¿Por qué?

Geary tamborileó con los dedos en la mesa para enfatizar su respuesta.

—He estado investigando. La historia demuestra que la corrupción es un problema que afecta a todos los sistemas de gobierno, aunque causa más daño en el caso de las dictaduras que en el de los gobiernos elegidos por sufragio. Esto se debe a que las dictaduras no imponen un límite formal al poder de los oficiales, vetan la libertad de prensa y no permiten estructuras abiertas de gobierno que dejen patente su corrupción.

El semblante de Badaya se nubló de nuevo.

—Usted no sería un dictador.

—Yo no saldría elegido —señaló Geary—. Fueran cuales fueran mis intenciones, tendría que gobernar como un dictador. Ahora bien, ¿qué forma de gobierno recibiría más apoyo por parte de los políticos corruptos?

Badaya frunció aún más el ceño.

—¿Pretenden que usted tome el poder para que ellos puedan operar con impunidad por encima de la ley? ¿Por qué iban a creer que usted o el almirante Bloch permitirían algo así?

—Porque yo no soy un político. —Geary señaló con la cabeza la representación del espacio de la Alianza—. No sé cómo valoraría Bloch sus habilidades políticas, pero creo que no estaban a la altura de las de aquellos que se dedican profesionalmente a la política. Un oficial militar que llegase al poder podría ser manipulado por los políticos corruptos de tal manera que estos vieran aumentados su poder y riqueza en mayor medida que si se rigieran por un sistema abierto y democrático.

Badaya permaneció sentado en silencio durante un largo rato, hasta que por fin asintió también.

—Comprendo su postura. Un oficial de la flota se desenvolvería en los tejemanejes de los políticos con la misma poca pericia con la que estos orquestarían una operación de combate. Los políticos necesitan una marioneta que manejar y detrás de la que esconderse, que es para lo que Kila utilizaba a Cáligo. ¿Es eso lo que le permitió darse cuenta de esto? Poco importaría el nombre del oficial que tomase el poder. Demonios, incluso es posible que los políticos celebrasen que fuese usted por todos los abusos que podrían cometer con la excusa de que era lo que Black Jack quería. —Asintió de nuevo—. Jugar según sus reglas. Entiendo lo que quiere decir. Quieren que un oficial de la flota intente convertirse en político porque así podrán engatusarlo con palabras que no significan lo que parece. Pero ¿qué debemos hacer? ¿Dejamos que sigan arrastrando la Alianza hasta el fango?

—Hay un término medio. —No le gustaba decirlo y, mucho menos, admitirlo, pero lo que añadió a continuación era cierto—: Yo puedo tomar el poder. No me costaría derrocar a los actuales gobernantes. —Geary sintió que se le revolvía el estómago al afirmar algo que atentaba contra el juramento de la Alianza y sus creencias—. Los políticos lo saben. Los honrados, aquellos a los que nos podemos ganar, sabrán que tienen que escucharme.

Badaya sonrió.

—Temerán no obrar como usted les ordene, le tendrán el miedo suficiente para que pueda hacer lo que sea necesario. Y los corruptos cooperarán con usted porque tratarán de haberse ganado su favor para cuando ascienda al poder. —Cuando Geary quiso hablar, Badaya lo interrumpió extendiendo la palma de la mano—. Entiendo que no quiera darles esa oportunidad; no obstante, si son como nosotros sospechamos, ni se les pasará por la cabeza que usted pueda resistirse a la tentación.

Hasta ahora no lo había visto de aquella manera, pero la sugerencia de Badaya tenía sentido. Geary asintió.

—Sigo suponiendo una amenaza, alguien a quien tienen que escuchar, aunque la solidez del gobierno de la Alianza, de nuestros principios democráticos y de nuestros derechos individuales permanece también intacta.

—Muy inteligente —dijo Badaya ampliando su sonrisa—. Ha sido más listo que ellos, ¿verdad? De la misma manera que demostró más astucia que los síndicos. Yo cometí el mismo error que muchos otros al dar por sentado que los políticos no conseguirían manipularnos con la misma facilidad con que se enriquecieron. ¿Es ese el motivo por el que mantuvo un idilio con Rione? ¿Para averiguar todo lo que pudiera acerca de ellos?

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