Read La corona de hierba Online

Authors: Colleen McCullough

Tags: #Histórica

La corona de hierba (146 page)

BOOK: La corona de hierba
4.68Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

Euxino, mar
. El actual mar Negro. Los griegos lo exploraron ampliamente y establecieron numerosas colonias en sus orillas en los siglos VII y VI a. JC. Dados los caudalosos ríos que desaguan en él, siempre fue menos salado que otros mares y la corriente que discurría por el Bósforo tracio y el Helesponto fluía siempre del Euxino al Egeo, lo que era un factor favorable al salir de él y desfavorable al navegar hacia él.

extorsión
. Véase
repetundae
.

facción
. Es el término que suelen aplicar los eruditos actuales a los grupos políticos de la época republicana de Roma. No se les puede denominar partidos políticos pues eran enormemente flexibles y su composición cambiaba constantemente. Más que unirse por una ideología común, las facciones romanas se constituían en torno a alguien de sobresaliente
auctoritas
y
dignitas
. He evitado radicalmente los términos «optimates» y «popularis» porque no he querido dar la impresión de que existieran partidos políticos.

fasces
. Eran unos haces de varitas de abedul, ritualmente sujetas por correillas de cuero rojo en zig-zag. Eran en origen el emblema de los reyes etruscos y se usaron en la vida pública romana desde tiempos de la república hasta el imperio. Los llevaban los llamados lictores, que precedían a los magistrados curules (así como al procónsul y al propretor) como símbolo de su
imperium
. Dentro del
pomerium
, los haces sólo constaban de las varillas para indicar que el magistrado curul únicamente tenía poder para castigar; fuera de él, en los haces se introducían unas hachas, para indicar que el magistrado curul tenía poder también para ejecutar. El número de
fasces
indicaba el grado de
imperium
: un dictador disponía de veinticuatro, un cónsul o procónsul de doce, un pretor o propretor de seis y un edil de dos.

fasti
. Término latino para señalar los días «útiles», pero en tiempos de Mario y Sila significaba varias otras cosas: el calendario, listas relativas a fiestas f
estivales
y listas de los cónsules (esto último probablemente porque los romanos de la época republicana conocían los años tanto por los cónsules en el cargo como por la numeración correlativa). En el glosario de El primer hombre de Roma se da una explicación más detallada del calendario romano.

flamen
,
flamines
. Sacerdote perteneciente a una clase particular. Había quince
flamines
, tres mayores y doce menores. Los tres mayores eran el
flamen dialis
(sacerdote de Júpiter Optimus Maximus), el
flamen
martialis
(sacerdote de Marte) y el
flamen
quirinalis
(sacerdote de Quirino). Excepto el
flamen dialis
, ninguno de ellos debía tener obligaciones muy onerosas; al menos en el caso de los tres mayores el Estado se encargaba de darles vivienda y manutención. Seguramente eran los sacerdotes más antiguos de Roma.

Fortuna
. La diosa romana de la fortuna y una de las deidades más adoradas del panteón romano. Había varios templos de Fortuna dedicados a esta diosa en sus diversas encarnaciones, pero la modalidad de fortuna que más interesaba a políticos y generales era la
Fortuna Huiusque Diei
—«La fortuna del día presente»—. Incluso hombres de valía y preclara inteligencia como Cayo Mario, Lucio Cornelio Sila y el dictador Cayo Julio César creían implícitamente en las maquinaciones de la Fortuna.

Fregellae
. Una comunidad con derechos latinos y tradicional lealtad a Roma, que en el 125 a. JC. se sublevó y sufrió por mano del pretor Lucio Opimio una despiadada destrucción de la que nunca se recuperó. Estaba situada en la Via Latina a orillas del río Liris, en la frontera del Samnio.

Frigia
. Una de las zonas más salvajes y menos pobladas de Asia Menor, sinónimo para los antiguos de ninfas, dríadas, sátiros y otros míticos seres campestres, así como de campesinos tan indefensos que solían caer fácilmente en la esclavitud. Frigia se hallaba tierra adentro después de Bitinia, al sur de Paflagonia y al oeste de Galacia. País montañoso y con abundantes bosques, formaba parte del imperio atálida de Pérgamo; después de las guerras que siguieron al legado del reino de Pérgamo a Roma, el procónsul Manio Aquilio vendió prácticamente toda la Frigia a Mitrídates V del Ponto y se embolsó el oro.

Galia Comata.
Galia cabelluda. Sustraída a la provincia romana de la Galia Transalpina, la Galia Comata comprendía los actuales territorios de Francia y Bélgica y la porción de Holanda situada al sur del Rin. El Rin constituía la frontera entre la Galia y Germania. Los habitantes de todas las regiones alejadas del Rin eran celtas de culto druídico; en las proximidades del Rin, las tribus estaban mezcladas debido a las invasiones de los germanos. Se la denominaba Galia Cabelluda porque sus habitantes no se cortaban el pelo.

Galia itálica.
La Galia Cisalpina, es decir, la Galia a este lado de los Alpes. La he denominado Galia itálica para simplificar. Comprendía las tierras al norte de los ríos Arnus y Rubico, en el lado italiano del formidable arco de los Alpes, que separaban a Italia y la Galia itálica del resto de Europa. La bisectriz de este a oeste era el caudaloso río Padus (el Po actual), y había una notable diferencia entre las tierras de ambas orillas. Al sur del río, habitantes y ciudades estaban muy romanizados y muchas tenían derechos latinos. Al norte del Po, gentes y ciudades eran más celtas que romanas y como mucho el latín era una segunda lengua. La
lex Pompeia
promulgada por Pompeyo Estrabón en el 89 a. JC. concedió plena ciudadanía romana a los habitantes de comunidades con derechos latinos situadas al sur del Po, y derechos latinos a las ciudades de Aquileia, Patavium y Mediolanum, situadas al norte del mismo. Políticamente, la Galia itálica vivía en una especie de limbo en tiempos de Mario y Sila, pues ni tenía categoría de provincia ni formaba parte de Italia. Durante la guerra mársica (social) se incorporaron por primera vez los varones de la Galia itálica a los ejércitos de Roma; como auxiliares antes de la
lex Pompeia
y como legionarios romanos a partir de ella.

Galia Transalpina.
La provincia romana al otro lado de los Alpes, conquistada en su mayor parte por Cneo Domicio Ahenobarbo con anterioridad al 120 a. JC. para asegurar a Roma una ruta para el tránsito de sus ejércitos entre Italia y España. La provincia estaba formada por una franja costera desde Liguria a los Pirineos, con dos avanzadas internas hacia Tolosa en Aquitania y, por el valle del Rhodanus (Ródano), hacia la factoría de Lugdunum (Lyon).

gens
,
gentes
. Familia o clan romano con el mismo apellido; Julius, Domitius, Cornelius, Aemilius, Servilius, Livius, Porcius, Junius y Licinius, por ejemplo, son gentilicios. Todos los miembros de la misma
gens
descendían de un antepasado común (con excepción de los esclavos manumisos, que adoptaban el nombre de sus amos). Era palabra del género femenino, por lo que en latín se decía la
gens
Julia, la
gens
Cornelia, la
gens
Servilia.

gladiador
. Un soldado de la categoría más baja, un guerrero profesional que representaba sus artes en público. Era una tradición etrusca que siempre floreció en toda Italia, incluida Roma. Durante la época republicana el gladiador era un personaje honorable y heroico, estimado y bien recibido en todas partes. Sus orígenes pueden ser diversos: tal vez fuese un desertor de las legiones, un criminal convicto, un esclavo o un liberto que ingresaba voluntariamente en el oficio. En la época republicana servía probablemente entre cuatro y seis años y, por término medio, luchaba unas cinco veces al año; era raro que muriesen y aún tardaría en llegar la época del veredicto imperial de «alzar o bajar el pulgar». Al retirarse, solía contratarse como guardaespaldas o forzudo. Ser dueño de una escuela de gladiadores estaba considerado una buena inversión.

Gracos
. Más conocidos como hermanos Graco. Cornelia, hija de Escipión el Africano y Emilia Paula, se casó a la edad de dieciocho años con Tiberio Sempronio Graco, de cuarenta y cinco. Corría el año 172 a. JC. y Escipión el Africano había muerto doce años antes. Tiberio Sempronio Graco había sido cónsul en el 177 a. JC., fue censor en el 169 a. JC. y cónsul por segunda vez en el 163 a. JC. Al morir en el 154 a. JC., era padre de doce hijos, pero eran enfermizos y sólo tres de ellos logró criar Cornelia y que se hicieran adultos; Sempronia era la mayor y se casó, en cuanto tuvo edad, con su primo Escipión Emiliano. Los otros dos más pequeños eran varones. Tiberio Graco nació en el 163 a. JC. y su hermano Cayo en el mismo año de la muerte de su padre, 154 a. JC. Por consiguiente, los dos niños fueron educados por la madre, que realizó una labor excepcional.

Los dos hermanos Graco hicieron el servicio militar al mando del primo hermano de su madre, Escipión Emiliano; Tiberio, en la tercera guerra púnica y Cayo, en Numancia: ambos fueron de singular valentía. Tiberio fue enviado a la Hispania Citerior en el 137 a. JC. de cuestor, y por su cuenta negoció un tratado que permitió salir al vencido Hostilio Mancino de Numancia, salvando a su ejército de ser aniquilado; sin embargo, Escipión Emiliano consideró un lamentable error su intervención y logró convencer al Senado para que no ratificase el tratado. Tiberio nunca se lo perdonaría a su primo-cuñado.

En el 133 a. JC., Tiberio fue elegido tribuno de la plebe y se dispuso a corregir los errores que el Senado cometía en los arriendos del
ager publicus
. En contra de una encarnizada oposición, aprobó una ley agraria que limitaba la extensión de tierra pública que una persona podía arrendar o poseer a 500
iugera
(con 250
iugera
más por hijo) y creó una comisión para repartir el exceso de tierras, consecuencia de esa limitación, entre los pobres de Roma. Su propósito era no sólo librar a la ciudad de sus ciudadanos más inútiles, sino asegurarse de que las futuras generaciones pudieran dar a Roma hijos con medios para servir en el ejército. Cuando el Senado quiso entorpecer la aprobación de la ley, Tiberio Graco la presentó directamente a la Asamblea plebeya y se metió en un avispero, porque fue una decisión sin precedentes. Uno de sus colegas tribunos de la plebe (y pariente), Marco Octavio, vetó la ley en la Asamblea de la plebe y fue ilegalmente desposeído de su cargo, otra considerable ofensa al
mos maiorum
(la práctica establecida). No era tanto la legalidad de estas estratagemas lo que importaba a los adversarios de Tiberio Graco, sino que fuesen en contra de la tradición, aunque no existiesen reglas escritas.

Al morir aquel mismo año Atalo III, rey de Pérgamo, dejando en herencia su reino a Roma, Tiberio Graco hizo caso omiso del derecho del Senado a decidir qué se hacía con el legado y legisló que las tierras se empleasen como asentamiento complementario de los romanos pobres. La oposición en el Senado y en el Foro aumentaba cada día.

Luego, en el 133 a. JC., sin que se hubiera llevado a cabo con éxito el programa, Tiberio Graco transgredió otra costumbre establecida, aquella que limitaba a una sola vez el desempeño del cargo de tribuno de la plebe, y se presentó a una segunda elección. En esta ocasión, enfrentado a las fuerzas senatoriales ultraconservadoras, encabezadas por su primo Escipión Nasica, Tiberio Graco murió apaleado en el Capitolio con algunos de sus seguidores. Su primo Escipión Emiliano —que no había regresado aún de Numancia cuando ocurrieron los hechos— aprobó públicamente el homicidio, alegando que Tiberio Graco había querido proclamarse rey de Roma.

Los disturbios estallaron diez años después, cuando el hermano de Tiberio Graco, Cayo, fue elegido tribuno de la plebe en el 123 a. JC. Cayo Sempronio Graco era igual que su hermano, pero había sabido aprender la lección y evitar sus errores y actuar con más sagacidad. Sus reformas fueron mucho más amplias e incluyeron no sólo las leyes agrarias, sino leyes frumentarias para el abastecimiento de trigo a precio módico a las clases bajas, la regulación del servicio militar, la fundación de colonias romanas en el extranjero, el inicio de obras públicas en toda Italia, la separación del tribunal que entendía de extorsiones a la potestad del Senado entregándoselo a los caballeros, la recaudación de impuestos en la provincia de Asia mediante contratas públicas controladas por los censores y la concesión de plena ciudadanía romana a los que poseían derechos latinos y derechos latinos a todos los aliados itálicos. Por supuesto que este programa no se había completado ni mucho menos al concluir el año de su mandato como tribuno de la plebe, y Cayo Graco hizo lo imposible consiguiendo que le reeligiesen tribuno. Además de suscitar furibunda indignación y tenaz enemistad, continuó batallando para completar su programa de reformas, que a finales del 122 a. JC. seguía incompleto. Se presentó a una tercera reelección como tribuno, pero esta vez él y su amigo Marco Flavio fueron derrotados.

A comienzos del 121 a. JC., sus leyes y sus reformas sufrieron el ataque unísono del cónsul Lucio Opimio y el ex tribuno de la plebe Marco Livio Druso. Desesperado al ver que toda su labor iba a ser destruida, Cayo Graco recurrió a la violencia y el Senado respondió aprobando por primera vez un «decreto inapelable» para contener los desórdenes, con el resultado de que Fulvio Flaco y dos de sus hijos murieron asesinados y Cayo Graco, en fuga, se suicidó en el bosque de Furrina en las laderas del Janículo. Nunca más volvería a ser igual la política de Roma: quedaba resquebrajada la fortaleza inmemorial del
mos maiorum
.

La vida de los dos hermanos Graco conoció similar tragedia. Tiberio Graco fue contra la costumbre de su familia (que era casarse con Cornelias de los Escipiones) y contrajo matrimonio con Claudia, hija de Apio Claudio Pulcher, cónsul en el 143 a. JC. e inveterado enemigo de los Escipiones Emilianos. Tuvieron tres hijos, ninguno de los cuales vivió para alcanzar la carrera pública. Cayo Graco se casó con Licinia, hija de su cliente Publio Licinio Craso Muciano, con la que tuvo una hija, Sempronia, que casó con Fulvio Flaco Bambalio, del que tuvo una hija, Fulvia, que a su vez fue esposa de Publio Clodio Pulcher, Cayo Escribonio y Marco Antonio.

grammaticus
. No era un maestro de gramática, sino del arte básico de la retórica (véase este artículo).

BOOK: La corona de hierba
4.68Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

Other books

Snowdrops by A. D. Miller
The Gift by Wanda E. Brunstetter
Jim Steinmeyer by The Last Greatest Magician in the World
Southern Cross by Patricia Cornwell
The Copy by Grant Boshoff
Expose! by Hannah Dennison
Bodies and Souls by Nancy Thayer
Hitting the Right Notes by Elisa Jackson