La isla de los perros (43 page)

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Authors: Patricia Cornwell

Tags: #Intriga, #Policíaco

BOOK: La isla de los perros
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—Acepta visitas no concertadas? Tengo que hablar con alguien o me lanzaré al lago. No soy baptista, pero eso no importará si me quito la vida y la gente, sobre todo esa que detesta a los baptistas, se entera de que no quiso hablar conmigo —replicó la intrusa entre lágri… mas.

A Regina Crimm su camino la había conducido hasta Barbie Fogg y Cruz Morales de la manera más extraor… dinaria, y el momento no podía ser más oportuno.

El agente Macovich cruzaba el centro en coche para devolver a la frustrada «agente» Regina a la mansión, cuando oyó por la radio que se había descubierto un Grand Prix viejo con matrícula de Nueva York en el aparcamiento del Country Club de Virginia. Al parecer alguien había abandonado allí el vehículo hacía muy po… co, ya que un coche desvencijado con una matrícula aje… na a Virginia habría de llamar de inmediato la atención en el club, tal como era el caso: una mujer que se dispo… nía a jugar a tenis en la pista cubierta vio el Grand Prix mientras aparcaba su Volvo e hizo una llamada al teléfo… no de avisos de la policía.

—Lo siento —dijo Macovich a Regina al tiempo que conectaba la sirena y las luces—. Tenemos que com… probar una cosa. Tal vez se trate de ese hispano a quien busca todo el mundo.

—Está bien. Prometo que no diré nada —asintió Regina, regocijada con los destellos luminosos y el au… llido de la sirena; se sentía excitada porque sabía que responder a una llamada de emergencia mientras se pro… tegía a la primera familia iba contra las normas del servicio.

—Por lo que a mí respecta, en este momento sigues siendo una agente en activo —declaró el agente al tiem… po que aceleraba la marcha por Broad Street, zigza… gueando entre el tráfico—. Y si se te ocurre delatarme como ya hiciste cuando te gané limpiamente al billar, lo negaré todo y diré que eras tú quien conducía.

—Fue papá quien se puso furioso contigo —replicó Regina.

—¡Hum! ¡Se puso así porque tú eres una mala per… dedora y me indispusiste con él! —rugió Macovich mientras aceleraba ante un semáforo en ámbar.

Los conductores se echaban a la cuneta, convenci… dos de que los iban a multar por algo. El tráfico había re… ducido la velocidad al mínimo mientras algunos conduc… tores se encogían de miedo y pedían al cielo no haber pisado una línea continua o que ningún helicóptero hu… biera medido su velocidad y ahora los persiguiese el coche patrulla.

—El gobernador no me vio ganarte —continuó Ma… covich con irritación mientras hacía lo posible para sortear los vehículos, que apenas avanzaban—. Por eso me acusaste, y ahora debo preocuparme de que no me re… cuerde.

—No se acordará, tranquilo —le aseguró Regina—. Dice que todos parecéis iguales, pero no te lo tomes en el mal sentido. Lo que sucede es que papá no distingue bien a la gente y a veces llama Esperanza a Constancia y a la inversa, sobre todo si no van maquilladas y todavía llevan la bata de cama.

—¡Queréis salir de en medio! —gritó Macovich a los coches que intentaba adelantar.

Al cabo de unos minutos, dejó Three Chopt Road y tomó un largo camino que conducía al exclusivo club de campo, con su elegante edificio social, las pistas de tenis y de paddle y el extenso campo de golf. El CCV, como se conocía al Club de Campo de Virginia, estaba en un ba… rrio muy rico, muchas de cuyas casas eran tan espaciosas como la mansión del gobernador. Macovich rompió a sudar mientras pasaba despacio sobre un obstáculo des… tinado a moderar la velocidad. En aquel barrio la gente pensaba que también todos los negros se parecían, y la mala vista no tenía nada que ver con ello.

—Te aseguro que no hay nada que deteste más que venir por aquí —murmuró.

—¿Por qué? Papá es miembro desde la primera vez que fue gobernador. Yo he crecido en el club, prácticamente. —Regina buscó el Grand Prix con la mirada, es… perando ser la primera en verlo.

—Sí, eres miembro porque entra toda la familia. Pero cuando tu padre ya no sea gobernador y quieras en… trar por tu cuenta, ya veremos qué sucede —replicó Ma… covich al tiempo que divisaba el coche cerca de la pista cubierta—. Gente como tú y como yo no es aceptada en lugares como éste, por si aún no te has dado cuenta. Y la mayoría de los demás gobernadores declinan ser miem… bros, aunque sea gratis, porque significa ir contra su conciencia.

Esto era nuevo para Regina.

—¿Por qué no iba a entrar yo, por mi cuenta? Soy blanca y procedo de una antigua familia de Virginia.

—Sigues perteneciendo a una minoría.

Macovich comunicó por radio que había encontra… do el Grand Prix y pidió refuerzos antes de encender un cigarrillo. Se apeó e inspeccionó el coche, vio que la lla… ve estaba todavía en el contacto y, al poner en marcha el motor, observó que el indicador de gasolina marcaba un depósito vacío. No escapó a su atención el hecho de que no hubiera efectos personales en el interior del vehículo ni en el portaequipajes. Tomó de nuevo a la radio.

—El vehículo parece estar abandonado —informó a otro patrullero que se hallaba a unos minutos de distan… cia—. Voy a inspeccionar la zona. Ustedes ocúpense de enviar el coche al aparcamiento de la grúa municipal.

—Recibido.

—¿A qué viene eso de «una minoría»? —Regina continuó la disputa con Macovich—. ¿Cómo te atreves a insultarme así?

—¡Oh, vaya! —Macovich se enfureció entre su nube de humo—. Para mí, pertenecer a una minoría no es ningún insulto; en cambio ya veo que para ti sí lo es. Pues deja que te diga una cosa, señorita Mayoría: es bien sabido que cuando papá no está en el despacho y no tie… nes a los agentes de seguridad especial rondándote, te largas a Babe's a jugar a billar.

—No siempre. Sólo un par de veces, hace poco. Antes era demasiado joven. ¿Y qué?

—Cuándo fue la última vez que viste un tío en ese garito, .eh? Todos sabemos a qué vas allí. Quizá sales con un guapo jugador de hockey hierba de cabeza rapada y botas duras, o tal vez montas en una Harley con al… gún otro encanto con el que te encuentras en el bar. 0 tal vez prefieres a alguna doctora o abogada que vive en el armario hasta la hora del cóctel para refugiarse entonces en un reservado de algún lugar tranquilo y oscu… ro donde intimar con otras Mayorías. ¡Vaya que sí! Y llevas una vida protegida, sí, fingiendo que eres la últi… ma en saberlo.

Regina se quedó estupefacta. Siempre había dado por supuesto que cuando su padre no estaba en el despa… cho ni aparecía en las noticias, podía llevar la vida que quisiera. Las veces que había frecuentado el bar de mu… jeres del centro comercial de Carytown, nunca se le ha… bía pasado por la cabeza que hubiese gente que observa… ra y chismorreara. La mención del jugador de hockey, en particular, le evocó recuerdos terriblemente dolorosos y descorazonadores de un nuevo romance fracasado. También había estado desesperadamente enamorada de D. D., un percusionista de la Orquesta Sinfónica Muni… cipal que esperó al cumpleaños de Regina para anun… ciarle que tenía una relación con el violoncelista y que no deseaba volver a verla ni a hablar con ella.

Macovich entró en los terrenos de la cercana Uni… versidad de Richmond para hablar con la policía del campus y comprobar si habían visto a alguien cuya pre… sencia no fuera habitual en la zona.

—Detesto mi vida —declaró Regina. Macovich no la había visto nunca tan enfadada—. ¡Eres malvado! ¡Todo el mundo me trata mal! ¡Nadie es capaz de soportar tanta crueldad y tanta humillación!

Macovich entró en un pequeño aparcamiento que había junto al lago para hacer un cambio de sentido.

—¡Soy tan desgraciada que voy a estallar! ¡Un día de estos sólo encontrarán de mí una pequeña mancha en el suelo quemado! —amenazó al tiempo que distinguía una furgoneta blanca que mostraba el adhesivo de un ar… co iris en el parachoques; estaba aparcada delante de un pequeño edificio de ladrillo cuyo rótulo decía: «Minis… terio Baptista del Campus».

—¡Para aquí! —ordenó—. ¡Para o dejaré de respirar hasta que me muera, y tendrás que dar muchas explicaciones! No podrán descubrir la causa de mi muerte y te acusarán de ella.

Macovich frenó en seco y aparcó junto a la furgone… ta mientras Regina imaginaba su cuerpo desmayado dentro de una bolsa en el depósito de cadáveres. La doc… tora Scarpetta pasaría muchísimas horas estudiándolo, para reconocer al fin que no había ninguna causa apa… rente de la muerte.

—Quizá muriera de desazón —diría la famosa fo… rense a sus importantes padres.

0, mejor aún, Regina encontraría el modo de arder por generación espontánea, como el pescador, y Andy tendría que pasar el resto de su vida investigando la trá… gica, misteriosa y prematura muerte. El joven perdería el sueño, frustrado y cargado de sentimiento de culpa, tratando de determinar qué le había sucedido exactamente a ella. No podría quitársela de la cabeza y desearía haber sido más agradable con ella y no haberla echado con malos modos del mismo depósito de cadáveres donde habría de visitarla cuando ya fuese demasiado tarde.

Regina dejó atrás la furgoneta que lucía el adhesivo del arco iris en el parachoques y se acercó al edificio; imaginó que estaría especializado en dar consejo a gays baptistas. «¡Qué injusto, nacer gay baptista!», pensó y le sorprendió que en la Universidad de Richmond hubiera tantos como para tener unas dependencias propias. Su… bió los peldaños hasta la puerta y entró en el vestíbulo, en cuyo sofá estaba sentado el muchacho, al que tomó por un gay baptista mexicano. Cohibida, ocultó su ros… tro hinchado y lleno de lágrimas de los ojos curiosos del chico, se sonó la nariz otra vez y una nueva oleada de pe… sadumbre recorrió su robusto cuerpo. Andy lo iba a lamentar, sin duda; estaría destrozado cuando entrara co… rriendo en el depósito y suplicara que le dejaran decir adiós a su ex auxiliar, la agente Reggie.

«Por favor, déjeme un momento a solas con ella en la sala de examen —pediría a la doctora Scarpetta—. Todo es culpa mía. ¡Temía demostrarle lo mucho que me importaba y que la necesitaba, y ahora la encuentro así! ¡La tensión a la que estaba sometida su vida y mi desconsideración hacia ella han sido demasiado y ha estallado en llamas!»

Quizá fue un asomo de clarividencia por parte de Regina, pero en el instante en que fantaseaba acerca de la combustión humana espontánea Andy se apresuraba a volver a la sede central para colgar en la Red un artículo del Agente Verdad sobre aquel mismo tema.

LA VERDAD SOBRE LA COMBUSTIÓN HUMANA ESPONTÁNEA por el Agente Verdad.

Aunque no hay pruebas de que la gente arda en lla… mas, textualmente, sin ayuda mecánica o química de al… guna clase, está demostrado que los seres humanos vivos pueden quemarse en ausencia de un fuego exterior. Hago está distinción porque alguno de ustedes, mis lecto… res, quizá cree erróneamente que quemar es lo mismo que arder en llamas, cuando no es así. Bien, tal vez debería usar el verbo «combustionar», ya que de combustión vamos a hablar.

Durante siglos se ha escrito, aunque no siempre de forma convincente, sobre la combustión humana espon… tánea (CHE). Novelistas como Melville y Dickens, por ejemplo, la emplean para demostrar que la que se hace se paga y que si eres malo e injusto con los demás, existe la justicia poética por la que un día, mientras andas ocupado en tus mezquinos asuntos en tu castillo o casa, arde… rás en llamas de repente.

Lo que sorprenderá al lector, tal vez, es que existe una explicación científica de la CHE. Unos experimen… tos con cuerpos humanos y partes del cuerpo de difuntos donados a la Granja de Cuerpos de Knoxville, Tennes… see, han demostrado que bajo ciertas condiciones es po… sible que si se incendia el cuerpo, éste siga quemándose hasta quedar casi completamente incinerado. Por lo ge… neral un cuerpo tarda entre una y tres horas y media en reducirse a fragmentos de hueso y cenizas, y ello sólo ocurre en un incendio en el que se produzcan tempera… turas muy elevadas o en un horno crematorio.

Así pues, debo reconocer que cuando el antropólo… go forense, doctor Bill Bass, me comentó que uno de sus estudiantes graduados había escrito su tesis doctoral so… bre la CHE, creí que estaba de broma.

La gente no arde sola —protesté mientras torná… bamos una barbacoa en Calhouns, en Knoxville—. No doy crédito a lo que oigo.

—No, arder en llamas, literalmente, no —rectificó el doctor y tomó un vaso de té helado de una jarra mientras el sol poniente se reflejaba en el río Tennessee—. Pero se quema durante períodos de tiempo considera… blemente largos.

Esta extraña conversación ante unas costillitas de cerdo a la barbacoa sucedió la primavera pasada, cuando me dejé caer por la Granja de Cuerpos para ver si los expertos ya habían hecho algún progreso en el experi… mento de la momificación. Yo acababa de regresar de Argentina y todavía estaba muy interesado en las mo… mias, y esperaba que el doctor Bass se decidiera a inten… tar un embalsamamiento al viejo estilo egipcio con uno de los cuerpos donados a la granja. El no veía ningún propósito razonable en ello y explicaba que resultaría muy difícil dar con un farmacéutico que preparase lo que necesitábamos; además, probablemente, sobrepa… saría el presupuesto.

Con todo, el doctor Bass, un hombre sencillo y amable, no quiso que me marchara decepcionado y de vacío. Me dijo que si seguía interesado en el tema, la Granja de Cuerpos estaba realizando una investigación bastante inusual sobre la combustión humana espontánea. Respondí que, en efecto, me interesaba, y en el transcurso de unas semanas visité con asiduidad la Granja. No es un lugar agradable y ofrezco aquí una breve descripción para aquellos lectores que no estén familiarizados con el sitio. El Servicio para la Investigación de la Descomposición de la Universidad de Tennessee, o Granja de Cuerpos, como lo denominan la mayoría de quienes lo conocen, consta de varias hectáreas arboladas que rodea una valla alta de madera rematada con alambre de espinos. Durante unos veinticinco años, antropólogos y expertos forenses se han dedicado a estudiar la descomposición, por razones que deberían ser bastante evidentes. Sin sa… ber cómo cambia el cuerpo humano en diferentes condi… ciones y en ciertos períodos de tiempo, no dispondría… mos de datos que nos ayudaran a establecer la hora de la muerte.

La Granja de Cuerpos es el único servicio que co… nozco que facilita a los investigadores y científicos llevar a cabo importantes experimentos que no se permiten en depósitos forenses, funerarias o escuelas médicas. Pero cuando se donan cuerpos a la Granja queda sabido y aprobado que los restos se utilizarán para investigación, que en este caso consistirá en prender fuego a una pier… na amputada para ver si podría experimentar una com… bustión casi completa en ausencia de combustible externo.

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