La sociedad literaria y el pastel de piel de patata de Guernsey (26 page)

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«¡Ah, sí! ¡Ahí está! ¡Está naciendo en este mismo momento! En una mansión… no, en un castillo. Creo que está en Francia… sí, está en Francia. Hay un niño haciéndole mimos, acariciándole el pelo. Él ya la quiere, y va a llamarla, qué raro, va a llamarla Solange. Es un nombre extraño para un gato, pero bueno. Va a vivir una vida larga y llena de aventuras maravillosas. Esta Solange tiene mucho coraje y gran decisión, ¡y tanto!»

La abuela Pheen le dijo a Isola que estaba tan embelesada con el nuevo destino de Muffin, que dejó de llorar. Pero le dijo al hombre que la seguiría echando muchísimo de menos. El hombre la ayudó a ponerse en pie y le dijo que por supuesto que lo haría, que lloraría la pérdida de una gata tan estupenda como había sido Muffin y que estaría triste por un tiempo.

Sin embargo, dijo que pasaría a visitar a Solange de vez en cuando para ver cómo le iba y qué estaba haciendo. Le preguntó a la abuela Pheen cómo se llamaba, y cuál era el nombre de la granja donde vivía. Se lo anotó en una libretita pequeña con un lápiz plateado, le dijo que tendría noticias suyas, le besó la mano, volvió al carruaje y se fue.

Tan absurdo como parece todo esto, Sidney, la abuela Pheen recibió cartas. Ocho largas cartas durante un año. Todas sobre la vida de Muffin como la gata francesa Solange. Al parecer, era un tipo de mosquetera felina. No era una gata nada perezosa, apoltronada sobre cojines, que bebía leche a lengüetazos, sino que vivía una aventura tras otra. Fue el único gato al que le concedieron el rosetón rojo de la Legión de Honor.

Vaya historia que se inventó ese hombre para Pheen… animada, ingeniosa, llena de emoción y suspense. Sólo puedo decirte el efecto que tuvo en mí, en todos nosotros. Estábamos allí sentados, encantados, incluso Will se había quedado sin palabras.

Y aquí, por fin, es por lo que necesito una persona en su sano juicio que me pueda dar un consejo racional. Cuando el programa terminó (y fue muy aplaudido), le pedí a Isola que me dejara ver las cartas, y me las tendió.

Sidney, el autor había firmado las cartas con gran elegancia:

Muy sinceramente suyo,

O. F. O'F. W. W.

Sidney, ¿te lo imaginas? ¿Podría ser que Isola hubiera heredado ocho cartas de Oscar Wilde? Dios mío, estoy que no me lo creo.

Me lo creo porque quiero creerlo, pero ¿hay constancia en algún sitio de que Oscar Wilde hubiera ido alguna vez a Guernsey? Ah, gracias Speranza, por haber puesto a tu hijo un nombre tan ridículo como Oscar Fingal O'Flahertie Wills Wilde.

Por favor, date prisa en contestarme, me cuesta respirar.

Un abrazo,

JULIET

Carta nocturna de Sidney a Juliet

13 de agosto de 1946

¡Vamos a creérnoslo! Billee hizo algunas investigaciones y descubrió que Oscar Wilde pasó una semana en Jersey en 1893, así que puede que fuera a Guernsey entonces. El grafólogo, sir William Otis, llegará el viernes, armado con algunas cartas de Oscar Wilde prestadas por su universidad. Le he hecho una reserva en el hotel Royal. Es un tipo muy digno, y dudo que le gustara tener a Zenobia posada en el hombro.

Si Will Thisbee encuentra el Santo Grial en su depósito de chatarra, no me lo digas. Mi corazón no aguantará mucho más.

Un abrazo para ti, Kit e Isola,

SIDNEY

De Isola a Sidney

14 de agosto de 1946

Querido Sidney:

Juliet dice que vas a mandar un estudioso de los rasgos de la escritura para que mire las cartas de la abuela Pheen y decida si fue el señor Oscar Wilde quien las escribió. Apuesto a que fue él, e incluso si no lo fue, creo que te encantará la historia de Solange. A mí me encantó, a Kit le encantó, y sé que a la abuela Pheen también. Daría saltos de alegría en la tumba si supiera que muchos otros conocen a aquel hombre encantador y sus divertidas ideas.

Juliet dice que si el señor Wilde escribió las cartas, muchos profesores, escuelas y bibliotecas las querrán y que ofrecerán mucho dinero por ellas. Estarían bien guardadas y protegidas correctamente, en un lugar fresco y seco.

¡Dije que no! Ya lo están ahora, secas y fresquitas. La abuela las guardó en su caja de galletas, y en su caja de galletas se quedarán. Por supuesto que si alguien quiere verlas, puede venir a visitarme aquí y le dejaré echarles un vistazo. Juliet me dijo que probablemente vendrían muchos estudiosos, cosa que estaría muy bien para mí y Zenobia, ya que nos gusta tener compañía.

Si quieres hacer un libro con las cartas, puedes hacerlo, aunque espero que me dejes escribir a mí lo que Juliet llama «prólogo». Me gustaría hablar de la abuela Pheen y tengo una foto de ella con Muffin al lado del surtidor de agua. Juliet me habló de los derechos de autor (podría comprarme una moto con sidecar… hay una roja, de segunda mano, en el taller de Lenoux).

Tu amiga,

ISOLA PRIBBY

De Juliet a Sidney

18 de agosto de 1946

Querido Sidney:

Sir William ha venido y ya se ha ido. Isola me invitó a estar presente para la inspección y por supuesto, no dejé pasar la oportunidad. Puntualmente, a las nueve, sir William apareció en los escalones de la cocina. Me puse muy nerviosa cuando le vi tan formal, con traje negro, ¿qué pasaría si las cartas de la abuela Pheen eran sólo el trabajo de algún granjero con mucha imaginación? ¿Qué nos haría sir William, y a ti, por hacerle perder el tiempo?

Se puso cómodo muy serio entre los ramos de cicuta e hisopo, se espolvoreó los dedos de blanco en un pañuelo, se colocó una lente pequeña en el ojo y sacó muy poco a poco la primera carta de la caja de galletas.

Se hizo un largo silencio. Isola y yo nos miramos. Sir William cogió otra carta de la caja de galletas. Isola y yo contuvimos la respiración. Sir William suspiró. Nosotras temblamos. «Ummm», murmuró. Le hicimos un gesto con la cabeza de un modo alentador, pero no funcionó, hubo otro silencio. Muy largo.

Entonces nos miró y asintió con la cabeza.

«¿Sí?», dije, casi sin poder respirar.

«Me complace comunicarle que está en posesión de ocho cartas escritas por Oscar Wilde, señora», le dijo a Isola con una pequeña reverencia.

«¡Bendito sea!», gritó Isola, y dio la vuelta a la mesa para abrazar fuertemente a sir William. Al principio pareció asustado, pero después sonrió y le dio unas palmaditas en la espalda con cuidado.

Se llevó una página con él para tener la confirmación de otro estudioso de Wilde, pero me dijo que era simplemente para «mostrarla». Estaba seguro de que estaba en lo cierto.

Seguramente no te habrá dicho que Isola se lo llevó para hacer una prueba de circulación en la moto del señor Lenoux (Isola conduciendo, él en el sidecar y Zenobia en su hombro). Les pusieron una citación por conducción temeraria, con lo que sir William convenció a Isola para que le dejara a él el «privilegio de pagar».

Como dice Isola, para ser un grafólogo tiene espíritu deportivo.

Pero no te va a reemplazar. ¿Cuándo vas a venir tú mismo a ver las cartas y, de paso, a mí? Kit bailará claqué en tu honor y yo haré el pino. Todavía puedo, sabes.

Sólo para torturarte, no voy a contarte nada más. Tendrás que venir y descubrirlo tú mismo.

Un beso,

JULIET

Telegrama de Billee Bee a Juliet

20 de agosto de 1946

EL SEÑOR STARK HA TENIDO QUE IR DE INMEDIATO A ROMA. ME HA PEDIDO QUE VAYA YO ESTE FIN DE SEMANA A BUSCAR LAS CARTAS. POR FAVOR, MÁNDAME UN TELEGRAMA SI TE VA BIEN; ESTOY DESEANDO PASAR UNAS CORTAS VACACIONES EN ESA ENCANTADORA ISLA. BILLEE BEE JONES.

Telegrama de Juliet a Billee Bee

ESTARÉ ENCANTADA. POR FAVOR, DIME A QUÉ HORA LLEGAS Y TE IRÉ A RECOGER. JULIET.

De Juliet a Sophie

22 de agosto de 1946

Querida Sophie:

Tu hermano se está volviendo demasiado augusto para mi gusto, ¡ha enviado una emisaria para recoger las cartas de Oscar Wilde por él! Billee Bee llegó en el barco del correo de la mañana. El mar estaba muy agitado, así que cuando llegó le temblaban un poco las piernas y tenía mala cara, pero estaba animada. No pudo comer, pero se recuperó para la cena y fue una invitada alegre en la reunión de esta noche de la Sociedad Literaria.

Hubo un momento incómodo, a Kit no parece gustarle. Se echó para atrás y dijo: «Yo no doy besos», cuando Billee intentó que le diera uno. ¿Tú qué haces cuando Dominic es grosero, le repruebas allí mismo, lo cual es violento para todos, o esperas hasta más tarde cuando estáis solos? Billee Bee lo afrontó maravillosamente, pero esto demuestra sus buenos modales, no los de Kit. Yo esperé, pero me gustaría saber tu opinión.

Desde que supe que Elizabeth había muerto y que Kit se había quedado huérfana, he estado preocupándome por su futuro y por el mío sin ella. Creo que sería insoportable. Voy a pedir una cita con el señor Dilwyn cuando él y su esposa vuelvan de sus vacaciones. Él es su tutor legal, y quiero hablarle de mi posible tutela de Kit. Claro que quiero una adopción absoluta, pero no estoy segura de que el señor Dilwyn considerara una madre conveniente a una mujer soltera con ingresos flexibles y sin residencia fija.

No le he dicho ni una palabra de esto a nadie de aquí, ni a Sidney. Hay tanto en que pensar… ¿Qué diría Amelia?, ¿a Kit le gustaría la idea?, ¿es lo bastante mayor como para decidir?, ¿dónde viviríamos?, ¿puedo sacarla del lugar que ama para llevarla a Londres?, ¿una vida restringida en la ciudad en lugar de ir en barco y jugar en los cementerios? Kit nos tendría a ti, a mí y a Sidney en Inglaterra, pero ¿qué pasaría con Dawsey y Amelia y toda la familia que tiene aquí? Sería imposible sustituirlos o reemplazarlos. ¿Te imaginas una profesora de parvulario en Londres con el estilo de Isola? Claro que no.

Les doy mil vueltas a esas preguntas varias veces al día. Aunque de una cosa estoy segura, quiero hacerme cargo de Kit para siempre.

Besos,

JULIET

P.D. Si el señor Dilwyn dice que no, que no es posible, podría simplemente coger a Kit e ir a esconderla en tu granero.

De Juliet a Sidney

23 de agosto de 1946

Querido Sidney:

Tuviste que irte de repente a Roma, ¿verdad? ¿Te han elegido Papa? Al menos sería algo verdaderamente urgente como para mandar a Billee Bee a buscar las cartas en tu lugar. Y no veo por qué no podían servir unas copias; Billee dice que insistes en ver los originales. Isola no se lo permitiría a ninguna otra persona en la Tierra, pero, por ti, lo hará. Por favor, sé extremadamente cuidadoso con ellas, Sidney, son muy importantes para Isola. E intenta devolvérselas en persona.

No es que no nos guste Billee Bee. Es una invitada muy entusiasta, en este momento está fuera dibujando flores silvestres. Le veo la gorra entre la hierba. Le gustó de verdad conocer la Sociedad Literaria ayer por la noche. Hizo un pequeño discurso al final de la velada e incluso le preguntó a Will Thisbee por la receta de su delicioso pastelito de hojaldre de granada. Aunque eso es llevar la cortesía demasiado lejos, ya que lo que nosotros vimos fue un engrudo de masa que no había subido, con una sustancia rojiza en el medio y todo salpicado con semillas negras.

Siento que no estuvieras presente, ya que el portavoz de la noche fue Augustus Sarre y habló de tu libro favorito,
Cuentos de Canterbury
. Empezó leyendo primero «el cuento del párroco», porque sabía cómo vivían los clérigos, no como los otros tipos del libro: el administrador, el terrateniente, o el alguacil. «El cuento del párroco» le repugnó tanto que no pudo leer nada más.

Por suerte para ti, fui meticulosa y cogí notas mentalmente, así que puedo decirte lo esencial de sus comentarios. A saber: Augustus nunca dejaría que uno de sus hijos leyera a Chaucer, les pondría en contra de la vida en general y especialmente en contra de Dios. Oír al párroco decirlo, que la vida era un pozo negro (o casi), donde el hombre tiene que caminar entre la porquería tan bien como pueda, con el mal siempre buscándole, y el mal siempre encontrándole. (¿No crees que Augustus tiene un poco de poeta? Yo creo que sí.)

El hombre debe pasarse la vida haciendo penitencia o pagando por sus culpas o ayunando o azotándose él mismo con cuerdas nudosas. Todo porque nació en pecado y lo estará hasta el último minuto de su vida, cuando reciba la gracia de Dios.

«Pensad en esto, amigos —dijo Augustus—, una vida de sufrimiento en la que Dios ni te deja respirar. Luego, en tus últimos minutos, ¡bum!, consigues la bendición. Gracias por nada, diría yo.

»Pero eso no es todo, amigos. El hombre nunca puede pensar bien de sí mismo, a eso se le llama el pecado del orgullo. Amigos, mostradme un hombre que se odie y os mostraré un hombre que ¡todavía odia más a sus vecinos! A la fuerza; no concederías a nadie algo que tú mismo no puedes tener, ¡ni amor, ni amabilidad, ni respeto! Así que digo, ¡qué vergüenza de párroco! ¡Qué vergüenza, Chaucer!» Augustus se sentó de golpe.

Después siguieron dos horas de discusión animada sobre el pecado original, seguido de la predestinación. Al final, Remy se puso de pie para hablar, no lo había hecho antes, y la habitación enmudeció. Dijo bajito: «Si existe la predestinación, entonces Dios es el demonio». Nadie le pudo discutir eso, ¿qué clase de Dios habría diseñado intencionadamente Ravensbrück?

Isola nos ha invitado a cenar mañana por la noche, con Billee Bee como invitada de honor. Dijo que aunque no le gusta revolver el pelo de desconocidos, le leerá el cráneo a Billee Bee, como favor a su querido amigo, Sidney.

Un beso,

JULIET

Telegrama de Susan Scott a Juliet

24 de agosto de 1946

QUERIDA JULIET: ESTOY HORRORIZADA DE QUE BILLEE BEE ESTÉ EN GUERNSEY PARA RECOGER LAS CARTAS. ¡DETENTE! NO, REPITO, NO TE FÍES DE ELLA. NO LE DES NADA. IVOR, NUESTRO NUEVO SUBEDITOR, VIO A BILLEE BEE Y A GILLY GILBERT (EL DEL LONDON HUE & CRY Y MÁS TARDE VÍCTIMA DE TU LANZAMIENTO DE LA TETERA), INTERCAMBIANDO LARGOS Y VICIOSOS BESOS EN EL PARQUE. QUE ESTÉN JUNTOS NO AUGURA NADA BUENO. ENVÍALA DE VUELTA, SIN LAS CARTAS DE WILDE. BESOS, SUSAN.

De Juliet a Susan

25 de agosto de 1946

2:00 de la madrugada

Querida Susan:

¡Eres una heroína! Isola te concede ser el miembro honorario de la Sociedad Literaria y el Pastel de Piel de Patata de Guernsey y Kit te está haciendo un regalo especial con arena y pasta (será mejor que lo abras fuera).

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