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Authors: Isaac Asimov

Tags: #Ciencia, Ensayo

Las amenazas de nuestro mundo (46 page)

BOOK: Las amenazas de nuestro mundo
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Cuando el gobierno débil de una región civilizada permitía la decadencia de su ejército, o, cuando, peor todavía, la región entraba en una guerra civil, era inmediata una incursión triunfal de los bárbaros
[63]
.

El dominio de los bárbaros era mucho peor que la rutina guerrera entre las civilizaciones, puesto que aquéllos, poco conocedores de la mecánica de la civilización, no comprendían el valor de conservar a sus víctimas para obtener provecho de ellas. Su impulso era simplemente el de saquear destruyendo sin miramientos lo que no podía ser utilizado en aquel momento. En semejantes condiciones, con frecuencia se producía un altibajo en la civilización de una determinada área, por lo menos durante algún tiempo. Seguía un «período oscuro».

El primer ejemplo de una incursión bárbara y un período oscuro, siguieron, naturalmente, no mucho después de nuestro primer ejemplo de un conquistador. Sargón
el Grande,
sus dos hijos, su nieto y su bisnieto, gobernaron sucesivamente un próspero imperio sumerio-akkadiano. Sin embargo, en el año 2219 a. de JC cuando terminó el gobierno del bisnieto, la decadencia del Imperio había llegado a tal punto que los bárbaros gutian del nordeste constituyeron un problema importante. Hacia el 2180 a. de JC, los gutian controlaban el valle del Tigris-Éufrates y a continuación siguió un «período oscuro» que se prolongó durante un siglo.

Los bárbaros resultaban especialmente peligrosos cuando disponían de alguna arma de combate, con la que, por lo menos durante algún tiempo, eran invencibles. Así, aproximadamente el año 1750 a. de JC las tribus del Asia Central implantaron el carro de combate tirado por caballos con el que barrieron las tierras establecidas del Medio Oriente y Egipto, consiguiendo un dominio total durante cierto período de tiempo.

Por suerte, las invasiones bárbaras nunca consiguieron eliminar totalmente la civilización. Los «períodos oscuros», aun en sus momentos más sombríos, nunca llegaron a ser totalmente negros, y no hubo bárbaro que no fuese conquistado por el atractivo de la civilización de los conquistados, aunque se tratara de una civilización decadente y destruida. Los conquistadores se volvían civilizados por consiguiente (y, a su vez, poco aptos para la guerra), y finalmente la civilización progresaba otra vez, logrando casi siempre nuevos niveles.

Otras veces era una región civilizada la que obtenía un nuevo ingenio de guerra y se convertía en invencible. Así sucedió cuando comenzó a fundirse el hierro en el este del Asia Menor, en el año 1350 a. de JC aproximadamente; poco a poco, el hierro se hizo más común y su calidad mejoró comenzándose a fabricar las armas y armaduras de hierro. Cuando los ejércitos asirios estuvieron completamente «aherrojados», por expresarlo de alguna manera, se inició una dominación del Oeste de Asia occidental que duró tres siglos.

Para nosotros, los occidentales, el mejor ejemplo de una invasión bárbara y un «período oscuro», es la que puso fin al Imperio Romano de Occidente. Desde el año 166 d. de JC el Imperio Romano, habiendo superado ya la época expansionista de su historia, luchó para defenderse de las invasiones de los bárbaros. Una y otra vez, Roma se tambaleaba, recuperando después el terreno perdido bajo el firme gobierno de sus emperadores. Pero en el año 378 d. de JC, los hunos, en una gran batalla vencieron, a los romanos en Adrianópolis, y las legiones romanas quedaron destruidas para siempre. A partir de entonces, Roma consiguió mantenerse durante otro siglo contratando mercenarios bárbaros para que lucharan en su ejército contra otros bárbaros.

Poco a poco, las provincias occidentales cayeron bajo el dominio de los bárbaros y se destruyeron los hábitos de la civilización. También Italia cayó bajo el dominio bárbaro, y en 476 el último emperador romano que gobernaba Italia, Rómulo Augusto, fue destituido. Siguió un «período oscuro» de cinco siglos y no fue hasta el siglo XIX cuando la vida en Europa Occidental recuperó el bienestar que había gozado bajo el dominio de los romanos.

Sin embargo, aunque nos referimos veladamente a este «período oscuro» post-romano como si el mundo civilizado hubiese estado al borde de su destrucción, el fenómeno fue puramente local, confinado a lo que ahora es Inglaterra, Francia, Alemania, y, hasta cierto punto, España e Italia.

En la difícil época del año 850, cuando había fracasado el intento de Carlomagno por restaurar la unidad y la civilización en la Europa Occidental y la región sufría los ataques de los nuevos incursores bárbaros, los escandinavos del Norte y los magiares del Este, y también de los árabes civilizados del Sur, ¿cuál era la situación en el resto del mundo?

  1. El Imperio bizantino, superviviente de la mitad oriental del Imperio romano, era poderoso todavía, y su civilización se mantenía en línea directa desde la antigua Grecia y Roma. Más todavía, por aquel entonces estaba propagándose entre los bárbaros eslavos, acercándose a una era de nuevo poder bajo la dinastía macedonia, linaje de emperadores guerreros.

  2. El Imperio abasí, representante de la nueva religión islámica, que había absorbido el Imperio persa y las provincias sirias y africanas del Imperio romano, estaba en el apogeo de su prosperidad y civilización. Su monarca más importante, Mamún
    el Grande
    (hijo del famoso Harún al Raschid de las Mil y Una Noches) había muerto el año 833. El independiente reino musulmán de España estaba también en su más alto grado de civilización (civilización muy superior, de hecho, a la que España tendría en los años que siguieron).

  3. La India, bajo la dinastía gurjara-prathihara, era fuerte, y su civilización continuó intacta.

  4. China, aunque políticamente caótica en esa época, había alcanzado un alto nivel de cultura y civilización que había propagado con éxito al Japón y a Corea.

En otras palabras, el área total de la civilización estaba expandiéndose todavía y únicamente en el lejano oeste quedaba una región que quizá no llegaba a representar más del 7% del área total de la civilización.

Aunque las incursiones bárbaras del siglo v ensombrecen tan lúgubremente nuestros libros de Historia occidental, causaron poco daño a la civilización considerada como conjunto; siglos después se produjeron otras incursiones bárbaras que fueron mucho más amenazadoras. Nuestro desconocimiento de los últimos bárbaros proviene del hecho de que aquellas regiones de la Europa Occidental que sufrieron tantas pérdidas en el siglo v, padecieron mucho menos siglos después.

Durante todo el curso de la Historia, las estepas del Asia Central habían producido jinetes intrépidos que virtualmente vivían en sus monturas
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. En los años de prosperidad, y con suficiente lluvia, los rebaños y los nómadas se multiplicaban, y en los años que siguieron de sequía, los nómadas sacaron sus rebaños de las estepas y los condujeron en todas direcciones, embistiendo los baluartes civilizados desde la China a Europa.

Por ejemplo, en lo que ahora es Ucrania, al sur de Rusia, hubo una sucesión de tribus diferentes, cada una de ellas sustituida por una nueva ola procedente de Este. En la época del Imperio asirio los cimerianos estaban al norte del mar Negro. Fueron expulsados por los escitas en el año 700 a. de JC, y éstos, por los sármatas, el 200 a. de JC, y los últimos, por los alanos, aproximadamente el 100 a. de JC.

Aproximadamente el año 300 d. de JC aparecieron los hunos por el Este, y fueron los más terribles invasores del Asia Central llegados hasta aquel entonces. De hecho, fue su llegada la que impulsó a los bárbaros germanos hacia el Imperio romano. Los germanos no pretendían la conquista de territorios: simplemente huían.

El año 451, Atila, el más poderoso de los monarcas del pueblo huno, llegó hasta Orleáns, en Francia, cerca de cuya ciudad libró una dura batalla contra el ejército aliado de romanos y germanos. Orleáns fue lo más lejos que las tribus del Asia Central llegaron en su penetración hacia el Oeste. Atila murió al año siguiente y su imperio se desmoronó casi inmediatamente después.

Siguieron los avaros, los búlgaros, los magiares, los kazares, los patzinaks, y los cumanos que dominaron Ucrania hasta el año 1200. Cada nuevo grupo de bárbaros establecía reinados que son más impresionantes en el mapa de lo que eran en realidad, puesto que cada uno de ellos consistía en una población relativamente pequeña que dominaba a un grupo mayor. El grupo menor acababa siendo dominado por otro grupo pequeño procedente del Asia Central, o bien se integraba en el grupo dominado y se civilizaba, normalmente ambas cosas.

El año 1162, nació en el Asia Central Temujin. Muy lentamente consiguió hacerse con el poder de una de las tribus mogolas del Asia Central, y otra después, hasta que, el año 1206, cuando tenía cuarenta y cuatro años de edad, fue proclamado Gengis-Khan («rey muy poderoso»).

Gengis Khan se convirtió en el gobernante supremo de los mongoles, los cuales, bajo la nueva dirección, perfeccionaron su estilo de lucha. Su fuerte era la movilidad. A caballo de sus esforzados
ponies,
de los que raramente desmontaban, devoraban millas, atacando en lugares y en momentos inesperados, asaltos demasiado rápidos para preparar un contraataque, y se alejaban como un torbellino antes de que el sorprendido enemigo pudiera movilizar sus fuerzas lentas e inexpertas para el contraataque.

Hasta aquel momento, los mongoles no habían demostrado su invencibilidad porque luchaban principalmente entre ellos y no habían tenido un jefe que supiera cómo utilizar su potencia. Sin embargo, bajo la jefatura de Gengis-Khan, cesaron todos los conflictos civiles, encontrando en él su jefe militar. De hecho, Gengis-Khan figura entre los más célebres guerreros que la Historia registra. Únicamente se le pueden comparar Alejandro Magno, Aníbal, Julio César y Napoleón, y es posible que entre todos ellos Gengis-Khan sea el mejor. Convirtió a los mongoles en la máquina militar más extraordinaria que el mundo había visto hasta entonces. El terror que su nombre provocaba llegó a tal extremo que la simple noticia de su llegada bastaba para paralizar a los que estaban en su camino, haciendo imposible cualquier resistencia.

Antes de su muerte, en 1227, Gengis-Khan había conquistado la mitad norte de China y el Imperio, en lo que ahora es la República Popular de Mongolia. Entrenó a sus hijos y sus generales para continuar las conquistas, lo que éstos hicieron. Su hijo, Ogadei Khan, le sucedió en el gobierno, y bajo su mandato fue conquistado el resto de China. Entretanto, al mando de Batu, un nieto de Gengis-Khan, y Subutai, el más famoso de sus generales, los ejércitos mongoles avanzaban hacia el Oeste.

El año 1223, mientras Gengis-Khan vivía todavía, una incursión mogola hacia el oeste había derrotado a un ejército combinado ruso-cumano, pero solo se trataba de una incursión. En 1237, los mongoles penetraron en Rusia. En 1240, habían tomado su capital, Kiev, y virtualmente toda Rusia quedó bajo su control. Avanzaron hasta Polonia y Hungría, y en 1241, derrotaron a un ejército germano-polaco, en Liegnitz. Efectuaron incursiones en Alemania y hacia el Adriático. Parecía que nada podía resistirles, y ahora, contemplándolo desde nuestra perspectiva, no parece haber razón alguna para suponer que no hubiesen podido llegar en su avance hasta el océano Atlántico. Lo que detuvo a los mongoles fue la noticia de la muerte de Ogadei Khan y la necesidad de elegir un sucesor. Los ejércitos se marcharon, y aunque Rusia continuó bajo el dominio de los mongoles, los territorios al oeste de Rusia quedaron libres. Habían sufrido un importante golpe, pero eso fue todo.

Durante los remados de los sucesores de Ogadei, Hulagu, otro nieto de Gengis-Khan, conquistó lo que ahora es Irán, Irak y Turquía Oriental. En 1258 tomó Bagdad. Finalmente, Kublai Khan (también nieto de Gengis) subió al trono en 1257, y durante un período de treinta y siete años, gobernó sobre un imperio mongol que incluía China, Rusia, las estepas del Asia Central y el Oriente Medio. Fue el mayor imperio terrestre que jamás había existido, y desde entonces, tan sólo el Imperio ruso, y la Unión Soviética, su continuadora, han podido rivalizar con aquél.

El Imperio mongol fue construido de la nada por tres generaciones de gobernantes durante un período de medio siglo.

Si alguna vez la civilización fue sacudida de arriba abajo por las tribus de los bárbaros, fue en esta ocasión. (Un siglo después, surgió la muerte negra, nunca se había visto un final igual.)

Sin embargo, tampoco los mongoles, a fin de cuentas, representaron una amenaza. Sus guerras de conquista habían sido sangrientas y crueles, es cierto, deliberadamente planeadas para acobardar a sus enemigos y víctimas, pues los mongoles eran demasiado escasos en número para poder gobernar un imperio tan vasto, a menos que los habitantes fuesen sometidos por el terror.

Se dice que la intención inicial de Gengis-Khan era llegar más lejos. Gengis-Khan quería destruir las ciudades y convertir las regiones conquistadas en tierras de pasto para los rebaños nómadas.

Es dudoso que hubiera podido hacer esto, o que no se hubiera dado cuenta muy pronto del error en este tipo de proceder, aunque lo hubiese iniciado. Sin embargo, nunca lo intentó. Al ser un genio militar, aprendió rápidamente el valor de la técnica castrense civilizada y creó sistemas para utilizar las complicadas tecnologías necesarias para poner sitio a las ciudades, para escalar y derribar muros, y así sucesivamente. Sólo hay un paso en distinguir el valor de la civilización en relación con las artes de la guerra y en distinguir el valor de la civilización igualmente en las artes de la paz.

Sin embargo,
se llevó a cabo
una destrucción inútil. El ejército de Hulagu, después de apoderarse del valle del Tigris-Éufrates, destruyó desenfrenadamente la intrincada red de canales de irrigación que todos los conquistadores anteriores habían respetado, conservando la zona como un próspero centro de civilización durante cinco mil años. El valle del Tigris-Éufrates se convirtió en la región atrasada y empobrecida que es hoy todavía
[65]
.

A pesar de ello, los mongoles fueron gobernantes relativamente inteligentes, no mucho peores que los que los habían precedido, y hasta mejores en algunos casos. Kublai Khan, en particular, fue un gobernante inteligente y humano bajo cuyo mandato una gran parte de Asia conoció una época de esplendor, como nunca había gozado, ni tendría nuevamente hasta (si nos extendemos un poco) el siglo XX. Por primera y única vez, el vasto continente euroasiático estuvo bajo un control unitario desde el mar Báltico hasta el golfo Pérsico, y hacia el este, en un amplio camino hasta el Pacífico.

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