Con los ordenadores podría ocurrir lo mismo. Ellos se encargarían de los trabajos rutinarios, cálculos aburridos, archivo, localización, ficheros, etc., dejando libres nuestras mentes para tareas más creativas, podríamos construir Taj Mahales en lugar de chozas de barro.
Naturalmente, con esto se afirma que la función de los ordenadores será siempre rutinaria y repetitiva. Pero, ¿y si los ordenadores continuaran desarrollándose infinitamente y nos siguieran hasta el último baluarte de nuestras mentes? ¿Qué sucedería si también los ordenadores pudieran construir Taj Mahales, escribir sinfonías, y concebir nuevas y grandes generalizaciones científicas? ¿Qué ocurriría si aprendieran a imitar todas las habilidades mentales de los seres humanos? De hecho, ¿qué sucedería si los ordenadores pudieran ser utilizados para actuar como cerebros de robots, la analogía artificial de los seres humanos, haciendo todo lo que los hombres pueden hacer, pero construidos con materiales más fuertes y duraderos, más capaces de soportar los embates del medio ambiente? ¿No quedaría anticuada la Humanidad? ¿No podrían «imponerse» los ordenadores? ¿No podría producirse una catástrofe de cuarta clase (no simplemente de quinta) que elimina a los seres humanos dejando detrás de ellos a los herederos que ellos mismos han creado?
Si consideramos esta posibilidad, cabe también hacer una pregunta cínica: ¿por qué no? La historia de la evolución de la vida es la historia de la lenta alteración de las especies, o de la sustitución corporal de una especie por otra, enteramente distinta, cuando ese cambio o sustitución encaja mejor en un determinado ambiente. Esa historia larga y cambiante, finalmente alcanzó al
Homo sapiens,
hace unos pocos centenares de años, pero, ¿por qué había de ser ése el paso final?
Ahora que nosotros estamos aquí, ¿por qué hemos de creer que la obra ha terminado? De hecho, si estuviera en nuestra mano retroceder y contemplar el camino complicado de la evolución, un mundo detrás de otro, nos podría parecer que muy lentamente, por medio de pruebas y errores, aciertos y fracasos, la vida fue evolucionando hasta que finalmente surgió una especie con suficiente inteligencia para hacerse cargo y dirigir el proceso de la evolución. Podríamos pensar que únicamente entonces, cuando la evolución empezó a progresar en realidad como una inteligencia artificial, mucho mejor que lo que se había conocido hasta aquel momento, empezó verdaderamente a ser.
En ese caso la sustitución de la Humanidad por ordenadores avanzados, sería un fenómeno natural que objetivamente tendría que aplaudirse, como nosotros aplaudimos la sustitución de los reptiles por los mamíferos, y sólo podríamos oponernos por motivaciones de amor propio, y por razonamientos esencialmente frívolos e inadecuados. De hecho, si todavía quisiéramos ser más cínicos, ¿no podríamos afirmar que la sustitución de la Humanidad no sólo no es algo malo, sino que sería positivamente una cosa buena?
En los últimos capítulos he supuesto que la Humanidad adoptará medidas sanas para desterrar la guerra, limitar la población y establecer un orden social humano, pero, ¿lo hará? A uno le gustaría pensar que sí, pero la historia de la Humanidad no es exactamente animadora al respecto. ¿Qué sucederá si los seres humanos no dejan de sospechar eternamente, y no detienen la violencia de unos contra otros? ¿Qué sucederá si no ponen límite al crecimiento demográfico? ¿Qué sucederá si no se encuentra un medio para que la sociedad esté regida por el sentido común? En ese caso, ¿cómo podremos evitar la destrucción de la civilización y hasta de la propia Humanidad?
Quizá la única salvación está precisamente en la sustitución de una especie que está casi al borde del abismo, por otra que quizá lo haga mejor. Desde ese punto de vista, nuestro temor no habría de ser que la Humanidad fuese remplazada por los ordenadores, sino más bien que la Humanidad no pueda progresar suficientemente y con la rapidez necesaria, en cuanto a ordenadores, para poder preparar a unos herederos dispuestos a tomar posesión cuando llegue el momento de la destrucción inevitable de la especie humana.
Sin embargo, quizá los seres humanos resolverán los problemas actuales y durante el próximo siglo crearán otra sociedad más sensata, basada en la paz, la colaboración y en un avance tecnológico más cuerdo. Avance que podría hacerse con la ayuda de los ordenadores. A pesar del éxito humano, ¿podría ser suplantada la Humanidad por las cosas que ella misma ha creado? ¿No representaría esto una auténtica catástrofe?
Cabe aquí preguntarse qué es lo que queremos decir al referirnos a una inteligencia superior.
Es demasiado simplista comparar cualidades como si estuviéramos midiendo con una regla. Estamos acostumbrados a comparaciones unidimensionales y comprendemos perfectamente lo que queremos decir al explicar que una longitud es superior a otra, una masa mayor que otra, o una duración más larga que otra. Y nos acostumbramos a suponer que todas las cosas pueden ser comparadas con tan poca sutileza.
Por ejemplo, una cebra puede llegar a un punto distante con mayor rapidez que una abeja, si ambas salen del mismo lugar a la misma hora. Desde ese punto de vista, parece justificarse que la cebra es mucho más rápida que la abeja. Sin embargo, una abeja es mucho más pequeña que una cebra, y, a diferencia de la cebra, es capaz de volar. Ambas diferencias son importantes al referirse a esa «mayor rapidez».
Una abeja puede salir volando de una zanja de la que la cebra no puede salir; puede pasar a través de los barrotes de una jaula que tiene prisionera a la cebra. ¿Cuál de ellas es ahora más veloz? Si A sobrepasa B en una cualidad, B puede sobrepasar a A en otra. A medida que las condiciones cambian, una cualidad o la otra asumen la mayor importancia.
Un ser humano dentro de un avión vuela más rápidamente que un pájaro, pero no puede volar tan lentamente como un pájaro, y algunas veces la lentitud puede ser necesaria para sobrevivir. Un ser humano en un helicóptero puede volar con tanta lentitud como un pájaro, pero no tan silenciosamente como éste, y algunas veces el silencio es necesario para sobrevivir. En resumen, la supervivencia requiere un complejo de características y ninguna especie queda sustituida por otra solamente por una característica, aunque se trate de la inteligencia.
A menudo lo comprobamos en los asuntos humanos. En el momento de una crisis, no es necesariamente la persona con el más alto coeficiente de inteligencia la ganadora. Puede ser la persona que posee mayor decisión, o mayor fuerza, o mayor capacidad de resistencia, o mayor riqueza, o mayor influencia. La inteligencia es importante, sin duda alguna, pero no lo es todo.
Además, la inteligencia no es una cualidad que se defina sencillamente; se presenta en diversas variedades. El profesor con una gran experiencia y súper erudito, que parece un niño en todas las otras cuestiones que no entran en su especialidad, es una figura estereotipada del folklore moderno. No nos sorprendería en lo más mínimo el espectáculo de un astuto hombre de negocios, con suficiente inteligencia para dirigir una organización de varios miles de millones de dólares con mano firme y segura, y, sin embargo, incapaz de aprender a hablar correctamente. ¿Cómo podemos, por tanto, comparar la inteligencia humana y la inteligencia del ordenador, y qué queremos decir cuando nos referimos a inteligencia «superior»?
En este momento, el ordenador podría llevar a cabo trucos mentales que serían imposibles de realizar para un ser humano; sin embargo, eso no nos impulsa a decir que un ordenador es más inteligente que nosotros. De hecho, no estamos dispuestos a admitir que un ordenador posea inteligencia alguna. Recordemos también, que el desarrollo de la inteligencia de los seres humanos, y de los ordenadores, recorre diferentes caminos: es conducida, y así ha sido siempre, por mecanismos distintos.
El cerebro humano evolucionó a través de aciertos y fracasos, mutaciones casuales, utilizando cambios químicos sutiles, y con un impulso movido por la selección natural y por la necesidad de sobrevivir en un mundo determinado con sus cualidades y peligros. El cerebro del ordenador evoluciona por medio de un diseño deliberado fruto de una cuidadosa reflexión humana, utilizando cambios eléctricos sutiles y con un impulso movido por el avance tecnológico y la necesidad de servir determinados requerimientos humanos.
Sería muy extraño, después de haber tomado dos caminos tan diferentes, que los cerebros y los ordenadores acabaran siendo tan similares que uno de ellos pudiera ser calificado de inequívocamente superior en inteligencia al otro.
Es mucho más probable que, aunque los dos son igualmente inteligentes, considerados en conjunto, las propiedades de su inteligencia fuesen tan distintas en ambos que no hubiese comparación posible. Los ordenadores serían más adecuados para ciertas actividades, y lo mismo ocurriría con el cerebro humano. Lo que sería especialmente cierto si se utilizara deliberadamente la manipulación de la ciencia genética para mejorar el cerebro humano, precisamente en aquellos aspectos en los que el ordenador es débil. Sería conveniente mantener a ambos, ordenadores y cerebro humano, especializados en diferentes direcciones, puesto que una duplicación de sus facultades sería superflua y los convertiría a ambos en innecesarios.
En consecuencia, no hay por qué hablar de sustitución; lo que sí podríamos contemplar sería una simbiosis o complementación; el cerebro y el ordenador trabajando juntos, cada uno de ellos suministrando al otro lo que le falta, formando una pareja-inteligencia muy superior a la inteligencia de cada uno de ellos por separado; una colaboración que abriría nuevos horizontes y haría posible alcanzar nuevas alturas. De hecho, la unión de cerebros, el humano y el creado por el ser humano, podría servir como puerta abierta por la que el ser humano podría emerger de su infancia aislada entrando en su madurez combinada.
Repasemos ahora el largo viaje por el inmenso erial de las posibles catástrofes que pueden ocurrimos:
Podríamos separar en dos grupos las catástrofes que he descrito: 1) las que son probables, o incluso inevitables, como la conversión del Sol en gigante rojo, y 2) las que son extremadamente improbables, como la invasión de una porción enorme de antimateria que chocara precisamente con la Tierra.
No es sensato preocuparse por las catástrofes del segundo grupo. No es probable que nos equivoquemos al suponer que nunca ocurrirán, y nos concentremos, en cambio, en las del primer grupo. Este grupo puede subdividirse en dos más:
a)
las que amenazan en un próximo futuro, como guerra y hambre, y,
b)
las que probablemente no se presenten hasta haber transcurrido un tiempo que oscila desde decenas de millares hasta miles de millones de años a partir de ahora, como el calentamiento del Sol o la congelación de una era glacial.
Tampoco es necesario preocuparse de las catástrofes del segundo subgrupo, puesto que, si no solucionamos primero las del primer subgrupo, el resto es académico.
Considerando el primer subgrupo, las catástrofes que son muy probables, y que amenazan para un futuro cercano, podemos dividirlo también en dos nuevos subgrupos: I, las que pueden evitarse, y II las que no pueden evitarse.
Creo que no existen catástrofes del segundo subgrupo; no existe
ninguna
catástrofe, de las que nos amenazan
que no pueda
ser evitada; no hay nada que nos amenace con destrucción inminente dejándonos imposibilitados de hacer algo. Si nos comportamos sensata y humanamente, si nos concentramos fríamente en los problemas que afectan a toda la Humanidad, prescindiendo de sentimentalismos en cuestiones que ya pertenecen a otro siglo del pasado, como seguridad nacional y orgullo local; si reconocemos que no es el vecino el enemigo, sino la miseria, la ignorancia, y la fría indiferencia hacia las leyes naturales, entonces podremos solucionar todos los problemas que ahora tenemos. Deliberadamente podemos elegir no tener ninguna catástrofe.
Y si conseguimos eso durante el próximo siglo, podremos esparcirnos por el espacio y perder nuestra vulnerabilidad. No dependeremos nunca más exclusivamente de un planeta o una estrella. Y entonces, la Humanidad, o sus descendientes inteligentes y sus aliados, podrán seguir viviendo, más allá del final de la Tierra, más allá del final del Sol, más allá (¿quién sabe?) incluso del final del Universo.
Éste es, debería ser, nuestro objetivo.
¡Quizá lo alcancemos!
[1]
Apocalíptico se deriva de unas palabras griegas que significan descubrir, de manera que cualquier cosa que es apocalíptica descubre un futuro normalmente desconocido para los ojos humanos.
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[2]
De hecho, a causa del millar de años de atadura de Satán, el término
millennium
se ha aplicado a un período futuro de felicidad y justicia ideales, con frecuencia mencionado irónicamente, como algo que nunca sucederá.
<<
[3]
Naturalmente, no podemos objetar nada contra eso, puesto que esa transferencia constante a otro lado, de las propiedades conservadas, produce en el universo toda la actividad, animada e inanimada. Eso hace posible la vida; eso produce el inquieto desvanecimiento que llamamos inteligencia, etc.
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[4]
Como es natural, en primer lugar hemos de preguntar por qué la energía se distribuye de manera irregular. Más adelante, trataremos de este tema.
<<
[5]
La separación de las aguas del mar Rojo, según se mostró en la película
Los Diez Mandamientos,
entra precisamente en esa categoría de milagro Naturalmente, requiere truco fotográfico.
<<
[6]
En la actualidad, como se verá, esto no es
enteramente
cierto.
<<
[7]
Una molécula es un grupo de átomos, unidos con más o menos firmeza y moviéndose como una unidad.
<<
[8]
Gran detonación, con estrépito y violencia.
(N. del T.)
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[9]
Como veremos más adelante, existen algunas dudas respecto a si el
big bang
pudo tener lugar, incluso contando con una intensidad igual a la de nuestros actuales campos gravitacionales.
<<
[10]
Si se me permite nuevamente incluir una opinión personal, creo que un universo abierto no es posible realmente por las razones que explicaré en el próximo capítulo. Creo que, si tenemos paciencia, los astrónomos encontrarán la masa que falta, o cualesquiera otras propiedades necesarias, y aceptarán un universo cerrado.
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