Cuando regresé no se lo dije a nadie durante más o menos un par de meses, excepto a mi casera, la señora White, y a Jonny, desde luego. La señora White me había guardado mi apartamento e incluso parecía mejor predispuesta hacia mí a pesar de mi ausencia prolongada y sin aviso. Resultó que Jonny la había visitado y le había explicado que él me había convocado con poca anticipación para que investigara un problema urgente de seguridad en una de sus lejanas operaciones en el extranjero. Le había pagado seis meses de renta por adelantado más un extra por las molestias. Cuando regresé con un bronceado imposible de obtener en Inglaterra, quedó claro que la señora White abandonaba cualquier duda que pudiera haber tenido. Creo que el atractivo de Jonny y su aspecto respetable, así como la idea de un encargo en el extranjero, la convencieron de que mi trabajo era, al menos en parte, decente. Y el dinero debe de haber ayudado.
Cuando volví a mi apartamento comprobé que todo estuviera donde debería: mi tesoro oculto
Niebelungsgold
y la pila de libras esterlinas y dólares que había sacado del escondite de la bañera de Tam McGahern. Lo que tenía que hacer luego era caro, pero había más que suficiente para costearlo. Y, en cualquier caso, por una vez no me importaba un carajo salir de esto con los bolsillos llenos.
Me aseguré de que Jonny y la señora White siguieran siendo las únicas personas que sabían que yo había regresado. Me mantuve lejos del Horsehead y dejé el Atlantic aparcado en la puerta de mi apartamento, el mismo lugar donde había permanecido durante mi ausencia. Le pedí a Jonny que me prestara un coche menos sospechoso. Él lo hizo sin preguntas y creo que supo en todo momento lo que me proponía hacer.
Tardé seis semanas en encontrar a Lillian Andrews. Claro que ya no usaba ese nombre. Como había supuesto, me fue difícil retomar el rastro, pero lo hice. La habría encontrado antes si no hubiera tenido que mantener un perfil tan bajo. Pero, como había señalado el señor Morrison, soy oteador por naturaleza. Lillian se había mudado al sur, a Inglaterra. Había cambiado tanto el acento como su aspecto, esta vez sin el beneficio de la cirugía plástica, pero es sorprendente lo que se consigue tiñéndose el pelo y cambiando de vestuario. Establecí sus movimientos y mantuve un registro detallado. Después de una semana volví conduciendo todo el trayecto hasta Escocia sin detenerme.
De modo que ahora estoy bajo la lluvia en el cementerio de una iglesia mirando una tumba. ¿La tumba de quién? Eso no lo sé porque el corrosivo clima de Escocia ha erosionado el nombre. Y, en cualquier caso, no importa: no es el ocupante de la tumba quien me interesa, ¿sabéis? En cambio, extiendo la mano hacia abajo, separo una esquina rota de la piedra y saco la lata de tabaco escondida allí. Pongo un pedazo de papel en la lata y vuelvo a dejarla debajo de la piedra. Doy la espalda a Kirk O' Shotts y me dirijo de regreso al valle.
¿Qué hay en el pedacito de papel que he dejado allí? Sólo el número del bar Horsehead y el día y la hora en que se me puede encontrar. El señor Morrison sabrá por quién preguntar. Y todavía conservo el dinero que encontré bajo la bañera de Tam McGahern.
Lo extraño es que siempre me había considerado demasiado cínico como para que me interesara llevar a cabo una venganza.
Me gustaría ofrecer mis más sinceros agradecimientos a las siguientes personas: mi esposa Wendy por su ayuda y apoyo constantes, Sophie y Jonathan por su paciencia; a mi agente Carole Blake, quien fue, desde el principio, una fan total de Lennox; en Quercus, me gustaría agradecer a mi excelente editora Jane Wood que haya hecho de éste un libro mejor, a Ron Beard su entusiasmo y a Sophie Hutton-Square sus correcciones; también me gustaría expresar mi gratitud a Louise Thurtell de Allen and Unwin, Australia, por su enérgico apoyo y sus inestimables comentarios; también a Larry Sellyn, Elaine Dyer, Chris Martin y a mi cuñado y amigo, Colin Black, a quien este libro está dedicado.
[1]
Juego de palabras entre los sustantivos
enemy
(«enemigo») y
enema
(«enema, lavativa»), que se pronuncian de manera similar.
(N. de la E.)
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[2]
Feniano es un término que se usa para calificar a los nacionalistas irlandeses.
Mick
es un calificativo peyorativo para referirse a los irlandeses.
Taig
es un término ofensivo para referirse a los católicos en Irlanda del Norte. (N.
del T.)
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[3]
Nombre con que se conoce la antigua rivalidad entre los equipos Celtic Football Club y Rangers Football Club.
(N. del T.)
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[4]
Mafeking, capital de la provincia del Noroeste, Sudáfrica, fue sitiada durante la segunda guerra anglo-bóer en 1899. Después de más de doscientos días, fue liberada por Robert Baden Powell al mando de un regimiento de soldados muy jóvenes en el que luego se inspiró el movimiento scout.
(N. del T.)
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[5]
Forma un tanto peyorativa de referirse a los escoceses. Hamish es un típico nombre escocés, como podría ser Pepe en España. (N.
del T.)
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[6]
Kirk
es la palabra escocesa que se refiere a la Iglesia, y en particular a la Iglesia de Escocia.
(N. del T.)
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