Los ingenieros de Mundo Anillo (18 page)

Read Los ingenieros de Mundo Anillo Online

Authors: Larry Niven

Tags: #Ciencia Ficción

BOOK: Los ingenieros de Mundo Anillo
3.86Mb size Format: txt, pdf, ePub

—Será mejor que vayamos a verlo. ¿Querrías bajar un poco?

Era una carretera. Desde una altura de treinta metros se apreciaba su construcción primitiva: se trataba de una simple cinta de grava. Luis comentó:

—El Pueblo de la Máquina, supongo. ¿Quieres que sigamos la pista a esos vehículos?

—Espera a que estemos más cerca de la ciudad flotante.

Parecía ridículo abandonar una oportunidad presente, pero Luis no se atrevió a objetar. La tensión del kzin se mascaba en el aire.

La carretera evitaba las zonas bajas y pantanosas. Se hallaba en buenas condiciones. Chmeee la siguió a baja velocidad, sobre una altura de treinta metros.

En una ocasión, pasaron cerca de un puñado de edificios, el más grande de los cuales parecía una refinería. Varias veces pasaron por encima de vehículos en forma de cajones. Sólo una vez fueron vistos. Uno de los cajones frenó de súbito y salió un enjambre de figuras humanoides, que se dispersaron corriendo en círculo y luego apuntaron al módulo con una especie de bastones. Instantes después desaparecieron atrás, a lo lejos.

En la selva húmeda destacaban unas grandes formas blanquecinas, que no podían ser rocas puestas al descubierto por la erosión. Luis se preguntó si no serían unos hongos gigantes. Pero dejó de preguntárselo al observar que uno de ellos se movía. Intentó llamar la atención de Chmeee, pero el kzin no le hizo ningún caso.

La carretera torcía a contragiro y se internaba en un macizo de peñascos, el cual cruzaba aprovechando un desfiladero entre los mismos, en vez de abrirse su propio camino; luego doblaba otra vez a la derecha siguiendo de nuevo el límite de la región de los pantanos.

Pero Chmeee desvió el rumbo a la izquierda y aceleró. El módulo dejó la cadena rocosa a babor, echando una lengua de fuego por la popa. De súbito, el kzin hizo girar la nave, frenó y aterrizó al pie de un risco de granito.

—Salgamos —dijo.

El núcleo de scrith de la montaña bastaba para incomunicar los micrófonos del Inferior, pero estaban todavía más seguros fuera de la nave. Luis siguió los pasos del kzin.

El día era claro y soleado… demasiado soleado en realidad, ya que aquel sector del Anillo se acercaba a su mínima distancia con respecto al sol. Soplaba una brisa ardiente. El kzin preguntó:

—Estuviste a punto de decirle al Inferior lo de los Ingenieros del Mundo Anillo, ¿verdad, Luis?

—Seguramente, ¿por qué no?

—Supongo que hemos llegado a la misma conclusión.

—Lo dudo. ¿Qué sabrá un kzin de los protectores de Pak?

—Sé todo lo que hay en los archivos del instituto Smithsoniano, que no es gran cosa. He estudiado la declaración del minero del cinturón de asteroides Jack Brennan, y he visto las holografías de los restos momificados del alienígena Phssthpok y de la bodega de carga de su nave.

—¿Cómo lograste hacerte con todo eso, Chmeee?

—¡Qué importa el cómo! ¿Acaso no era yo un diplomático? La existencia de los Pak ha sido un Secreto del Patriarca durante generaciones, pero todo kzin llamado a tratar con humanos tiene la obligación de estudiar los archivos. Es preciso que conozcamos a nuestros enemigos. Quizá sepa yo más de tus antepasados que tú mismo. Y estoy convencido de que el Mundo Anillo fue construido por Pak.

Seiscientos años antes de que Luis Wu hubiese nacido, un protector de Pak llegó al sistema de Sol en una misión de emergencia. A través de este Phsstkpok, y por mediación del pionero Jack Brennan, los historiadores supieron el resto.

Los Pak eran oriundos de un mundo del núcleo galáctico. En sus vidas atravesaban tres fases, la de niños, la de criadores y la de protectores. Los adultos o criadores disponían apenas de la inteligencia necesaria para esgrimir un palo o arrojar una piedra.

Al llegar a la madurez, si llegaban a vivir tanto, se suscitaba en los criadores Pak un afán insaciable de comer de la planta llamada árbol de la Vida. Un virus, simbionte de la planta, desencadenaba el cambio. El criador perdía las gónadas y los dientes. Su cráneo y su cerebro se desarrollaban. Los labios y las encías se deformaban y refundían hasta constituir un grueso pico. La piel se arrugaba, se espesaba y se endurecía. Las articulaciones se hacían más gruesas, proporcionando mejores inserciones musculares y aumentando su fuerza física. Y se les formaba en la ingle un corazón de doble cavidad.

Phssthpok venía siguiendo la pista a un navío colonizador de Pak, que había alcanzado la Tierra más de dos millones de años atrás.

Los Pak vivían en estado de guerra constante. Las primeras colonias en los mundos cercanos del núcleo galáctico eran superadas constantemente por nuevas oleadas de naves. Quizá por eso, aquélla había llegado tan lejos.

La colonia había sido numerosa y bien equipada, y conducida por seres mucho más fuertes y más hábiles que los humanos. Y, sin embargo, fracasó. El árbol de la Vida arraigaba en el suelo de la Tierra, pero no así el virus. Los protectores se extinguieron, dejando una población de criadores Pak abandonada a su suerte… y grabaciones de una llamada de auxilio que cruzó treinta mil años luz hasta llegar al mundo natal de Pak.

Phssthpok encontró esas grabaciones en una antigua biblioteca de Pak. Y Phssthpok viajó esos treinta mil años luz, a solas en una nave de propulsión sublumínica, en busca del sistema Sol. Los recursos incorporados en la construcción de aquella nave, en cuanto a conocimientos, inteligencia y materiales, eran recursos conquistados y pretendidos por Phssthpok mediante la guerra. Su bodega de carga iba repleta de raíces y semillas del árbol de la Vida, así como de sacos de óxido de talio. Sus propias investigaciones le habían revelado la necesidad de este abono poco habitual.

Pudo habérsele ocurrido que se producirían mutaciones entre los criadores.

En el mundo de Pak, un mutante no tenía ninguna oportunidad. Cuando un niño les parecía un poco raro a sus abuelos protectores, lo eliminaban. En la Tierra… tal vez Phssthpok especulaba con un índice de mutaciones más bajo, ya que allí no existía una densidad de radiaciones cósmicas tan intensa como en los soles del núcleo galáctico. Quizá jugaba tan sólo con una probabilidad favorable.

Y, efectivamente, los criadores habían mutado. Para cuando llegó Phssthpok apenas guardaban ya ningún parecido con los criadores de Pak, a excepción de ciertos cambios que se manifestaban a edad avanzada, cuando cesaba en las hembras la producción de óvulos, y se presentaba en ambos sexos el arrugamiento de la piel, la pérdida de los dientes, la hinchazón de las articulaciones, así como una inquietud y una insatisfacción que eran los últimos recuerdos del hambre antigua del árbol de la Vida. Posteriormente, sufrían dolencias cardiacas, debidas a la ausencia del segundo corazón adventicio.

Pero Phssthpok no llegó a saber nada de todo esto. El salvador murió casi sin dolor y sospechando apenas que aquellos a quienes había venido a salvar estaban convertidos en monstruos y no necesitaban de él para nada.

Ésa fue la historia que Jack Brennan contó a los representantes de las Naciones Unidas antes de su desaparición. Mas para entonces, Phssthpok ya había muerto, y el testimonio de Jack Brennan era bastante dudoso. Había comido del árbol de la Vida, y se había convertido en un monstruo. En particular, su cráneo estaba tremendamente abultado y desfigurado. Era posible que además se hubiese vuelto loco.

Era como si hubiesen derramado sobre aquella zona rocosa una carga de fideos con espinacas. Rayas de verdor viscoso al tacto se agarraban a los lugares donde había llegado a formarse un poco de tierra entre las peñas. Enjambres de insectos zumbaban alrededor de los tobillos, manteniéndose a escasos centímetros del suelo.

—Protectores de Pak —dijo Luis—. Eso fue lo que pensé, pero me costaba convencerme de ello.

Chmeee dijo:

—Los trajes de vacío y la armadura del gigante herbívoro mostraban sus formas: humanoides, pero con las articulaciones abultadas y con prognatismo facial. Pero hay otras pruebas. Hemos conocido muchas especies de homínidos, todas diferentes, pero que deben derivar de un antepasado común: el tuyo, el criador de Pak.

—Sin duda. Además eso explicaría por qué murió Prill.

—¿De veras?

—La droga de la juventud estaba hecha para el metabolismo del Homo sapiens. Halrloprillalar no podía usarla. Ella tenía su propia droga de longevidad, apta para cierto número de especies. Se me ocurrió pensar que la raza de Prill debió de hacer un extracto de árbol de la Vida.

—¿Por qué?

—Pues porque los protectores vivían miles de años. Algún principio activo del árbol de la Vida, o una dosis subcrítica del mismo, podría producir un cambio suficiente para dar el mismo resultado en un homínido. Y el Inferior dice que la dosis de Prill fue robada.

Chmeee asintió.

—Lo recuerdo. Uno de vuestros transportadores de minerales de los asteroides abordó la nave espacial Pak abandonada. El más viejo de la tripulación olfateó el árbol de la Vida y se volvió loco; comió de él hasta reventar, sin que sus compañeros pudieran impedírselo.

—Sí. No es demasiado improbable que le ocurriese lo mismo a algún ayudante del laboratorio de las Naciones Unidas. Hete aquí que Prill entra en el edificio de las Naciones Unidas llevando un frasco de la droga de longevidad del Mundo Anillo. Las Naciones Unidas quieren una muestra. Un muchacho, apenas en edad de tomar su primera dosis…, cuarenta o cuarenta y cinco años… abre el frasco, prepara la pipeta… y entonces le da el olor en las narices y se lo bebe todo de un trago.

Chmeee azotó el aire con la cola.

—No voy a decir que sintiese un gran aprecio hacia Halrloprilialar, pero no dejaba de ser una aliada.

—Yo sí la apreciaba.

El viento, caliente y cargado de polvo, les azotaba. Luis sentía como una urgencia; iba a pasar mucho tiempo antes de que tuvieran otra oportunidad de hablar a solas. Pronto, la sonda que servía para transmitir las señales de la «Aguja» hacia ellos y viceversa estaría tan alta en el cielo del Anillo, que aquel juego del escondite ya no les serviría.

—¿Podrías tratar de pensar como un Pak para mí, Chmeee?

—Lo intentaré.

—Llenaron de mapas los Grandes Océanos. En vez de cartografiar a Kzin y a Down, y a Marte, y a Jinx, ¿sabrías explicarme por qué los protectores de Pak no se limitaron a exterminar a los kzinti, los grogs, los marcianos y los bandersnatchi?

—Brrrr. En efecto, ¿por qué no? Según el relato de Brennan, a los Pak no les importaba destruir especies ajenas.

Chmeee se puso a pasear de un lado a otro mientras rumiaba el problema; finalmente dijo:

—Quizá temían verse perseguidos. ¿Y si hubieran perdido una guerra? ¿Y si temían que los vencedores les persiguieran? Para los Pak, el descubrimiento de una docena de mundos calcinados en un radio de una docena de años luz revelaría, sin duda, la presencia de otros Pak.

—¡Hum! Es posible. Y ahora, para empezar, dime por qué construyeron un Mundo Anillo. ¿Cómo rayos pensaban defenderlo?

—Yo no intentaría defender una estructura tan vulnerable. Quizá lleguemos a saberlo. Por mi parte, yo me he preguntado por qué los Pak vinieron a esta región del espacio. ¿Por coincidencia?

—No. Está demasiado lejos.

—¿Entonces?

—¡Ah! No podemos sino hacer conjeturas… Supongamos que un cierto grupo deseaba alejarse de Pak lo más pronto y lo más lejos que pudieran. Digamos, una vez más, que perdieron una guerra. Que fueron expulsados del mundo de Pak. Pues bien, sabían que existía una ruta segura hacia uno de los brazos de la galaxia, una ruta explorada con anterioridad. La primera expedición, la que colonizó la Tierra, pudo llegar hasta el sistema de Sol sin tropezar con ningún peligro insuperable, y envió datos a casa. De manera que los vencidos siguieron esa ruta. Y para más seguridad, se establecieron a buena distancia del sistema de Sol.

Chmeee rumió sobre aquella posibilidad, y finalmente dijo:

—Como sea que llegasen hasta aquí, los Pak eran unos xenófobos inteligentes y guerreros. Lo cual tiene consecuencias que no podemos descuidar. El arma que desintegró la mitad del «Embustero», y que tú y Teela os empeñasteis en considerar una defensa antimeteoritos, casi indudablemente estaba programado para destruir naves intrusas. Y, si se presenta la oportunidad, disparará contra «La Aguja Candente de la Cuestión» o contra el módulo. En segundo lugar, digo que el Inferior no ha de enterarse de quiénes fueron los Ingenieros del Mundo Anillo.

Luis meneó la cabeza.

—Sin duda ha desaparecido desde hace mucho tiempo. Según Brennan, el único móvil de los actos de un protector era el de proteger su descendencia. No habrían permitido que prosperasen tantas mutaciones, ni que el Mundo Anillo llegase a chocar con su sol.

—Luis…

—Mejor dicho, deben de haber desaparecido hace cientos de miles de años. Fíjate en la variedad de homínidos que hemos visto.

—Millones de años, diría yo. Debieron de salir poco después de que la primera nave pidiese auxilio, y murieron poco después de terminar la estructura. ¿Cómo, si no, habrían tenido tiempo para desarrollarse tantas variedades? Pero…

—Fíjate en esto, Chmeee: supongamos que terminasen el Mundo Anillo hace sólo medio millón de años. Concedamos a los criadores la mitad de ese tiempo para diseminarse; mientras tanto, supongamos que no hubo guerras entre los protectores porque sobraba territorio para todos. Y que luego los protectores desaparecieron.

—¿Por qué?

—No dispongo de datos suficientes.

—Lo acepto. ¿Qué más?

—Digamos que los protectores se extinguieron hace doscientos cincuenta mil años. Concedamos a los criadores la décima parte del tiempo que empleó la humanidad en evolucionar sobre la Tierra. La décima parte del tiempo, con abundancia de nichos ecológicos en donde desenvolverse, debido a que los protectores no aportaron ninguna especie predadora que pudiese hostilizar a los criadores, y con una base de población de miles de millones de individuos…

»¿Lo ves? En la Tierra habría quizá medio millón de criadores cuando desaparecieron los protectores. En el Mundo Anillo, tres millones de veces más espacio, y tiempo sobrado para ocuparlo antes de la extinción de los protectores. A los mutantes no debió de serles difícil sobrevivir.

—No admito que tengas razón —replicó Chmeee sin acritud—. Intuyo que se te escapa algún punto. Acepto que los protectores se extinguieron, lo que es casi seguro. Y digo casi. ¿Qué ocurriría si el Inferior se enterase de que este mundo era propiedad de ellos, creación suya?

Other books

Censoring Queen Victoria by Yvonne M. Ward
Wyatt by Michelle Horst
Shades of Gray by Brooke McKinley
Among Prey by Alan Ryker