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Authors: Orson Scott Card

Tags: #Ciencia Ficción

Observadores del pasado: La redención de Cristóbal Colón (6 page)

BOOK: Observadores del pasado: La redención de Cristóbal Colón
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—Hassan, no te estoy preguntando por la etimología. Te pregunto por el significado de lo que ha dicho. Él la miro, aturdido.

—¿No crees que parece como si nos hubiera visto? —Pero eso es absurdo.

—Cuarenta generaciones. ¿No es el tiempo exacto? Un hombre y una mujer, observando.

—De todos los sueños posibles, ¿no puede haber sueños del futuro? —preguntó Hassan—. Y puesto que Vigilancia del Pasado ha recorrido ya tan concienzudamente todas las eras de la historia, ¿no es probable que un observador acabe siendo testigo de la narración de un sueño que parece referirse al propio observador?

—Probabilidad de coincidencia —dijo ella. Conocía ese principio, por supuesto.

Lo había estudiado a fondo en las últimas etapas de formación. Pero había algo más. Sí. Cuando Hassan mostró la escena por tercera vez, a Tagiri le pareció que cuando Putukam hablaba de su sueño su mirada se volvía hacia la dirección desde donde Hassan y Tagiri estaban observando, los ojos enfocados como si pudiera verlos de verdad, o al menos algún atisbo de ellos.

—Puede ser desorientador, ¿verdad? —le sonrió Hassan.

—Muestra el resto —pidió Tagiri. Claro que era desorientador, pero no menos que la sonrisa de Hassan. Ninguno de sus subordinados le habría sonreído así jamás, con un comentario tan personal. Y no es que Hassan fuera impertinente. Más bien, era tan sólo... amistoso, sí, eso era.

Puso de nuevo el TruSite por delante de lo que habían visto ya.

—Soñé que me observaban tres veces —decía Putukam—, y la mujer parecía saber que yo podía verla.

Hassan dio un manotazo al botón de pausa.

—No hay más Dios que Alá —murmuró en árabe—, y Mahoma es su profeta.

Tagiri sabía que a veces, cuando un musulmán habla así, es porque tiene demasiado respeto para maldecir de la forma en que lo haría un cristiano.

—¿Probabilidad de coincidencia? —murmuró—. Estaba pensando que parecía que ella podía vernos.

—Si vuelvo y contemplamos de nuevo la escena, serán cuatro veces, no tres —dijo Hassan.

—Pero fueron tres veces cuando la oímos decir por primera vez el número. Eso nunca cambiará.

—El TruSite no tiene ningún efecto sobre el pasado. No puede ser detectado allí.

—¿Y cómo lo sabemos?

—Porque es imposible.

—En teoría.

—Y porque no lo ha sido nunca.

—Hasta ahora.

—¿Quieres creer que ella nos vio de verdad en su sueño de nicotina?

Tagiri se encogió de hombros, fingiendo una indiferencia que no sentía.

—Si nos vio, Hassan, continuemos y veamos qué significa para ella.

Lenta, casi tímidamente, Hassan soltó el botón para que el TruSite continuara explorando la escena.

—Esto es profecía, pues —decía Baiku—. ¿Quién sabe qué maravillas traerán los dioses dentro de cuarenta generaciones?

—Siempre he pensado que el tiempo se movía en grandes círculos, como si todos nosotros hubiéramos sido tejidos en la misma gran cesta de la vida, cada generación otra anilla alrededor del borde —dijo Putukam—. ¿Pero cuándo en los grandes círculos hubo jamás un horror tan grande como estos monstruos blancos del mar? Así que la cesta está rota, el tiempo está roto y todo el mundo cae de la cesta al suelo.

—¿Qué hay del hombre y la mujer que nos observan?

—Nada —dijo Putukam—. Nos observaban. Estaban interesados.

—¿Nos ven ahora?

—Vieron todo el sufrimiento de tu sueño —dijo Putukam—. Estuvieron interesados.

—¿Qué quieres decir con eso?

—Creo que estaban tristes.

—Pero... ¿eran blancos, entonces? ¿Veían a la gente sufrir y no se preocupaban, como los hombres blancos?

—Eran oscuros. La mujer es muy negra. Nunca he visto una persona de piel tan negra.

—¿Entonces por qué no impiden que los hombres blancos nos conviertan en esclavos?

—Tal vez no pueden —dijo Putukam.

—Si no pueden salvarnos, ¿entonces por qué nos miran, a menos que sean monstruos que disfrutan con el sufrimiento de los demás?

—Apágalo —le dijo Tagiri a Hassan.

El detuvo de nuevo la imagen y la miró, sorprendido. Vio algo en su rostro que la hizo extender la mano y tocarle el brazo.

—Tagiri —dijo amablemente—, de todas las personas que han observado el pasado, tú eres la única que nunca, ni por un solo instante, ha olvidado la compasión.

—Ella tiene que comprender —murmuró Tagiri—. La ayudaría si pudiera.

—¿Cómo puede comprender algo así? Aunque realmente nos viera, de algún modo, en un sueño verdadero, no alcanzaría a entender las limitaciones de lo que podemos hacer. Para ella, la habilidad de ver así en el pasado sería el poder de los dioses. Por supuesto que pensará que podemos hacer algo, y decidimos simplemente no hacerlo. Pero tú y yo sabemos que no podemos y que no tenemos elección.

—La visión de los dioses sin el poder de los dioses —dijo Tagiri—. Qué don tan terrible.

—Un don glorioso —dijo Hassan—. Sabes que las historias que hemos extraído del proyecto de la esclavitud han despertado gran interés y compasión en el mundo que nos rodea. No se puede cambiar el pasado, pero has cambiado el presente y estas personas ya no son olvidadas. La gente de nuestra época las aprecia más que a los antiguos héroes. Les has dado la única ayuda que está en tu mano ofrecer. Ya no son olvidados. Su sufrimiento se ve.

—No es suficiente —dijo Tagiri.

—Es todo lo que puedes hacer, por tanto es suficiente.

—Estoy preparada ya —dijo Tagiri—. Puedes enseñarme el resto.

—Tal vez deberíamos esperar.

Ella extendió la mano y pulsó el botón para reemprender la visión.

Putukam y Baiku recogieron la tierra donde su vómito había formado un charco de barro. La arrojaron al agua de tabaco. La hoguera se había apagado ya, no brotaba vapor ninguno, y sin embargo colocaron sus caras sobre el agua como si quisieran oler el vapor de la tierra y el vómito y el tabaco.

Putukam empezó un cántico.

—De mi cuerpo, de la tierra, del agua espiritual yo...

El TruSite II se detuvo automáticamente.

—No puede traducir la palabra —dijo Hassan—. Ni yo tampoco. No se emplea normalmente. Usan fragmentos de idiomas más antiguos en sus hechicerías. Esto puede estar relacionado con una raíz del idioma antiguo que significa dar forma, como cuando se hace algo con barro. Así que está diciendo «yo os formo», o algo relacionado con eso.

—Continúa —dijo Tagiri.

El cántico de Putukam empezó de nuevo.

—De mi cuerpo, de la tierra, del agua espiritual yo os formo, oh hijos de cuarenta generaciones que me miráis desde dentro de mi sueño. Veis nuestro sufrimiento y el de todas las otras aldeas. Veis los monstruos blancos que nos convierten en esclavos y nos asesinan. Veis cómo los dioses envían plagas para salvar a los benditos y dejan sólo a los malditos para que soporten este terrible castigo. ¡Hablad con los dioses, oh, hijos de cuarenta generaciones que me miráis desde dentro de mi sueño! ¡Enseñadles piedad! ¡Haced que envíen una plaga que nos lleve a todos y deje la tierra vacía para los monstruos blancos, de forma que nos busquen de costa a costa y no nos encuentren a ninguno, ni siquiera a los caribes comedores de humanos! ¡Dejad que la tierra esté vacía excepto por nuestros cadáveres, y que muramos con honor como seres libres! ¡Hablad a los dioses por nosotros, oh, hombre, oh, mujer!

Y así continuó. Baiku entonaba el cántico cuando Putukam se debilitaba. Pronto otros habitantes de la aldea se congregaron y se unieron esporádicamente a ellos en la canción, sobre todo cuando entonaban los nombres de aquellos a quienes rezaban: Hijos de Cuarenta Generaciones Que Nos Miráis Desde Dentro Del Sueño De Putukam.

Todavía estaban cantando cuando los españoles, conducidos por dos avergonzados guías indios, aparecieron en el sendero, con los mosquetes, lanzas y espadas preparados. La gente no ofreció ninguna resistencia. Continuaron cantando, incluso después de haber sido apresados, incluso después de que los ancianos, entre ellos Baiku, fueran atravesados por las espadas o empalados con las lanzas. Incluso cuando las muchachas eran violadas, lo único que se oía era el cántico, la oración, el conjuro, hasta que finalmente el comandante español, enervado, se acercó a Putukam y le clavó la espada en la base de la garganta, justo por encima del lugar donde se unen las clavículas. Putukam murió emitiendo un grito ahogado y el cántico finalizó. Para ella, como para Baiku, la oración había sido respondida. No era una esclava cuando murió.

Muertos todos los aldeanos, Tagiri extendió la mano, pero Hassan se adelantó y detuvo la imagen.

Tagiri temblaba, pero fingió no sentir tan fuertes emociones.

—He visto cosas terribles antes —dijo—. Pero esta vez me vieron. Nos vieron.

—O eso parece.

—Ella vio, Hassan.

—Eso parece.

Sus palabras admitían que ella podía tener razón.

—Algo de nuestra época, de ahora mismo, fue visible para ella en su sueño. Tal vez aún éramos visibles cuando despertó. Me pareció que nos estaba mirando. No creo que nos viera hasta después de despertar del sueño, y sin embargo comprendió que yo sabía que podía vernos. No puede ser casualidad.

—Si es verdad —dijo Hassan—, ¿entonces por qué nadie ha visto antes a los otros observadores de TruSite II?

—Tal vez sólo somos visibles a aquellos que necesitan desesperadamente vernos.

—Es imposible. Nos enseñaron eso desde el principio.

—No —dijo Tagiri—. ¿Recuerdas el curso de historia de Vigilancia del Pasado? Los teóricos no estaban seguros, ¿verdad? Sólo años de observación los convencieron de que su teoría era cierta... pero en los primeros días se hablaba mucho de una sacudida temporal.

—Entonces prestabas más atención en clase que yo.

—Sacudida temporal —repitió ella—. ¿No ves lo peligroso que es esto?

—Si es verdad, si realmente nos vieron, entonces no puede ser peligroso porque, después de todo, nada cambió como resultado de ello.

—Nada parecería cambiar —dijo ella—, porque entonces viviríamos en una versión del presente creada por el nuevo pasado. ¿Quién sabe cuántos cambios, grandes y pequeños, podríamos haber hecho, sin saberlo porque el cambio hizo que nuestro presente fuera distinto y no pudiéramos recordar que fuera de otra manera?

—No podemos haber cambiado nada —dijo Hassan—. O la historia habría cambiado, e incluso si Vigilancia del Pasado siguiera existiendo, sin duda las circunstancias en que decidimos estar aquí juntos y observar esta aldea nunca habrían sido las mismas, y por tanto el cambio que hicimos en el pasado habría deshecho nuestra propia creación de ese cambio, y por tanto no podría suceder. Ella no nos vio.

—Conozco tan bien como tú el argumento circular, Hassan. Pero este caso concreto demuestra que es falso. No puedes negar que ella nos vio. No puedes llamarlo coincidencia. No cuando vio que yo era negra.

Él sonrió.

—Si los demonios de su época son blancos, entonces tal vez necesitara inventar un dios tan negro como tú.

—También vio que éramos dos, que la observamos tres veces, que yo sabía que podía vernos. Incluso acertó nuestra época con gran aproximación. Ella vio y comprendió. Nosotros cambiamos el pasado.

Hassan se encogió de hombros.

—Lo sé —dijo. Entonces se enderezó en su asiento, otra vez alerta, pues había encontrado un argumento—. Eso no significa que la circularidad sea falsa. Los españoles se comportaron exactamente igual de lo que lo habrían hecho de todas formas, así que cualquier cambio que se produjera porque ella nos vio observarla no creó ninguna diferencia en el futuro, ya que ella y todos los suyos murieron pronto. Tal vez sea el único caso en que el TruSite II tiene un efecto rebote. Cuando no puede crear ninguna diferencia. Así que el pasado sigue a salvo de nuestra intervención. Lo que significa que también nosotros estamos a salvo.

Tagiri no se molestó en señalar que aunque los españoles hubieran matado o esclavizado a todo el mundo, eso no cambiaba el hecho de que a causa de lo que Putukam vio en su sueño, la gente cantaba una oración cuando fueron capturados. Eso tuvo que tener un efecto sobre los españoles. Una situación tan extraña tuvo que cambiar sus vidas, aunque fuera mínimamente. Ningún cambio en el pasado dejaría de tener algún tipo de reverberación. Era el ala de la mariposa, como enseñaban en el colegio: ¿quién sabía si una tormenta en el Atlántico Norte no habría sido provocada, muy lejos en la cadena de causa y efecto, por el movimiento del ala de una mariposa en China? Pero no tenía sentido discutir esto con Hassan. Que creyera en la seguridad mientras pudiera. Ya nada era seguro; pero los observadores tampoco carecían de poder.

—Ella me vio —dijo Tagiri—. Su desesperación la hizo creer que yo era un dios. Y su sufrimiento me hace desear que hubiera tenido razón. Tener el poder de ayudar a esa gente... Hassan, si pudo sentirnos, eso significa que estamos enviando algo hacia atrás. Y si enviamos algo, cualquier cosa, entonces tal vez podamos hacer algo que sirva de ayuda.

—¿Cómo podríamos salvar esa aldea? —dijo Hassan—. Aunque fuera posible viajar hacia atrás en el tiempo, ¿qué haríamos? ¿Dirigir un ejército vengador para destruir a los españoles que llegaron allí? ¿Qué conseguiría eso? Más tarde vendrían más españoles, o ingleses, o habitantes de cualquier otra nación conquistadora de Europa. Y mientras tanto, nuestra propia época habría sido destruida. Deshecha por nuestra propia intervención. No puedes cambiar grandes hechos históricos cambiando sólo un acontecimiento diminuto. Las fuerzas de la historia continuarían de todas formas.

—Querido Hassan, ahora me dices que la historia es una fuerza tan inexorable que no podemos alterar su marcha hacia adelante. Sin embargo, hace un momento me decías que cualquier cambio, por pequeño que fuera, alteraría tanto la historia que desharía nuestra propia época. Explícame por qué esto no es una contradicción.

—Lo es, pero eso no significa que sea falso. La historia es un sistema caótico. Los detalles pueden cambiar interminablemente, pero la forma general sigue siendo constante. Haz un pequeño cambio en el pasado, y eso cambia tantos detalles suficientes en el presente que no habríamos venido juntos a este lugar concreto a ver esta escena concreta. Y sin embargo los grandes movimientos de la historia quedarían intactos.

—Ninguno de nosotros es matemático —dijo Tagiri—. Sólo estamos jugando a la lógica. El hecho es que Putukam nos vio, a ti y a mí. Hay algún tipo de envío desde nuestra época al pasado. Eso lo cambia todo, y pronto los matemáticos descubrirán explicaciones más verdaderas para el funcionamiento de nuestras máquinas del tiempo; entonces veremos qué es posible y qué no lo es. Y si resulta que podemos alcanzar el pasado, de forma deliberada y con un propósito, entonces lo haremos, tú y yo.

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