Pigmeo (3 page)

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Authors: Chuck Palahniuk

Tags: #Humor, Intriga

BOOK: Pigmeo
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El hermano perro-puerco estira un dedo hacia el muro de jaulas y dice:

—Esto, pigmeo, es lo que se podría llamar un restaurante pijo. —Estira el dedo hacia los bebés perro y dice—: Eso se llama «ternera». —Dice—: Eliges uno y te lo matan y te lo preparan aquí mismo. Te lo juro. —Estira el dedo hacia un bebé gato—. Eso es cerdo. —Estira el dedo hacia una rata, un lagarto, una serpiente, un bebé conejo... y dice—: Pollo... ternera... pescado... cangrejo...

La cabeza del agente-yo mece la barbilla de arriba abajo para mostrar asentimiento.

—Ñam, ñam —dice el hermano-huésped, sonriendo con su cara llena de moretones en zigzag y practicándose frotamientos circulares en la barriga. Dice—: Comida de la buena. —Y recoge su billetero vacío.

Al momento siguiente, con los pies doblando otro recodo, perro-puerco desvela un nuevo muro, este con botellas llenas de líquido dorado, botellas transparentes. Mirando de reojo a los dos lados muy deprisa, hermano-huésped abre tapón de tipo rosca para dejar líquido al descubierto. Perro-puerco dice:

—Extiende las manos, pigmeo, con las palmas hacia arriba.

El agente-yo extiende las manos hacia delante, con las palmas ahuecadas hacia el techo.

Perro-puerco vierte líquido dorado en exceso dentro de las manos de este agente. El líquido dorado desborda y se derrama en el suelo. El hermano huésped cierra el tapón tipo rosca de la botella y vuelve a colocarla en el estante. Dice:

—Adelante, pigmeo. —Se da una palmada con las dos manos bien abiertas en la cara lastimada, dejando manchas de sangre. Y dice—: Así. Se llama «loción para el afeitado».

Las manos abiertas del agente-yo vierten líquido dorado sobre las mejillas de este agente. Imito el frotamiento de líquido por la cara y el cuello. Escozor dorado, olor a veneno caliente, el hedor hace que salten lágrimas de ojos, tufo a medicina y quemazón en la piel de agente-yo.

—Loción para afeitado —repite hermano perro-puerco—. Vuelve locas a las señoritas.

Con los ojos sufriendo un dolor ardiente, el agente-yo explica que le han contado que en América todas las señoras están alegremente liberadas para dejar siempre al desnudo sus muchas vaginas fragantes. Que ninguna posee virginidad. Que desarrollan hobby de disfrutar muchos abortos frecuentes. Siempre ansiosas por colocar húmedas bocas de señoras en torno a los genitales de los caballeros.

Perro-puerco se limita a posar mirada en este agente. Ojos sin parpadeo.

La boca del agente-yo dice:

—¿Es no correcto?

Y el huésped perro-puerco dice:

—Ojalá... —Moviendo la cara manchada de sangre de lado a lado, dice—: Pequeño pigmeo, que Dios te oiga.

Dentro de la cabeza del agente-yo se forma una imagen de la hermana-huésped. La hermana, esa gata que contempla todo lo que pasa. La imagen de la gata-sigilosa infla el arma que hay dentro del pantalón de este agente.

Al momento siguiente, los pies doblan un nuevo recodo, y perro-puerco desvela una puerta donde hay impresa la palabra inglesa: «Hombres». Plasmado allí, un dibujo de hombre, dos brazos y dos piernas.

Perro-puerco dice:

—Esto de aquí se llama «spa». —Estira el dedo hacia la puerta y dice—: Entras ahí y tienen cuencos de agua instalados en el suelo. El agua más limpia y fresca de Estados Unidos. —Dice—: Solo tienes que arrodillarte y puedes beber tanto como quieras. —Los ojos de perro-puerco no parpadean. Su boca no sonríe. Y dice—: Ve a probarla. Te encantará el sabor. El hermano-huésped abre la puerta para revelar unas paredes interiores de azulejos blancos y un suelo de azulejos.

Solamente un paso del pie, y el agente-yo ya está envuelto de una peste hedionda como la del restaurante de los animales bebés. Hedor a demasiados aminoácidos con base de azufre. Dieta sobrecargada de carne muerta. Refresco de cola de benzoato sódico se combina con el ácido cítrico dentro del intestino para crear benceno hasta desencadenar cáncer. Peste a intestino canceroso. Hedor a colon impactado de heces.

La nariz del agente-yo se queda a solas dentro de la sala spa, la puerta se balancea hasta cerrarse detrás de este agente.

De la pared cuelga una hilera de cuencos de cerámica glaseada. Hay varios compartimentos separados por muros de metal, y dentro de cada uno se ve un cuenco para beber en el suelo. Hay rollos de servilletas de papel colgando listos de las paredes de metal, al lado de cada cuenco de agua, para secarse la boca. Exactamente tal como ha instruido perro-puerco.

Un momento después, la puerta de uno de los pequeños cubículos se abre de repente para colisionar, patapum, con la pared de azulejos blancos de atrás. La puerta de metal se abre con estruendo y una voz dice:

—Eh, pigmeo. —Una voz masculina dice—: Eh, putita... El pelo amarillo-claro colgando. Los ojos azules como descarga eléctrica. El blusón negro con letras que dicen: «Juan 3:16». El pantalón de tela vaquera azul con su bolsillo lleno de dinero de papel robado. El matón amarillo-claro sacude la cabeza para sacar los ojos de detrás de cortina de pelo amarillo. Y dice: —¿Vienes de uno de esos sitios donde mutilan las pichas? —Dice—: Sácatela, pigmeo —Dice—: Enséñame lo que te ha hecho el brujo de la tribu.

Destello de fuego en instante veloz. Catacrac. Los codos huesudos y afilados como pinchos se doblan para planear, Golpe Doble de Águila Planeadora en los puntos blandos de las sienes derecha e izquierda de la frente del matón. Golpe fuerte, catacrunch, que atraviesa la capa de pelo amarillo. El matón amarillo-claro, aturdido, se desploma, con las rodillas dobladas, su torso se derrumba sobre el suelo de azulejos blancos.

La mano del agente-yo le agarra la cinturilla del pantalón y arrastra al matón al interior de un compartimento de metal, luego sin soltar la cinturilla arroja al matón de cara contra la pared de azulejos, dejándolo a horcajadas sobre el cuenco de beber. El matón no tiene conciencia. Los huesos del esqueleto laxos. La cara gimiendo. La rodilla del agente-yo se dobla para impactarle en la rabadilla y obligar a la espalda a arquearse y proyectar hacia fuera el ano del matón. La rodilla se dobla para hacer descender el pie de este agente, rip-pum, con la puntera metida por dentro de la parte de atrás de la cinturilla, y le baja los pantalones al matón hasta que la tela se le queda arrugada en torno a los tobillos. El pie del agente-yo desciende metido por dentro de los calzoncillos del matón amarillo-claro.

El costado de la cara del matón se estampa contra la pared de azulejos, los ojos azules pestañean, las cubiertas de piel de los ojos le tiemblan, parpadean y se abren. Mordiendo los azulejos con un lado de la boca, el matón dice:

—¿Qué cojones es esto?

Una mano del agente-yo baja la cremallera del pantalón. Los dedos de la mano del agente-yo se doblan para formar una cabeza afilada de serpiente, luego dan un golpe seco, patapaf, el Poderoso Ahogamiento de Pitón, para embutirse dentro de la boca del matón, presionando hasta que los nudillos del agente-yo abren los dientes a la fuerza y el matón ya no puede morder, los dedos le taponan la tráquea, y la piel de la cara se le tiñe de rosa, de rojo y de rojo más oscuro.

Las manos del matón hurgan como garras para sacarse de la boca el Ahogamiento de Pitón. La cara del matón está completamente teñida del mismo color azul de descarga eléctrica de los ojos. Tiene la piel de la cara azul, las cubiertas de piel de los ojos le tiemblan, todos los músculos se tensan y luego empiezan a distenderse. Carencia de aire, relajación. El ano del matón queda al descubierto, igual de suave que los azulejos de cerámica, tiñéndose de rosa y luego de azul. Escondido en la raja de las nalgas pálidas, el ojete azul solo permanece fruncido con fuerza por reflejo defensivo.

El arma del agente-yo está crecida y lista. Inflada. Extraída de la bragueta. Goteando de ganas. Una mano del agente-yo tapona la tráquea del matón. La otra mano aferra el pescuezo del matón para pegarle la cara a los azulejos de la pared, dejando un reguero rojo que le cae desde la nariz por la pared de azulejos blancos. La cara azul, la nariz doblada de lado. Viendo las estrellas. La mano del agente-yo que sujeta el pescuezo estira un dedo bien recto para clavar un clavo o una pala afilada en el músculo fruncido y agarrotado del ano azul.

El cuerpo entero del matón está asfixiado, pero todavía se le sacuden todos los músculos mientras la uña del dedo recto le perfora el ojete y tira hacia los lados para ensanchar el agujero. Hurga. Abre a la fuerza, en seco, todo fricción, arrancando la tierna membrana hasta que la punta goteante del arma se encaja en el músculo retorcido.

Una embestida. Las caderas del agente-yo se la meten hasta el fondo, hasta el vientre, embisten hasta que el matón solo se aguanta de puntillas, intentando escapar.

La boca del matón grita y desprende saliva caliente alrededor de la mano embutida de este agente. Los gritos atrapados hacen vibrar el cuerpo entero por dentro, bajo la mano que el agente-yo está usando como tapón. Con los dedos juntos, el puño tiene bien agarrados el grito y la lengua azul. La cortina de pelo amarillo chorrea sudor.

El arma de este agente se clava, ahonda en el agujero azul, raspa con fricción hasta operar a toda potencia dentro de todo lo larga que es. Al momento siguiente, se retira para desprenderse, goteando. Y al siguiente, vuelve a clavarse hasta el fondo. Y todo el tiempo la boca del agente-yo escupe la palabra inglesa «puta». Escupiendo al mismo lado de la oreja fría y azul, de la cortina de pelo amarillo-claro que se mece, escupiendo: «puta», «puta», «puta».

Los ojos de color descarga eléctrica del matón no paran de soltar agua. De la estrella azul del ano forcejeante manan finos regueros de sangre por las piernas blancas. Patriotismo por todas partes. Esto es gran país americano.

El arma sale deslizándose en seco del agujero azul abrasado. La semilla del agente-yo pinta una franja blanca, unos grumos de pintura en espray le resbalan al matón por las piernas. Una mano del agente-yo agarra la tela de la espalda del blusón negro donde hay impreso «Juan 3:16» para limpiar la sangre del arma, quitar el hedor de heces marrones y las manchas blancas de semilla. Abandono el blusón con mejunje mixto de manchas y hedores. Abandono la semilla propia. Abandono al matón amarillo-claro, abierto de piernas, la boca abierta para resollar, el interior del ano desprendido de manera que sobresale. Goteando mejunje feo.

Como gesto final, los dedos de este agente sacan el billetero del bolsillo de atrás de pantalón del matón. Obtienen la totalidad de los billetes de dinero de papel. No solo el dinero del perro-puerco, todo el dinero, números y más números de dinero. Dejo caer el billetero vacío por entre las piernas a rayas del matón, con un chapoteo, dentro del cuenco para beber agua.

La voz jadeante del matón solloza, gorgotea moco y saliva, y dice con un graznido:

—Te voy a matar, pigmeo hijo de puta. —Sollozo, tos, sorbimiento de mocos y sollozos. El matón tose sangre en la pared de azulejo y dice—: ¿Me oyes, pigmeo? Ya eres un espalda mojada muerto...

La boca del agente-yo dice, citando al padre político Karl Marx:

—«La historia repite a ella misma, primero como tragedia, segundo como farsa».

Este agente se lava las manos. Sale del spa, donde el perro-puerco, dando golpecitos con un pie en el suelo, y con los brazos doblados para cruzarse sobre el pecho, le dice:

—Caray, pigmeo... ¿Te has caído dentro o qué? —Todavía tiene en la cara la huella púrpura del pisotón con los relámpagos de la suela. El rabo de tela colgando entre las piernas.

Cita: «La historia repite a ella misma, primero como tragedia, segundo como farsa».

La mano ya lista del agente-yo se extiende para hacer entrega del grueso montón de billetes de papel manchados de sangre, heces, semilla, sudor y saliva apestosa, una fortuna en dinero metálico típicamente americana.

COMUNICADO TERCERO

Empieza aquí el tercer informe del agente-yo, número 67, a su llegada al punto de distribución al público de propaganda religiosa de ciudad XXXXX. Comunidad periférica XXXXX. Fecha XXXXX. Para que conste en acta, si los viejos centros de distribución al público —mercados alimentarios denominados supermega, de tamaño enorme— sufren quiebra, después se reencarnan para convertirse en capillas de adoración. Primero venden alimentos, y a continuación esa misma estructura vende muebles con desperfectos, a continuación nace de nuevo como club gimnástico, a continuación hace corretaje tipo mercadillo de segunda mano, y solo en el momento final de la vida... vende religiones.

Ejemplo presente, informa el hermano perro-puerco: en la ubicación donde antaño había apilados múltiples repollos con forma de pirámide y fines de exhibición comercial, esa misma ubicación actualmente está ocupada por estatua de yeso de falso individuo masculino muerto, a causa de falsa muerte por torturas en dos palos cruzados, con sangre falsa pintada en rojo en manos y pies. La capilla de adoración ofrece salón de corte capilar, franquicia de helados de diseño y laboratorio de ordenadores con internet. Incluye enorme mar de asfalto negro para aparcar automóviles.

La ubicación de los antiguos chicles, aperitivos de chocolate y rodajas saladas de patata ahora la ocupan unos cilindros de parafina blanca que encierran cordeles en llamas, muchos fuegos diminutos. En la ubicación de los antiguos objetos para el desayuno de colores vivos que se jactaban de ser los más sabrosos y de tener los precios más reducidos, ahora uno encuentra manojos de genitales cortados de plantas rosales, vaginas y penes de plantas de margaritas y claveles, un sinfín de colores y olores ostentosos de muchos órganos sexuales seductores de seres vegetales.

En la ubicación de los antiguos productos alcohólicos conservados detrás de un cristal refrigerador, de distribución exclusiva con identificación de edad, en la actualidad hay un instrumento de teclado que emite notas al azar mediante gas generado y conducido a la fuerza por fuelles y controlado gracias al uso de manos y pies de un venerable esqueleto viviente. La misma estimada dama que pronto será cadáver putrefacto y que este agente encontró en las puertas mágicas de Wal-Mart.

El enorme padre-huésped vaca-jadeante emprende un pequeño desfile hasta el sitio donde el cadáver viviente está sentado controlando los ruidos del teclado. El padre-huésped dice:

—¿Señora Lilly? —Dice—: Me gustaría presentarle a nuestro nuevo hijo de acogida —Dice—: Lo llamamos Pigmeo.

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