Poder burgués y poder revolucionario (5 page)

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Authors: Mario Roberto Santucho

Tags: #Clásico, Ensayo

BOOK: Poder burgués y poder revolucionario
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El desarrollo del poder dual está en todos los casos íntimamente unido al desarrollo de las fuerzas militares del proletariado y el pueblo, porque no puede subsistir sin fuerza material que lo respalde, sin un ejército revolucionario capaz de rechazar el ataque de las fuerzas armadas contrarrevolucionarias.

Naturalmente que estas fundamentales orientaciones del marxismo-leninismo que iluminan con poderosa luz nuestro camino, no debe ser tomado como esquema simplista. Es simplemente un poderosos arsenal teórico resultado de decenas de años de experiencias, que debemos tener como punto de referencia para la formulación de nuestra línea, sin olvidar que cada revolución tiene sus particularidades y que el marxismo-leninismo cobra vida y utilidad cuando es aplicado creadoramente a la situación concreta de un proceso revolucionario determinado.

El poder dual puede desarrollarse en el presente en nuestra patria tanto en la ciudad como en el campo, siempre sobre la base de una fuerza militar capaz de respaldar la movilización revolucionaria, y merced al despliegue multilateral de todas las potencialidades de nuestro pueblo, lo que significa necesariamente la dirección del Partido marxista-leninista proletario.

Estamos frente a un enemigo relativamente fuerte, que cae en la impotencia ante la generalización de la movilización; un enemigo hábil, bien armado y entrenado; un enemigo relativamente disperso que adquiere fuerza cuando puede concentrarse; un enemigo brutal y sanguinario; un enemigo cuya fuerza principal, las FF.AA. contrarrevolucionarias, tiene el talón de Aquiles del servicio militar obligatorio, que hace posible un rápido y demoledor trabajo político en la masa de soldados; un enemigo políticamente débil, con serias disensiones internas y enmascarado aun en la "legalidad" parlamentaria.

Contamos con un poderoso y combativo movimiento de masas vertebrado por el proletariado industrial, extendido en todo el país, con experiencia de lucha; contamos con una amplísima vanguardia proletaria inclinada hacia la revolución, ávida de ideas socialistas y deseosa de contar con una sólida organización revolucionaria; contamos con un estudiantado combativo y un campesinado pobre dispuesto a luchar; contamos con fuerzas urbanas y rurales, aun pequeñas pero bien organizadas y relativamente fogueadas; contamos con numerosas y extensas organizaciones de masas que engloban a la mayor parte de los trabajadores del país; contamos finalmente con un aguerrido partido revolucionario que crece y se consolida diariamente, aunque aun esta limitado por distintos déficits, fundamentalmente su debilidad numérica y su limitada vinculación con las masas proletarias y trabajadoras en general.

A partir del Cordobazo y basándose en experiencias anteriores menores nuestro pueblo tiende a insurreccionarse localmente, tiende a movilizarse aquí y allá, tomar sectores de ciudades y poblaciones, erigir barricadas y adueñarse momentáneamente de la situación rebasando las policías locales y provinciales.

Por eso podemos afirmar que en la Argentina, en un periodo inicial, el doble poder ha de desarrollarse en forma desigual en distintos puntos del país, es decir que han de surgir localmente formas y órganos de poder obrero y popular, permanentes y transitorios, coexistiendo con el poder capitalista, enfrentándolo constantemente bajo el formidable impulso de la movilización de masas.

Formas de Poder local

El problema práctico que nuestro pueblo debe resolver a partir de la nueva situación, es lograr paso a paso la acumulación de fuerzas necesarias para la lucha final por el poder estatal que debemos arrancar de manos de la burguesía. Esa fundamental cuestión se resolverá en la situación revolucionaria que comenzamos a vivir, con el desarrollo del poder dual, tanto en su forma general de oponerse a ciertos planes del gobierno burgués e imponer las soluciones obreras y populares a determinadas situaciones en base a enérgicas movilizaciones de masas, llegando de esa manera a la constitución transitoria de órganos de poder a nivel general, como en su forma de poder local, manifestación principal del poder dual, en todo el próximo periodo, punto de partida sólido para una gigantesca acumulación de fuerzas revolucionarias.

La lucha popular es desigual. Se desarrolla parcialmente, en un lugar de una manera, en otro de otra; en un lugar en un momento, en otro en otro momento. Necesitamos que todas esas luchas que se dan en distinto tiempo y lugar y con una fuerza y alcances diferentes, den siempre por resultado un aumento de la fuerza de todo el pueblo, que se vayan acumulando, hasta el momento que sea oportuno lanzar el ataque final, en todo el país y con todas las fuerzas disponibles, para llevar al triunfo la insurrección armada obrera y popular.

Pongamos un ejemplo. En una fabrica grande se inicia una lucha reivindicativa o antiburocratica, que enseguida choca no solo con la empresa y la burocracia sindical, sino también con la policía, con el Ministerio de Trabajo, en una palabra con el gobierno burgués y sus fuerzas represivas. El sindicato o comisión interna que dirige la lucha, moviliza a todos los trabajadores, gana un primer conflicto y amplia su fuerza. Si esa lucha se mantiene ahí, inevitablemente tendera a debilitarse porque como es aislada, el enemigo puede combatirla pacientemente. Después de un tiempo, en el curso del cual se dan nuevas movilizaciones, la "santa alianza" enemiga (empresa, burocracia, fuerzas represivas y gobierno) lanza su contraofensiva y mucha s veces la vanguardia obrera, influida por el espontaneismo, el populismo, el reformismo, o simplemente por falta de orientación política, es derrotada por no animarse a luchar, a veces, o por dar una batalla desesperada. En cambio, actuando correctamente, en el caso que damos como ejemplo hipotético, el sindicato o Comisión interna clasista, al hacer conciencia de la situación revolucionaria que vivimos, comprenderá que el eje de sus esfuerzos debe dirigirse a acumular fuerzas. De esa manera, ante el primer triunfo, se preocupara inmediatamente para tomar los demás problemas de la población, acercarse a las organizaciones villeras y barriales, a otros sindicatos y comisiones internas, y fundamentalmente participara y alentara a los activistas a participar en la construcción de las fuerzas revolucionarias, las células del PRT, las unidades del ERP, el Frente Antiimperialista.

Ello ha de llevar enseguida al surgimiento de formas de poder local, a encarar la solución soberana de los distintos problemas de las masas locales. Avanzar hacia el desarrollo del poder local, primero enmascarado y después abierto, como veremos enseguida, es el paso que media entre la lucha parcial de masas y la insurrección general, paso que es necesario dar desde ahora en todos los lugares en que sea posible.

Constituir órganos abiertos de poder local no puede ser un hecho aislado ni espontáneo. El enemigo en cuanto tenga conocimiento de que en un barrio, en una localidad o una ciudad el pueblo se ha organizado por sí solo y comienza a resolver a su manera los problemas de la producción, de la salud, de la educación, de la seguridad pública, de la justicia, etc., lanzará con furor todas las fuerzas armadas de que pueda disponer con la salvaje intención de ahogar en sangre ese intento de soberanía. Por ello el surgimiento del poder local debe ser resultado de un proceso general, nacional, donde aquí y allá, en el norte y en el sur, en el este y en el oeste, comiencen a constituirse organismos de poder popular comiencen las masas a tomar la responsabilidad de gobernar su zona. Esa multiplicidad y extensión del poder local dificultará grandemente las posibilidades represivas y hará viable que unidades guerrilleras locales de pequeña y mediana envergadura defiendan exitosamente el nuevo poder.

La movilización de las masas apunta en nuestro país en esa dirección. La actividad consciente de los revolucionarios hará posible que el proceso de surgimiento y desarrollo del poder local, punto de partida para disputar nacionalmente el poder a la burguesía proimperialista, evolucione armónicamente, exitosamente.

A partir de la lucha reivindicativa está hoy planteado en Argentina, en algunas provincias, en algunas ciudades, en algunas zonas fabriles y villeras, la formación de órganos embrionarios de poder popular. Pero, en general en lo inmediato no es conveniente dar un paso que atraerá rápidamente la represión contrarrevolucionaria. En esos casos puede avanzarse enmascarando hábilmente tras distintas fachadas el ejercicio del poder popular. En una villa, por ejemplo, bajo el enmascaramiento de la Asociación Vecinal, pueden organizarse distintas comisiones que encaren el problema de la salud, de la educación, de la seguridad, de la justicia, de la vivienda, etc., con una orientación revolucionaria, mediante la constante movilización de toda la villa, teniendo como objetivo central la construcción de sólidas fuerzas revolucionarias políticas y militares. En un pueblo de Ingenio Azucarero igual papel podría jugar el Sindicato. Pero esto sólo como pasos iniciales de los que habrá que pasar en el momento oportuno a la organización de una Asamblea o Consejo local que se constituya oficialmente como poder soberano de la población de la zona.

En el campo, donde la presencia directa del estado capitalista es relativamente débil, el desarrollo del poder local será más rápido y más efectivo, en cuanto estará en condiciones de brindar desde el comienzo sustanciales mejoras a las masas. Pero su enmascaramiento será más difícil y recibirá inicialmente los más feroces ataques del enemigo. Establecer órganos de poder local en el campo sólo será posible con el respaldo de unidades guerrilleras medianas capaces de rechazar exitosamente los ataques del Ejército Contrarrevolucionario.

Unidad y movilización popular: el frente antiimperialista

No hay posibilidades de avanzar sólidamente en el desarrollo del poder local sin constantes avances en la unidad y movilización más amplia de las masas populares. Este es un problema crucial que será resuelto mediante una sabia combinación de avances en la movilización política de masas por abajo con una correcta política de acuerdos entre las distintas organizaciones obreras y populares.
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La movilización patriótica y democrática de las más amplias masas del pueblo argentino tiene ya una importancia fundamental. Aprovechando todos los resquicios legales, la lucha democrática, patriótica, antiimperialista, constituye un segundo frente desde el que se hostigará al régimen capitalista-imperialista desplegando con energía la violencia política de todo el pueblo, impulsando la intervención de las más amplias masas en la lucha revolucionaria, garantizando la íntima vinculación de las fuerzas políticas y militares clandestinas con el conjunto del pueblo trabajador, fuente inagotable de recursos morales y materiales para las necesidades de la guerra popular. La unidad y movilización patriótica de todo el pueblo requiere la construcción de una herramienta política orgánica que la centralice, organice, impulse y oriente. Es el Ejército Político de las masas, el Frente Antiimperialista que es necesario organizar en el curso mismo de la movilización, como propulsor y resultado de la intensa actividad política, legal, semilegal y clandestina de las más amplias masas populares.

Este Frente Antiimperialista, a partir de experiencias como la del FAS, debe enraizar orgánicamente en las masas con su política patriótica y revolucionaria, contener en su seno la mas amplia gama de organizaciones representativas, partidos y corrientes políticas socialistas, peronistas, radicales, cristianos, etc., sindicatos y agrupaciones sindicales antiburocráticas, centros y federaciones estudiantiles, uniones, ligas y federaciones campesinas, asociaciones y federaciones villeras y barriales, federaciones de aborígenes, organizaciones juveniles y femeninas, comisiones de solidaridad con los presos, etc. etc.

No es ésta una tarea sin dificultades. Requiere partir de un amplio espíritu unitario, solidario y de servicio incondicional a la causa del pueblo. Pero la heterogeneidad social del Frente Antiimperialista producirá sin duda dificultades y luchas interiores que necesitan un tratamiento paciente y constructivo. Unidad frente al enemigo y lucha ideológica y política en el interior de la alianza, es una característica esencial del Frente Antiimperialista porque desde el momento que agrupa o tiende a agrupar al conjunto del pueblo, a la clase obrera, la pequeña burguesía urbana, el campesinado pobre y los pobres de la ciudad, y en ciertos períodos hasta sectores de la burguesía nacional media, contra el enemigo común, no puede evitarse una aguda lucha de clases en su seno. Pero esta lucha de clases tiene un carácter ideológico y político pacífico, que puede y debe resolverse sin la ruptura de la unidad; es una contradicción no antagónica en el seno del pueblo que puede y debe solucionarse mediante la crítica, la autocrítica y la educación revolucionaria. Sin embargo tiene una importancia capital, porque sólo la hegemonía del proletariado en la conducción del Frente Antiimperialista puede garantizar la persistencia de una correcta línea de movilización de masas y desarrollo del poder local en el marco de la victoriosa política de guerra revolucionaria.

Ese mismo Frente Antiimperialista que debemos construir a partir de la experiencia del FAS y otras organizaciones similares, es quien deberá motorizar la organización del poder local, tomando en sus manos, a partir del consenso popular, la organización de las masas de la zona y la construcción de los consejos o asambleas soberanas con delegados de los distintos sectores de la población. Para ello se requiere pericia, preparación, intercambio de experiencias y un trabajo revolucionario bien organizado que prevea las distintas cuestiones relacionadas, que forme los cuadros necesarios, etc. etc. El Frente Antiimperialista debe reunir y organizar los inmensos recursos de las más amplias masas y colocarlos al servicio de la lucha revolucionaria por el poder, del desarrollo del poder local, hacia la preparación de la victoriosa insurrección general del pueblo argentino.

La unidad y movilización patriótica de nuestro pueblo se agigantará paralela al desarrollo de la lucha reivindicativa de las masas y de la creciente envergadura de las actividades revolucionarias clandestinas políticas y militares. El conjunto de estas luchas, que interrelacionadas constituyen la aplicación de una línea de guerra revolucionaria, permitirán poner de pie a centenares de miles de argentinos que apoyados por millones constituirán una poderosa fuerza revolucionaria capaz de derrotar a los capitalistas, a sus fuerzas armadas contrarrevolucionarias y despojarlos definitivamente del poder. Capaz de establecer un Gobierno Revolucionario Obrero y Popular, de destruir en sus cimientos el sistema de explotación y opresión burgués-imperialista, e iniciar la construcción de la Nueva Patria Socialista, abriendo así un largo período de libertad y felicidad para nuestro querido pueblo.

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