Read ¿Quién es el asesino? Online
Authors: Francisco Pérez Abellán
Tags: #Ensayo, #Intriga, #Policiaco
Investigar un crimen es siempre el comienzo de una gran aventura. En este libro, el autor propone un original juego en el que el lector es el detective.
¿Quién es el asesino?
reconstruye con todo detalle 28 casos reales de la historia criminal española, ahondando en la personalidad humana y sus aspectos más sombríos. En estas páginas las pistas y los sospechosos se presentan poco a poco, en el orden en que se fueron descubriendo, para que el lector pueda resolver el caso por sí mismo. Al final aparece la solución real, tal como fue establecida en su día por las fuerzas policiales.
Las víctimas nunca esperan ser atacadas. Por eso, conocer cómo piensan y actúan los asesinos nos puede ayudar a evitar sus posibles trampas.
Ponga a prueba su talento como investigador criminal. Tal vez consiga evitar un futuro asesinato.
Francisco Pérez Abellán
¿Quién es el asesino?
Usted es el detective, resuelva casos reales
ePUB v1.0
Dirdam10.03.12
Editorial: Martínez Roca
Año de publicación: 2001
ISBN: 9788427026469
Investigar un crimen es siempre el comienzo de una gran aventura.
Hacerlo como periodista de investigación es una tarea absorbente que a veces se hace interminable. Una labor que no acaba con la detención del criminal, sino con el esclarecimiento de las circunstancias. Quienes logran encarar el trabajo hasta el fondo consiguen el placer de los elegidos: retratar una época, ahondar en la personalidad humana, en sus aspectos más sombríos, y la recompensa, sin igual, de conocer la verdad. Al principio todo es bruma, duda e intriga, pero a medida que se conocen los hechos, se combinan los datos, se barajan las posibilidades, se va abriendo el suspense hasta permitir vislumbrar la solución, Es lo que ocurre una y otra vez en los casos reales aquí tratados, formidablemente resueltos por la Policía y la Guardia Civil. A mí me gusta decir esto, y cada vez que tengo oportunidad, lo digo, ya sea en la radio o en la televisión: la Policía española es muy buena, está muy preparada, tiene buen olfato, con un más que aceptable número de sabuesos capaces de rastrear al más inteligente de los asesinos. Eso vale igualmente para la Guardia Civil. En los asuntos que se exponen a continuación aparecen los hechos, tal como se conocieron, extraídos de crónicas, indagaciones policiales o legajos judiciales, e inmediatamente después, se presentan los sospechosos, las pistas.
El lector, que debe asumir el papel de detective, podrá comprender a medida que avance en la lectura de este libro singular las dificultades y peripecias de los policías para resolver los asuntos criminales. En todo momento se ha respetado el orden de lo que conocieron y las informaciones complementarias que fueron sumiendo al mismo tiempo que ahondaban en su trabajo. Policías y agentes de la Guardia Civil supieron valorar correctamente declaraciones e indicios hasta trazar una hipótesis. Quien no es capaz de imaginar cómo ocurrió el crimen es incapaz de resolverlo.
Los periodistas investigan de forma diferente a como lo hacen policías o jueces. Su función no es detener al criminal, sino informar a la opinión pública. En este libro se unen ambos caminos para ofrecer un retrato completo de cada asunto que se investiga. El propósito es disfrutar de intrigas bien resueltas, pero también generar afición o incluso levantar vocaciones de jóvenes investigadores que el día de mañana pueden ser periodistas, policías o jueces. En cada profesión se indaga de manera distinta; pero sólo hay una
investigación
válida: la que permite conocer la verdad. Este objetivo es tan complejo que permite el gozo de la lectura, el ejercicio de la memoria, la gimnasia de la capacidad deductiva y el reto de la inteligencia.
Conocer de crímenes y criminales es un hecho saludable porque permite abrir camino a la prevención. Sólo sabiendo lo que ocurrió, y teniendo con qué comparar, es posible extraer consecuencias y por tanto prepararse ante eventualidades que nos pueden hacer vulnerables.
La prevención del crimen, como la de la enfermedad, pasa por distintas fases pero no puede lograrse sin el conocimiento derivado del estudio. Igualmente precisa de la investigación, porque es el único modo de descubrir las motivaciones profundas de quienes se saltan todos los tabúes para atentar contra seres de la misma especie. Un investigador se crece ante los enigmas, ejercita sus potencias, y cuando logra su objetivo, siente que toda la humanidad ha ganado una nueva batalla. Ni que decir tiene que «firmas», rastros e indicios de asesinos en serie, no son, en ocasiones, otra cosa que el comportamiento repetido, una y otra vez, que quizá pudo observarse en un crimen aislado, probablemente por un asesino que no tuvo mayor oportunidad de perpetrar otros delitos. La paciencia, el concienzudo arte de pensar, puede ejercitarse ante esta sucesión de enigmas que se presentan como otros tantos éxitos policiales, y que una vez asimilados, nos ayudarán a evitar las trampas del futuro.
U
na mujer de extraordinaria belleza deambula por la zona de bares de la ciudad. Hace rato que se mueve por una de las arterias más estrechas, en la que apenas entran seis personas de perfil, con aspecto tubular, donde se agolpan los establecimientos de bebidas.
Maritere, que así se llama la mujer morena de ojos grandes, nariz recta y labios gordezuelos, peina una melena con algunos rizos que cae sobre sus hombros. Se sabe guapa y combina su belleza con una gran fuerza de carácter, lo que hace que los hombres sigan su estela. Ella ha sacado partido y ha sido víctima de su hermosura, casi a partes iguales. Debido a la perfección de su rostro y a su cuerpo de junco, encontró pronto marido, pero debido también a su gran potencial para seducir, fue objeto de maltratos por parte de su esposo, a quien le comían los celos. Maritere se quedó pronto viuda. La muerte de su marido la dejó triste, algo más madura que cuando se casó, pero joven y atractiva como un imán; siempre rodeada de ansias masculinas. No pasó mucho tiempo hasta que fue requerida de amores. Entre sus muchos pretendientes figuraron dos de sus cuñados.
Ella hubiera querido que pasara más tiempo antes de recomponer su vida sentimental, pero no pudo elegir. Los hombres la urgían a que designara uno entre los que revoloteaban a su alrededor con una insistencia mareante y persistente. Maritere, obligada a poner fin a aquel asedio que la halagaba, pero que la llenaba de sofoco, se quedó con Evelio, el menor de sus cuñados, quien le recordaba a su marido en la parte más afectiva y tierna. Aquella decisión, como en una cruel batalla, dejó muchos heridos. Hombres que la adoraban vieron terminada bruscamente la partida, Maritere ya tenía nuevo marido y por ello debieron retirarse, en algunos casos rumiando amenazas. Los nuevos esposos dieron en disfrutar de su estado. Y aquella noche en la que Maritere paseaba su belleza entre el común de la gente, era parte de esa expansión del amor que a veces gozan quienes tienen una segunda oportunidad sobre la tierra. Iba alegre, entregada a un dulce vaivén, como obedeciendo a un baile dictado por una melodía interior, casi flotando entre el gentío que se apretaba junto a los locales de diversión, cuando una mano asesina se adelantó de entre un grupo casi aplastado contra una pared. El brazo empuñaba una navaja larga, muy afilada, que horadó la carne prieta de Maritere seccionándole el hígado. Entró en un bar diciendo que la habían pinchado. Envuelta en sangre, se desvaneció y falleció minutos después, sin recuperar el conocimiento. Una hermosa mujer había sido vilmente atacada, pero ¿quién la había matado? ¿Por qué la habían asesinado?
• Luciana,
una despechada, enamorada de Evelio, el hombre que seducido por los encantos de Maritere se había enfrentado a todo el mundo para conseguirla. En su intento, que se vio coronado por el éxito, no le importó emplear turbios manejos, ni herir los sentimientos de otras personas. Incluso llegó a un enfrentamiento con su hermano
Pedro.
• Pedro,
precisamente el hermano de Evelio, que había competido hasta el final por el amor de Maritere. Resultó derrotado por los procedimientos reprochables empleados por su hermano para conquistar a la viuda. Estaba acostumbrado a tener suerte en la vida. Alto, buena planta, le sonreía el éxito en los negocios y eran muchas las mujeres que se brindaban a consolarle.
• Antonio,
un vividor de mala fama. Era otro de los pretendientes de Maritere. Persona de pésimos antecedentes morales y policiales. Le precedía cierto tufo de proxeneta y quizá aspiraba a seducir a la víctima con el fin de explotarla en su negocio. Había participado en reyertas en las que hizo uso, con gran habilidad, de una puntiaguda y afilada navaja.
Los móviles examinados en la investigación fueron: el odio, la venganza y los celos. Por ese orden.
La herida que acabó con la vida de Maritere fue inferida en el tórax, destrozándole una costilla.
• Luciana,
la sospechosa número uno, era una hembra fuerte, hombruna, acostumbrada a ir con los feriantes por los pueblos, participando en las duras tareas de montar y desmontar puestos.
• Antonio,
de mediana edad, el vividor al que precedía su mala reputación, había hecho objeto de maltratos a una mujer con la que convivió, propinándole en una ocasión una puñalada que la dejó a las puertas de la muerte.
• Pedro,
joven y fuerte, el cuñado, era tratante de ganado de postín, casi millonario, que había invertido gran cantidad de dinero consiguiendo duplicar sus ganancias. Manejaba miles de duros. Estaba acostumbrado al éxito en la vida. No haber logrado unirse a Maritere fue su primer gran revés en este mundo.
•
Interrogada
Luciana,
dijo no tratarse apenas con la fallecida, que no era precisamente persona de su predilección, trasluciéndose en ella un fondo de odio. Interrogado
Antonio,
admitió que conocía a la víctima pero negó haber tenido trato con ella desde que se casó por segunda vez. Interrogado
Pedro,
declaró que el día del crimen, sencillamente, no estaba en la ciudad.
• Pedro,
al encontrarse con su hermano Evelio, marido de la víctima, sostuvo con él un sonado enfrentamiento lleno de improperios y denuestos.
•
El fiscal de la causa estimó que la mano agresora estaba situada detrás de la víctima, es decir, que actuó con premeditación, por lo que se trata de un asesinato y no de un homicidio.
•
Se consideró la posibilidad de que el autor o autora de la muerte fuera un enajenado mental con taras esquizofrénicas.
•
La víctima había sido amenazada de muerte por hombres que sentían celos, según declaró su hermana Rosario.
•
La hija de la víctima, sin embargo, no había escuchado nunca que amenazaran a su madre aunque más tarde, a preguntas del fiscal, llegó a contradecirse.
•
La muerte de Maritere fue súbita e inesperada, sin riesgo para la mano asesina y sin dar tiempo o lugar a la víctima para defenderse. Es decir, que fue un traidor que aprovechó la ventaja de la sorpresa.