Taller de escritura creativa para niños y adolescentes (7 page)

BOOK: Taller de escritura creativa para niños y adolescentes
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Me gusta que este ejercicio sea como una ola, que las preguntas vayan y vengan, por lo que a veces es el maestro quien pregunta y otras son los alumnos, ya sea en grupos de dos, de tres o toda la clase. Y a veces, si se entusiasman lo bastante, tanto el educador como los alumnos pueden responder oralmente o por escrito.

 

 

Inventar una pócima mágica

 

Texto original

Partimos de algunas de las pócimas descritas o sugeridas en las novelas de
Harry Potter
, de la autora J. K. Rowling, o de las historietas de
Astérix el Galo
, de René Goscinny, o del libro de plantas
El Dioscórides renovado
, de Pio Font Quer; también se pueden encontrar pócimas en algunos cuentos de hadas. En
La Celestina
, de Fernando de Rojas, podéis explicar la finalidad del brebaje mágico que la hechicera prepara y que cada uno imagine sus componentes.

 

Propuesta

Como a los jóvenes les encanta participar activamente en algunas propuestas, sugiero que sean también ellos los que traigan ejemplos de pócimas, brebajes o recetas mágicas, que busquen, lean, investiguen, pregunten a sus abuelos, padres, tíos... si saben los ingredientes y virtudes de alguna pócima, si conocen algún libro, ejemplo, leyenda, escena o relato en que los hechizos, conjuros y pócimas mágicas estén presentes.

El maestro les lee algunas de las recetas que haya seleccionado o les cuenta algunas escenas en las que se haya preparado un brebaje mágico. Los alumnos que hayan encontrado pócimas mágicas también las comparten con el grupo.

Una vez leídos varios ejemplos, los jóvenes anotan una lista de ingredientes o palabras extrañas que suelen salir en las recetas e intentan incluir en su pócima. Empiezan a pensar en su pócima y en cuál será su utilidad: para hacerse invisible, encogerse, estirarse, envejecer, volar, etcétera. Y después de dar estos ejemplos que considero demasiado manidos, les reto (al que quiera) a que imaginen algo más original.

 

Ejemplo de la mandrágora del libro

El Dioscórides renovado:
Sácase el zumo de la corteza de la raíz verde, majada y puesta en la prensa. El cual, después de espesado al sol, se tiene de guardar en un vaso de tierra cocida. Exprímese semejantemente el zumo de las manzanas, aunque es más flojo. Móndanse la raíces y enhilachadas sus cortezas se cuelgan para usar dellas. Se les da un ciato a los que no pueden dormir o a los que no quieren sentir el tormento.

 

Escribir

El profesor les sugiere que escriban una pócima mágica y expliquen para qué sirve, quién se la toma, qué le ocurre y cómo se desarrolla la historia. Les recuerda que incluyan varias de las palabras o frases que han anotado a partir de las diversas lecturas.

 

 

Las palabras recortadas

 

Material

Varios periódicos, revistas, tarjetas... Tijeras y pegamento para cada uno de los alumnos. Una caja para guardar las palabras recortadas.

 

Propuesta

El profesor reparte el material entre los alumnos y les pide que recorten unas diez palabras. El criterio de selección de palabras puede ser o bien al azar o bien que escojan las palabras que les gusten. El profesor puede recortar algunas palabras que sirvan de conectores, como artículos, preposiciones, conjunciones, etcétera.

En cuanto estén todas las palabras recortadas, se ponen en la caja y se mezclan bien. Cada alumno escoge diez palabras.

 

Cosas que ocurren

A veces los niños desean intercambiar alguna palabra o piden algún conector más, algún artículo... Dependiendo del grupo o del niño, les permito esa opción. Otras veces considero que es más interesante que el niño busque e investigue las posibilidades que tienen las diez palabras escogidas. Le animo a que confíe en «sus palabras» y a conseguir resolver la dificultad. Ambas opciones tiene que valorarlas el educador. Es muy importante ver cuándo hay que exigir y cuándo es mejor facilitar la tarea.

 

Escribir

El maestro les pide que extiendan sobre la mesa o el suelo las palabras que han escogido y que construyan un poema o una frase sin añadir nada escrito. Luego irán pegando las palabras recortadas en su libreta o en un folio a medida que vayan formando la frase o el poema. ¡A ver qué se les ocurre!

 

 

Qué te llevarías a una isla desierta

 

Texto original

El libro de homenajes
, del poeta Jesús Aguado. A los niños les suelo leer solo los inicios de los homenajes y a los adolescentes les doy uno o dos textos fotocopiados para que lean hasta donde les apetezca.

 

Algunos ejemplos del texto original

«Josele se llevaría un arco de triunfo hecho de chocolate»; «Reme se llevaría una campana de bronce grande como la de una catedral»; «Chantal se llevaría un detector de mentiras»; «Juan se llevaría la palabra isla»

 

Propuesta

Una vez leídos estos ejemplos u otros que el profesor invente, los alumnos piensan qué les gustaría llevarse a una isla desierta o qué creen que se llevarían algunos de sus amigos o familiares a una isla desierta.

 

Escribir

El maestro les cuenta que pueden escribir el texto en primera o en tercera persona, les pide que cuenten qué harían con eso que se llevarían, a qué isla, qué habría allí, qué les pasaría... ¡A escribir!

 

 

La lectura en grupo

 

Propuesta

El maestro les dice a los niños que durante la semana busquen su cuento o su poema preferido para traer a clase y compartir la lectura en grupo. Pueden traer ambos géneros.

Si el cuento es muy largo, el profesor les propone que lean una parte y otra la cuenten resumida y lean el final de la historia.

El maestro también puede participar trayendo a clase su poema y su cuento preferido.

 

Lectura

El profesor propone un orden de lectura y calcula si es posible que todos los niños lean en una sesión o habrá que dedicar otro día a esa actividad. Lo que sí considero importante es que lean todos, ya que el entusiasmo de buscar el relato, traerlo y compartirlo con sus compañeros y su profesor no puede quedar frustrado por la falta de tiempo. Entre todos deciden el orden de lectura y el profesor les explica que, si no da tiempo a leerlos todos, continuarán en la próxima clase.

El educador elige un espacio donde los jóvenes puedan ponerse en círcu­lo; quizá quiera explicarles que era así como antiguamente, cuando no había televisión, las familias se reunían a escuchar cuentos. Una vez finalizada una de las lecturas, los alumnos comentan qué les ha parecido, cómo lo ha leído el compañero, si les ha gustado el poema, la historia, si les ha emocionado, sorprendido, etcétera.

 

Variante

También pueden leer el mismo cuento entre todos.

 

 

La experiencia sensoperceptiva

 

... si nos fijamos un poco, nos daremos cuenta de que la mayor parte de la información sobre el entorno de cualquier situación comunicativa nos llega por vía no verbal...

La fiesta de los sentidos,
S
EBASTIÀ
S
ERRANO

 

Propuesta

Es un ejercicio que suelo dividir en cinco sesiones y en cada una de ellas experimentamos la escritura desde uno de los cinco sentidos. Esta consigna puede hacerse con alumnos de cualquier edad; la única diferencia son los olores y sabores que el maestro escoja para hacer el ejercicio. El sentido del olfato y el gusto son los más desencadenantes de la memoria y a veces es importante que el educador seleccione olores y sabores que ellos puedan reconocer. Aun así soy partidaria, a veces, de experimentar con un olor o sabor que no reconozcan y ver qué pasa. Algo desconocido también puede llevarles a recordar un incidente curioso o a desencadenarles vete a saber qué historias.

 

Pauta

La pauta general que el maestro tendrá presente a la hora de proponer el juego de los cinco sentidos es la de experimentar con cada sentido lo más aislado posible del resto de los sentidos.

 

Ejemplo

Si estamos investigando con el olfato, no utilizamos la vista ni el tacto ni el gusto. Cuando el profesor les dé a probar un alimento les recordará que no deben mirarlo ni tocarlo. Y cuando investiguen las diferentes texturas no usarán ni la vista ni el olfato ni el gusto. Y así, en la medida que sea posible, con cada uno de los sentidos.

 

Material

El profesor pide a los alumnos que traigan un pañuelo oscuro para taparse los ojos.

 

1. El olfato

El profesor elige un olor. Si son muy pequeños, puede traer gominolas, olores caseros o arriesgarse con olores desconocidos. La elección del olor es ya un ejercicio creativo. Les pide a los niños que se tapen los ojos con el pañuelo o que cierren los ojos sin hacer trampa.

El maestro les explica que no tienen que adivinar lo que es, sino sentir el olor, dejarse llevar por él. Les acerca el olor, uno por uno, y si lo considera necesario, repite la ronda. Si son muchos niños, el educador les propone que se acerquen a oler por grupos.

 

Ideas

Desde objetos impregnados con alguna esencia, como un pañuelo, un disco de algodón, un papel o un retal. Oler un libro, una goma de borrar, tinta, flores, hojas, tierra, vinagre, detergente, ropa... El maestro también puede optar por poner unas gotas de algún líquido oloroso en sus manos y que los niños se acerquen a oler.

 

Escribir

El educador pregunta si algún niño quiere repetir la ronda. Se destapan los ojos y se lanzan a escribir de forma libre sin mirar ni querer saber qué han olido. El maestro les recuerda que no hay que adivinar el olor. Escriben acerca de lo que han sentido, imaginado...

 

Variante

a) Los alumnos traen sus olores preferidos y realizan la misma consigna pero por parejas.

b) Los alumnos pasean por la sala y se detienen a oler a los compañeros que se vayan encontrando. Pueden ir variando o bien escoger uno y quedarse con él.

c) El profesor les pide que escojan, con los ojos abiertos, una pareja y que con mucho respeto se acerquen a investigar los diferentes olores que perciben el uno del otro.

d) El alumno escribe acerca de un olor que le impresionó mucho, que le gusta, que es frecuente en su vida...

 

2. El gusto

El maestro elige un alimento o una bebida adecuada para este ejercicio. Al igual que la consigna anterior, la selección del sabor o sabores desencadenará un recuerdo u otro en el joven. Les pide a los alumnos que se tapen los ojos.

Una vez más, les recuerda que no se trata de adivinar lo que van a degustar, sino de saborear lentamente el alimento que se les ofrece. El maestro les pone una pequeña cantidad de la comida escogida. Si es líquido, yo suelo llevar una cucharita para cada niño. Como tendrán que esperar a que todos hayan saboreado el alimento, les propongo que lo mantengan en la boca y sigan deleitándose con el sabor todo el tiempo que dure el ejercicio.

 

Ideas

Desde las primeras papillas caseras, trozos de fruta, de verduras, de tartas, chocolates con sabores exóticos, huevos duros, croquetas, jugos de frutas, una cucharada de helado, frutos secos molidos... o si es posible alguna flor comestible que no esté tratada con pesticidas: pétalos de rosas, pensamientos, flor del calabacín... También podéis preguntar a los chicos cuáles son sus platos preferidos, qué comían de pequeños, qué sabor les gusta.

 

Como en el ejercicio del olfato, pueden ser ellos los que escojan los alimentos o bebidas para realizar este ejercicio.

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