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Authors: José Carlos Somoza

Tags: #Intriga

La llave del abismo (49 page)

BOOK: La llave del abismo
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—En primer lugar, el diseño genético de los seres tuvo que cambiar... Encerrada en la
Llave,
sin luz del sol, la vida no tenía ninguna posibilidad. Fue preciso crear otra clase de seres genéticamente más resistentes a las condiciones extremas... Quizá las primeras generaciones murieron muy rápido y solo las siguientes lograron subsistir, modificando a su vez la creación de las posteriores... Al mismo tiempo —añadió señalando la pantalla—, hemos hallado pruebas de que la necesidad de repoblar el planeta en el futuro les obligó a otorgar un sesgo al sexo de los recién nacidos, que fueron en su mayoría mujeres... Al parecer, la vida de las especies más desarrolladas surgía en épocas remotas de las cavidades internas de las hembras...

—Pensé que eso era una leyenda... —Daniel recordaba su conversación con Ina.

—Ha habido mucho debate al respecto —asintió Darby—. El pobre Brent nunca lo creyó, por ejemplo. Pero los datos que hemos encontrado son irrefutables. La vida, antiguamente, venía de la vida, y la intención de nuestros antepasados era que volviese a surgir de ella. Con el tiempo, sin embargo, ese propósito se truncó. Sencillamente, resultó innecesario: las máquinas genéticas, en un solo día, podían producir cientos de miles de criaturas en buen estado... No obstante, ¿resulta sorprendente que, al final, los modelos genéticos de los cuerpos de los hombres terminaran pareciéndose a los de las mujeres? Existía, sin duda, la idea sobreentendida de que ellas eran mucho más importantes y dignas de imitación... A lo largo de decenas de años se unificó la estructura de ambos sexos, salvo en los órganos reproductores... Pero los hombres de antaño eran todos biológicos... —añadió, con un rastro de orgullo.

A una señal suya, Yilane manipuló el
scriptorium.
En la pantalla empezaron a desfilar toscas imágenes en dos dimensiones. Rowen y Daniel se acercaron a contemplarlas. La muchacha murmuró:

—Por favor, decidme lo que estáis viendo...

—Son... Parecen caras de hombres biológicos... —dijo Daniel.

Sin embargo, había algo extraño en aquellos rostros que Daniel no podía describir, pero que los diferenciaba por completo de seres como Darby. Quizá era la absoluta ausencia de
intención.
Se trataba de una galería de formas azarosas, sin dirección ni plan previo; una colección disparatada de narices rechonchas o finas, pequeñas o grandes orejas, mandíbulas prominentes o notorias papadas, rostros barbudos o lampiños, abotargados o angulosos. Y no solo había hombres, aunque los rostros de las mujeres eran, asimismo, diferentes de los de personas como Shane Davenport.

—Son nuestros ancestros —afirmó Darby—. Los hombres y mujeres de hace miles, quizá millones de años, el equipo que construyó la
Llave del Abismo.

Tras permanecer muy atento al desfile de rostros en las pantallas, Rowen sacudió la cabeza en un gesto de asombro.

—Es extraordinario —dijo—. Pero ya contábamos con historias bíblicas que afirman que procedemos de los Antiguos, unos seres que vivían bajo el agua y que, al ser expulsados por Dios, nos sembraron sobre la Tierra... ¡Sin duda se referían a esto! Lo cual prueba una vez más que Nuestro Libro ha sabido describir...

—Meldon —interrumpió Darby suavemente—. Yil y yo también hemos encontrado curiosos archivos sobre la Biblia. Todo indica que fue escrita
antes
de la caída del Color... Mucho antes, incluso, de la construcción de la
Llave.

—¿Qué?

—Es lo que más nos desconcierta. —El hombre biológico abrió las manos—. Os lo explicaré tal como yo lo veo, y luego Yil os dará su opinión. —Tras una pausa, como si hubiese estado escogiendo las palabras, Darby prosiguió:— Veréis, los seres humanos habían descubierto una forma de sobrevivir a la catástrofe, pero solo desde el punto de vista
orgánico...
¿Qué ocurría con el resto de sus vidas? No somos animales o plantas: nuestra supervivencia tiene también mucho que ver con nuestra cultura... Existían conocimientos que necesitaban ser preservados para que la civilización continuara. ¿Y qué hicieron? Yilane: quizá tú puedas explicar esto mejor...

El creyente se levantó del
scriptorium
y caminó hacia la pared azul. Desde allí se volvió hacia todos para hablar. Su armónica figura ofrecía un contraste violento con las imágenes de los rostros en la pantalla.

—Los que diseñaron la
Llave
construyeron un
scriptorium,
tosco pero inmenso, que albergaría todos los datos que los seres humanos del futuro necesitarían conocer... Lo llamaron el Padre. Su biblioteca contenía la información necesaria para comenzar la civilización desde el punto en que se había interrumpido. —Hizo un gesto—. Estaba aquí, en la cúpula... Estas máquinas formaban parte de él.

—¿Y? —dijo Rowen.

Yilane miró a Darby, que tomó la palabra de nuevo.

—Aún no estamos seguros de qué sucedió, pero todo indica que, antes de que los seres humanos habitaran en la
Llave,
la Biblia no era la que conocemos... Había otra. La denominaban igual, «Biblia», pero era muy distinta. Probablemente heredamos el mismo nombre para Nuestro Libro...

—¿Distinta? Falsa, querrás decir —cortó Rowen.

—Es posible, pero nuestros antepasados la consideraban muy importante. De hecho, el nombre de la
Llave del Abismo
procede de uno de sus capítulos... que, por cierto, también habla de una estrella que cae del cielo y del fin del mundo... Quizá por eso llamaron así al lugar que preservaría al ser humano de la extinción total...

De repente la plataforma parecía ocupada por estatuas: nadie efectuaba el más mínimo movimiento, ni siquiera semejaban respirar.

—¿Y cómo apareció nuestra Biblia después? —preguntó al fin Maya Muller.

—Es justo el punto de controversia entre Yilane y yo —dijo Darby—. En mi opinión, su origen fue el siguiente. Con el paso de las generaciones, la necesidad de una creencia unificada que explicara lo que estaba ocurriendo se hizo cada vez más acuciante para los seres de la
Llave.
El texto de la antigua Biblia no les decía nada, supongo. Necesitaban algo diferente, algo que explicase desde un ángulo metafísico el hecho de que no pudieran ver montañas, ríos o nubes sino una noche eterna habitada por extrañas criaturas submarinas... Necesitaban otra creencia, e hicieron lo único que podían hacer, lo que hubiésemos hecho todos en su lugar: acudieron al Padre. Fue el Padre quien les entregó Nuestro Libro.

El rostro de Rowen se crispó.

—¿Quieres decir que la Biblia la inventó un
scriptorium?

—No, no, no. —Darby mostró las palmas de las manos—. Quiero decir que la buscó y se la ofreció a los nuevos hombres. Ya estaba escrita desde mucho tiempo antes. Ignoramos quién es el Autor, ya que todo rastro de su nombre se ha borrado... Probablemente, fueron los propios habitantes de la
Llave
quienes suprimieron esos datos, junto con muchos otros que no significaban nada para ellos, y conservaron solo lo que parecía encajar en el mundo en que vivían.

—¿Y por qué el
scriptorium
les entregó Nuestro Libro? —preguntó Maya.

Darby subrayó la pregunta con un gesto afirmativo.

—Ese es el punto fundamental. ¿Por qué esos catorce textos precisamente, cuando los habitantes de la
Llave
le pidieron entender lo que sucedía? Yilane dice que escogió los textos sagrados que sus constructores almacenaron dentro de él... pero yo no lo creo. Si fuera así, ¿por qué tardó tanto en entregarlos? ¡Pasaron varias generaciones!

La atractiva sonrisa de Rowen se desplegó lentamente. Su voz, sin embargo, sonó ronca.

—Estoy seguro de que tú ya has elaborado una teoría, Héctor.

—Bien, yo... —Darby les dio la espalda. Empezó a pasear, inquieto, de un lado a otro—. Pensad que, a fin de cuentas, el Padre era solo una máquina... Buscaba datos. Los nuevos seres humanos, queriendo conocer algo más sobre sus vidas que la simple historia científica, le pidieron todo lo relacionado con lo que sucedía. ¿Y de qué forma lo haríamos hoy? Con otros datos: fechas, coordenadas, descripción objetiva de acontecimientos... Eso es lo que hicieron los habitantes de la
Llave,
suministraron los datos que sabían, y el
scriptorium
rastreó y les ofreció... ¿qué? ¡Más datos, que concordaban con los ofrecidos! —Alzó las manos—. ¡No podía hacer otra cosa, era una máquina!

—¿Y qué datos eran esos? —preguntó Rowen.

—Algunos muy generales: un mundo de oscuridad habitado por criaturas monstruosas, dioses sumergidos... Pero otros eran más específicos, y han quedado registrados: la caída de un meteorito y las coordenadas de la
Llave. —
Los miró, uno a uno—. He aquí el punto crucial. De alguna manera, las coordenadas del lugar donde nos encontramos, el lugar donde nacieron los nuevos seres humanos, coincidían
exactamente
con las mencionadas en el texto del Cuarto Capítulo, donde se habla de la Ciudad Sumergida de Dios...

—¡Es asombroso! —exclamó Rowen—. ¡Nuestro Libro lo profetizó! —Pero Darby lo interrumpió acercándose a él hasta situarse a escasos centímetros de su rostro.

—¿«Lo profetizó»? —Se quedó mirándolo fijamente—. Sí, quizá. Eso es lo que opina Yilane... Pero ¿no podría haber una explicación más fácil?

—¿Cuál?

—Pensad esto: introdujeron las coordenadas del lugar donde vivían, y el
scriptorium
les entregó un texto donde figuraban las mismas coordenadas... —Darby abrió los brazos—. ¿Y si se hubiese tratado, tan solo, de una... coincidencia? ¿Y si el
scriptorium
les ofreció los textos solo por ese dato, y los nuevos hombres consideraron sagrado
todo el conjunto?

• •
13.10
• •

El silencio era denso. Fue Yilane quien lo quebró.

—Esto es lo que Héctor llama «una teoría» —dijo sonriendo, y a Daniel le sorprendió la burla, tan impropia de él, que vibraba en su voz.

—Absurdo —resumió Rowen.

Hubo otro corte de energía repentino, pero ni siquiera eso pudo acallar en esta ocasión el acalorado debate. En la oscuridad varias voces se alzaron, y se impuso la de Rowen.

—La Biblia del Amor y el Arte no consiste solo en datos... ¡La Biblia
es
la realidad, Héctor! Habla del Color que cayó en la Tierra, de los poderes ocultos en el mar y la montaña, de los híbridos...

—¡No hay ni un solo hecho en Nuestro Libro que haya podido ser probado sin lugar a dudas, Meldon! —discutía Darby.

La luz regresó tras esta declaración, revelando un grupo de rostros ansiosos. El de Darby brillaba de sudor. Sus ojos llameaban.

—¿Dónde están esos híbridos? —prosiguió—. ¡Hay tribus enteras que creen en ellos y se disfrazan como ellos, pero solo los locos afirman haberlos visto! ¡Igual ocurre con «Dios» y su «Ciudad Sumergida»! —Dio una palmada en la mesa del
saiptorium—.
¡Maldita sea con vosotros, cuerpos de diseño! ¿Acaso vuestras mentes también han sido diseñadas? ¡Razonad! ¡Si leemos Nuestro Libro con objetividad, no encontraremos ningún dato real, salvo esas malditas coordenadas! ¡Por ejemplo, la Biblia afirma que el meteorito era de pequeño tamaño y que cayó en el patio de atrás de una granja...!

—En una zona del Oeste, ahora desaparecida, llamada Nueva Inglaterra —corrigió Rowen—. Lo de la «granja» es metafór...

—¡Falso! —interrumpió Darby y giró hacia la pantalla, pero abandonó tras un nervioso intento—. Yilane, por favor, muéstranos el mapa del continente desaparecido...

Lanzando un suspiro, el creyente se inclinó sobre el
scriptorium.
Un instante después el mapa del mundo aparecía alterado hacia el Oeste, con la presencia de una enorme masa de tierra estrecha por el centro con los extremos norte y sur ensanchados.

—¡Aquí cayó el meteorito, Rowen! —Darby puso el índice en la zona norte mientras todos, excepto la muchacha, se acercaban para mirar—. Antes había aquí un continente entero, mucho mayor que Europa. Nueva Inglaterra solo era una parte de él. Ahora queda únicamente un enorme cráter y varias islas dispersas al sur: es lo que llamamos «el Oeste». ¡Y el meteorito tenía kilómetros de diámetro!

Rowen meneó la cabeza, sin convencerse.

—¡Casi todos los nombres de la Biblia fueron borrados de las modernas versiones, Héctor, eso lo sabemos! Se averiguó hace mucho tiempo que son puramente simbólicos... De igual manera, las historias son parábolas. Explican la realidad más profunda pero no son historias reales... ¡El Autor no pretendía decirnos que el meteorito hubiese caído en una maldita granja! No sé qué quieres demostrar con...

—¡Quiero demostrar, Meldon, que algunas cosas significaban algo muy distinto en la época en que Nuestro Libro fue redactado! El idioma que usamos ahora, por ejemplo, no era el único que hablaban y entendían los seres humanos entonces... ¡Yil y yo acabamos de comprobarlo! ¿Recordáis los antiguos lenguajes que la tradición ha conservado en ciertas escrituras: japonés, alemán, latín...? Nuestro idioma, el inglés, era uno más, no el único, pero fue elegido idioma universal por los habitantes de la
Llave.
¿Quieres saber por qué? ¡Porque los textos de la Biblia estaban escritos originalmente en ese idioma! ¡Hemos invertido el orden de causa y efecto, Meldon! ¡Nuestro Libro se hizo sagrado y,
debido a eso,
todo lo relacionado con Nuestro Libro se ha sacralizado!

Rowen parecía haber perdido repentinamente el interés por la discusión y se alejaba del grupo hacia la pared de la sala. Maya y Yilane movían sus cabezas con gestos escépticos. Sus comentarios eran similares: «No, no es cierto, Héctor», «Te equivocas, Héctor». Se habían acercado a Darby de tal manera que parecían sitiarlo. Incluso Daniel pensaba que el hombre biológico estaba exagerando en su ataque a la Biblia.

—No estoy seguro de nada de lo que digo... —dijo Darby moderando el tono—. Puedo estar equivocado...

—Lo estás —sentenció Yilane con mucha más calma que Rowen—. Lo que ocurre es que no eres creyente.

—Héctor... —La muchacha movía la cabeza mientras sus parpados temblaban—. Tu teoría es interesante, pero hay algo que estás olvidando. Nuestro Libro, usado por un creyente profundo,
funciona.
La Biblia controla la realidad, Héctor. ¿Por qué?

Darby demoró en responder. Cuando lo hizo, pareció bruscamente abatido.

—En este punto tienes razón. He visto lo que la creencia consigue hacer y sabéis que la respeto profundamente... Pero no pretendía negar lo que un creyente hace sino... —su expresión se hizo casi suplicante—... sino encontrar una explicación coherente al extraño mundo en que vivimos, al miedo absoluto que hemos heredado, a nuestra creencia en una divinidad maligna que vive bajo las aguas y en unas fuerzas oscuras que controlan nuestro destino... Es todo lo que pretendo.

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